R.I.P. Su muerte estaba anunciada desde antes de su esperpéntico nacimiento y, cosas del destino, ha sido en estas fechas, las dedicadas a los difuntos, cuando definitivamente asistimos a su sepelio. El despropósito que supuso la construcción de un aeropuerto con un coste superior a los quinientos millones de euros (decían que privado pero que a la postre terminamos pagando todos) es un ejemplo más de la inutilidad de nuestros dirigentes empecinados en el negocio del ladrillo, en el crecimiento sin base e insostenible y en la economía de su propio bolsillo. Un aplauso (pero solo de dos palmadas) para aquellos quijotes cuyas andanzas ahora lamentamos, para aquellos quijotes que vieron gigantes donde solo había molinos, para aquellos quijotes que vieron un castillo donde solo había una venta y para aquellos quijotes que vieron pasajeros en el reino de las avutardas. ¿Alguno de estos visionarios pagará por ello? – No, para pagar ya estamos los de siempre. |