Juan Costa, zaplanistas y populares cercanos al Opus Dei están en una operación contra Rajoy Las nuevas revelaciones sobre conversaciones en torno al caso Gürtel, que implicaban al ex secretario del PP valenciano Ricardo Costa y al aún vicepresidente del Consell de la Generalitat, Vicente Rambla, así como al propio presidente Francisco Camps y a su mujer, impulsaron a la dirección nacional del Partido Popular a pedir a la cúpula valenciana la adopción de algún tipo de medidas para asumir responsabilidades políticas. Rajoy ha insistido hasta la saciedad ante Camps en que tenía que destituir al menos a Costa. Camps se ha venido resistiendo primero y luego cediendo con reservas, para finalmente destituir a Costa este miércoles entre lágrimas del afectado, quien el día anterior todavía pretendía conservar la secretaría general y la portavocía en las Corts y retaba a Génova 13 a investigarlo. Madrid quería ceses que lavasen la imagen del partido pero la resistencia de Camps y del propio Costa ha acabado reconduciendo la situación a un espectáculo grotesco que ha empeorado las cosas. Camps tiene un grave problema en este caso. A diferencia de Esperanza Aguirre, él es el primer relacionado con la trama, en función de todo lo que ha salido a la luz. Por tanto sería él mismo quien habría de renunciar para lavar la imagen del partido. Eso no se le ha pasado nunca por la imaginación, ya que la ambición política es el centro de su vida. La idea de sacrificarse en bien del partido no existe para él. Su fiel Ricardo Costa es algo parecido. Costa ha dedicado todas las horas del día y la noche, con mejor o peor fortuna, al PP. Eso explica, en parte, su profunda resistencia a dejar el cargo y también las lágrimas de ayer al saber que finalmente debía dejarlo. El apoyo del hermano Pero hay otros elementos en la actitud de Costa que no se pueden dejar a un lado. El principal es el de los apoyos que empezó a encontrar cuando ya el pasado 9 de octubre, el día de la fiesta oficial valenciana, su hermano y ex ministro Juan Costa, que intentó ser alternativa a Rajoy en el último congreso nacional del partido y ahora está próximo a Eduardo Zaplana, le brindó protección e hizo declaraciones en su favor. A ellas se sumó el presidente provincial del PP en Castellón y de la diputación de esa provincia, Carlos Fabra. Otro presidente provincial y de diputación, el alicantino José Joaquín Ripoll, representante del último —e importante— bastión zaplanista que queda en la organización regional, no ha dejado de hacer declaraciones críticas hacia Camps en toda esta crisis. Operación contra Rajoy Por lo que aseguran, Juan Costa, junto con Zaplana y elementos del partido en la órbita del Opus Dei, hace tiempo que está en una operación que no es exactamente contra Camps, sino contra el propio presidente del PP, Mariano Rajoy. La brecha que abría la inminente (y torpemente anunciada días antes) destitución de Ricardo Costa fue aprovechada como un nuevo torpedo contra Camps, en un momento de extrema debilidad del presidente de la Generalitat Valenciana. Ese elemento ha contribuido a aumentar la inicial indecisión de Camps ante la destitución de Costa que era insistentemente pedida por el presidente del PP, Mariano Rajoy. La ocasión más señalada en que este lo hizo fue el pasado 30 de septiembre, cuando ambos se reunieron en el Parador de Alarcón y el presidente valenciano se encastilló en la negativa. Función de mañana, tarde y noche Envalentonado con los apoyos, al tiempo que no debió encontrar una enorme energía por parte de Camps, Costa hizo este martes, tras la fiesta del Pilar, una sesión de mañana en la que pedía derecho a la defensa, decía que él nunca había decidido motu proprio contratar con la trama de Corea y proclamaba su inocencia para continuar. No le debieron explicar que asumir responsabilidades políticas, que es de lo que se trataba, no tiene que ver con la defensa ni con la inocencia. Luego vino la función de tarde, con una reunión del comité ejecutivo en la que primero se dijo a los diputados que no hacía falta que fueran pero luego hubo contraorden, por lo que la mayoría hubo de regresar a Valencia cuando ya estaba en Madrid o de camino, pues había pleno del Congreso. Tras el psicodrama Camps-Costa, vino la función de noche, la más interesante, con la proclamación de continuidad de Costa en rueda de prensa, la nota contraria de Génova y la nueva nota del PP valenciano contradiciéndola, inspirada por el propio Costa. El desenlace fue al día siguiente a primera hora de la mañana, una vez que alguien en Madrid dio un puñetazo en la mesa y forzó a Camps a hacer lo propio y acabar en tragedia shakespeariana, aunque matinal. Lo único seguro es que el espectáculo continuará. |