El Dios sin Cielo No sé si ya he puesto este escrito antes. Es de hace unos años por lo que puede que lo haya puesto aquí o en otros lados. Espero que os agrade. EL DIOS SIN CIELO Érase un tiempo sin minutos, un espacio sin lugar. La inmensidad, todo, lo supremo. Y un ser que lo regía. Se sentía solo, pues aunque todo lo que quería lo tenía, aspiraba a crear algo o alguien que fuera digno de él. Y que mereciera la pena. No podía crear nada inmortal, fuera de su morada. Aunque sí podía volverlo imperecedero trayéndolo a ella. Este ser era bueno, no tenía ira, ni era justiciero, ni les exigiría nada especial a sus criaturas. Al principio labró un sitio, esculpió montañas, excavó valles. Regó con ríos y mares el terreno sobrante. Luego incluyó seres vivos, plantas y animales. Todos se comportarían como él quisiera. Pero ideó que podía hacer unos seres libres, sí, podrían hacer lo que quisieran, él era bueno, podía esperar que ellos también serían buenos, pues también eran libres. Él mismo era independiente, y nunca fue malo, la libertad es buena pues hagámoslos emancipados y buenos. La criatura en un principio se vio desconcertada. Veía inmensidad, y otros seres, pero los veía como un igual. Y se sintió bien y fue bueno. No pasó mucho tiempo cuando se dio cuenta de que los otros compañeros no decidían y él sí podía razonar y obrar. De ahí a creerse superior no quedó más que un paso. Empezó a tiranizar a los otros sujetos y su entorno. Quebró árboles, maltrató y privó de su existencia a cientos de animales, bien para su provecho egoísta o por placer. Y no contento con ello, vio que podía someter a los de su especie. A los que no se dejaban subyugar, los torturaba o simplemente los desterraba o mataba. No hizo falta que le advirtiera su creador, pues en su nombre, juzgaron y condenaron a quien se les antojó. Su Dios no tenía el control, dado que su misma criatura lo había suplantado. Que podía hacer el creador, ¿Castigarlo? No quería. ¿Ayudarlo? No se dejaría. ¿Perdonarlo? Si era libre, que más deseaba. El nuevo sujeto no contento con erigirse en rey de la creación, empezó a destruir el lugar en que habitaba. Su Dios no lo entendía, los hijos de sus retoños no podrían disfrutar de esa naturaleza que con tanto empeño diseñó él mismo. El colmo estaba por llegar. Todos eran sus amados, pero ahora algunos decían que hablaban y sentenciaban en nombre de su creador. Unos que ellos eran la verdad, y los demás no. Otros que solo se salvarían de la destrucción los que les siguieran. Aún otros, que no, que ellos superarían el final de los tiempos. Su Dios estaba desesperado. Pero si son libres, libres de elegir y eligen lo peor. Además él quería salvarlos a todos. ¿Qué pudo fallar? Él no era así, y también tenía albedrío. Se dio cuenta de que de ninguna manera admitiría a tales ingratos y malos administradores de tantas prebendas que les había dado. Su gloria era para que una vez en su espacio llegara su ocaso, compartieran con él lo bueno, lo que en ella había y lo que hicieran en la obra creada. Y decidió que actuaran a su suerte. Se metió en la inmensidad de su eternidad. Trató de olvidarse de su creación y se encerró en sí mismo intentando ver cual era su error. Era un Dios, pero no tenía Cielo. Lo que hacía de techo a sus criaturas, tampoco parecía ya un cielo. Estaba contaminado, enrarecido e incluso sus miasmas llegaban al creador. Sus hijos, pues así los consideraba, se destruyeron a sí mismos. Destruyeron su naturaleza y las plantas y animales. El sueño de Dios fue una pesadilla. Y decidió seguir siendo libre y crear cosas bonitas pero sin voluntad. Planetas, estrellas de colores, y galaxias. Sin querer le salió un planeta que era azul, con mares, selvas y montañas. Tuvo la tentación de crear animales. Y se acordó de lo que hicieron sus anteriores ingratos y pensó: Este planeta es mucho más bello que lo anterior, crearé nuevos seres libres y no me defraudarán. Y Dios se durmió, esperando que cuando despertara nadie sufriera, que sus criaturas vivieran en su Cielo con él y que la libertad triunfara. Creo que todavía hay tiempo y gente para no defraudarle. Pues si Dios se despierta y cree que ha cometido un nuevo error, se pondrá triste y seguirá creando cosas bellas y maravillosas, pero no podrá tener compañía y hablar con otros seres de lo bonito que es ser libre y trabajar por ello. Y dejar que los demás lo sean. También además de ser independiente se puede ser feliz y dar gloria a la naturaleza. Que no es nuestra, nos la han prestado. Y respetar a los demás, que también les dejemos ser libres. Al-Hakam que mira a Cielo y no sabe si somos infinitos o diminutos 31/08/2004 |