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España > Cadiz > Jerez de la Frontera
04-03-12 13:48 #9721127
Por:No Registrado
Violencia en los campos de fútbol ( Cuidado con tu hijo no lo lleve )
Fútbol
HINCHAS - VIOLENCIA EN EL FÚTBOL
El nivel de pasión de los hinchas del fútbol provoca problemas a veces, y los choques entre aficiones pueden resultar en violencia. Algunos enfrentamientos violentos son provocados de manera deliberada por personas o grupos organizados, a los que suele llamarse ultras (o hooligans en los países de habla inglesa). Este fenómeno tiene su origen en Inglaterra, y de hecho a veces se le llama "enfermedad inglesa" debido a la mala fama de los hinchas ingleses cuando viajan al extranjero para animar a su club o al equipo nacional. Pero la violencia organizada no es solo un fenómeno inglés sino que se ha extendido a otros países, como los Ultras de Italia, las Torcidas Organizadas en Brasil y las Barras Bravas en Argentina.

La violencia de los ultras ha tenido distintos grados de gravedad, desde escarceos entre hinchas hasta tragedias (por ejemplo el desastre del Estadio Heysel y la Guerra del Fútbol). Ha habido muchos casos de asesinatos de hinchas dentro y fuera de los estadios, mediante apuñalamientos, palizas e incluso disparos de arma de fuego. Desde 2004 parece haber disminuido algo el nivel de violencia, pero no ha desaparecido totalmente. Las unidades de policía especialistas en estos temas y la colaboración entre las fuerzas de seguridad a nivel internacional ha dificultado la organización de estos grupos violentos. Sin embargo, todavía son frecuentes los enfrentamientos callejeros tras los partidos.

La violencia de los hinchas ha afectado también a los jugadores, pero es bastante menos frecuente. Por ejemplo, el jugador italiano Christian Vieri recibió un mensaje, aparentemente de un hincha del Inter de Milán, amenazándole con quemar su restaurante por su actitud en el juego de su equipo. Un caso mucho más grave fue el del jugador colombiano Andrés Escobar, que fue asesinado poco después de volver a Colombia después de jugar la Copa del Mundo de 1994, asesinato que pudo deberse a que marcó un gol en propia meta que causó la eliminación de Colombia de la competición.

La violencia en el fútbol también se produce entre los jugadores en pleno partido. Ejemplos notorios son, por ejemplo:

La Batalla de Burdeos, en la Copa del Mundo de 1934.
La Batalla de Berna, en la Copa del Mundo de 1954.
La Batalla de Santiago, en la Copa del Mundo de 1962.
La Batalla de Bramall Lane, en un partido de temporada regular en Inglaterra.
La pelea entre Lee Bowyer y Kieron Dyer, compañeros de equipo del Newcastle United, en un partido de la Premier League inglesa contra el Aston Villa en 2005.
Puntos:
04-03-12 14:11 #9721210 -> 9721127
Por:No Registrado
RE: Violencia en los campos de fútbol ( Cuidado con tu hijo no lo lleve )
Violencia, que puede llega a ser extrema, juego sucio y para lo que incluso se entrenan. Violencia que tiene lugar dentro de los campos de fútbol y fuera de los campos. Esta violencia puede estar protagonizada y/o incitada por los que juegan, por sus equipos técnicos, directivos, presidentes, pero, también, por medios de comunicación y otras instancias y, por supuesto, por los aficionados y grupos de hinchas mas violentos. Pensemos cuando se dice constantemente: ³Hay que ganar por lo legal o lo ilegal,aunque hay grupos de energúmeno que utiliza la violencia porque su equipo esta perdiendo incluso saca sus navajas para agredí a quien es del equipo contrario ,poniendo en peligro la vida de algún niño que a ido al fútbol con su padre esa es la educación que sus hijos coje, ser violentos porque se le a enseñado desde pequeños
Puntos:
04-03-12 15:47 #9721519 -> 9721210
Por:No Registrado
RE: Violencia en los campos de fútbol ( Cuidado con tu hijo no lo lleve )
PREVENCIóN DE LA VIOLENCIA EN LOS ESTADIOS DE FúTBOL

Durante los pasados días 1, 2 y 3 de junio, ha tenido lugar el I Congreso Nacional sobre Prevención y Seguridad en los Estadios de Fútbol, en Tarragona, en el que se dieron cita profesionales del mundo del deporte y de la seguridad para debatir y analizar la violencia en el fútbol. Este evento contó con la colaboración activa de asociaciones sectoriales, como son: AES, FES y APROSER. A continuación pasamos a reproducir la conferencia dicta por Esteban Granero, Presidente de la Federación Empresarial de Empresas de Seguridad

Partimos de la base de que la violencia en el fútbol es un fenómeno social y, como tal, compete a toda la sociedad. Todos los estudios sociológicos, desde los más antiguos a los más recientes, encuentran siempre razones que explican los motivos de fondo para los comportamientos violentos que sufre el fútbol.

Sin embargo, el hecho de que comprendamos las razones de esa violencia no nos permite justificarla. Por ello, debemos aprovechar los datos que explican la violencia en el fútbol para combatirla, y ese combate es tarea también de toda la sociedad, desde aquellos que miran el fútbol con recelo hasta los más aficionados, y desde los banquillos de los equipos a los más altos tribunales de justicia.

No nos sirve el hecho de que sepamos a ciencia cierta que muchos aficionados van al campo para desahogar en el fútbol las tensiones provocadas por su vida diaria. Saber que hay aficionados en la grada que saltarán fuera de sí, cuando el árbitro pite en contra de su equipo, no puede condicionar los arbitrajes.
Partimos de la base de que la violencia en el fútbol es un fenómeno social y, como tal, compete a toda la sociedad. Todos los estudios sociológicos, desde los más antiguos a los más recientes, encuentran siempre razones que explican los motivos de fondo para los comportamientos violentos que sufre el fútbol.

Sin embargo, el hecho de que comprendamos las razones de esa violencia no nos permite justificarla. Por ello, debemos aprovechar los datos que explican la violencia en el fútbol para combatirla, y ese combate es tarea también de toda la sociedad, desde aquellos que miran el fútbol con recelo hasta los más aficionados, y desde los banquillos de los equipos a los más altos tribunales de justicia.

No nos sirve el hecho de que sepamos a ciencia cierta que muchos aficionados van al campo para desahogar en el fútbol las tensiones provocadas por su vida diaria. Saber que hay aficionados en la grada que saltarán fuera de sí, cuando el árbitro pite en contra de su equipo, no puede condicionar los arbitrajes.
De la misma manera, esperar que aficionados del equipo rival ataquen el autocar del club visitante no puede obligarnos a trasladar a los jugadores en autobus blindados. Hay que intentar resolver el problema antes de que esos gamberros lleguen al estadio, antes de que el árbitro toque el silbato y antes de que los jugadores se suban al autocar.

Por ello, insistimos en que en esta tarea debemos estar todos, pero muy especialmente quienes tienen posibilidades de acción antes y después de los partidos, porque los clubes sólo pueden actuar cuando el estadio ya está abierto y las luces encendidas. Muchos estudios y comisiones parlamentarias recomiendan una y otra vez a los medios de comunicación que midan sus declaraciones antes de los encuentros y que moderen sus conclusiones después de cada partido.

Sin embargo, una y otra vez vemos que hay medios, especializados o no, a los que les encanta “calentar el partido” recogiendo y llevando a sus protagonistas a comentarios que encienden a los rivales, a los jugadores rivales y a los aficionados rivales. Es probable que esa tendencia a buscar “tensión previa” a los partidos no busque otra cosa que audiencia en esos mismos medios de comunicación.
Pero es injustificable que los mismos medios que provocan con sus comentarios previos luego se lamenten y critiquen a los energúmenos que llevan sus proclamas a comportamientos violentos. Porque, si sabemos que hay esa clase de individuos, debemos condicionar el lenguaje previo de cada partido en busca de las facetas más deportivas, mas interesantes pero no mas agresivas.

Quizá sería bueno abandonar una terminología propia de guerras, porque no hay “enemigo”, sino “adversario” o “contrincante”, porque no puede haber un “partido a muerte” en busca de los puntos necesarios para ganar la liga o permanecer en la categoría.

No podemos evitar que unos “ataquen” y otros “defiendan”, pero damos por hecho que en el campo no están armados y no deben estarlo, así que sería bueno una reflexión por parte de los medios de comunicación para que busquen el lado divertido de todo esto y no “sufrir” con estos eventos.
Sin embargo, y no para exculpar a los periodistas, es verdad que jugadores, entrenadores y, sobre todo, presidentes de clubes, se distinguen por su “violencia verbal” en contra de los equipos contrarios, especialmente antes de los partidos o después si el resultado no ha sido bueno.
La petición de reflexión, parece mentira, hay que dirigirla también a los principales actores de fútbol, para que mantengan en todo momento, un comportamiento puramente deportivo, que es de lo único que se trata.

Es sólo fútbol, deporte, y es divertido, practicarlo o contemplarlo, así que la profesionalidad de estos actores, y la tensión y el compromiso con sus equipos, no puede justificar los comportamientos agresivos ni dentro ni fuera de los campos. En esto llamamos la atención de otros colectivos implicados: árbitros y comités de disciplina deportiva.

Como se trata de administrar justicia, se debe repartir la competencia de cada uno. El árbitro no debe tolerar un comportamiento agresivo ni disfrazado de “virilidad del fútbol” ni de “contacto físico”. Hay deportes de riesgo en los que está absolutamente sancionado el comportamiento antideportivo y en los que, incluso, la sanción se ejecuta inmediatamente cometida la infracción, pero eso no ocurre en el fútbol.
Y no sólo eso. Si el árbitro, disculpado porque está solo en una hectárea de superficie con la única ayuda de dos jueces de línea que están precisamente en los bordes, la justicia debe llegar aunque sea tarde por parte de los comités deportivos.

Incluso si esos comités tampoco son capaces de sancionar conductas violentas de jugadores que no hayan sido convenientemente castigadas por el árbitro, debería ser posible que actuara la Justicia ordinaria, porque el ordenamiento penal así lo permite.

En ninguna parte, salvo en el fútbol, es posible pegarle un puñetazo a alguien ante miles de personas o la televisión, con el único castigo de uno o dos fines de semana sin jugar. En la vida real, fuera de los estadios, acarrearía probablemente una demanda del agredido, o del fiscal, si tuviera conocimiento del hecho.

Con esta situación de impunidad entre jugadores, entrenadores, presidentes, árbitros y tribunales, resulta curioso que si se desata una situación violenta entre los espectadores busquemos sólo medidas paliativas, policiales y pensemos en blindar los estadios.

Para que uno pueda ir al fútbol con sus hijos pensando que se trata de un espectáculo como cualquier otro, sin el miedo a que se desencadene una batalla campal a nuestro alrededor, es necesario que todos estos elementos citados anteriormente funcionen: prensa, jugadores, entrenadores y la justicia deportiva y ordinaria.
“Los estadios de fútbol, sobre todo los de primera división, deberían tener un departamento de seguridad con un director de seguridad”

Así pues, la seguridad de los clubes es el último eslabón de una cadena que hay que trenzar mucho antes. Si es verdad que el fútbol es un espectáculo como cualquier otro, debemos pensar a quién corresponde fijar las medidas de seguridad.

No esperamos que un teatro esté lleno de policías por si a alguno de los espectadores no les gusta la obra, pero sí estamos acostumbrados a que haya vigilantes bien situados atentos a lo que pueda suceder.

La seguridad en los estadios de fútbol, al tratarse de un espectáculo con ánimo de lucro, debe ser responsabilidad del organizador del espectáculo por lo que su gestión debería corresponder a la seguridad privada. La seguridad privada es, como cooperadora de la seguridad pública, fundamentalmente una seguridad preventiva; para que esta seguridad preventiva sea eficaz se debe hacer un estudio de los factores que intervienen en el espectáculo, estadio, espectadores, jugadores y directivos.
Hay que conocer perfectamente el estadio y, posteriormente, disponer las medidas de seguridad, tanto electrónicas como humanas, precisas para una vigilancia exhaustiva de accesos, pasos obligados y en el interior del estadio y ¿quién debe hacer todo eso?, la seguridad privada.

Lógicamente, los estadios de fútbol, sobre todo de primera división en los que potencialmente existe mayor riesgo, deberían tener (algunos ya lo tienen, pero pocos) un departamento de seguridad al frente del cual debe figurar un director de seguridad. Este departamento y más concretamente el Director de Seguridad que debe estar integrado en el máximo nivel organizativo, es clave para desde el conocimiento profesional conseguir la máxima prevención posible sobre la violencia en los estadios de fútbol como riesgo fundamental generado por el espectáculo.

Hasta ahora hemos considerado dos acciones que son importantes para la seguridad privada dentro de los estadios de fútbol. Una es la adecuada dotación de sistemas de seguridad y otra es la implantación en la organización del director de seguridad que además es responsable del funcionamiento de dichos sistemas y de la coordinación del personal de seguridad privada.
Actualmente, al contemplarse los medios humanos, la seguridad pública interviene conjuntamente con seguridad privada en este tipo de acontecimientos deportivos, pero al ser espectáculo con ánimo de lucro, indiscutiblemente llegará el momento que también todo el personal en el interior de los estadios será de seguridad privada.

Todos sabemos que la Seguridad Privada es complementaria y subordinada a la Seguridad Pública pero la concurrencia en determinados eventos genera un gran problema por cuanto las medidas de protección individual, de que disponen uno y otro personal, son claramente desfavorecedoras para el personal de seguridad privada y, sin embargo, a su actuación debe ser igual de contundente y eficaz que la del personal de seguridad pública.

En este tema es urgente buscar una solución que, dejando al margen las limitaciones debidas a la uniformidad, busque una protección real y en igualdad de condiciones de aquellos a quienes prestan su colaboración para garantizar la seguridad de un espectáculo que por muchos y variados factores se ha convertido en una ocasión de riesgo extradeportivo.

Resumiendo, la seguridad en los estadios de fútbol depende actualmente en gran medida de la seguridad privada que coopera con la seguridad pública en la prevención de hechos delictivos, pero creemos que en un futuro no muy lejano pasará a tener esta responsabilidad en exclusiva por aplicación del criterio cada vez más difundido de que la organización debe garantizar la seguridad de los recintos en los que se desarrollan éste y cualquier otro acontecimiento de masas.
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