Fernán Caballero - Ciudad Real

La exposición de CCM por sus créditos en el sector inmobiliario estaba detrás del hundimiento de las cuentas de la caja manchega dirigida por Juan Pedro Hernández Moltó, y el final de la fusión con Unicaja, que aparecía como su última oprtunidad. Lo que ahora queda por investigar, y en ello tendrán mucho que ver los interventores enviados por el Banco de España, es si los riegos asumidos fueron imprudentes o, por el contrario, si el que fuera en su día consejero en el área económica del Gobierno de José Bono, sencillamente se equivocó al aceptar como un buen negocio para la CCM la apuesta por las promociones inmobiliarias y proyectos relacionados con el sector de la construcción en Castilla-La Mancha, que impulsaron durante años el crecimiento de la entidad.
Entre las decenas de rumores desatados por los foros económicos se repite en especial que todos los bancos, y sobre todo las cajas, sufren del mismo mal. Pero esos rumores crecían en cuanto se hablaba de la caja manchega. Y la decisión del Gobierno y la del Banco de España indican que en la casa de Moltó sí que pesaba en exceso el ladrillo.
CCM, sacudida ya por la crisis de Martinsa o Colonial, estaba implicada en prácticamente todas las operaciones del sector en la región, desde el caso de Seseña al proyecto inmobiliario «Reino de Don Quijote» y el aeropuerto Central de Ciudad Real, junto a numerosos y abultados créditos hoy difícilmente recuperables a promotores considerados próximos al Gobierno regional socialista. Aunque nada se sabe de la cantidad comprometida por la caja en estos últimos años, sirven de indicador los 3.000 millones de euros citados por el vicepresidente Solbes como aval que debiera ser «suficiente» para resolver la crisis, sin olvidar que el Ejecutivo aprobó avalar hasta 9.000 millones. La cifra final dependerá ante todo de la evolución del mercado inmobiliario: si no mejora, habrá que aportar fondos; pero si se recupera, también lo harían las cuentas de la CCM.