Foro- Ciudad.com

Limpias - Cantabria

Poblacion:
España > Cantabria > Limpias
26-01-14 15:39 #11823079
Por:No Registrado
do son illi juglaris?
¿Dondes están los perroflautas que, con ignorancia y odio indisimulado, presos de manifiesta impaciencia, criticaron hasta lo punible la discreta retirada de unos guijarros que amontonados yacían desde tiempos de lo romanos en el Arroyo del burrico?

¿Acaso nada dirán ahora relativo al calatravesco puente que en su lugar con magnificencia esta erigiendo nuestro sabio concilium, y que, como dijo el ahora mudo juglar, permitirá a las personas de nuestra amada villa de Limbias (Limbo en el arrinconado idioma nativo), transitar de allá hacia acá, y de acá hacia allá?

Fácil ceder a la tentación de denostar lo criticable, difícil no callarse ante la guinda del pastel.
Puntos:
22-02-14 22:11 #11879139 -> 11823079
Por:No Registrado
Casi no son
Solo porque vuesa merced no se confunda, y sabiéndole por sus palabras merecedor de generosa satisfacción a su virginal curiosidad, le relato sin excesiva floritura el motivo de mi inusual silencio sobre el monumental asunto, al que no dedicaremos nunca demasiado tiempo aquellos a quienes nos embargan ad eternum las nieblas densas de los humos de la piedras que con delectación aspiramos discretamente en nuestra lejana juventud.
Sea que cierto viernes que no era de cuaresma (que a mi edad, todos los son ya), la fortuna quiso que me viera, preso de mi caritativo yugo, acompañando a cierto anciano del pueblo por Conde Albox arriba, oyendo algo distraído su relato de las peripecias y desventuras con que estos tiempos estaban minando su otrora paraíso conyugal. El sol asomaba vergonzoso entre unas nubles arrimadas a Candiano, que poco generosas habían distraído antes algunas gotas de agua en este enero eterno. Entre el lamento de una denuncia de avieso género y la recreación en una interminable lista de patologías, trabajadas unas e inmerecidas las más, el viejo iba arrastrando dolorosamente una pierna, apoyado en una cachava de boj de Las Alisas, con la que iba apartando hábilmente los caracoles arengados por la lluvia. Creo que había llegado la novela del viejo al día de autos cuando me percaté que habíamos llegado, tan apesadumbrados, hasta donde se hallaron los romanos guijarros que refieres, e izando la vista sufrí el impacto mayor emocional que nativo alguno puede sufrir en su limpio orgullo.
Allí donde esperaba ver apenado la ausencia de nuestras queridas dovelas y pilares, majestuoso se levantaba, magnificado por un casual rayo del tibio sol, el puente que, tal y como recoges, merece haber salido del intelecto y del rotring calatravesco. Con soltura, elegancia y un punto de suficiencia ganaba desde una margen del arroyo del Borricu la otra, borrando con firmeza los recuerdos de aquel amontonamiento de desportillados, viejos e imperfectos sillares que nos dejaran tan mal colocados el romano invasor (o tal vez los homines neanderthalenses cuando se acomodaron tan numerosamente por estos lares). Nuestros munícipes nada habían dejado al azar ni a la creatividad del arquitecto en la adjudicación del nuevo monumento (en una veinte de adjudicaciones directas, por aquello de que no se superase el importe debido), sobre todo en cuanto a las dos revolucionarias prescripciones técnicas impuestas, las cuales habían sido ejecutadas con escrupulosidad.
Se trataba, primero, del color del monumento, que habría de ser un rotundo gris como las moles de la cantera de Candiano, que se tornara aún más obscuro cuando lloviera, y que se mojara.
El segundo requisito era que se dotara a los grisáceos pilares y al arco del puente se unas adecuadas estrías que permitieran el cómodo tránsito del Hélix Limpiae de una margen a otra del arroyo. Según habían lastimosamente reclamado varias ONG´s de la villa, se debía restablecer el vadeo del arroyo por parte de los caracoles, pues desde que los romanos perpetraran ese atentado urbanístico que supuso el izado del anterior puente, la secular subespecie de hélices de nuestra villa se había visto obligada a procrearse sola, como el resto de los caracoles, viéndose obligados a renunciar a la copula con el sexo opuesto. Ello, mantenían muy airados los defensores de las especies vivas menos de la suya, les habían llevado a una endogamia muy acusada, con los catastróficos efectos genéticos de una mayor excreción de babas que en los individuos de otras subespecies de hélices (por ejemplo la de Ampuero, que resulta menos babosa).
Quizás fueran los reiterados pormenores de la desgraciada convivencia marital del anciano, tal vez el abuso de los delicados caldos etílicos con que regalamos el recuento de nuestras desgracias en el Parador, quizás el trémulo tránsito que de sendas macetas en su generoso balcón alardeaba en este local una cándida que no supinos si era cliente o camarera, tal vez que llevo desajustados ya hace un tiempo mis equilibrios vitales (que los malditos galenos juzgan esenciales en los vivos si pretende seguir siéndolo), aunque no respondiera a inquina alguna si determinara responsabilizar a la genuina silueta del nuevo colgante el desvanecimiento de mi espíritu y derrumbamiento de mi larga figura.
A pesar de su comprensible torpeza, y sin de dejar de concluir alguna de sus emponzoñadas palabras que en ese momento referían a su parienta, ni abandonar la cachava, dio un salto con contorsión incluida, que le evitó ser sepultado por mi inerme cuerpo, en ese momento sin dueño.
Comprenderás que no fueron muchos los detalles que logré aprehender para mi raciocinio en los escasos momentos en que fugazmente me hallé con la lucidez de siempre, por lo que no oso decir nada bueno ni malo del novísimo pontarrón, ni poner en tela de juicio lo aseverado, vaso en mano, por un familiar de algún munícipe, respecto si, por el nuevo conducto podría desfilar simultáneamente su cabeza y su rústico vehículo de tracción mecánica. Tampoco me aconseja en ello las interminables charlas vespertinas del viejo referido, de las que no puedo huir al hallarme aún postrado (doy gracias a Dios, pues pudiera haber resultado peor) en un cómodo camastro de este odioso habitáculo de hospital. El pobre sigue describiéndome detallada y reiteradamente los míseros lances de sus desavenencias conyugales, sin que nada ni nadie pueda apartarle de lo creo que juzga un deber docente, sin que dedique al interés por mi estado más de unas pocas y primeras palabras.
Así que nada diré sobre la obra hasta que mi ya mísero cuerpo me permita enfrentarme de nuevo a su imponente figura (aunque sea acompañado de holter, desfibrilador, botella de oxigeno, bolsa para excretar por donde pudiera, botella para miccionar, pomada de almorranas, gasas para la pus y las babas y todo aquello que me sea menester para alcanzar el día siguiente, pues solo espero retornar de nuevo a la villa, y disfrutar de nuevo de los rayos del sol naciente azuzando el rocío de Candiano).
Como ves, respetado mensajero, poco entendimiento puedo esperar con este anciano, con el que, como te desvelo, guardo ya semejante estado de salud, y quizás compartamos ánima. Pero en algo hemos estado de acuerdo el viejo y yo desde que yazgo tan penosamente ocioso en este trance. La tarde de un miércoles en que me ha ido a visitar, ambos hemos perdido el hilo de nuestros sordos lamentos cuando una moza sanitaria, con una amabilidad infinita y sonrisa irresistible ha lidiado con los despojos de este minotauro moribundo. El viejo paciente ha recordado fugazmente, no sin deseo, el trémulo tránsito de las macetas de la cándida del Parador. Y ha recuperado el ritmo sinusal. No será tarde, pues, que dé su parecer sobre el puente del Arroyo del Borrico, y siga su solitaria búsqueda de las dovelas distraídas.
Puntos:
08-03-14 23:18 #11908011 -> 11823079
Por:No Registrado
06.03.2014.- La deuxième lettre télégraphiée
“Les serpents boas avalent leur proie tout entière, sans la mâcher. Ensuite ils ne peuvent plus bouger et ils dorment pendant les six mois de leur digestion” (Antoine de Saint-Exupéry, Le Petit Prince).

Condenada suerte la mía. Quince días sobrados son que mi ladino mensajero no me da traslado de los progresos de la construcción del viaducto sobre el Arroyo del Borrico. Me dice alguna de las sanadoras que me reconstituye, afincada en la altiva Seña, que mi confidente ha sido preso por orden de su Majestad, por unas manifiestas e inoportunas amenazas conyugales, que le han condenado a unos servicios gratuitos en la sacristía de la iglesia mayor del pueblo, y al abono de un multa de 10 arrobas de cera de abeja, Y que, como llevamos tantas y muy seguidas nefastas primaveras, que no han providenciado floración decente alguna, le ha sido imposible acopiar tan cantidad de cera, por lo que con su cachava toma medida de los escasos dos metros de la celda del corregidor, de la que solo se ausenta para encender los cirios del altar y apurar las vinajeras que el oficiante deliberadamente, por lástima, no escancia como sus divinas servidumbres le obligan.

El caso es que, aunque los cuidados de la de Seña y el resto de las sanitarias, y los certeros diagnósticos de la mayoría de los galenos que tan conspicuamente enumeran mis males, parecieren haberme vuelto a la vera de los vivos, me muero de impaciencia por la falta de las noticias del condenado sobre el disputado viaducto.


“Ahí van…Va p´adelante…hoy cayóseles una arbotante al arroyu..”. Cierto que no había sido, en los días que me favoreció el viejo con sus visitas, ni lo suficientemente elocuente ni preciso sobre el levantamiento de la fábrica calatravesca como para que, con las limitaciones de mis fiebres y desmayos, pudiera hacerme yo una idea justa sobre las fatigas de la veintena de arquitectos contratados, sobre la profesionalidad de los capataces de las cuatro concesionarias adjudicatarias de la magna empresa o de los silbidos y herméticas metáforas con que los albañiles (oficiales o aprendices) cumplen ante el recurrente tránsito ante sus ojos de cierta moza incierta.


Dijeron en los baños turcos de la ribera que nuestra villa, que viendo imposible la moza su incorporación a la nómina municipal, por no poder acreditar fehacientemente ser limpia (o de Limpias, que viene a ser lo mismo, afirmaban) por parte de padre y madre ( o al menos de padre), y desesperándose por ver caer sobre sus espalada primavera tras primavera sin catar una flor que le hiciera aventurase en el otoño sin desvelos, había decidido, valiéndose de las artes y aparejos de pescadora de su madre, pescar en la ribera del arroyu, fuera carpa o angula, rumana, romana o antecésor.



Por todo ello (sobra decir que también por colocarme el anzuelo de la necesitada moza pues a ambos creo menesterosos), rezo para que el buen oficio del viejo encendiendo y apagando velas ablande el corazón del corregidor y gane los favores de la corregidora (de mayor fama que los sobaos El Machu), y a ambos les merezca oportuno su pronto indulto. Y así pueda acercarse a relatarme escuetamente los avances del izado, los trastornos de las últimas crecidas del arroyo, o pueda acercarme alguna fotografía, de esas que con tanta destreza como humildad elabora un conocido maestro, artesano, y que si mediar vocablo alguno me impacte con un lienzo exacto sobre la nueva pontina.


Pero, condenada suerte la mía. Quince días que en este habitáculo del SCS no penetran sino las leales ejecutoras de las prescripciones de los doctores, las cuales hablan un latín tan corrupto que no resulta inteligible para este superviviente (que argot tan expresivo y rico, que combina sin sobresalto expresiones como …una basal.. entró en sinusal…eres un monitorizado…, con otras como ¿te arreglas con el conejo?). En una ocasión entró un Páter, a quien sin tardanza mandé a buscar a sus muchos hijos, y, en otra, un enano con cara de fenicio, a quien prudentemente creo catalán, que se empeñaba, enigmáticamente, en medirme cuan largo era, y a quien mi cansancio permitió concluir su oficio.



Y digo condenada suerte, porque en este tiempo han tenido a bien, o a mal, en colocarme como vecino de habitáculo a un gabacho a quien entiendo, cuando farfulla en su romance, algo más que a la clase sanitaria, aunque no en exceso. Ello no ha llevado a no sobrepasar más de dos palabras en nuestras conversaciones. “Bonjour, Napoleon”, me saluda envenenadamente por las mañanas, cuando el chute de oxigeno le permite algún esfuerzo en sus cuerdas vocales. “Kaixo, igüedo” - le contesto, y añado invariablemente- “mire hacia Roncesvalles, que no pienso darle la espalda, mesié”. Y con eso me deja en paz el resto de día, aunque se empeñe en hablarme, en macarrónico transfronterizo, sobre no se qué maldito negocio que, casualmente, piensa abrir en nuestro pueblo, que he creído identificar con la venta de néctares de uva y otros destiles.

El viernes pasado, tras marcharse la enfermera que me ha quitado la pus y desinfectado las escaras que tan sedente estado me ha procurado, y aprovechando que el francés echaba, sorpréndanse, una siesta, le hurté un papelillo que asomaba de su ejemplar de Le Monde, esperando algún detalle sobre el previsto negocio, más solo se trataba de las líneas que he reproducido al comienzo de la epístola, y que trato de traducir sin el concurso del eventual vecino, pues, naturalmente, no me fío de su honestidad, ya que he observado que abusa un poco del agua de colonia, no siempre en la toilette. A nada llego sobre si las líneas encierran algún pensamiento filosófico hermético, o si se trata de algún extremo sobre la programada apertura de la posada o similar, más nada inquiriré al gabacho sobre ello.

En todo caso, de ningún modo volverá el papelillo al mundo del francés. Tal vez cuestione al fenicio catalán si volviera a sus medidas, sobre el asunto, o al farmacéutico del establecimiento, que sin duda entenderá mejor que yo a este típico francés.
Puntos:
13-03-14 19:28 #11930721 -> 11823079
Por:No Registrado
Mal asunto.
Serían las diez de la noche, cuando el cambio de turno había hecho huir frenética y gozosamente faz a mis cuidadoras y a mis flageladores galenos de la tarde, y aterrizar con cara de hastío a sus sustitutos, que el párroco arcipreste de nuestra villa ha profanado mi pagano habitáculo, pese a la airada protestas, en su bárbaro idioma, de mi paciente vecino francés. Mal debe de ser mi diagnóstico como para que el canónigo me dedique parte de su divino tiempo a tan díscola oveja.


Con pésimo disimulo me dice que su visita al hospital se debía a la contabilidad de unas distraídas velas de la capilla del centro sanitario, y al intento de localización de unos breviarios vacceos escritos sobre unas tablillas, halladas por un pastor de Ramales en la cueva de Covalanas. Pero sospecho con acierto que su obscura visita se debe a mi peregrino estado, que quizás le obligue a trabajar alguna tarde de éstas con el hisopo y alguna cancioncilla lúgubre antes de diga en culto latín – así lo he exigido en mis voluntades últimas- “hasta luego Lucas”.


Me pregunta, después de que con poco entusiasmo alabara el último alzamiento de Raj-Joy al estrado y alguna disputa con alguna empresa telefonía, si deseo confesar alguno de mis múltiples pecados o reconocer alguna de mis muchas afrentas realizadas en la villa, en especial las relacionadas con libelos dedicados injustamente a los miembros de nuestro concilium. Mi situación me ha acobardado mucho, y me sorprendo contestándole simple y educadamente que, debido a mi estado, me dispense de tan cristiano trámite. No obstante, le pregunto por aquello que me desvela más que el peso de mis humanas limitaciones. Sin rodeos le ruego me informe sobre los avances de la pontina del Arroyu del Borricu, y la suerte, o la ociosidad del pesado magisterio del religioso, me agracian con una vasta disertación del Páter sobre acueducto.


Empieza mostrando cierta desazón con la obra, por algún equívoco que debió producirse en relación con la notificación que el concilium no hizo de la colocación de la primera piedra del pilar central, y que a la postre no le permitió ser retratado con el resto de ilustres del pueblo. Pero luego se vuelca en un discurso entusiasta sobre la oportunidad de la renovación del viaducto, la ejecución y necesidad de la obra. Me dice que se trabaja con premura en su finalización. Preguntándole por tal premura, inquiriéndole si quizás era debida a que se deseaba la inaguración del puente el día de San Isidro, ayudado de un contundente meneo a diestro y siniestro de su generosa testa, me aclara que no, que ese no era el motivo.


El puente había de ser terminado para el 18 de Julio, a fin de que una numerosa representación de un cuerpo de caballería (una brigada, o al menos tres o cuatro compañías) de nuestras Fuerzas Armadas pudieran transitar sobre el mismo, en un sentido o en otro (al respecto no había todavía acuerdo), con ágil y decidido paso, al ritmo de los atabales de los tamborileros de Marrón y el repique de campanas de nuestra catedral.
Mudado he el color una vez oída la causa de la premura de las obras, y a punto estoy de caerme de este catre del SCS (que fue del INSALUD). Incrédulo, le manifiesto mis dudas de que, por muy magnífica que sea la fábrica de la pontina, nuestras gloriosas FFAA españolas hagan el honor a este pueblo con su presencia. Muy solemne me dice que he deducido muy erróneamente, y que no son aquéllas las que vendrán a nuestra villa ( que muy al contrario, su presencia no sería muy bien vista).

Mi estancia en el hospital se ha dilatado mucho, me dice, tanto, que no estoy al día de las últimas novedades de Limbo. Midiendo en mucho su verbo, a fin de no mostrar sobre el tema parecer alguno, me comunica que nuestro concilium ha aprobado la creación de unas Fuerzas Armadas propias, a fin de defender lo heroicamente necesario las riberas del Asón y el Viar, que últimamente han sido objeto de ultrajes varios por vecinos de los extraños pueblos que nos rodean. Me dice que una Ordenanza, como Dios manda, ha sido redactada y aprobada al efecto, y publicada en el BOCeras, hoja dominical y en las paredes del pueblo donde habitualmente miccionan los filósofos que sufren por tal causa de incontinencia urinaria.

Dos o tres brigadas de caballería, a lomos de pollinos todos sus números, una armada que hace palidecer a la portuguesa, y un par de helicópteros arrendados a muy buen precio a cierto conde: nada ha sido dejado en olvido. “Si hubieras visto”- me dice-“cómo, el día de miércoles de ceniza, remotaban el Asón, en perfecta formación, un portaviones, dos fragatas y el bote del señor Tomás, el abstemio”. “La gente bien nacida del lugar estaba con las lágrimas en los suos ojos”- añadió.


En ese momento sufrí otro desvanecimiento, a buen seguro por intentar revivir la escena en mi cabeza, y cuando volví en sí el religioso había abandonado mi compañía.
Puntos:
13-03-14 22:27 #11931063 -> 11930721
Por:No Registrado
RE: Mal asunto.
...volví en mi...
Puntos:
16-03-14 00:36 #11933756 -> 11823079
Por:No Registrado
RE: do son illi juglaris?
Ave, Caro Señor:

Me dice una pequeña enfermera, probeta indigna en mano, que frecuenta en horario laborable el HCL, vecina de ambos, que sigue usted allí hospitalizado, y que no es seguro que del centro salga mucho mejor que entró, dado que no pone de su parte nada para olvidar esas preocupaciones que le ocasionan tantos desvelos, y que a la postre son el origen de parte de sus maladies. No es que dicha trabajadora pública me merezca mucha credibilidad, pues suele acompañar estas confidencias sobre los vecinos del pueblo que yacen en donde pasa la mañana, con risa nerviosa y cierto tono de omnisciencia, que a los más que la escuchan se les antoja como verbalizaciones poco fiables de aficionada en exceso a los humores de Baco, y a los menos, que no son pocos, como ajustadas reflexiones de ligera testa (da disgusto oírla como enumera con resuelta soltura el compendio de las enfermedades y sentenciosamente diagnostica a sano o enfermo que en su frente el azar o su oficio ubique).


Y como creo saber cual son esas preocupaciones, o al menos la más pesadas de ellas, le participo que el puente cuyo derribo en tanto afectó a la discreción de su persona, no ha sido en modo alguno reconstruido, y que las seculares piedras, dovelas y demás sillares, siguen en los riñones (por ahí deben, muy cerca, tener la conciencia) de algún promotor canalla, de algún renacido traidor Calcícrates o de algún principal de la Villa. Allá donde finalmente moren ultrajadas, procuren les devengan pronto en estatua de alabastro o de sal (o de mortecino polvo) a los responsables, y así su rígida efigie luzca en lo más profundo de una silente inhumación.


Pero no se atormente usted por las fechorías de estos ficticios Nerones, pues lo mismo que retiraron el puente, pronto han acometido el izado de otro, asimismo en arco, que la misma sombra que el otro da, al fin de cuentas.


Soberbios y adustos encofrados constituyen el nervio del basamento de la obra, entrelazándose el hormigón de la cantera de Candiano con armaduras de Marrón. Los pilares así compuestos buscan en las entrañas de nuestra tierra el afianzamiento bastante ante los ímpetus de las crecidas anuales del amazónico arroyo, y abandonan a nuestra vista por encima de la superficie dos metros de altura, en donde cobardes han sido revestidos por la realeza que otorga la piedra de Soba, nacida de sierra mecánica más que de maceta de cantero. De la antigüedad de estos pétreos maquillajes da fe la ausencia de una siquiera tímida firma del labrador, el perfecto maridaje de piedra sobre piedra que vuelve innecesario el uso de argamasa alguna (para cabreo de las cucarachas y hormigas, que no encuentran cobijo entre las grietas de los sillares), y la inmaculada compostura, que se espera sea brevemente manchada por los artistas locales del lapicero de agua y del grafiti.


Un solo arco alcanza un pilar desde el otro (la luz alcanza los trece metros y 75 cm), alejado ampliamente de las traidoras aguas del arroyo (3 metros y medio en el centro de la arcada). Lejos de confiar a unas frágiles dovelas la cohesión de la obra ante las frecuentes arremetidas sísmicas que padece la cuenca fluminense, también el arco ha sido soberbiamente compuesto por armadura y encofrado de hormigón de la mejor composición. En el olvido quedarán de esta manera las grietas entre las dovelas del destartalado puente romano, que hacían temblar las piernas de cuantos viandantes osaban transitar por él. Por supuesto, no se ha renunciado a la singular majestuosidad de la anterior obra, y esbeltas pegatinas pétreas y anónimas simulan las dovelas sustraídas, y desde éstas hasta el pretil, unos guijarros de rio desportillados y argamasados consiguen una labor de mampostería no vista en la Villa desde que se erigiera la fachada oeste de nuestra seo. Un encachado de codones del Asón, al modo de la escuela de Udalla, cubre el andén del pasadizo.


Sé que te molestará, pues el uso bastardo y deleznable del cincel para sustento de la mayúscula vanidad te lacera palmariamente, pero no evito comentarte que en la pétrea pegativa central de la cara oeste de la nueva obra han quedado litografiados los nombres y apellidos (en más de un caso, solo un apellido por no conocerse más) de los electos promotores, bajo una copia de una estela minoica abandonada por El Apóstol Santiago en Entranbasaguas (Apóstol que, según nuestro anterior emir, era sin duda cántabro).


En fin, las obras, si bien han sido ejecutadas por diversas concesiones, han sido dirigidas, al parecer, por el mismísimo Fidias, padre de uno de los tres bisjueces del pueblo, que no ha podido encauzar mucho el asunto por encontrarse, se comprende, en mala disposición.


También aprovecho para aclararte que, ayer, cuando tuviste tu enésimo desvanecimiento (¡un poco de hombría, hombre!), el cura te abandonó de inmediato tras avisar a la sanitaria de tuno. Ello no fue debido a que no le acompañaran muchas ganas para cumplir con la obligación de hacer el papel más tétrico de su oficio, sino a que sospechó que las noticias que te había desvelado no eran de tu agrado. Y es que (ahórrate los calificativos, pues en nada ganas), efectivamente, nuestra Villa se ha dotado de unas FFAA modernas, incluyendo, pues manda la traición marina, la Armada, y unas decentes Fuerzas Aéreas. La Armada la componen, como te adelantó el cura, un portaviones, dos fragatas y el bote del abstemio (en los astilleros de Espina yacen dispersos elementos de navíos que pronto serán montados en nuevos acorazados con los que dar aún más brillo a la belicosa historia de los tres barrios). El Condoquiero Catamelata ha cedido dos helicópteros por dos meses a cambio del usufructo durante cincuenta años de unos terrenos ganados al Asón.


Se espera que el 18 de Julio, festividad de la mayor parte de los vecinos de Limbo, aprovechando las mareas vespertinas, la Armada en su totalidad arribe, tras surcar el Asón y el Arroyu del Borricu, hasta la nueva pontinua, y tras atravesarle por su gran ojo, atraque en los muelles de la explanada de Rucoba, junto al centro de interpretación turística. Y que los dos helicópteros, cuan nerviosas libélulas, remonten y desciendan una y otra vez el Arroyu para deleite y orgullo de los numerosísimos curiosos que allí serán.


Pero lo que desconoces, es que el párroco ha sido nombrado capitán general de nuestras novísimas y probadas Fuerzas Armadas, cargo que compatibilizará con el de archipreste de nuestra comunidad. La elección fue muy debatida en el último concilium, y no fue muy del agrado de todos los munícipes, que guardaban algunos reparos éticos en el asunto, pues no encontraban cabal que quien cobra por los últimos oficios y la estancia placentera bajo tierra, esté capacitado para procurar que su negocio no mengue. También había quien repudiaba la elección del religioso para tan marcial destino por unos celillos originados por la competencia que el prelado originaba en el ejercicio misericordioso y social de su magisterio con su concejalía de Asuntos Sociales y Territorios de Ultramar.


Espero verte pronto, y tan poco animado como siempre, por el pueblo. Huye de ese establecimiento lo más fugazmente que te permitan tus múltiples achaques. No obstante, si tardares, procuraré enviarte por este medio unas fotografías de lo que acontezca el 18 de Julio en las orillas del Arroyu.


Autem salutem plurimam tibi dico
El docente fotográfico
Puntos:
21-03-14 23:27 #11941746 -> 11823079
Por:No Registrado
À bientôt, Monsieur
Le muestro en lo que puedo mi agradecimiento por sus noticias sobre nuestra añorada Villa y el monumental hurto, aunque intuyo, por saberle canalla, que solo intenta que mi estado empeore para acomodar sus posaderas en mis miserias y escasos pecunios de questor, que solo su envidia y ambición pueden hacerle atractivas.

Lo cierto es que he leído con el parvo interés debido tu epístola, algo somnoliento, no solo por lo que en ella usas la ballesta con escaso arte y nula eficiencia, sino porque la noche anterior vine a dormir pocas horas, por el último revuelo que en su vida armó el francés que purgaba sus miserias en la misma celda que la mía.

Que serían las tres de la madrugada cuando un monitor, que gracias a Dios resultó no ser el mío, abandonó su cordial ritmo pausado y se lanzó hacía otro con una endiablada y ensordecedora velocidad, premonitoria incluso para los profanos enfermos de alguna segura catástrofe si alguien no ponía freno y cesaba a tan estridentes clarines. Miré hacia la izquierda, donde esperaba ver al francés, y allí lo vi quieto, rígido, con los ojos muy abiertos mirando su alma en el techo, sin dar muestra de estar ingiriendo el necesario aire. Sus cianóticas manos, de cuya piel parecían huir venas y tendones, apretaban inútilmente las sabanas con las que impúdicamente se cubría.

Esa noche, el francés pernoctaba solo en esta posada, pues su llamativa mujer le había privado al pobre (y a mí) de su presencia y fragancia, que hacían olvidar en momentos las escasas glorias de las enfermeras y el asqueroso hedor de los desinfectantes y otros productos letales de limpieza, de los que suelen usarse en estos establecimientos para acabar con la vida de virus y enfermos. “Madame, váyase usted tranquila a descansar, pues su hemos logrado estabilizar a su esposo, la saturación es óptima y la micción tiene un estupendo color. Si las cosas siguen así, mañana a esta hora están cruzando Los Pirineos. ¿Tiene coche? ¿No? No se preocupe, yo la acerco al hotel. Acabo en un momento la guardia”. Así se despacho el prefecto de los galenos de guardia, sin consideración alguna por el presente estado de mi ya colega francés.

Sí, las tres de la madrugada. Es seguro que el espléndido doctor y la apenada esposa no habrían salido del hotel, cuando el ulular de los monitores que he referido produjo el asalto de la pequeña sección belicosa de guardia, cuyos miembros, en mejor o peor estado de revista, luchaban por esquivar con sus torpes pies de camas, aparatos de toma de tensión, electrocardiogramas, sillas y demás intendencia, a esas horas ya con un orden poco riguroso. El más resuelto de la compaña, condecorado con vestimenta verde y estetoscopio, dirigía la toma del francés, clamó “PCR” con tono entre determinado y asustado. “Palas. Docientos J. Atropina”- Añadió. Ni el ensañamiento con los electrones ni las químicas banderillas consiguieron dar crédito al docto acompañante de la ya viuda, por lo que el francés, esa tarde no pudo atravesar los Pirineos (salvo que fuera volando, pero sobre eso tanto el doctor como yo sabemos más bien poco).

Después de que la cuadrilla se diera por vencida y dejara en paz el cuerpo del francés, silenciaros los monitores con los que permanecía encadenado a la cama. Es ese instante, procuré relajarme lo más posible, a fin de que mis artefactos no iniciaran festival alguno que invitara a los sanitarios a intentar una segunda oportunidad, esta vez con mis miserias. El aceitunado galeno inició la comitiva abandonando la habitación, seguido de dos batas azules y tres blancas. Muy cristianamente, tuvieron la deferencia de dejar que me despidiera de los restos del francés durante dos horas, en las que en los momentos de duermevela, me pareció que, ora se levantaba y perseguía al doctor y a su viuda con un par de jeringuillas, ora, sin abandonar su rígido estado, cantaba desaforadamente la marsellesa.

Serían las cinco de la mañana cuando sin miramiento alguno entraron en nuestro sepulcro dos operarios de una funeraria cuyo oficio desempeñaban, evidentemente, de forma vocacional. Llegaban en chándal, con guantes profilácticos, botas de seguridad y casco. Con un silencio que no parecía ser piadoso, trasladaron al vecino de la cama a un ataúd provisional de Zinc (para que cruce sin olores la frontera, se decían). Hablan de que los franceses son gente estirada, quiero decir grande, aunque quizás de tan tamaño sean los de la legión extranjeros, pues mi vecino bien podía haber compartido con media Galia el provisional ataúd. Finalmente auparon el ataúd encima de una camilla y abandonaron, no sin mostrar su impericia con el manejo del artefacto rodado, la 207.

Cuando quedé solo, tuve la sensación que, a pesar de que se hubieran llevado el pequeño cuerpo de Asterix, su alma seguía entre las cuatro paredes, y que no me iba a abandonar por mucho que le recordara la afrenta de Trafalgar. Conseguí no obstante dormitar un poco hasta que me despertaron con la bandeja del desayuno. La asistenta, conmovida por el deceso y compasiva por la deprimente influencia que hubiera podido tener en mi ánimo, se mostró las elocuente de lo que su serio rictus le permitía, y me dijo que la viuda aún no había llegado al tanatorio ni había podido ser localizada en su hotel. También me hizo la confidencial de que el francés no era tal, sino que era nativo del mismísimo Limbo. Que en su juventud partió a nado de su cuna, por una apuesta en el Piedra, aprovechando una rabiosa pleamar, y sin percatarse de que abandona la bahía de Laredo, alcanzó Aquitania. Allí conoció, bíblicamente, a una francesa, gracias a la cual alcanzó la mayoría de edad sin apuros. Casó se con la madre de ésta, sin abandonar a la hija. En su senectud había deseado enseñar a ambas sostenedoras su Villa de nacimiento, y por eso se había encontrado en nuestras tierras cuando acometió su último viaje. Parece que la atención requerida por madre e hija castigaron en gran medida su corazón, que no estaba para muchas gaitas a la edad alcanzada, y que en el Parador le vino a decir “tararí tararí, tara, tararari”. En fin, una fatal ventrícula. Y adiós muy buenas.

Siento ahora más afecto por mi exvecino, no solo porque ahora le sé no francés, sino porque me dice la sanitaria que su hermana vive significadamente en la villa, habiendo alcanzado una edad venerable a juzgar por su grisáceo pelo más que por las artes con las que ha llegado a ella, y que aún practica con soltura. Le pido más detalles sobre tan buena mujer, de cuyo conocimiento lamento ya carecer, pero tan sólo me exaspera con una vaguedad imprecisa: .”prima inter pares”. Ruego a Dios me libere de la cárcel de mis penalidades y me alcance el cobijo con alguna de sus lucrativas artes. Y que el 18 de Julio me encuentre lejos de su vera, buscando los sillares firmados, como Dios manda.

Lamento ser tan parco en mi respuestas como lo eres tú, pero he de aprovechar la señal Wifi de la empleada de limpieza, cuando viene a lidiar a esta leonera, para poder dejar en este buzón la misiva. Discúlpame, sé que lo harás, por mis errores e imprecisiones.
Puntos:
22-03-14 23:03 #11942786 -> 11941746
Por:No Registrado
Ruby Tuesday
El alma del francés de Limbo no abandona mi cabeza. Hace ya dos día de aquella ajetreada madrugada en que se llevaron su cuerpo, más su alma se aferra, desconozco la razón, a mis sueños.

Ayer se acercó su viuda, acompañada de su cuñada de Limbo. Su hija se había quedado con el cortés doctor, que no ha vuelto a sufrir guardia desde la noche en que guió a la viuda hasta su hotel.

Finalmente confirmé quien era la que, tan pormenorizadamente, me había señalado la limpiadora como hermana del falso gabacho. Efectivamente, una reconocida artista en remedios divinos, que lo mismos desorienta a infantes descarriados con las teorías de Piaget que confunde con Maquiavelo a los padres de nuestra comuna, para quienes se revela su predilecta sin duda desde hace casi siete años.

Vinieron a recoger las pertenencias del finado, que eran poco más que su ropa de despreocupado jubilado costero, unas sandalias de cuero, gafas diseño del ejercito yanqui y una mariconera de la que villanamente había sustraído un ipod y que a la postre libré de la recolecta. También el librillo de Proust À la recherche du temps perdu y unos ejemplares de Le Monde correspondientes a los días que se halló ingresado, y que yo había groseramente rechazado leer cuando me fueron brindados.

A pesar de mi depauperado aspecto, sin duda fui reconocido por la artista, quien sujeta a su superior estatus no me obsequió ni mirada ni palabra, cosa que agradecí, pudiendo poner así a salvo la educación que me dieron mis progenitores, pues nada agradable ni bueno hubiera contestado a quien se escuda en la ignorancia o en mancilladas buenas intenciones para inferir todo tipo de tropelías en su entregado público.

La francesa, sin embargo, sintió lástima por mi estado, e intentando llenar mi tediosa estancia en aquel antro, me obsequió a última hora con la reliquia de Proust, de la que faltaban alguna hojillas de la última parte de El tiempo recobrado. “ Gracias, Madame” le he dicho torpemente y algo impresionado por la cercanía de su esbelta efigie. Y he mirado poco amigablemente a su acompañante, a quien con razón y ganas hubiera deseado en el lugar más infecto de la Comuna, allá por el Rivero.

Cuando transcurrieron unos minutos tras su partida, a hurtadillas extraje de debajo de la almohada el ipod distraído. Coloquéme los auriculares y apreté el triangulito. No me esperaba entre los gustos del finado las melodías de los Rolling. Era Ruby Tuesday, y Mick comenzaba a aullar acompañado del piano, la flauta me transportó a la febril época de mi adolescencia, y cuando Watts empezó a apalear la batería, unas malditas lágrimas nublaron mis ojos. No eran por el gabacho, ni por el tiempo perdido. Era que resultaba palpable que no podía esperar ya mucho del tiempo a recobrar. El cielo de aquellos años quedaba ya tan distante y difuminado, y las perspectivas de estado parecían condenarme a acompañar en breve al alma del francés. Impotencia.

Puntos:
24-03-14 21:39 #11945101 -> 11942786
Por:No Registrado
Ma Madeleine, ruby tuesday
Por fin llegué al pasaje de "Combray", después de 30 años. La Madeleine.

"Et tout d'un coup le souvenir m'est apparu. Ce goût c'était celui du petit morceau de madeleine que le dimanche matin à Combray (parce que ce jour-là je ne sortais pas avant l'heure de la messe), quand j'allais lui dire bonjour dans sa chambre, ma tante Léonie m'offrait après l'avoir trempé dans son infusion de thé ou de tilleul. "

Gracias, Madame. Proust ha conseguido adormecer mis angustias durante toda la mañana.
Puntos:
26-03-14 22:12 #11948291 -> 11823079
Por:No Registrado
Retorno a Limbo
Pie derecho en el centro de la próxima baldosa, el izquierdo dos más allá y a la izquierda. Intento mantener mi paso recto, pero no puedo evitar desplazarme hacía un lado a otro levemente. Me pregunto si mis ritmos vuelven a descontrolarse, si mi saturación baja y estoy al borde del recurrente vahído. Inseguridad. Nuevo traspiés. Me aferro con mi temblorosa mano izquierda a la barandilla mirandesa. Cierro fuertemente el puño de mi mano izquierda en la intimidad del bolsillo de mi chubasquero, a salvo de miradas de turbias miradas generosas lenguas, intentando crear estérilmente un microcosmos de seguridad del que carece mi decrépito ánimo. Me falta aire pero mis pulmones no tienen fuerza siquiera para su ingesta. Siento que mis piernas tiemblan, y ahora he de asirme con ambas manos a la barandilla, recostando los antebrazos sobre ella. Tengo la impresión de que tiene una ridícula altura y que, si no pongo el debido cuidado, daré con mis dolencias en el Asón. Hace ya una hora, o más, que el sol se escondió tras Candiano, la brisa del mar trae un airecillo fresco que ha hecho desistir del paseo a otros habituales. Solo una vecina de económica figura, con más aristas que redondeces, y algún otro cañón, acompañada por un cánido complacido, se adivina a lo lejos, entre la vieja sabina seca y la marquesina del embarcadero. Me falta resuello, así que echo todo el peso de mi tren superior sobre la barandilla. La pleamar hace caso omiso de mi estado, y sigue su curso. Un banco de mubles con piel harapienta se dispone a remontar la ría hasta la alcantarilla de la Residencia, esperando que la concesionaria no se haya llevado egoístamente todas las miserias de sus huéspedes. Lo que daría por la vitalidad de ese pequeño muble de piel enferma, por que el resto de sus días fuera menor que el mío. No creo que llegue a la casa del Conde antes que él. Sigo agotado, tengo que llegar al banco de la huerta de Chus. Llego arrastrándome por la barandilla, simulando interés extremo por los devoradores de detritus fluviales, a quienes así acompaño un tramo ría arriba. Por fin llego al banco, me siento y reposo mi cabeza en la pared. No recupero las fuerzas, y, a pesar de sentirme bajo escrutadoras miradas, me tumbo en el asiento. Hacía tiempo que no encontraba tal confort en esta posición. La brisa ahora me da en la cara, me refresca y me devuelve el color y el ánimo. Golfo adivina que los demonios están muy cerca de mí e, incómodo, ladra. Perla hace una segunda voz, observando que nadie pide silencio a su vecino. La reponedora tranquilidad ha sido efímera. Me propongo cambiar de banco ¿Seré capaz de llegar al que está debajo de la sabina seca? Me levanto titubeante y me abalanzo de nuevo sobre la barandilla, a la que me aferro con ambas manos. Ya no veo a los mubles y los supongo en la curva del embarcadero, al menos. Intento llegar a la nueva meta de la sabina. Cuando la barandilla se acaba donde han ubicado la rampa del leñador, me la juego lanzándome hasta la de la otra parte. Tardo diez minutos en llegar a la sabina, en los que he mirado al agua, a Candiano, a la lontananza de Treto, a los montes del Sur, a las uñas de mis dedos, al apagado móvil,…siempre con disimulo, sin lograr desbancar de mi cabeza otro imagen ni preocupación que no sea la amenaza inminente de apagón vital. Desde la colmena de Zatón, un curioso indiscreto se ampara detrás de una cortina, sin perder detalle de mis penosos pasos. Su mujer había pegado su cara en el cristal si disimulo, pero rápidamente fue apartada por su amancebado . Lastimosa debe ser la lectura de mi deambular si su observación requiere tal sigilo. Confío en que tal vez sea tan solo por mi fama de huraño, y tal posibilidad por una vez, me alivia.


Esta mañana me dieron el alta en el HCL, sin que los doctores y resto de sanitarios hayan puesto remedio a mis males. Si bien hubo coincidencia en su señalamiento, ninguno de ellos supo encontrar en origen de los mismos. Uno tras otro fueron desechando la posibilidad de que el origen se encontrara en su particularísima jurisdicción. Coincidiendo todos en que no se había encontrado nada que pudiera aventurar el diagnóstico etiológico del jazz arrítmico, perdieron todo interés por tal música, y decidieron desahuciarme de hecho, confiándome a la ingesta de dos o tres pastillucas al día, según fuera par o impar el día del mes. Y recomendándome que anduviera mucho, supongo que a fin de que el último tránsito no me pillara en mala forma. A pesar de saberme tan fastidiado como cuando entre en tal centro, me alegré de que por fin pudiera poner metros entre mi cuerpo y estos chamanes uniformados de tres al cuarto, que se creen tocados por la sabiduría divina o ser los mismos dioses, sin que nada hayan hecho para merecerlo.
He conseguido llegar a Limbo con un repartidor de vinos que por casualidad pasaba por ese hospital, y ha tenido el cristiano detalle de trasladarme con disimulo a nuestra Villa. No siquiera he entrado en mi hogar, pues he de ir por el paseo hasta el Ayuntamiento a liquidar cierta tasa cuyo plazo de ingreso está a punto de agotarse. Y ya se sabe que ni a nuestro concilio ni a las eficientes concesionarias les vale la excusa del moribundo resucitado.

El ayuntamiento está cerrado por la tarde. No pagaré la tasa. Estoy ciertamente desorientado.
Puntos:
29-03-14 21:27 #11956149 -> 11823079
Por:No Registrado
On ferme la buvette (txiringito´s farm)
El viandante ha sido un osado. A pesar de haberse ganado las once de la mañana, y de haber enterrado ya hace unas semanas la Semana Santa, cualquier prudente hubiera provisto su intendencia con algún tipo de chubasquero, cortaviento o al menos, un famélico jersey. Sus recientes malestares debieron recomendarle menos imprudencia, y aconsejarle mayor cuidado con su frágil equilibrio recientemente conseguido.

Pero el sol radiante de mayo, el espléndido azul celeste que le ha transportado a su añorada castella vetula, y la salud recobrada (en la que más han tenido que ver las artes de su esposa que el oficio de los galenos, más comprensiva aquélla que de costumbre, quizás por presagiar que al enfermo le quedan pocas hazañas ya), le han colocado pletórico a la vera del Asón. Si bien su rictus circunspecto y huraño no ha mejorado mucho, se le advierte más entero y locuaz que de costumbre, interesándose como el resto del vecindario por la úlcera de Messi o el argayo pectoral de la Nieves. No se siente incómodo en la marcial reunión de los de Limbo, con los munícipes a la cabeza, en la curva que el paseo describe donde la huerta de Chus.

El BOCeras fue meridianamente claro, y en bilingüe el día 27.03.2014 se publicó el acuerdo de Pleno del consistorio de Limbo, mediante el que se ratificaba la creación de las FFAA de nuestra villa, el nombramiento del arcipreste como capitán general de nuestros gloriosos ejércitos, y la creación de la Agencia Espacial de Limbo (AEL), y del consorcio para la explotación del Laboratorio de Física Interestelar de interferencia cero (CIFX, acrónimo resultante de su transcripción al cántabro dialectal del bisonte de las covas de Altas Mirras). Y también se anunciaba la escenificación del inicio de las actividades de tan reclamadas instituciones, que situarán a muestra villa en los ámbitos correspondientes a la altura de Cabezón de la Sal, ´Panya, los EEUU, Rusia, el Vaticano, o el inalcanzable Tardajos (que ya ha fincado su estandarte en unas cuantas hectáreas al cráter de Zunil allá en Marte) . Y el vecino restablecido no quería perder la ocasión para contemplar la cara de los responsables de tan ingeniosas iniciativas, que solo procuran la ocasión para aliviar de doblones los bolsillos de los vecinos para financiar tan vitales empresas, y luego distraerlos o invertirlos sabiamente en concursos, licitaciones, adjudicaciones, dietas, viajes, subvenciones, …etc.

Una tribuna provisional (arrendada a un municipio vecino, que nadie se rasque las vestiduras, si aun le quedaran tras las razzias tributarias) elevará no sin esfuerzo la limpia conciencia de los gestores, quienes, sin posibilidad de réplica, desmenuzarán con detalle la semblanza y aventuras de sus socios patrocinadores o engendradores de tan altas instituciones villanas, tranquilizando a todos con la promesa de que no dejaran en manos de cualquiera su dirección y futuro, puesto que ellos mismos se perpetuarán altruistamente en tales servidumbres. Recibirán el espaldarazo y las floreadas loas de algún secretario del emir actual de estas tierras, y de varios adláteres de parecido mérito, todos vencidos y entregados a los disparos de los esbirros del trípode. En agradecimiento a si mismos, todos abandonaran la vulgar compañía de los ignorantes vecinos que pagan sus chanzas, y serán agasajados en la Posada Nacional (recientemente expropiada al Estado Español por la concejalía de Turismo y Expendedurías de Licores) a costa de los mismos paganos. Tras la ingesta liviana de las alubias de Jampero, el cabrito de Siña, la tarta de manzanas del Vhiar, todo ello amasado con vino de Perragullano de la cosecha del 69 (de justa fama y recurrente demanda entre enólogos de la villa, que se cuentan por millares), los cicerones guiados por algún remedio divino han conducido a todos los visitantes, en ese momento poco propietarios de sus almas, hasta Cindiano. Valiéndose de uno de los dos tanques de nuestro glorioso ejercito, han sido izados hasta nuestra más alta cima, desde donde han contemplado sus dominios y las futuras ubicaciones de las instalaciones del AEL y del CIFX) y, ayudados por un telescópico de la Agencia Espacial, han visto más próximo las hectáreas que piensan confiscar en Marte a Tardajos.

Alguno de los miembros de la comitiva, sin duda dotado de tanto arte como de poca oportunidad, ha sugerido que quizás los presentes debieran enfocar con el telescopio, desde el privilegiado emplazamiento de Cindiano, la villa en la que han realizado su faena, regalado su panza y remendados sus bolsillos. Que tal vez pudieran ver cómo se arrastran los vecinos bajo el peso de sus cargas, cómo no llegan a final de mes por mor de procurarse ellos llegar a fin de siglo, de cómo han de pensar en qué comer porque ellos no dudan en merendarse hasta su tuétano, de cómo los bares están vacios, el paseo, buque insignia del comerciante genovés, desierto.

El susodicho incauto, hasta entonces invitado en lugar principal bajo el palio de procesiones de la villa, en las proclamas de las gestas de los munícipes, cuyas observaciones de doctor eran tenidas en cuenta por sus valedores si a estos les era de interés, desde entonces ha perdido el favor de sus padrinos, y solo se reconforta con aquellos con los que se cree hermano, pero de los que no debe fiarse, como no lo hace, mucho.
Al mes siguiente, en el panfleto tan periodístico como literario que ilumina la estulticia de los que habitamos la orilla del Asón, al lado de las esquelas de algunos que dejaron de ser sujetos pasivos, y debajo de algunas citas, tan herméticas como bien traídas a cuento, de algún plumillas o filósofo postplatónico , se plasmarán alguna de las asimismo herméticas frases de los comensales que nos obsequiaron con su factura.

Merecerán, sin embargo, mención especial las pronunciadas por el defenestrado incauto, quizás por ser las últimas que serán ensalzadas en el Heraldo del Asón. Junto a una foto suya, obtenida a la entrada de una buvette, cigarro en una mano y recipiente de Perragullano en la otra, con el rostro entre la amabilidad y el kilómetro diez de la chulería (propia de los que mamaron el infesto aire del bocho): “No hay derecho, les he advertido que no acudiré de nuevo a ágapes semejantes, a costa del resto de los vecinos, que no me parece bien, tal y como están las cosas. Pero, así como digo una cosa, digo otra, y las que hagan falta, aunque la ulterior sea contraria a la anterior: tan bueno con este néctar de Perragullano es la rectitud del remedio divino. Y no digo más ”.

Los lectores tan a salvo de la cojera de una bancada como de la otra, entenderán, a poco que conozcan al depuesto cabal, que no manifestó su estado con tales verbos, y que el prudente y barbado escribano habrá elidido alguna procacidad muy frecuente en los dialectos del Nervión. Nunca se pagará suficiente la labor de dicho benefactor de la cultura y de la comunicación, que a cambio de unos ducados obtenidos con propagandas de elixires, establecimientos de remedios, o empresas de asegurada eficacia, nos conforta con elevada cultura y profundas reflexiones, y algún que otro disculpable libelo de la concejalía de turno. Lástima que el escribano, por permanecer sin riesgo en tal estrategia, hurte de su discurso aquello que seguro por ocultar tan fatigosamente tenga ganas de vomitar. En fin, allá él.


Sin embargo, el día de tan señaladas celebraciones, el vecino resucitado se ha encontrado pletórico, pues ha conseguido olvidarse de sus miserias, ocupado en su cabreo por tan impúdicos insultos al respecto vecinal, en el que ha coincidido con otros sufridos vecinos. Y en compañía de su benefactora esposa ha apurado dos dosis de la traidora cafeína en sendos garitos del Rivero (sin duda más traidora en estos dispensarios que en otros). Por la noche, a pesar de los augurios de no pocos canallas amigos y conocidos, ha comprobado la espada de Mío Cid (perdón, de Corocottttttta) sigue fiel como en los años veinte, o casi, y que en ello no ha tenido poco que ver la misiva que le ha mandado la hija de la viuda del francés a través de facebook, de cuya foto he llegado a deducir, que gracias a Dios, los Pirineos preservan a los franceses. Maldita Contrarreforma.
Puntos:
30-03-14 14:27 #11956698 -> 11956149
Por:No Registrado
Haga el favor, cuelgue usted ya la placa, ande
https://www.youtube.com/watch?v=-jPg2M1UYgU

Knockin' On Heaven’s Door” Bob Dylan
(Llamando a las puertas del cielo)


Madre, quíteme esta placa
ya no puedo usarla más
está oscureciendo
demasiado oscuro para ver
siento que estoy llamando
a las puertas del cielo


Llamando, llamando
llamando a las puertas del cielo
Llamando, llamando
llamando a las puertas del cielo
Llamando, llamando
llamando a las puertas del cielo
Llamando, llamando
llamando a las puertas del cielo


Madre, entierre mis pistolas
ya no las puedo disparar más
Esa larga nube negra está descendiendo
siento que estoy llamando
a las puertas del cielo


Llamando, llamando
llamando a las puertas del cielo
Llamando, llamando
llamando a las puertas del cielo
Llamando, llamando
llamando a las puertas del cielo
Llamando, llamando
llamando a las puertas del cielo
Puntos:

Tema (Autor) Ultimo Mensaje Resp
S.D. Eléctricas, 11%; Real Comuna de Limpias, 21,5% Por: No Registrado 04-01-14 16:36
No Registrado
1
Ayuda Por: No Registrado 05-03-13 23:36
No Registrado
26
Deuda viva Ayuntamiento de Limpias Por: No Registrado 26-05-10 17:40
No Registrado
13
Busco a una amiga Por: Sid____ 12-07-06 21:23
Sid____
0
Simulador Plusvalia Municipal - Impuesto de Circulacion (IVTM) - Calculo Valor Venal
Foro-Ciudad.com - Ultima actualizacion:08/08/2020
Clausulas de responsabilidad y condiciones de uso de Foro-Ciudad.com