Un relato ¿Navideño? Aqui os pongo algo que cree el año pasado. Este año por cuestiones de trabajo y de líos varios ni puedo entrar en el foro todo lo que quisiera ni colaborar. He sacado un ratejo y reedito este relato que espero os guste ¡¡¡Feliz Navidad!!! EL LABERINTO DE LA NAVIDAD Uno de esos magos que no se les ocurre nada bueno le dio por tratar de embrollar una Navidad. Para empezar confundió las rutas de Papa Noël y los Reyes Magos. Y sembró de Belenes los países anglosajones, confiscando todos los árboles y guirnaldas, amén de todas las existencias de muérdago que había. Escondió hasta los hábitos de los monjes Franciscanos que tienen su monasterio en la misma cuna del niño Jesús. Les puso unos trajes rojos con ribetes blancos y una gorra con borla. Les escondió las maquinillas de afeitar, para que, cuando llegara la navidad todos tuvieran barba y les puso un poco de lejía en el agua donde se lavaban la cara para que las barbas fueran blancas. El mago lo tenia todo estudiado, no tenían, los monjes, más remedio que ponerse esas ropas. Pues cualquier vestuario había sido robado de allí. El mago convirtió los olivos mediterráneos de Palestina en abetos, y para más inri, daban frutos redondos de colores brillantes, como bolas naturales. En Nápoles, se dedicó a cambiar las figuras de los belenes por dioses clásicos romanos. Con lo que la celebración cristiana era complicada. No paraba ahí el maquiavelismo del nigromante. A los Reyes Magos les dio pesados sacos, que ellos transfirieron a sus pajes y éstos a su vez a la grupa de los camellos. Avanzaban muy despacio, tal vez porque pisaban nieve y ambiente gélido y no estaban acostumbrados. Papá Noël no salía de su asombro, le habían puesto un trineo y doce renos y se desplazaba por el desierto. Con lo cual avanzaba, si cabe, más despacio que los reyes magos. Además, no llevaba sacos, sino cofres con incienso, oro y mirra. Lo cual hacía más pesada la especial caravana. ¿Quién era el pérfido mago que quería estropear la navidad tal y como se conocía? Por lo visto era un mago arcano que, en su día quiso inventar otra fiesta, lo propuso al comité de fiestas invernales y, en principio fue aceptado el programa en su integridad. Habría banquetes, juegos, celebraciones para niños y grandes y un fin de fiesta en el que todos harían un divertimento comiendo deliciosos manjares subidos en barcas en el lago de la sabiduría. Para nuestro amigo esto era su consagración como el alma de la fiesta, pues como mago era más bien malo (valga ver la que ha liado con la Navidad). Pero entonces le informaron que habían puestos tres recursos y que se celebraría otra fiesta llamada Navidad. El primero lo ponía un tal San Pedro que decía tener derechos sobre todas las fiestas que se celebraran en todo el mundo conocido y cristiano en particular. Los Reyes Magos, ya ancianos, querían que se les recordara por siempre e interpusieron el segundo recurso. Y, el entonces Klaus, que después sería Santo (o Santa según se mire) para conseguir la economía procesal unificó todos los recursos, con su tercer alegato. Ganaron el juicio, porque el mago tenía poco juicio y ese poco lo perdió con el pleito. Pasaron muchos años y este ilusionista se tragaba Navidad, tras Navidad, con lo bonito que hubiera sido su celebración. El no hubiera permitido los excesos que se hacían en nombre de la fiesta. A todos los niños se les iría regalando juguetes durante todo el año y así no tendrían el empacho que ahora les hacían pasar. Los productos consumidos en su fiesta serían naturales y no perjudicarían ni al hígado ni al estómago. Amén de al sistema cardiovascular. Lo que sobrara se repartiría entre otros pueblos que no quisieran celebrar la fiesta y así sería un poco celebrado por más gente. En los juegos que haría se quemarían calorías y se tonificaría el cuerpo. Y en la fiesta final cada cual podría dedicarse en su barca a lo que le placiera. Sin ser interferido por nada ni nadie. Pero seguimos con el galimatías que estaba montando. Los grandes almacenes sufrieron una extraña plaga. Todos los juguetes estaban rotos o servían para lo contrario que los habían publicitado. Las luces navideñas se encendían de día y se apagaban de noche. Aunque hizo un hechizo para que no consumieran energía, pues el que se encendieran era una ilusión óptica. A los fabricantes de dulces les confiscó todo el azúcar y la masa de harina, amén del chocolate. A los bares les quitó todas la bebidas espumosas y alcohólicas. Y decretó que, en su lugar los fabricantes de dulces hicieran mermeladas de fruta natural y dulces ligeros. Las bebidas de los bares hizo dos clasificaciones, las moderadas y las digamos “bebidas duras”. Dejó algunas cervezas suaves y vinos de calidad con baja graduación en cantidad tasada. Cambió las fiestas de orden y puso el día 24 noche la fiesta de Reyes, con lo que difícilmente les daría tiempo a llegar. El día 25 sería año nuevo. El día 1 de Enero la fiesta de Santa Klaus, a la noche anterior le puso “La noche del viejo”. La Navidad sería el día 6 de Enero y la noche anterior sería “La noche de los buenos”. Todo esto pilló desprevenidos a los organizadores de fiestas. Que hacía muchos siglos que no se reunían, no lo veían necesario. Pues cada cultura tenía sus fiestas y cada cual las celebraba según sus indicaciones. Se reunieron en la casa del Polo Norte de Santa Klaus. Habiendo, previamente lanzado en desahucio a unos gamusinos a la que se la había alquilado el mago. Determinaron llamar al orden al mago y organizar las Navidades un poco mejor. Convocaron a las musas, las artes, las diosas y hasta a algunos ángeles. Les informaron de que tendrían que tener, a la mayor brevedad a todas las partes en la asamblea para llegar a un acuerdo. Todas ellas, eran, aparte de bellas, muy convincentes y en volandas desplazaron a Papá Noël, a los Reyes Magos y a nuestro amigo. El presidente un Hechicero de los más antiguos intentó hacerlos razonar, pero aquello parecía una pelea de gallos. A cual más escandaloso. Los reyes magos se quejaban de los sabañones del hielo, Papá Noël de unas ampollas en la cara por el sol del desierto y el mago de que eran unos egoístas que querían seguir siendo el centro de atención por siempre. Entonces llegó un duende que aparte de la apariencia infantil, siempre se le recordaba como un niño. Tanto en sus hechos como en su comportamiento y pensamientos. Se puso en medio de todos y empezó a cantar una canción. Mezclaba los villancicos mediterráneos, los cánticos navideños anglosajones y algunas melodías que investigó pertenecerían a las fiestas que quería hacer el mago. Poco a poco la música fue amansando a la fieras y todos quedaron en calma. Luego el duendo se dirigió a cada uno de ellos. Especialmente le habló a San Pedro que escuchaba desde el cielo. A éste le dijo que la Navidad la había inventado su religión, bueno estaba referida a un hecho que dio origen al cristianismo. Pero que después muchas otras culturas ajenas la habían aceptado y adaptado a su conveniencia. Las figuras de los Reyes Magos y la de Santa Klaus pertenecían a culturas diferentes y antagónicas. Pero que también hicieron mal con ignorar las posibles mejoras que podría haber aportado el mago. La supuesta fiesta religiosa era una excusa para tomar vacaciones. Beber y comer en exceso. Consentir, más si cabe, a los pequeños abrumándolos a juguetes para que no molesten. Y que decir de los grande almacenes y algunos comerciantes. Hacían su agosto en pleno diciembre a costa del Niño Dios. Y les dijo a todos que dejaran de gritar y que hicieran algo para que las próximas navidades fueran en realidad unas fiestas de paz, amor y alegría. En vez de ser fiestas de consumo, excesos e hipocresía. Todos se pusieron colorados, hasta San Pedro. Y se pusieron a trabajar para arreglar un poco las cosas. Se centraron en que los regalos serían menos cuantiosos, y que además se extenderían a lo largo del año para hacer alguno especial estas fechas. No se prohibió ni el alcohol ni los dulces, pero se recomendó que la gente degustara estas cosas no las engullera y se las bebiera sin tino. Las luces navideñas fueron sustituidas por un ingenio que hizo el mago que, como antes hemos dicho hacía que las luces se vieran luciendo de día. Pero esta vez de noche, sin consumir energía. Los grandes almacenes venderían igualmente, pero se comprarían, como proponía el mago, no solo regalos para la gente que celebraba la navidad, sino también para otros que no la celebraran para confraternizar con esas culturas. El mago dijo que si las otras culturas hacían lo mismo en sus fiestas, el mundo estaría más unido. La paz que se invoca en estas fechas en todas partes, se determinó que no fuera solo una palabra. Que quienes celebraran la navidad firmaran acuerdos de alto el fuego lo más duraderos posibles con quienes mantenían contiendas. Los flecos del acuerdo los acordaron ya entre el presidente y los demás intervinientes. Cuando habían llegado a un acuerdo llegó un elfo diciéndoles que salieran afuera. Y todos juntos vieron la aurora boreal más colorida y bonita que nunca se hubiera divisado en el Polo Norte. Un buen Augurio para conseguir unas Navidades en paz, amor y libertad. Al-Hakam tras un eclipse que renovará las esperanzas |