Once del Once del Once Pues eso, una historia sobre esta hartura de unos Sed Felices, sin pensar en el tiempo. EL COLMO DEL UNO Algún día leeré montones de libros, algún día dejaré de levantarme temprano, algún día viajaré todo lo que pueda. Algún día… ¡Hoy puede ser ese día! El once del once del once. Que digo yo que si hay que esperar a que llegue este día u otro cabalísticamente cuadrado para hacer todo eso. Os contaré una historia que solo existe en mi imaginación. Pero que bien puede ocurrirnos a cualquiera. Es la historia de Ojalá que vivía en el mundo de Los Sueños y concretamente en el país del Azar. Ojalá era una chica que se afanaba en su trabajo y su familia. Estaba casada con Destino. Su país el Azar era, como su propio nombre indica muy variable. Pero la mayoría de las veces no era muy favorable. Lo que deseaba la gente en ese País rara vez se cumplía, pero cuando lo hacía a quien le pasaba subía a un estadio de riqueza, poder y satisfacción envidiado por los demás habitantes. Ojalá tenía tres hijos, Deseo, Ilusión y Casualidad. Todos ellos confiaban en que un día la fortuna les sonriera y no tuvieran que trabajar, ni preocuparse de estudiar, ni nada de nada. Ojalá y Destino se entristecían, pues ellos habían esperado que la fortuna girara en su onda y nunca lo había hecho. Además no les gustaba como trataban a los demás habitantes los que habían sido tocados por esa diosa. Eran tiranos, explotaban a los que no habían recibido su influjo. Dilapidaban sus riquezas y no, no leían, libros. Si viajaban era para incrementar su fortuna y su poder. Y no disfrutaban de la vida, sino que vivían en una ruindad sin límites. Un día Ojalá oyó hablar de otro país donde todos eran felices. Estaba en las antípodas del mundo de los Sueños. Tanto geográficamente como en la forma de vida. Ese país se llamaba Armonía. Allí nadie tenía ni siquiera riquezas, cada cual se ocupaba en lo que quería e intercambiaba el producto de su ocupación con otros. Si tú pintabas cuadros, y otro hacía vasijas, pues le cambiabas un cuadro por tres vasijas o una vasija grande por tres cuadros. Si otro cultivaba la tierra y un tercero hacía muebles, pues lo mismo. No había límites ni condiciones para ocuparse. Y, normalmente, no les faltaba de nada. Viajaban por todo el mundo de los Sueños. Pero en el País de Azar les estaba prohibido entrar. Podrían contaminar a sus habitantes con sus teorías y desharían el poder de los magnates favorecidos por la fortuna. Escribían y leían mucho. Hasta los tratados del país del Azar. Y sus leyes y sus costumbres. Les hacía mucha gracia que estuvieran condicionados por la suerte y por la fortuna. Ellos no sabían si eran más o menos felices que los del País del Azar. Pero al menos hacían lo que querían y no les preocupaba si alguien con dinero ¿dinero? y poder ¿poder? Eran más o menos dichosos. Pues no sabían que significaba eso. Ellos se gobernaban eligiendo a los más sabios, los cuales elegían a su vez a los más experimentados y nadie tenía ninguna queja. Ojalá quería emigrar a Armonía. Pero Destino confiaba, aunque con reservas, que ese mismo año les sonriera la fortuna. Estaban alineados los tres satélites del Mundo de los Sueños. Si se iban no podrían volver. Además deberían mentir a las autoridades. Pues también estaba prohibido a los habitantes del Azar ir al país de la Armonía. Ni Deseo, ni Ilusión ni Casualidad les seducía la idea de renunciar a su posible premio. Ojalá no quería irse sola. Y se quedó en el mundo del Azar. Esperando su suerte. Y consumiéndose, sirviendo a los poderosos, viviendo con penurias y deseando tener suerte, Ojalá pasó su existencia. Sus hijos también y su marido perdieron su vida con su esperanza. No confiéis vuestra vida a la suerte. No esperéis que el Azar solucione vuestra vida. Pues no lo hará. No digo que no hagáis de vez en cuando alguna apuesta a juegos de azar. Pero hacedlo lo mismo que esperáis que se produzca un milagro. Con ilusión, pero sin mucha esperanza. Vivid, sin embargo en Armonía. Haced lo que os guste, si no podéis todo el tiempo. Cuando podáis. Viajad lo mismo, leed, escribid si se os da bien. La vida no es solo lo que hacemos por nosotros, sino lo que hacemos por los demás. Al-Hakam esperando que nadie se abandone a su suerte 11/11/11 |