Chóvar - Castellon

Cito textualmente:
"Vecinos de Azuébar, como ya sabréis, este próximo lunes nos hace el honor de visitarnos el excelentísimo presidente de la excelentísima Diputación del excelentísimo Castellón. Desde el ayuntamiento ya han publicado el bando oportuno para que todos nosotros, gente desagradecida como somos, le demos el recibimiento que se merece. Bueno, no, eso sería imposible --a persona tan ilustre le correspondería como mínimo una estatua en bronce y un desfile militar--, pero de todos modos hay que hacerlo lo mejor que podamos.

Ya, ya, sé que algunos estáis pensando, "¿y qué ha hecho la Diputación por nosotros?". Gentes mezquinas y provincianas, pensad en cambio en que podéis hacer vosotros por la Diputación... ¿Habéis efectuado algún donativo para que en el excelentísimo aeropuerto de Castellón puedan volar al menos maquetas de aeromodelismo? ¿No, ni siquiera eso? Entonces consideraos afortunados de que Su Excelencia el Excelentísimo Presidente haya decidido rebajarse a visitar nuestro inmundo agujero y dejarnos compartir su gloria.

El problema es que el ayuntamiento no ha concretado qué tipo de celebración merece tan magna visita. Así que yo voy a intentar cubrir el hueco y dar algunas sugerencias. Corea del Norte, como siempre, es el ejemplo a seguir en estos asuntos.

PRIMERO: Cantos y bailes regionales

Los grandes líderes como nuestro excelentísimo presidente trabajan treinta y seis horas al día para satisfacer nuestras ridículas necesidades. Por ello, necesitan de vez en cuando sentir el calor y la alegría del pueblo. Los bailes populares con trajes típicos nunca fallan. Lo suyo sería organizar un recital de jotas, y meter algún dolçainer por medio, ya que estamos.

El problema es que en Azuébar, ¡no quedan mujeres jóvenes para que bailen y canten! Pero no temáis, no está todo perdido: la colla de abuelitas que bajan todas las tardes al bar a jugar al cinquillo también servirá. Joder, si los Rolling Stones todavía van por ahí de escenario en escenario, aunque sea con un equipo de reanimación detrás, las abuelas de Azuébar no pueden ser menos.

No subestiméis a las abuelas. Lenin dijo que "la religión en Rusia acabará cuando se acaben las abuelas", y al final las abuelas ganaron.

SEGUNDO: Entrega de productos de la tierra

A todo dirigente le gusta recibir obsequios y disfrutar de la gastronomía local, y además para ellos representa una forma de estrechar lazos con la plebe. Probablemente, ningún excelentísimo presidente recordaría un lugar tan insignificante como Madrid, de no haber probado la famosa "paella madrileña". Pues lo mismo ocurre con Azuébar. El camino más corto al corazón de un hombre pasa por el estómago, así que hay que llenar el de nuestro visitante, para que se acuerde de nosotros y nos monte un premio ruinoso de Fórmula 1.

Propongo hacerle entrega solemne, seguida de una reverencia, de una botella de aceite de oliva. Iba a mencionar también una garrafa de Agua de Azuébar, pero resulta que, ¡joder, ya no tenemos! En todo caso, podríamos llenar un botijo en alguna de las fuentes..., siempre y cuando no las pillemos cerradas. Me cago en la leche, si es que todo son problemas.

Bueno, pues sustituímos el agua por una botella de vino de la bodega de Roberto el Mostín. Tal y como están las cosas, parece más factible.

TERCERO: Los feos que se queden en casa

Un presidente --y más aún si es "excelentísimo"--, que deja por un día la capital para visitar a sus súbditos en estos pueblos dejados de Dios, quiere ver caras bonitas. Chicas guapas de mejillas sonrosadas, mozos sonrientes, gatos gordos y lustrosos...

Igual no podemos aspirar a tanto, pero al menos sí tenemos la posibilidad de dar una imagen presentable. Por ello, los hombres deben ir arreglados y con sus mejores galas, y las mujeres afeitadas. Mierda, creo que era al revés... Bueno, da igual. El caso es que este próximo lunes quedan terminantemente prohibidos los rulos, los batines, las alpargatas y las camisas remendadas. Tampoco se podrá salir a pasear al perro, salvo que sea un perro de alcurnia, tipo caniche o terrier de Yorkshire, que pueda acreditar su pedigrí. Nada de galgos de caza o perros barraqueros, por favor.

CUARTO: Excursión cinegética

Éste es un clásico que nunca falla: a todo hombre que se precie le gusta sumergirse en la naturaleza, conocer a sus criaturas..., y matarlas. Nuestro excelentísimo presidente no debería ser una excepción. Seguramente se llevará una impresión más grata de nosotros si le damos la oportunidad de disparar sobre unas cuantas perdices, conejos, y domingueros de la Vall d'Uixó en casitas ilegales.

Ya de paso, hay un truco que funcionaba estupendamente en tiempos del Caudillo: dejar algún animal muerto en las inmediaciones cada vez que el visitante dispare la escopeta. "Oh, creo que esta vez no les he acertado". "¿Bromeáis, Excelencia? Acabo de ver caer cuatro perdices y un salmón justo detrás de los lentiscos aquellos". Conviene ser discretos y no exagerar con esto, sin embargo.

CONCLUSIÓN

¿Parece difícil? Puede ser... Pero el ser humano es una criatura social, y por lo tanto lamer las botas del poder nos sale casi de forma natural; aunque se trate de un podercillo de segunda como la Excelentísima Diputación de Castellón. Así que confío en que estaremos a la altura de las circunstancias y agasajaremos a nuestro excelentísimo presidente como corresponde."

Olé, Barrancondo.
Si cambiamos Azuebar por Chóvar, suscribo tu escrito 100%.
Vuelven aquellos viejos tiempos del lameteo, el enchufismo y el ir detrás de sotanes y uniformes.

El rebaño vuelve al redil.