Cuaderno de viaje Día nueve de enero del año 2011. Veo a través del cristal al sol ponerse entre nubes y la oscuridad de la noche, que cada vez va ganando más terreno. Una voz a través de un microfono anuncia la proxima y breve llegada a la estación de tren de Puertollano, a mi izquierda puedo distinguir a lo lejos una de las características señas de identidad, que a la vez actuan como una metafórica frontera de entrada al pueblo, la central nuclear. Siento en mi un cumulo de sensaciones extrañas. Por primera vez en mucho tiempo siento el pueblo, aunque lejos, cerca de mi. Lo más cerca que he estado en años, tanto como para poder saber que mi vista a lo lejos sabe que allí se encuentra todos y cada uno de vosotros. Los que opinais, los que os manteneis a la sombra, los que un día fuisteis amigos, los que un día dejasteis de serlo, aquellos a los que simplemente creía conoceros por el simple hecho de haberme cruzado en un gran numero de ocasiones con vosotros. Me sentí cerca de un momento soñado ciertamente, el momento de volver a pisar las calles del pueblo, de experimentar sensaciones y sentimientos lejanos como si estuvieran sucediendo en aquel preciso instante. Una cosa curiosa que me sucedió sin duda, fue al inicio de mi viaje, pasando por puertollano vi un hotel cuyo nombre por alguna extraña razon me llamó la atención. Aquel lugar me transmitió algo especial, y ayer descubrí que sin saberlo, me hallaba ante vuestros vecinos de puertollano. Significará eso que pronto estaré aún más cerca de todos vosotros? Dejemos que el sabio hable, por el momento, volquemos un reloj de arena. |