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Grazalema - Cadiz

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08-09-09 19:10 #3171376
Por:No Registrado
Grazalema 2
LA FÁBULA DE ALCALÁ Y LA
REALIDAD HISTÓRICA
EN GRAZALEMA*
Replanteamiento del primer estudio de
Antropología Social en España
La tierra no es solamente espacio,
sino tiempo.
J. ORTEGA Y GASSET
Ginés Serrán Pagan
Una buena parte de los estudios realizados en España por antropólogos
americanos han estado influidos por el libro The People of the Sierra (1954)
(edición española: Los hombres de la Sierra, 1971), de Julián Pitt-Rivers.
El libro es un análisis de la vida social de Alcalá de la Sierra, seudónimo que
el autor usa refiriéndose a Grazalema, un pueblo de dos mil habitantes, situado
en la Serranía de Cádiz.
El trabajo de Pitt-Rivers en Grazalema representa el primer estudio de
Antropología Social realizado en España. Algunos autores lo han considerado
como un modelo de análisis y de un gran valor científico (i.e., Hermet,
1969:277); otros, sin embargo, aunque reconocen la importancia del libro
* Agradezco al pueblo de Grazalema todas las atenciones que ha tenido conmigo,
sin su cooperación y ayuda este trabajo no se podría haber realizado.
Jaime Castro García, Juan Diánez Pozo, Fernando Vázquez, Andrés Menacho,
Pepe Barea Muret, Vicente Narváez Bajón y Amidea Jiménez Laiglesia, me han
aportado datos históricos importantes. Asimismo, agradezco los comentarios a un
primer borrador de este estudio, de Thomas Beidelman (New York University),
Eric Wolf (City University of New York), Sydel Silverman (City University of
New York), Mary Anne Gómez Fabling (Universidad de los Andes, Bogotá) y
Jesús de las Cuevas (Arcos de la ílrontera). Mi gratitud, por la información que
me han facilitado sobre el movimiento anarquista, a Rudolf de Jong (Institute
vor Sociale Geschiedenis, Amsterdam), Hermoso Plaja (Méjico), Diego Abad de
Santillán (Buenos Aires) y Eduardo Guzmán (Madrid).
9/80 pp. 81-115
CINES SERRAN PAGAN
como estudio pionero, aluden a la falta de rigor sociológico y a la extrema
pobreza de los datos que el autor utiliza (i. e., Davis, 1977:8Chulillo. El libro se
usa como texto en universidades americanas y europeas, y se cita con frecuencia
en la literatura sociológica. A pesar de su influencia, hasta ahora
no hay ningún estudio que de forma específica analice el libro críticamente.
The People of the Sierra está muy lejos de ser un modelo que sirva para
analizar la realidad social española; es, por el contrario, citando las palabras
de un grazalemeño que leyó la edición española, «un libro superficial que ha
perjudicado a la cultura y a la historia del pueblo». El libro ha presentado
una imagen falsa de Andalucía y ha influido negativamente en estudios históricos
y antropológicos que se han realizado después.
Este artículo es una síntesis del material recopilado durante varios años
de trabajo, y se centra en el factor histórico, un aspecto esencial omitido en
el libro de Pitt-Rivers. Al desconsiderar este elemento, el autor incurre en
una interpretación errónea de la vida social de Grazalema. Este trabajo no
es sólo un análisis crítico del libro sino también una reflexión sobre un modelo
que ha influido tanto en la obra de antropólogos americanos.
Aparte del aspecto crítico, este artículo reconstruye partes de la historia
de Grazalema, y pone énfasis en la necesidad que tiene la Antropología Social
de utilizar el dato histórico para poder describir e interpretar la vida
de un pueblo con precisión.
Mi trabajo de recopilación de datos históricos sobre Grazalema abarca
un período de cinco años (1974-1979). La investigación se prolongó debido
a que los archivos del Ayuntamiento, de la Iglesia y del Registro de la Propiedad,
fueron quemados por republicanos y anarquistas durante la Segunda
República. Parte de los mismos habían sido destruidos por los franceses a
comienzos del siglo xix. La historia del pueblo era un enigma. Encontré
pedazos de la misma esparcidos por los archivos de pueblos vecinos, y bibliotecas
y hemerotecas españolas, europeas y americanas. Muchos grazalemeños
me ayudaron en la investigación, algunos de ellos viejos anarquistas. En Grazalema
leyeron y corrigieron mi manuscrito. Lo que escribo es verídico.
Grazalema: un pequeño laboratorio de la sociología de Sinfmel
Pitt-Rivers nos dice en dos páginas que el nombre del pueblo es de
origen árabe, que las casas mejor conservadas fueron construidas en el siglo
xvín, que los franceses entraron en el pueblo, que los grazalemeños fueron
anarquistas, y también menciona algunos datos esporádicos que encontró
en los archivos de la Casa de los Tiros, de Granada, del catastro de
1752-1754 que realizó el marqués de Campo Verde. Y del 1752 el autor
pasa a 1950. En dos páginas se termina la historia de Grazalema. No hay
nada del siglo xix, de los hechos que acaecieron durante la decadencia económica
que padeció el pueblo y de los cambios radicales en su estructura
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LA FÁBULA DE ALCALÁ Y LA REALIDAD HISTÓRICA EN GRAZALEMA
económica y social; tampoco se menciona el período que abarca la Dictadura
de Primo de Rivera ni la compleja situación política que existió durante
la Segunda República.
Al estudiar un pueblo de la vieja Andalucía no se puede ignorar la historia.
Sin ella no podemos conocer cómo se produce el mundo ideológico de
un pueblo, ni cómo se forma la estructura social presente, ni tampoco po-
.demos estudiar, «desde el presente», los cambios, las transformaciones y los
procesos sociales que tienen lugar a lo largo del tiempo. Este es, sin duda,
el problema del libro de Pitt-Rivers: Un intento de interpretar la vida social
de un pueblo sin conocer su historia. Y éste ha sido el problema de muchos
antropólogos que, influidos por una corriente antihistórica, han fundado sus
interpretaciones en la mera observación del presente. Esta actitud no puede
ser comprensible hoy al estudiar la vida de tribus «primitivas», que no tienen
documentos escritos, y menos aún en sociedades más complejas, como,
en este caso, la andaluza.
La falta de interés del autor por estudiar la historia de Grazalema se
refleja bastante bien en la anécdota que cuenta Caro Baroja sobre el mismo
Pitt-Rivers, cuando llegó a España:
En otra ocasión, hablando con algún joven que venía lleno de sabiduría
acerca de los Nuer o los Azande (tribus del Sudán) y que iba
a instalarse en Andalucía, en la Sierra, le insinuaba yo que convenía
que echara una ojeada al libro de Mármol Carvajal sobre la rebelión
de los moriscos, y me miraba como a un loco. Confieso que en algún
momento comencé a pensar si en realidad lo estaría, e hice examen de
conciencia: ¿Tendrán que ver más los Nuer con los andaluces actuales
que los moriscos? (Caro Baroja, 1974:12-13.)
A partir de 1960 ha habido un mayor interés en incorporar datos históricos
al análisis antropológico social, se le ha prestado más atención al
estudio de la historia local y a su relación con acontecimientos externos.
Muestra de ello son los trabajos en Europa de Campbell (1964), en Vasilika;
Lisón Tolosana (1966), en Belmonte de los Caballeros; Christian (1972), en
el Valle de Nansa; Davis (1973), en Pisticci; Colé y Wolf (1974), en St. Félix
Tret; Blok (1974), en Genuardo; Silverman (1975), en Colleverde; Peter
y Jane Schneider (1976), en Villamaura; Chirot (1976), en Walachia; Hansen
(1977), en Villafranea del Panadés. Estos estudios orientan investigaciones
futuras a explicar, dentro de un contexto histórico, a la sociedad local
con relación a una red de influencias nacionales e internacionales; inspiran
a nuevos trabajos a considerar las relaciones de la sociedad local con la economía
política mundial, a modificar los conceptos tradicionales de comunidad
y región e «integración er\ la sociedad nacional».
Pitt-Rivers no sólo no estudió con seriedad la historia de Grazalema, sino
que fue a España con ideas premeditadas y con el afán de incorporar en su
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GINES SERRAN PAGAN
trabajo todo aquello que encajara bien en su esquema, sobrevalorizó algunos
hechos dándoles una importancia social que no tenían para el pueblo. El
autor admite que su libro no es más que la aplicación del estudio que hizo
sobre el conflicto social el sociólogo alemán Georg Simmel, y que Grazalema
la utiliza como «ejemplo etnográfico»:
Era comprensible entonces que el libro que llegó a ser mi biblia,
mientras estaba haciendo el trabajo de campo, fuera la Sociología de
Georg Simmel... En resumen, todo el libro puede ser leído como una
explicación, a través de un ejemplo etnográfico, del gran ensayo de
Simmel sobre el secreto y la mentira. No pude escoger un terreno
mejor sobre el cual demostrarlo, en cuanto que los andaluces son los
mayores mentirosos que me he encontrado (Pitt-Rivers, 1971: xiv-xv)'.
¿Por qué la Sociología de Simmel?, sencillamente porque Pitt-Rivers llegaba
a Grazalema para estudiar las relaciones entre la comunidad y la nación,
y Simmel ofrecía suficiente material teórico para afrontar el tema.
Pero las ideas del sociólogo alemán, al ser aplicadas, iban a ser un arma de
doble filo. Por una parte, el enfoque de Simmel era ahistórico, y no precisamente
porque él negara el carácter histórico de la sociedad, a la que consideraba
como un proceso continuo, en el que el presente se formaba siempre
por la acumulación de hechos pasados, sino porque al seleccionar para el
análisis las formas de interacción, definía como esencia de la sociedad lo que
es inmutable y ahistórico, congelando así la historia en estructuras inmóviles.
Simmel no usó estas formas de interacción, estos principios generales y abstractos,
para explicar los fenómenos sociales como etapas de un proceso histórico.
Por otra parte, su definición de «grupo diádico», de elementos opuestos,
de naturalezas antagónicas pero que coexisten y producen una unidad en
la sociedad (i. e., A y B: Comunidad y Nación), llevó a Pitt-Rivers a pensar,
o mejor dicho, concebir, la sociedad grazalemeña en función de esta dicotomía,
la cual podría representarse así:
A B
Comunidad Nación
Pueblo Estado
Anarquismo Fascismo
Igualdad Jerarquía
Magia («Sabias») Iglesia
1 "... los andaluces son los mayores mentirosos..." Esta afirmación puede ofender
a los andaluces en general, y sobre todo a los grazalemeños. No es correcto en un
científico hacer públicas opiniones personales, tan generales y superficiales, y
menos aún si se refieren a Andalucía, tantas veces en su historia víctima de la
explotación y del fraude.
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LA FÁBULA DE ALCALÁ Y LA REALIDAD HISTÓRICA EN GRAZALEMA
Hay dos problemas: Uno, que el autor concibe a la comunidad como si
ésta fuera una masa socieconómica homogénea, integral, caracterizada por las
relaciones de igualdad entre sus miembros simplemente porque han nacido
en el mismo lugar, olvidando así la complejidad interna de la misma, las
diferencias sociales, y, en general, la heterogeneidad que caracteriza a su organización
social, sobre todo como consecuencia de la decadencia económica
que sufrió el pueblo a finales del siglo xix. No hay en el libro un estudio
del conflicto social interno en Grazalema como resultado de oposiciones
entre segmentos, barrios o clases sociales; en su deseo de aplicar las ideas
de Simmel, el interés del autor se centra en estudiar el conflicto entre el
grupo diádico, comunidad-nación, llevándole a creer erróneamente que la
comunidad es un todo compacto y que los representantes del Estado en el
pueblo (el «elemento externo») son los únicos o principales agentes del conflicto.
El conflicto social es concebido, pues, en términos del dualismo rural
y urbano y no en función de procesos históricos y políticos mucho más complejos.
La actitud de Pitt-Rivers puede ser en parte comprensible, ya que en
aquel entonces (décadas del 1940 y 1950) había un gran interés en la antropología
por poner en práctica la teoría sociológica sobre la dicotomía ruralurbana,
basada en un principio de los estudios de Ferdinand Tonnies. Tonnies
(1887), quien a mi parecer fue mal comprendido por algunos científicos,
no distinguió nunca de forma radical la comunidad (Gemeinschaft) de la sociedad
(Gesellschaft); lo hizo de forma conceptual y por exigencias analíticas,
pero no exageró las características de una y otra de la forma que lo hicieron
sus seguidores. En él hay una síntesis, sobre todo en su teoría sobre las entidades
sociales, de la escuela racionalista y de las escuelas romántica e histórica.
Cuando estudió la Gemeinschaft, y la caracterizó como una entidad
social donde las relaciones entre sus miembros eran de igualdad, nunca absolutizó
este argumento ni afirmó tampoco que tan sólo se daba en ella una
voluntad «natural» (Wesenwille), sino que muchas propiedades de la
Gesellschaft existían también en la comunidad, como, por ejemplo, la voluntad
«racional» (Kürwille).
Tonnies influiría en sociólogos como Durkheim, Simmel, Weber y Mac
Iver. De ellos, fue Durkheim (1893) quien llevó estas ideas aún más lejos al
distinguir dos tipos de sociedades: la arcaica y la avanzada. A la primera, le
caracteriza una solidaridad mecánica y se distingue por la similaridad que
existe entre los miembros y porque hay un gran estado de conciencia colectiva.
La sociedad avanzada, por el contrario, se caracteriza por una solidaridad
orgánica, por las diferencias sociales existentes y por la poca conciencia
colectiva, debido a la división del trabajo que se produce. Este esquema
teórico comenzó a dejar de utilizarse cuando antropólogos, no hace muchos
años, descubrían cómo en sociedades «arcaicas» existían sistemas sociales
complejos, y cómo estas sociedades más compactas y homogéneas no tenían
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GINES SERRAN PAGAN
por qué crear en la «mente» de los miembros similares representaciones colectivas.
Robert Redfield fue el antropólogo pionero en sacar a la luz esta distinción
conceptual, aplicándola en comunidades mejicanas. Inspirado por las
formulaciones teóricas de Durkheim, Redfield (1941) estudió la interdependencia
que existía entre lo que él llamó «pequeña tradición» (comunidad
rural y local) y la «gran tradición» (nacional o intelectualizada). El término
«tradición» está íntimamente unido a la noción de cultura y ésta para el
autor, como para la mayoría de los antropólogos americanos de su época,
es ecléctica, totalista, en donde todos los aspectos sociales, materiales, ideales,
deben ser tenidos en cuenta. Este todo es más bien una suma de elementos
que un sistema integral; los componentes se relacionan pero no todos
son necesariamente interdependientes. Este enfoque integral contrasta con el
de la antropología social británica que por estos años separa la cultura de
la sociedad, haciendo hincapié en el estudio de la estructura social y en la
relación de ésta con el aspecto ideal de la cultura.
Redfield distingue la cultura folk (rural, campesina) de la cultura urbana,
la pequeña tradición de la grande, el campo de la ciudad, y volvemos a la
polaridad conceptual, a la comparación de «dos culturas». La sociedad folk
es concebida como aislada y culturalmente homogénea, con una forma de
vida cohesiva, unida, consistente, religiosa, y en donde se da una solidaridad
colectiva. La sociedad urbana, por el contrario, se caracteriza por su heterogeneidad,
hay contactos con corrientes externas, es individualista, secularizada,
compleja. Estas dos «formas de vida» producen un cambio esencial
en la ética o moral de los habitantes, y Redfield, años más tarde (1953), escribirá
sobre esta transformación, distinguiendo el «orden moral», propio
de la sociedad folk, que se caracteriza por una especie de convicción natural
de lo que es bien o mal, del «orden técnico», peculiar de la ciudad, y resultado
de la materialización del hombre que condicionado por la sociedad
se convierte en un instrumento de la misma, una cosa.
Aunque Robert Redfield creó estereotipos que tuvieron un indudable
valor en su tiempo, presentó la «pequeña tradición», la cultura folk, de forma
sencilla, general, demasiado elemental. La comunidad no la describió como
una creación de desarrollos políticos e históricos (Wolf, 1955, 1957), sino
simplemente como una «forma de vida», en donde no existen importantes
diferencias en las relaciones sociales. Redfield no distinguió a la comunidad,
considerada ésta como un poblado o entidad física, de la comunidad como
un conjunto específico de relaciones (i. e., Leeds, 1973), ni tomó en consideración
la diversidad y ambigüedad de la misma, sino más bien la concibió
como un grupo homogéneo caracterizado por un cuerpo análogo de conocimientos
e ideas convencionales (Mintz, 1973).
Los trabajos de Redfield en Tepoztlán y Chan Kom influyeron de forma
decisiva en la literatura sobre el campesinado, al menos hasta los años se-
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LA FÁBULA DE ALCALÁ Y LA REALIDAD HISTÓRICA EN GRAZALEMA
senta, y es en el marco de la teoría sociológica de últimos del siglo xix, que
hemos mencionado, y en la atmósfera que creó él, donde se incuba una buena
parte del libro de Pitt-Rivers.
En su trabajo sobre Grazalema, Pitt-Rivers repite con frecuencia el carácter
homogéneo de la comunidad, la solidaridad de grupo, sus relaciones
basadas en una forma de «orden moral», de «naturalismo», donde todos se
consideran iguales porque han nacido en el mismo lugar. Para el autor, los
grazalemeños fueron anarquistas, anticlericales, grandes mentirosos, y no
había entre ellos diferencias importantes en sus relaciones sociales, ni mucho
menos distinciones internas de clases sociales.
Algunos antropólogos, influidos posiblemente por su libro, han hecho
énfasis en esta supuesta e imaginaria homogeneidad cultural y social de los
pueblos españoles (i. e., Price and Price, 1966a, 1966b; Freeman, 1970;
Aceves, 1971; Douglas, 1973; Brandes, 1975). Incluso se ha llegado a insinuar
que una organización social jerárquica y su correspondiente estratificación
son propias de pueblos grandes y no de pequeños, ni de pequeñas comunidades
campesinas (i. e., Freeman, 1970Riendotev). Otros antropólogos, por
el contrario, han destacado el carácter cultural y socialmente diverso y complejo
del mundo rural español (i. e., Lisón, 1966; Martínez, 1971; Moreno,
1972; Barrett, 1972; Aguilera, 1972; Rodríguez 1,973; Luque, 1974; Gilmore,
1976; Cátedra, 1977; Navarro, 197Chulillo.
El argumento de Pitt-Rivers sobre la homogeneidad e igualdad social del
pueblo es ficticio. La historia de Grazalema no nos muestra a un pueblo
«arcaico» con una «solidaridad mecánica» caracterizado por la similaridad
social de sus miembros, ni tampoco una Gemeinschaft, ni una sociedad folk,
sino una sociedad heterogénea, un pueblo con una compleja organización
social, donde es contradictorio hablar de «igualdad» en el sentido de «identidad
de naturaleza».
Decía anteriormente que, el autor, al llevar ideas premeditadas a Andalucía,
al aplicar las ideas de Simmel sin conocer la historia de Grazalema,
cometía dos errores fundamentales: el primero, era el de concebir a la comunidad
como un todo culturalmente homogéneo, como he expuesto; el según
error, y aún más grave que el primero, es el de basar la causa principal
del supuesto conflicto entre la comunidad y la nación en la influencia del
anarquismo, sin haber estudiado el desarrollo o alcance del mismo en el
pueblo.
Pitt-Rivers, dice:
En este libro he tratado solamente con la escena andaluza y con
ese cisma horizontal que dio nacimiento al anarquismo y puso las condiciones
bajo las cuales la estructura social iba subsecuentemente a
evolucionar (Pitt-Rivers, 1971Riendotexi-xxü).
El anarquismo aparece, pues, como un axioma, un principio claro y evi-
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GINES SERRAN PAGAN
dente que no necesita demostración y que explica al autor una serie de aspectos
esenciales de la vida social de Grazalema, como las relaciones de igualdad,
las oposiciones del pueblo a la autoridad política y a la Iglesia. Partiendo
de aquí, el autor considera el conflicto como la base del sistema social del
pueblo:
' Los anarquistas representaban una reacción contra la imposición de
influencias nuevas sobre la estructura tradicional del pueblo (Pitt-Rivers,
1971-221).
Si este libro contribuye en algo a la teoría sociológica es trazando
el conflicto entre la comunidad local y el Gobierno central (Pitt-Rivers,
1971Riendotexvii).
El conflicto, tal como lo piensa Pitt-Rivers, parece ser inevitable, puesto
que las leyes del Estado, basadas en la autoridad, se oponen a las leyes naturales
de la comunidad basadas en la igualdad. Estas fricciones entre «patrones
» y «plebeyos» aparecen como necesarias a la misma estructura de la comunidad,
así como a la del país, considerado éste como un todo. Son necesarias
porque el conflicto aparece como una forma positiva de interacción,
una forma de socialización. Estas ideas tienen sus raíces en la teoría de Georg
Simmel sobre el conflicto social. Según Simmel:
... la aceptación del liderazgo y la subordinación a la autoridad no son
las formas únicas de interacción que encaminan a la unidad social. Los
conflictos y las oposiciones entre los elementos cumplen la misma función.
Ellos también contribuyen al proceso total de socialización y deben,
por tanto, ser investigados con referencia a esa función... El
conflicto, en sí mismo, no es más que la resolución de la tensión entre
los dos elementos (Simmel, 1966:112-113).
La función del conflicto es superar el dualismo existente entre el Gobierno
central y la comunidad, y lograr una forma de unidad social. El sistema
de patronazgo, la amistad, el secreto y la mentira, permiten, según el
autor, que las formas sociales conflictivas coexistan y persistan en Grazalema.
Estos últimos elementos (patronazgo, etc.) constituyen el tercer componente
del grupo «triádico», del que nos habla Simmel, es decir, el principio que representa
«conciliación y renunciación de la oposición directa», el agente de
estabilidad que contribuye al mantenimiento del orden social. Tal como lo
aplica Pitt-Rivers, el grupo triádico podía representarse así:
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LA FÁBULA DE ALCALÁ Y LA REALIDAD HISTÓRICA EN GRAZALEMA
Oponente I Oponente II
Pueblo/
Anarquismo
Conflicto Nación/
Estado
Patronazgo
Amistad
Secreto
I Agentes de estabilidad
Pero éste es un esquema de modelos ideales y formas estáticas, muy lejos
de la realidad social de Grazalema.
El anarquismo no fue el movimiento ideológico general del pueblo. La
situación política fue mucho más compleja; había otros grupos políticos en
Grazalema que no menciona Pitt-Rivers. El autor sobrevalorizó la importancia
del anarquismo al aplicar el modelo sobre los conflictos entre la comunidad
y la nación, de Georg Simmel, pero su argumento, como expongo a continuación,
carece de toda evidencia histórica y etnográfica.
Notas sobre la caída económica de Grazalema
Un pueblo no es una entidad estática, monolítica. Es preciso analizarlo
dentro de un contexto nacional e internacional, de una red de intercambios
culturales, sociales y económicos. Mi análisis histórico de Grazalema se sitúa
dentro de la coyuntura económica que atravesaba España y Europa en el
siglo xix. Sin esta perspectiva histórico-social no se podrían comprender los
cambios radicales que se produjeron en la estructura social del pueblo, ni
tampoco el porqué Grazalema, siendo cabeza de partido judicial y el pueblo
con mayor número de habitantes, no se convirtió en el foco anarquista más
importante de su distrito. Mi interés inicial se centra, pues, en la interconexión
existente entre los acontecimientos histórico-económicos y los sucesos
de carácter político.
En otro artículo escrito sobre Grazalema estudié la economía del pueblo
en el siglo xix, y las causas que motivaron su decadencia (Serrán Pagan, 1979).
Es importante, por la naturaleza del presente trabajo, resumir brevemente lo
expuesto.
Durante el siglo xvn y primera parte del xix, Grazalema fue uno de los
pueblos más importantes de la provincia de Cádiz, principalmente debido a su
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GINES SERRAN PAGAN
industria textil. Aunque situada en la sierra, a cerca de 850 metros de altura
sobre el nivel del mar, Grazalema no fue un pueblo «homogéneo», aislado,
«primitivo», perdido en las faldas del peñón de San Cristóbal. Grazalema
tenía un activo comercio de exportación e importación gracias a su industria
de mantas y paños. En 1850, contaba con cerca de nueve mil habitantes
(Madoz, 1850:590), y era uno de los pueblos más manufactureros de la provincia
de Cádiz. Por estar situada en la sierra y ser el terreno montuoso, la
agricultura era de escasa importancia. Gracias a sus manufacturas y ferias de
ganado, mantenía un contacto continuo con los pueblos de alrededor y con
las ciudades más cercanas, sobre todo con el puerto de Cádiz, que había sido,
desde hacía siglos, el más importante de España. Las mantas, hechas de lana
pura, eran conocidas en todo el país, exportándose desde el siglo xvm a
Europa y Latinoamérica.
Grazalema, que durante varios siglos se había destacado en la región por
su industria, se vio azotada, en la década del 1870, por el sector externo de
la economía. Factores no internos sino exógenos, produjeron su ruina. Aparte
de la decadencia económica de Cádiz, y de la crisis financiera que padecía España,
el pueblo se resintió de la revolución industrial inglesa. En Cataluña,
en la primera mitad del siglo xix, comenzó a desarrollarse y consolidarse un
importante complejo industrial. Los industriales catalanes visitaron Inglaterra
y Francia, comenzaron a importar algodón y modernizaron su maquinaria
anticuada. En 1845, el paso fue decisivo con la adopción de maquinaria de
vapor (Carr, 1970:201).
Sin una buena red de comunicaciones (Memoria, 1886:13), el pueblo se
vio alejado del mercado externo. Los costes tan elevados del transporte, como
el del ferrocarril, y el de otros medios de locomoción modernos ausentes en el
pueblo, les hacía imposible a los industriales grazalemeños competir.
Grazalema había estado subordinada a un sistema económico externo, a
una red regional y nacional de intercambios comerciales. Esta cadena económica
se rompió, y la organización social local, que había sido moldeada en
gran parte por una estructura de mercado, sufrió una profunda transformación.
En tiempos de crisis, la explotación de la tierra, de escasa importancia,
no pudo contrarrestar la balanza. A la disminución de la demanda de productos
textiles, se sumó el encarecimiento de los alimentos (ver Sánchez Albornoz,
1977:83). A esta subida de precios en algunos alimentos básicos (i. e., el
trigo), se añadió el problema de los obreros del campo, que se vieron afectados
por la crisis agraria que padecía por estos años la campiña de Jerez.
Ante la caída del consumo, algunos empresarios grazalemeños cerraron
las fábricas, otros continuaron produciendo para el mercado local y provincial,
reduciendo el número de empleados. Miles de trabajadores se quedaron
en la calle. La situación era desesperada, y la gente se acercaba a la
puerta del Ayuntamiento a pedir préstamos y pan (Apuntes, 188Chulillo. Pero el
Pósito del Ayuntamiento no tenía dinero. Los Ayuntamientos de la provincia
90
LA FÁBULA DE ALCALÁ Y LA REALIDAD HISTÓRICA EN GRAZALEMA
estaban totalmente arruinados y la ayuda de la Diputación era mínima (Memoria,
1886). Y Grazalema, de exportar mantas, pasó en la segunda parte
del siglo xix, a exportar mano de obra. La emigración fue masiva. La gente
se repartió por diferentes pueblos y ciudades españolas, y también por el
extranjero: California, Cuba, Argentina, Puerto Rico e incluso a Hawai.
Años
Habitantes
1850
8.888
1877
8.046
1892
6.389
1910
5.261
1920
4.470
1950
2.600
Fuentes de estas estadísticas: Paula, 1845; Igartuburu, 1847; Bisso y Vidal,
1868; Riera y Sans, 1883; Montaner y Simón, 1892; Romero de Torres,
1934; Enciclopedia, 1958; Diccionario, 1959.
Grazalema había sido víctima, como otros pueblos y ciudades españoles,
del proceso de industrialización que se estaba produciendo en España.
Sería imposible analizar el movimiento anarquista en Grazalema sin tener
en cuenta este proceso de transformación social y económica.
Anarquismo en Grazalema
1. Albores y limitaciones económicas (1860^1889)
Es, precisamente en la década de 1860, años en los que comienza el éxodo
de la población grazalemeña, cuando el anarquismo se va infiltrando en Andalucía,
concretamente en las provincias de Cádiz y Sevilla, las más latifundistas
2. En Grazalema, el anarquismo se introdujo por medio de los obreros
que iban a trabajar de forma temporal a la campiña de Jerez.
2 Desde hace cinco siglos el campo de la provincia de Cádiz y de Andalucía en
general, se ha caracterizado por la existencia del latifundio. En el 1800, aproximadamente,
el 55 por 100 del total de la tierra española era propiedad de la nobleza,
un 15 por 100 propiedad de la Iglesia y tan sólo un 30 por 100 pertenecía a la
clase popular, generalmente a pequeños propietarios (SÁNCHEZ, 1967; 19). BRENAN
(1950: 117) nos dice que la clase noble y el clero eran los propietarios prácticamente
de toda la tierra. Esta tierra permanecía, casi toda ella, como terreno baldío.
En la primera mitad del siglo xix se llevó a cabo un ideal de reforma agraria
mediante el cual los bienes de la Iglesia y de la nobleza habían de ser desamortizados.
El objeto principal de la reforma era el poder solventar la crisis económica
que padecía la nación. Sin embargo, el resultado de las desamortizaciones
fue la transferencia de estas propiedades a las clases altas y adineradas sin que
quedase beneficio alguno para los campesinos (TAMAMES, 1960:2Chulillo. Como estudia
BOSQUE MAUREL (1969:8-17), Andalucía no sólo está dominada hoy por el latifundismo,
sino que continúa siendo la región española con mayor porcentaje de
tierras agrícolas. El área gaditana, a la que pertenece Grazalema ha sido una de
las más afectadas por el latifundismo. HOBSBAWM (1963:75), nos dice que, en 1931,
había en Cádiz tres latifundios con un promedio de unas diez mil hectáreas,
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GINES SERRAN PAGAN
Termes (1972:28Chulillo, señalaba cómo en Grazalema, por los años 1872-
1873, existía una delegación de la Federación de la Asociación Internacional
de Trabajadores (AIT). Y el periódico El Socialismo, dirigido por el líder
anarquista Fermín Salvoechea, decía: «Cada día se celebran consejos de uniones
de oficio en diferentes puntos de la Península y se hacen públicos sus
acuerdos. Y esto no es nuevo, puesto que viene repitiéndose desde 1870, y
ahora nos salen las autoridades y la prensa haciéndose cruces de que en Grazalema
se haya descubierto una sociedad de trabajadores cuyo fin es la propaganda
de las ideas socialistas. Pues sociedades como ésas las hay en la
mayor parte de las poblaciones de España y si el Gobierno ha de perseguirlas
a todas, trabajo tiene» (1887, núm. 39).
La Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) fue fundada en Londres,
en el año 1864, y abría una alternativa al movimiento obrero europeo
que, por primera vez, después de años de clandestinidad y persecución, tenía
la posibilidad de participar abiertamente en la vida política de Europa.
La Internacional, impulsada desde el Consejo General por Carlos Marx, se
definía a sí misma como una organización pública integrada en una federación
de sociedades obreras mundiales. En enero de 1869, se formó en Madrid
el grupo de obreros que militaría en la AIT como primeros propagadores
de la misma. Los estatutos de la Asociación, incluidos los de la Alianza
Socialista de Bakunin, fueron traídos a España por el italiano Giuseppe Fanelli.
La AIT fue condenada a la clandestinidad debido a la represión ordenada
por Serrano, en 1874. La legalización de las organizaciones obreras no
se autorizaría hasta 1881, con la llegada al poder de Sagasta, creándose así
32 con casi cinco mil hectáreas y 271 con cerca de novecientas hectáreas. En tres
de los distritos administrativos de la provincia los latifundios ocupaban del 77 al
96 por 100 del área total. En 1962, de acuerdo con el Censo Agrario Español,
había en la provincia de Cádiz 488 latifundios con más de trescientas hectáreas.
De estas tierras, escribe MINTZ (1972:59), cerca de mil hectáreas no eran más que
de "crecimiento espontáneo": clavillo, semillas y cardos, y cerca de ciento cincuenta
mil hectáreas eran de "bosque", una buena parte de este bosque podría
haber tenido un uso más productivo. La estructura agraria gaditana continúa
dominada por grandes explotadores de tierras. Según el informe de BOSQUE MAUREL
(1969:13), en Cádiz, tan sólo 21 municipios, de un total de 42, no alcanzan
el grado de latifundio, e incluso en nueve de ellos las explotaciones superiores a
trescientas hectáreas comprenden más del 30 por 100 de su superficie.
En Grazalema existe el latifundio, pero el terreno es mayormente abrupto y
rocoso, siendo la necesidad de la mano de obra en el campo bastante limitada.
"El terreno de Grazalema" dice RIERAS (1883:287)— "es en su mayor parte montuoso,
entrecortado de sierras y pedregoso, abundando mucho las encinas, algarrobos
y monte bajo". Y esta afirmación es confirmada por todos los diccionarios
geográficos de España que he podido consultar: PAULA (1845:273), IGARTUBURU
(1847:197), MADOZ (1850:590), MONTANER (1892-737), la Enciclopedia Ilustrada de
Espasa Calpe (1958:1163). Todos ellos ponen énfasis en la industria de mantas y
paños de Grazalema, pero no en la tierra.
Para estudiar la ecología y geografía de Grazalema, consúltese a GAVALA y
LABORDE (1920:56-80), QIESE (1937:1-231) y la tesis doctoral de MULLER (1925).
92
LA FÁBULA DE ALCALÁ Y LA REALIDAD HISTÓRICA EN GRAZALEMA
la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE). Pero, pocos
años después, concretamente en 1883, el Gobierno, con la intención de obstaculizar
el desarrollo del movimiento obrero, acusó a la FTRE de estar
vinculada a los asesinatos atribuidos a «La Mano Negra». Y aunque la FTRE
denunció públicamente las actividades llevadas a cabo por la supuesta «Mano
Negra», el Gobierno aprovecharía la ocasión para encarcelar a un buen número
de anarquistas.
En Grazalema, fueron hallados los cadáveres de Juan Cálvente, Antonio
Vázquez, y, brutalmente golpeado con azadones hasta provocarle la muerte,
el de Román Benítez (Diario de Cádiz, 1977, abril 7:11). Durante varios
años el movimiento anarquista grazalemeño será perseguido por la Guardia
Civil. El diario El Productor, de Barcelona, decía el 16 de septiembre de
1887: «Lo risible de esta cuestión es que pretenden hacer pasar por secreta
una sociedad pública y que hasta ahora no se les haya ocurrido a las autoridades
considerar como delito el hecho de formar parte de la Sociedad de Trabajadores
de la Región Española, pues a ésta y no a otra pertenece la sección
de Grazalema... En las columnas de este mismo periódico hemos publicado
los acuerdos de la Unión de Trabajadores del Campo, y entre sus delegados
figuraba el de Grazalema.»
Por ser cabeza de Partido Judicial, Grazalema fue uno de los centros de
mayor represión de la provincia de Cádiz 3. Detenidos de Ubrique, El Bosque,
Prado del Rey, e incluso de Alcalá de los Gazules, iban andando, con
esposas y encadenados, al pueblo, donde los reclamaba el juez de primera
instancia. En continuas ocasiones, los periódicos obreros denunciaban las torturas
de que eran objeto los detenidos. Cuenta un periódico gaditano, que
en Grazalema se sacaba a hombres detenidos y se les apaleaba de «un modo
horrible», de tal forma que incluso el juez municipal hubo de personarse en
la cárcel y prohibir que ningún preso fuera sacado de la cárcel a deshora,
bajo ningún pretexto.
Con motivo de esta ola de represiones, son detenidos por las autoridades
de Grazalema dos cabecillas anarquistas: Juan García Vega, alias «Adrián»,
y José García, alias «Pelijuán», a quienes se les cogieron documentos que
probaban el haber existido en Grazalema una sociedad de trabajadores, «documentos
—decía, en el mes de noviembre de 1887, el periódico El Manifiesto—
que se refieren simplemente a protección al trabajo y a socorros mutuos.
A consecuencia de esto, han sido reducidos a prisión multitud de trabajadores,
y procesados después por el delito de haber pertenecido a la sociedad
regional, que existió en los años de 1882 y 1883». A alias «El Peli-
3 Para PITT-RIVERS, el anarquismo se introdujo en los pueblos serranos "en
unos casos, debido a la escasez de fuerzas de la Guardia Civil, que facilitaba el
florecimiento del contrabando y el bandolerismo, el anarquismo se extendía, y en
otros el movimiento se propagaba a través de la red del sistema de contrabando"
(1971:220).
93
GINES SERRAN PAGAN
juán» le cogieron también documentos en los que se declaraba «guerra a los
curas y destrucción de los templos».
Durante la década de los años 80 la violencia en Andalucía contra los
terratenientes y las clases altas era un hecho común, producto de una situación
social infrahumana. En Grazalema se vivía la peor crisis económica de
su historia. Se decía en el pueblo que «la industria y la agricultura se morían
por anemia» (Apuntes, 1888:4). Un kilo de pan costaba lo mismo que lo
que se ganaba trabajando toda una jornada. Para agravar la situación aún
más, el alcalde, y otros cómplices, se llevaban del Ayuntamiento el dinero
destinado al Pósito y Tesorería Pública. Un carpintero, que era depositario
del Pósito y cuñado del alcalde, desapareció también del pueblo con el dinero
que el Gobierno había concedido al «fondo de calamidades». La situación
de la década de 1880 fue tan angustiosa que en diez años desocuparon el
pueblo dos mil personas.
El colapso de la industria obstaculizó el desarrollo del movimiento anarquista
en Grazalema. El programa ácrata no podía cuajar en un pueblo sin
recursos económicos, sin industria, sin tierras arables. Así que nos encontramos
que en estos años del 1880, que representan uno de los períodos más
importantes de la historia del anarquismo andaluz, la Unión de Trabajadores
del Campo (UTC) de Grazalema, identificada con el movimiento anarquista,
tan sólo contaba con 225 miembros, cuando había más de cuatro mil obreros
y obreras en el pueblo.
Año 1882
Población Grazalema
Habitantes 8.046
Miembros de la UTC 225
FUENTES: Nettlau, 1969 (citado por Kaplan, 1977:147).
No existe ninguna evidencia histórica que muestre que en los años sucesivos
el número de anarquistas se incrementara en Grazalema. Ni el anarquismo
tuvo en estos años la importancia que le concedió Pitt-Rivers, ni
Grazalema fue el centro anarquista más importante de la serranía de Cádiz.
Ubrique, con una población de 4.868 habitantes, tenía en estos años 1.017
anarquistas, y Benaocaz, otro pueblo perteneciente al partido judicial de
Grazalema, con una población de 2.433 habitantes, contaba con 203 miembros
4. En estos pueblos serranos, pertenecientes al distrito de Grazalema,
caracterizados por una situación económica y administrativa menos compleja,
el anarquismo no se encontró con tantas dificultades.
Véase NETTLAU, 1969 (citado por KAPLAN, 1977:147).
94
LA FÁBULA DE ALCALÁ Y LA REALIDAD HISTÓRICA EN GRAZALEMA
El éxito que tuvo el movimiento anarquista entre la clase trabajadora de
Ubrique se debió principalmente al auge que tuvo la industria de la piel.
El control de dicha industria y de la tierra estaba en manos de una minoría
de familias, provocando en los campesinos y obreros una situación conflictiva.
Esta solidaridad política obrera no existió en Grazalema. Los problemas de
la industria de Grazalema no se debían a la explotación económica de una
minoría, sino que eran resultado de la competencia de la industria textil extranjera
y catalana, y del mismo proceso de industrialización que se estaba
operando en el país. La única alternativa que tuvieron la mayoría de los
campesinos y obreros fue emigrar del pueblo. Mientras que en Ubrique se
daba un proceso de acumulación de mano de obra, Grazalema sufría la dispersión
forzosa de su clase trabajadora.
A 336 metros de altura sobre el nivel del mar, Ubrique es uno de los
pueblos más bajos de la Serranía de Cádiz. El pueblo gozaba de una mejor
situación geográfica que la de Grazalema (a 832 metros), y de una buena
red de comunicaciones que le favoreció el sistema de transportación, el contacto
con centros urbanos importantes como Jerez, Ronda, y Cádiz, y el
comercio de contrabando. La continua demanda de productos de la piel
convirtió a Ubrique en el pueblo industrial más importante de la Serranía
de Cádiz, y es interesante notar que su crecimiento económico comienza precisamente
en el mismo período de decadencia de la industria de la lana de
Grazalema, reflejándose ambos procesos claramente en el índice de población
de uno y otro pueblo:
Años 1877 1892 1920 1940 1975
4.868
8.046
5.739
6.389
5.986
4.470
7.599
2.600
13.500
2.100
Ubrique (habitantes) ...
Grazalema (habitantes).
FUENTES: Riera y Sans, 1883; Montaner y Simón, 1892; Romero de Torres,
1934; Enciclopedia, 1958, 1976.
Decía Polanyi (1975:75), que las sociedades humanas se convierten a
veces en accesorios del sistema económico. El destino de Grazalema y de
Ubrique estuvo en manos de la organización del mercado nacional e internacional.
Y tanto los procesos de desarrollo —en el caso de Ubrique— como
de decadencia —en Grazalema— fueron acompañados por una profunda
transformación en la organización de las dos sociedades. El movimiento anarquista
tendrá una configuración diferente en uno y otro pueblo debido a
esta profunda transformación económica.
95
GINES SERRAN PAGAN
2. Caciquismo de Bohórquez y represiones (1890-1922)
La propaganda anarquista llegaba a Grazalema en forma de panfletos y
folletos que eran distribuidos entre los obreros de forma clandestina. El periódico
El Productor narraba, el 24 de noviembre de 1891, que capataces despedían
a trabajadores en Bornos, Grazalema y Ubrique por leer periódicos
ilícitos en los cortijos. A pesar de vivir en clandestinidad, los anarquistas
grazalemeños estuvieron presentes en los diferentes congresos que celebró la
Federación. Y, a pesar de la enorme represión que tomó el Gobierno, a raíz
del asesinato del político Cánovas, ellos ponen su grano de arena en la lucha
anarquista andaluza que culmina con la toma de Jerez, en 1892. Con motivo
del alzamiento en Jerez, meten en la cárcel al anarquista más activo de la
UTC de Grazalema: José Sánchez Rosa5.
Desde 1899 hasta el 1914, el representante del distrito de Grazalema,
Bartolomé Bohórquez, conservador ortodoxo nacido en Ubrique, reforzó la
fuerza pública con elementos militares. El liderazgo y abuso de Bohórquez
hizo que los liberales crearan una Junta de Defensa de los intereses del distrito
en la que invitaban a «ricos y pobres, artesanos y trabajadores, grandes
y pequeños», a hacer justicia contra su «caciquismo»6. En 1915, los esfuerzos
de los liberales se ven compensados con la victoria del candidato liberal
José Troya: «Ese triunfo contribuye, decía un periódico local, a la liberación
de los pueblos de la sierra, que han sufrido durante mucho tiempo la dominación
oligárquica de un político funesto, la reivindicación del derecho público,
el triunfo de la soberanía popular y el despoblamiento violento y súbito
de un cacicazgo con raíces de quince años que se creía inexpugnable».
Pero, los liberales terminaron también reprimiendo el movimiento anarquista,
y durante la dictadura de Primo de Rivera el movimiento se redujo aún
más.
El anarquismo, después de los años de hambre (1904, 1905, 1906), y
de la represión de Bohórquez, perdió fuerza. Una buena parte de sus miem-
5 Sánchez Rosa fue, después de su maestro, Fermín Salvoechea, el "apóstol
más grande del anarquismo andaluz" (CARR, 1970:495). DÍAZ DEL MORAL (1969:260-
261), decía que "lugar preeminente entre todos los propagandistas ocupa el decano
del anarquismo español, José Sánchez Rosa". Y, Manuel BUENACASA (1928:23),
decía que Sánchez Rosa, junto con Cano, "ha confeccionado sin igual competencia
la historia social de Andalucía". Desafortunadamente, poco se ha publicado
sobre él. He podido recoger gran parte de su obra y numerosos datos que me han
facilitado familiares y amigos. Su familia me dijo que había sido asesinado en
Sevilla, en julio de 1936, cuando contaba 72 años de edad. Su labor ácrata se
desarrolló principalmente en Sevilla, aunque viajó constantemente por los pueblos
andaluces. Sus libros, escritos casi todos ellos en forma de diálogos, fueron
muy importantes entre la clase trabajadora, particularmente El Abogado del
Obrero.
6 Aparecieron en 1914 numerosos artículos publicados bajo el título de "La
Dehesa contra Bohórquez", sobre todo en dos periódicos de Cádiz: uno, El Reformista,
y otro, El Diario Liberal. Es interesante contrastar estos artículos con otros
aparecidos en El Diario Conservador, defendiendo la campaña de Bohórquez.
96
LA FÁBULA DE ALCALÁ Y LA REALIDAD HISTÓRICA EN GRAZALEMA
bros principales estaban encerrados en la cárcel, otros habían abandonado el
pueblo. El grupo que quedaba, aunque viviendo en clandestinidad, no se extinguió
por completo, manteniendo contacto en todo momento con la Federación
Regional. Estos años son los más oscuros de su historia, por las
condiciones económicas que existían en el pueblo y por la persecución de que
eran objeto. Por un lado, el cura don Carlos, hijo de una familia distinguida
de Grazalema 7, trataba de convertir a los anarquistas al Reino de Dios, resistiéndose
a que celebraran entierros «civiles», y obligando a los encarcelados
a tener que comulgar en presencia del público 8. Había algunos obreros
que lo mismo pertenecían al sindicato anarquista que iban a Misa los domingos
o bautizaban a sus hijos. Por otro lado, los conservadores y liberales,
aprovechándose de la situación miserable en que vivían muchos de ellos, los
incitaban a votar por sus partidos a cambio de dinero, oponiéndose así a la
política abstencionista del movimiento 9.
Hubo siempre un núcleo de anarquistas que permanecieron fieles a sus
ideales y lucharon en todo momento por no perder contacto con los demás
Centros de otros pueblos. Así, nos encontramos que la delegación anarquista
grazalemeña estuvo presente en los congresos de la Federación Nacional de
Agricultores Españoles (FNAE), durante los años 1913-1918. La FNAE,
que había adoptado en su organización un sistema de sindicatos locales por
7 Don Carlos Jiménez, arcipreste de Grazalema, era el hermano de un alto
funcionario del Banco de España, destinado en Palma de Mallorca. Este era buen
amigo de don Gabriel Maura Montaner, hermano del entonces presidente del
Consejo de Ministros, y gracias a su influencia consiguió que se construyera la
carretera de Grazalema al puerto de Montejaque. Principalmente por este hecho,
don Carlos y su familia gozaron siempre de la simpatía y respeto del pueblo.
8 El corresponsal del Diario de Cádiz, dice el 10 de junio de 1912: "El día diez
del actual tuvo lugar en la cárcel pública de este pueblo un acto que revistió
una gran solemnidad y presenció casi todo el pueblo de Grazalema. Este fue la
comunión pascual de los individuos que se encuentran en el citado establecimiento
penal... Este acto ha sido un verdadero acontecimiento para el vecindario de esta
villa, contribuyendo grandemente y sobre todo las muchas simpatías con que
cuenta en la localidad el arcipreste doctor don Carlos Jiménez, que con sentidas
y elocuentes palabras hizo verter lágrimas a todos los reclusos durante el acto,
y no menos digno de alabanza es el trabajo asiduo que ha llevado a cabo el capellán
de la prisión, sobrino y del mismo nombre y apellidos que el anterior.
Todas las autoridades asistieron personalmente al acto, señor Juez de Instrucción,
el que también dirigió la palabra; señor don Francisco de la Rosa, alcalde; señores
concejales del Ayuntamiento, y maestros públicos nacionales,"
9 Consúltese la carta que escribe Francisco López Vera, de Ubrique, en 1916,
publicada en El Clamor de la Sierra, diario gaditano, en la que llama a algunos
anarquistas grazalemeños "asalariados de la Compañía de Jesús", y decía que "la
mayoría de esos mismos obreros que abominan de la política, han ido a depositar
su voto en favor del conde". López Vera, republicano, había ido a Grazalema a
hacerle propaganda al partido republicano que dirigía Antonio Ventura y Martínez.
La contestación de los anarquistas grazalemeños a la carta es una crítica
feroz a los partidos de la República. Y, dirigiéndose a Vera, termina la carta diciendo:
"Y en lo sucesivo, sea usted más delicado, más correcto y tenga más vergüenza,
porque si ahora hemos sido un poco atentos, echándole un poco de paja,
otra vez le daríamos en medio de las orejas. Y ¡arre de aquí, que te han visto!"
97
GINES SERRAN PAGAN
toda la región, se incorporó a la Confederación Nacional de Trabajadores
(CNT) que había sido fundada en 1910. La CNT intentaba crear la unión
de todos los trabajadores, siendo el sindicato el centro regulador de la sociedad
obrera, tanto en lo que respecta a la producción y distribución, como
en la formación de las bases de una nueva organización social. La CNT fue
suspendida en 1911 por el ministro liberal Canalejas, que un año más tarde
sería asesinado, y volvió a la arena de la política de 1917, organizando en
este año una ola de huelgas generales en la provincia. Los anarquistas grazalemeños
participaron en 1919 en el Congreso de la Comedia, celebrado por
los cenetistas, con ocasión de la ley marcial que se declaró en Andalucía contra
los sindicatos obreros a raíz del período de huelgas 10.
Interesante en estos años fue la escuela que fundó en el pueblo José
Sánchez Rosa. A raíz de los sucesos de Jerez, Sánchez Rosa fue condenado a
muerte y encerrado en la cárcel de Jerez, junto a otros dos compañeros. De
Jerez, procesado por haberle pegado al vigilante de la cárcel, fue trasladado
a la cárcel de Cádiz. A principios de siglo es indultado y comienza una intensa
actividad ácrata. José —decía Raymond Carr— recorría los pueblos
andaluces hablándole al campesino como a un «ser humano», dándole esperanzas
de sacarlo de su situación, abriendo escuelas para educar a sus
hijos. Aunque no residía en Grazalema, sino en Sevilla, él fue posiblemente
el hombre que más huella anarquista dejó en su pueblo natal.
Por encima de todo Sánchez Rosa fue un educador, y en Grazalema fundó
una escuela. A la apertura de la escuela acudieron, para bendecir el salón
y hacer presencia oficial, el arcipreste y las autoridades del pueblo. Me decía
en Grazalema la condesa doña Amidea Jiménez, quien de joven llegó a conocer
a Sánchez Rosa, que «nadie se iba a imaginar que a los pocos días
de la inauguración se escuchara a los niños cantar en la escuela el himno de
la Internacional». De esta «escuela laica» saldrían «obreros conscientes»,
como Rincón, El Sebio, Diánez, Pardesa, entre otros, que dirigieron, en la
Segunda República, la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT) de
Grazalema. En la escuela, destacaban las enseñanzas del maestro Quiñones,
«anarquista puro», quien llegó a publicar artículos en el periódico Solidaridad
Obrera, de Barcelona. Quiñones, junto con Diego Margara, Pedro Mateos
«del Frontoncillo», don Vicente Pozo «El Canario» y algunos más, formaban
en estos años el grupo de «los anarquistas de verdad».
Los «anarquistas de verdad» eran los «obreros conscientes» que mencionaba
Juan Díaz del Moral (1969:220). Eran hombres que se distinguían por
su hablar mesurado y por su gran afán por la lectura. No fumaban, ni bebían,
ni pronunciaban la palabra Dios. A sus hijos no los bautizaban, sino
que los llamaban con nombres relacionados con la filosofía social y natural
ácrata. Así, nos encontramos en Grazalema con un grupo de personas que
se llamaban «Progreso», «Acracio», «Dalia», «Temi», «Felicidad». Después
10 Consúltese a CALERO (1976:164).
98
LA FÁBULA DE ALCALÁ Y LA REALIDAD HISTÓRICA EN GRAZALEMA
de la guerra civil, y aunque ya mayores, casados y con hijos, todas estas personas
tuvieron que bautizarse forzosamente, cambiando sus nombres de «Aerado
», «Progreso» y demás por «Antonio», «José» y otros nombres de santos
cristianos.
En una carta que publicó el movimiento anarquista de Grazalema en el
periódico El Clamor de la Sierra, en el año 1916, se pueden apreciar algunos
principios ideológicos básicos de estos anarquistas grazalemeños: «La política
es el arte de tiranizar. La política es el arte de engañar para poder gobernar.
Somos antipolíticos porque la política es ley artificial que legaliza la propiedad
individual, la causa primordial de la explotación del hombre por el
hombre y del malestar de la familia obrera. Convencidos de que la República
es política, aconsejamos a los obreros en nuestro manifiesto el que no voten
a favor de ningún partido.»
La reacción de los anarquistas contra los partidos republicanos fue mucho
más radical que contra la misma Iglesia. El manifiesto anarquista grazalemeño
decía así: «Los jesuitas se quedan en pañales comparados con los falsificadores
de billetes de conductas humanas como son los republicanos... Tenemos
muy en cuenta que los verdaderos enemigos de los sindicalistas anarquistas
son muchos republicanos, porque tienen metido en la cabeza que por
causa de nosotros no ha triunfado la República y no comprenden que la República
no triunfa por su impotencia e ineficacia.»
Las diferencias ideológicas entre anarquistas y republicanos persistirán
hasta la guerra civil. Durante estos años, previos a la instauración de la Dictadura
de Primo de Rivera, Grazalema contaba con unos cinco mil habitantes,
y existían en el pueblo el partido conservador, representándolo en el pueblo
Gregorio y Rodrigo Pomar; el partido liberal de Moret, al frente del cual
estaba Francisco de la Rosa, y el partido republicano reformista, que había
sido fundado en 1912 por Gumersindo Azcárate y que presidían en Grazalema
Juan Parra y Juan Villalobos. El movimiento anarquista agrupaba a un
buen número de obreros, pero no representaba a toda la clase trabajadora.
La pésima situación económica, los mecanismos de control y represión políticos,
y el poder de la Iglesia mermaban su fuerza y expansión.
3. Dictadura de Primo de Rivera y la compleja configuración social
y política del pueblo (1923-1931)
Durante la Dictadura (1923-1931), la reacción de Primo de Rivera contra
toda clase de partidos políticos se hizo notar en Grazalema. Primo de
Rivera no solamente atacaba a las ideologías políticas que eran diferentes de
su desfasado ideario político, sino que mostraba una gran hostilidad ante
todo aquello que realzara el individualismo y los derechos individuales. De
aquí su política de eliminación del regionalismo (principalmente del catalán
y del vasco) y del anarquismo. Prácticamente, salvo aquellos grupos que po-
99
GINES SERRAN PAGAN
dían reunirse a escondidas, y los cabecillas que se libraron de no ir a la prisión,
el anarquismo casi dejó de existir. Los partidos conservador y liberal
desaparecieron para dar lugar a la Unión Patriótica, una especie de partido
creado por el dictador, cuyas principales directrices eran guardar fidelidad a
la Nación, a la Iglesia y al Rey. En Grazalema, la UP estaba formada principalmente
por elementos conservadores, sobre todo ex mauristas. Destacaba
en estos años la influencia política de Mariano Ruiz Candil, y del maestro y
alcalde Alberto Duran Tejera.
La «escuela laica» se cierra (véase, sobre las escuelas de Grazalema, Serrán
Pagan, 197Chulillo, el paro obrero crece y la represión política y el poder
eclesiástico aumenta. Don Alberto Duran me decía hace unos años, en Jerez,
que no oyó hablar de movimiento anarquista ni de agrupación obrera similar
en el pueblo, durante los años que estuvo de maestro y alcalde.
Cae Primo de Rivera en 1930. La CNT acuerda que todos los anarquistas
han de aliarse al movimiento sindical. La CNT se refuerza con la Federación
Anarquista Ibérica (FAI), cuya misión consistía en controlar desde
dentro la organización sindical. Ambas se preparan para la «Revolución Social
». Los liberales grazalemeños se dividen en diferentes partidos políticos
y ganan las elecciones municipales en 1931, año en el que se instaura la
Segunda República.
La estructura del pueblo ha cambiado. De nueve mil habitantes que contaba
en los años 1870, se ha reducido la población a unos cuatro mil habitantes
en 1930. El pueblo está arruinado, y apenas existe una economía de
subsistencia. La dispersión de trabajo y la consiguiente emigración que sufrió
Grazalema redujo al pueblo en pequeños grupos de trabajadores con diferentes
ocupaciones. Estas diferencias en las ocupaciones sociales influirían
de forma decisiva en la configuración política del pueblo.
La situación fue diferente en pueblos en donde la mayoría de la población
obrera dependía del campo, donde prevalecía el latifundio, y las tierras
eran fértiles, y ofrecían, con su distribución y labranza, la solución a los
problemas económicos de miles de familias campesinas. O, en pueblos con
grandes recursos industriales, como fue el caso de Ubrique, que estudiamos
anteriormente. En estos pueblos pudo darse una mayor «homogeneidad política
» entre la clase obrera.
En Gralazema, yunteros, mayetos y pelantrines, campesinos que vivían
en la ribera del Gaidovár y que con su trabajo manual y algún ganado trataban
de sacar hacia adelante a su familia trabajando el pedazo de tierra que
habían arrendado, se veían subyugados por el propietario. Así como los administradores,
aperadores, ganaderos y obreros que trabajaban para el gran
labrador. Estos eran, sobre todo, durante la época de la Dictadura de Primo
de Rivera y comienzos de la República, parte de la «clientela» del dueño,
que contaba con la mayoría de sus votos y apoyo.
Pelantrines, rancheros y mayetos se unieron principalmente a las izquier-
100
LA FÁBULA DE ALCALÁ Y LA REALIDAD HISTÓRICA EN GRAZALEMA
das republicanas, pocos pasaron al movimiento anarquista. Al sindicato se
afiliaron durante la Segunda República, casi automáticamente, los braceros
que tenían un mísero jornal, aquellos que sufrían mayor paro estacional, teniendo
que salir a trabajar temporalmente a las campiñas de Jerez y Villamartín
dejando a sus familias en el pueblo. Algunos peones sin oficio se afiliaron
también al movimiento anarquista, así como algunos obreros de las fábricas
de mantas; la figura anarquista más importante, Rincón, era el encargado de
una de las pocas fábricas de mantas que quedaba, la de don Vicente Narváez.
No así se afiliaron al movimiento todos los operarios especializados, como
mecánicos, electricistas, carpinteros, ni todos los obreros de profesión determinada.
También se afiliaron al movimiento anarquista algunos artesanos, como
los zapateros, destacándose por su labor en el sindicato uno de ellos, Palma,
quien llegó a reunir una buena biblioteca de literatura obrera. No se afiliaron
al movimiento los tenderos, industriales, ganaderos, empleados, quienes fueron
a formar parte más bien de los partidos republicanos. La derecha conservadora
la representaba la plutocracia mercantil, los propietarios, los grandes
labradores y la Iglesia. Funcionarios profesionales, comerciantes importantes,
se afiliaron indistintamente a partidos derechistas y a partidos republicanos.
No todas estas personas eran «iguales» en sus relaciones sociales y económicas,
o en la concepción que tenían del mundo en que vivían, como erróneamente
arguye Pitt-Rivers. La desindustrialización del pueblo, su profunda
transformación económica, produjo diferencias sociales y políticas importantes
que no fueron estudiadas por el antropólogo inglés.
4. La Segunda República (1931-1936) y la caída de la CNT
en Grazalema
En la Segunda República (1931-1936), existían en Grazalema los siguientes
grupos políticos: CNT, Izquierda Republicana, Unión Republicana, lerrouxistas,
Unión de Derechas y un grupo pequeño de falangistas. Había, asimismo
personas que eran políticamente indiferentes. Estos movimientos políticos
se agrupaban en el Casino de Artesanos, en el Centro de Obreros de
Oficios Varios, en el Círculo Liberal, en el Círculo de la Unión y en la Sociedad
de San Vicente de Paúl. Estos centros reflejaban los diferentes grupos
políticos de presión que caracterizaban a la época y no la compleja situación
social de este pueblo de la sierra. Esta situación está muy lejos de ser la
que nos describe Pitt-Rivers.
Durante los seis años que dura la Segunda República, se producen diferentes
cambios políticos en el pueblo. En 1931 ganaron las elecciones los
republicanos. Hay huelgas y boicots, como el del «Pájaro» n , producidos
11 El boicot del 14 de marzo de 1932 es digno de relatar. Su protagonista fue
un obrero apodado el "Pájaro". El "Pájaro", en público, le dijo al alcalde que
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GINES SERRAN PAGAN
por el hambre que padece el pueblo. Se protesta contra la ley de «asociaciones
» y jurados mixtos profesionales. Asimismo, hay disconformidad con el
jornal base establecido: un gañán cobraba en Grazalema tan sólo 4,50 pesetas,
mientras que en otros pueblos de la llanura se pagaba más 12. La inflación
existente en el país hace que los precios de la comida suban; muchos
de los alimentos básicos ni llegan a la sierra. El paro obrero aumenta vertiginosamente.
El alcalde ha de ir personalmente a la Diputación de Cádiz a
pedir dinero porque la situación es desesperada para muchas familias. Coincide
esta situación con los sucesos de Casas Viejas 13, en donde la Guardia
Civil fusila a 25 personas, la mayoría de ellas inocentes, hecho que hace que
los republicanos pierdan prestigio. En noviembre de 1933, vence en Grazalema
las derechas en las elecciones, con 600 votos, frente a 19 que tan sólo
lograron la izquierda.
Hay una gran rivalidad en el pueblo entre republicanos y anarquistas,
entre éstos y derechistas que aprovechándose de su victoria trataban de hacerse
con el voto de la clase obrera. Pomar, líder de la Unión de las Derechas,
decía en un artículo titulado «Austeridad y Sacrificio: Papeletas en
blanco», publicado en Cádiz, en el mes de noviembre de 1933: «La pulverización
del castillo de las izquierdas, más que a su enorme incompetencia, se
ha debido a la fabulosa cosecha de odios y ruindades que sembraron...»
Pero, a pesar de la crítica a la «izquierda», y de las promesas en darle
al pueblo «justicia», el paro obrero aumenta, y el hambre se extiende por
las casas de muchos obreros. Muchos van a pedir pan al Ayuntamiento, o a
la Iglesia. Las tiendas no podían fiar más alimentos a la gente, y la situación
para muchos era desesperada. Algunos se ven subyugados por el jornal incompleto
que reciben de las personas «pudientes», o por la ayuda que le
ofrece la Iglesia a través de la Sociedad de San Vicente de Paúl, dirigida por
las esposas de los que tenían más dinero. Muchas de estas personas favorecidas
se convertían en dóciles electores de derecha. Pero ni la izquierda ni
la derecha, incapaces de solucionar la situación económica, pueden ganarse
el voto de la mayoría de los obreros parados. Estos, agrupados en el sindinecesitaba
comida para sus hijos; hacía días que apenas comían. El alcalde le
dijo que lo sentía pero que no podía hacer nada por él. Sin hacer caso al alcalde,
el "Pájaro" fue a una tienda y pidió, sin tener dinero, un poco de aceite, arroz y
tocino para hacerles a sus hijos un cocido. El tendero no quiso despacharle y,
a cambio, le dio dos pesetas de plata, pero el "Pájaro" no quiso aceptar el dinero
e insistió en que se le diera la comida que había pedido. A la negativa del tendero,
el "Pájaro" lo agredió, costándole un año de cárcel. A raíz de este hecho,
una buena parte del pueblo, militantes de toda clase de partidos, le hicieron un
boicot al tendero que duró quince días, arruinándolo.
12 Consúltese el artículo de BREY (1973:229-254).
13 Es interesante consultar, sobre los hechos de Casas Viejas, el capítulo de
Eduardo GUZMÁN (1977:173-191). Guzmán, junto con Ramón Sender, fue el primer
periodista que anunció el hecho. Ambos fueron al pueblo y escribieron sobre
los acontecimientos. Asimismo, es interesante contrastar lo que escribieron con
la interpretación errónea que hace Hobsbawm sobre los hechos (1959).
102
LA FÁBULA DE ALCALÁ Y LA REALIDAD HISTÓRICA EN GRAZALEMA
cato obrero, pasan directamente a formar parte de la CNT, pero no precisamente
porque simpatizaran ideológicamente con la doctrina anarquista, sino
porque era la única alternativa política que tenían para hacer frente al paro.
En 1936, gana el Frente Popular, y la CNT (150 miembros aproximadamente)
y la Izquierda Republicana (unos 75 miembros) serán los dos grupos
de carácter político más importantes del ala izquierda de Grazalema.
Al estudiar la estructura interna del movimiento anarquista, vemos cómo,
ante todo, la CNT trataba por todos los medios de convertirse en una fuerza
de presión política para contrarrestar el desempleo. Esto motivó problemas
en el seno de la organización, sobre todo de orden práctico e ideológico. En
contraste con los «anarquistas de verdad» —los hombres que estaban convencidos
de que la doctrina ácrata podía transformar la sociedad capitalista—
había muchos afiliados que «eran afiliados y no lo eran». Es decir, había
personas que se afiliaban simplemente «por conseguir el carnet» del sindicato,
que le facilitaba trabajar, pero no tenían conciencia de lo que representaba
la ideología ácrata. Un viejo «anarquista de verdad», me decía:
Muchos de los obreros que aceptaron el anarquismo no tenían trabajo
durante todo el año en Grazalema, y marchaban anualmente, por
temporada, generalmente en la época de la recolección, a la campiña
de Jerez, dejando a sus familias en el pueblo. Allí vivían en condiciones
infrahumanas, trabajando de sol a sol, sujetos, por una parte, a la
presión del señorito jerezano, y, por otra, teniéndose que sujetar a las
directrices de los sindicatos de trabajadores del campo. Algunos de
ellos lo pasaron muy mal cuando no participaron activamente en alguna
huelga programada en el trabajo... En verdad, no eran anarquistas,
ellos no sabían lo que era el anarquismo, eran unas pobres gentes
que tenían que estar en alguna organización para poder trabajar.
Para la mayoría, pues, la afiliación en el movimiento anarquista se hacía
no para soñar en un «nuevo mundo», en la «victoria de la Idea», como han
dicho algunos autores que subliman el argumento «milenarista» (i. e., Hobsbawm,
1957)14, sino para solucionar problemas más prácticos, reales e inme-
14 El profesor Eric Hobsbawm ha sido, sin duda, uno de los autores que ha
escrito con más insistencia acerca de la "espontaneidad" y "milenarismo" de los
anarquistas andaluces, a quienes llama "rebeldes primitivos" —a Durruti, uno
de los anarquistas más destacados en la historia del movimiento (i. e., PAZ, 1977;
KERN, 197Chulillo, lo llama un "pistolero noble" (1973:76)—, y nos dice que el anarquismo
español "legitimó la impotencia tradicional del pobre. E hizo de la política
una forma de gimnasia moral... El anarquismo español es un espectáculo profundamente
emocionante para el estudiante de religión popular —fue realmente
una forma de milenarismo secular—, pero no, desafortunadamente, para el estudiante
de política" (1973:76). Hobsbawm estudió superficialmente el anarquismo
español e interpretó mal a Bernaldo de Quirós y a Díaz del Moral. Y esto es algo
desafortunado en la literatura obrera española, no sólo por el alcance que internacionalmente
ha tenido su libro Rebeldes Primitivos, sino porque el autor es
103
GINES SERRAN PAGAN
diatos, íntimamente relacionados con la situación económica y familiar, como
eran las condiciones de trabajo, los salarios y empleos. La CNT, repito, más
que un movimiento ideológico, era, para la mayor parte de los obreros, una
de las pocas opciones políticas que tenían en el pueblo para hacer frente a las
necesidades reales, personales, que padecían.
Existían disensiones y discrepancias ideológicas dentro de la Confederación,
sobre todo entre los partidarios de la «acción directa», y los anarquistas
menos radicales. En varias ocasiones, Rincón y El Sebio, los dos grandes
cabecillas de la CNT de Grazalema, tuvieron que calmar los ánimos de violencia
de estos obreros. Asimismo, una de las tareas más difíciles que tuvieron
estos dirigentes fue liberarse de las presiones que les imponían los grupos
radicales de izquierda que venían de otros pueblos. Estos grupos de afuera
fueron culpables, en parte, de los asesinatos que se cometieron y de la quema
de las iglesias.
El 20 de abril de 1936 se quemaron, no «una», como dice Pitt-Rivers
(1971:133), sino todas las iglesias de Grazalema15. Es preciso recordar que
de una gran talla intelectual, como lo han demostrado sus estudios sobre la revolución
industrial y otros ensayos históricos.
Para Hobsbawm, la introducción del capitalismo legal en una economía rural
y atrasada como la del sur de España, durante la primera parte del siglo xix,
produjo el levantamiento de movimientos sociales revolucionarios (1959:80). Esta
afirmación es, en parte, válida en lo que respecta a la transformación que experimentó
el sector agrario a consecuencia de la "Reforma agraria liberal". Sin
embargo, es limitada, no sólo en cuanto que oscurece las relaciones de producción
en el antiguo régimen y reduce a meras agitaciones arcaicas y primitivas las rebeliones
campesinas que tuvieron lugar en los siglos anteriores, sino también
porque no tiene en cuenta que el capitalismo legal se había introducido en el
sector industrial de la zona rural andaluza hacía varios siglos, motivando levantamientos
obreros. Un capitalismo industrial moderno, como se refiere Hobsbawm,
no fue el único tipo de capitalismo que existía en España. Había, desde hacía
siglos, un "capitalismo políticamente orientado" (utilizando la terminología de
Max Weber, 1947), capitalismo que, en Grazalema se puede apreciar al consultar
el catastro del marqués de Campo Verde (1754), sobre todo al examinar las causas
que crearon descontento en el siglo xvni en el pueblo (i. e., pago de impuestos).
Si consideramos la situación social del campesino andaluz dentro de un sistema
global, en donde la producción agrícola está íntimamente unida a una organización
de Estado, a un sistema de poder, podemos ver cómo el capitalismo
legal se introdujo en España antes y no solamente a partir de las desamortizaciones
del siglo xix. Este análisis supondría un examen nuevo de las bases
históricas del capitalismo en España (i. e., Braudel, 1974; Wallerstein, 1976). En
lo que respecta al sector agrario de Grazalema, las relaciones entre vasallos y
señores habían dado paso, a mediados del siglo XVII, sobre todo a raíz de la venta
al pueblo, por parte de la Corona, de los derechos jurisdiccionales (Sánchez del
Arco, 1887:49-5Chulillo, a unas relaciones propietarios-asalariados o arrendatarios. La
Real Cédula de Felipe IV, confirmando la transacción y venta de los derechos
jurisdiccionales en Grazalema, marca una nueva etapa en el pueblo hacia el régimen
de propiedad privada. Sobre Andalucía, en general, con respecto a este
punto, consúltese, por ejemplo, a Domínguez Ortiz (1976), Calero (1976), Artola
(197Chulillo y Bernal (1974, 1979).
15 Se quemaron las cuatro iglesias y las dos ermitas. En la quema no participaron
todos los republicanos y anarquistas, sino un grupo reducido de personas
radicales, empujadas en gran parte por la columna que vino de Montejaque. La
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LA FÁBULA DE ALCALÁ Y LA REALIDAD HISTÓRICA EN GRAZALEMA
la Iglesia había tenido en el pueblo una importancia enorme durante los
siglos xvn, xvín y xix. Con sus propiedades, su arcipreste, educadores religiosos
y con sus cuatro iglesias y dos ermitas, fue uno de los pueblos de mayor
actividad eclesiástica de la Serranía de Cádiz. La Iglesia ya estaba arruinada
por los efectos que produjo la llamada Junta de Demolición (1836), de Mendizábal,
por lo cual los monjes Carmelitas tuvieron que abandonar el pueblo,
y por la desamortización eclesiástica (1841), debido a la cual perdió sus
tierras 16. A pesar de su pobreza, la Iglesia seguirá conservando en Grazalema,
durante el resto del siglo xix y primera mitad del siglo xx, su estructura
señorial, y continuará unida a la élite local.
Tanto en la quema de las iglesias como en los fusilamientos que se hicieron
a personas de derecha, algunos dirigentes de la CNT y de los partidos
republicanos se opusieron a las medidas extremas tomadas. Por ejemplo, Peña,
el alcalde, partidario de la Izquierda Republicana, se puso delante de una
iglesia con los brazos abiertos para evitar que entrasen y no la quemaran;
pero fue en vano. Poco después, resignaría de su puesto. Melchor, miembro
del Partido Republicano Radical, lo sustituyó, pero indignado por no poder
hacer nada contra el poder de la gobernación, también resignó. En contra de
sus deseos, fue nombrado Fernando Vázquez, afiliado a la Izquierda Republicana.
Vázquez no pudo dimitir de su cargo. «Recibí una orden» —me
dijo— «que si dejaba el Ayuntamiento me mataban». Su autoridad no tenía
fuerza, sobre todo por estar en gran parte coaccionado por la gobernación,
y después por el grupo que llegó del pueblo vecino de Montejaque, el 22 de
julio, mandado por Pedro López.
Rincón y El Sebio se opusieron también a los crímenes y actos de violencia
que estaba cometiendo la columna de Montejaque. «En el pueblo»
—dijo El Sebio desde el balcón del Ayuntamiento— «somos nosotros suficientes
para eliminar a alguien que fuera necesario y, por tanto, nadie de
fuera debe entrometerse en las cosas de Grazalema». A causa de esto, Rincón
y El Sebio fueron tachados de fascistas por algunos miembros del propio
movimiento anarquista. Presas de las luchas internas dentro de los partidos,
unos partidarios de la violencia, y otros en contra de ella, cundió la confusión.
El 29 de agosto de 1936, uno de los encargados de la Comisión de
quema de conventos e iglesias fue algo casi general en toda España (i. e., Thomas,
1963:36; Ramírez, 1969:270; Carr, 1970:583). Sobre el porqué de esta actitud, existen
varios argumentos: La Iglesia había apoyado a la monarquía y a la dictadura;
la Iglesia era rica y el cura vivía sin trabajar; la Iglesia había traicionado los
principios fundamentales del cristianismo; y, finalmente, el argumento principal
de Azaña: "la Iglesia constituía un freno al progreso del país". En Grazalema,
las iglesias de la Aurora y de San José fueron quizá las más afectadas por los
incendios y saqueos, así como la ermita del Calvario. La quema produjo la
pérdida de documentos históricos importantes, así como de estatuas de santos de
gran valor, una de ellas, un niño Jesús, atribuido a la Roldana (véase Romero
de Torres, 1934:399).
16 Consúltese, Fray Sebastián de Ubrique (1944:282-283).
105
CINES SERRAN PAGAN
Defensa, llamado Capacete, de Benaoján (Málaga), dirigió los fusilamientos.
El Libro de Defunciones de la iglesia parroquial dice que once personas murieron
«víctimas de la persecución marxista». Estas personas fueron: un farmacéutico
(75 años de edad), un suboficial de la Guardia Civil (66 años),
un maestro (36 años), un comerciante (49 años), un estudiante (24 años),
un obrero de la construcción (58 años), un banquero (70 años), un herrador
(60 años), un veterinario (23 años), el dueño de la pensión (?) y un
sacerdote que casualmente estaba en aquellos días en el pueblo (73 años).
Los fusilamientos se hubieran multiplicado si no hubiera sido por la actitud
del alcalde Fernando Vázquez, quien se negó a darle las llaves de la cárcel
a Pedro López, salvando así a unas veinte personas que estaban detenidas.
Asimismo, Rincón y El Sebio, protegieron la vida de personas «pudientes»
del pueblo, entre ellas, a uno de los hombres más ricos, dueño de una de
las fábricas de mantas, quien meses más tarde, cuando entraron los nacionales
en el pueblo, escondió en su casa a Rincón, salvándole la vida.
Los fusilamientos sembraron una ola de venganzas en el pueblo. Y cuando
los nacionales entraron en Grazalema, el día 16 de septiembre de 1936,
la represión contra republicanos y anarquistas fue brutal 17. En muchas ocasiones,
se fusilaron a personas no ya sólo por ser republicanos o anarquistas,
sino por odios, rencillas, venganzas, deudas económicas, desenlaces amorosos.
Se cometieron violaciones, robos, saqueos, fusilamiento a una mujer embarazada,
asesinato de un niño para robarle el dinero que llevaba, e incluso, los
encargados de hacer esta «limpieza», obligaron a algunas mujeres a beber
aceite de ricino y a dejarse rapar la cabeza y partes vaginales. La represión
continuó durante la guerra civil (1936-1939) y se prolongó en la década de
los años cuarenta.
Unos hablan de que en total murieron doscientas personas, otros dicen
que fueron cerca de cuatrocientas las víctimas (fuera y dentro del pueblo),
incluyendo a unas treinta mujeres. La cifra es difícil de precisar. La Iglesia
no se opuso a los fusilamientos; los que aparecen registrados en el Libro de
Defunciones parece que murieron de «causa natural». A Argolla, un anarquista
de «acción directa», encargado junto con Capacete y Sacristán de la
Comisión de Defensa, lo mataron en público. Pocos republicanos y anarquistas
pudieron escapar fuera del pueblo y salvar sus vidas; la mayoría fueron
fusilados, muertos en el campo de batalla o encarcelados. El año 1936 repre-
17 Véase, Mora-Figueroa (1974:139). El texto dice así: "La toma de Grazalema
el día 13 de septiembre por las heterogéneas fuerzas que formaban la columna
de Arizón (Caballería, Infantería y algunas fuerzas de Falange que no habían
quedado en las guarniciones antes citadas), encontró ligeras resistencias. Quedó
cortada la resistencia y tuvo que pedir refuerzos a Cádiz. Escasearon las municiones
a Arizón, y en la noche del 14 al 15, una falange al mando de Zamacola
forzó el cerco y entró un convoy con municiones. El día 15, con la ayuda de las
fuerzas enviadas desde Cádiz (Regulares e Infantería del Regimiento de Cádiz),
se rompió el cerco y fue derrotado el enemigo, cogiéndosele muchos muertos.
Las fuerzas de Falange tuvimos treinta bajas."
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LA FÁBULA DE ALCALÁ Y LA REALIDAD HISTÓRICA EN GRAZALEMA
senta la página más dolorosa de la historia de Grazalema. Tanto los fusilamientos
y abusos, por uno y otro bando, dejaron una huella que todavía hoy
no se ha borrado. Las personas que lo vivieron no llegan a comprender cómo
se pudo producir una situación similar. Y es que las sociedades humanas
pueden ser movidas por causas económicas y políticas a situaciones ajenas
a sus propios sentimientos.
5. Ideologías, cultura y economía local: Contrariedades
En la década de los años setenta, se han publicado una serie de trabajos
que han rellenado, en gran parte, la laguna que existía sobre el anarquismo
en la historia del movimiento obrero español. Esta nueva literatura (i. e., Termes,
1972; Lida, 1972 y 1973; Bernal, 1974; Dolgoff, 1974; Meaker, 1974;
Maestre, 1974; Calero, 1976; Bookchin, 1976; Kaplan, 1977; Kern, 197Chulillo
contrasta de forma considerable con las ideas sobre la organización del movimiento
anarquista de Bernaldo de Quirós (1913, 1919), Díaz del Moral
(1929), Borkenau (1937), Brenan (1943) y Hobsbawm (1957). Estos estudios
clásicos consideraban al anarquismo español como un movimiento más
o menos amorfo y efímero, de ideas casi milenarias, caracterizado por la espontaneidad,
indisciplina y romanticismo de sus miembros 18. Por el contra-
18 La crítica va dirigida principalmente al carácter "milenarista" que se le dio
al movimiento anarquista.
Según la tradición milenaria, Cristo, que aparece como un guerrero, después
de vencer al diablo y hacerlo prisionero, instauró el Reino de Dios y reina en él
durante mil años. Al final de este período, el diablo es totalmente aniquilado,
resucitan los muertos y hay una redención eterna. Tipológicamente, el término
"milenarista" se ha empleado para caracterizar a los movimientos religiosos que
esperan una salvación colectiva. Esta salvación, obra de un Mesías dotado de poderes
sobrenaturales, se considera inminente y total, y trae consigo un nuevo
orden sobre la tierra, una transformación completa donde reina la justicia, el
amor y la igualdad entre los hombres. Los impíos son eliminados para dar paso
al reino del pueblo de Dios.
Bernaldo de Quirós (1913, 1919), consideraba al anarquismo español como una
especie de religión secular que trataba de guiar a sus creyentes a un Reino de
Salvación comunitaria, donde imperaría la Idea. Según él, esta religión se adaptaba
perfectamente al clima de Andalucía y al temperamento emotivo e individualista
de sus habitantes. Díaz del Moral (1929) escribiría uno de los mejores
libros sobre el anarquismo andaluz publicados hasta el momento, pero el notario
de Bujalance destacaba, asimismo, el carácter mágico y milenario del movimiento
ácrata. El anarquismo aparece como el movimiento del pueblo oprimido, y es
la misma incoherencia, falta de unidad, y desesDeración de una clase trabajadora
ignorante e inculta, lo que hizo que fracasara en la lucha contra la explotación
latifundista. Borkenau (1937) era mucho más tajante en su creencia y afirmaba
que el anarquismo no era ni más ni menos que un movimiento religioso. Pitt-
Rivers (1971Riendoteiv), aludía también al carácter moralista, naturalista y milenario
del movimiento, recordándole los anarquistas andaluces a los revolucionarios puritanos
ingleses del siglo xvn. Su opinión cambia, más adelante en su libro, cuando
habla ligeramente sobre los cenetistas. Gerald Brenan (1943), quien es uno
de los autores que ha tratado con el anarquismo con mayor profundidad, afirmaba
107
GINES SERRAN PAGAN
rio, la nueva literatura, ha hecho énfasis en situar al anarquismo dentro de
un contexto histórico, social y económico más amplio, estudiando sus estrategias
«racionales», la coherencia y complejidad de su organización y la
fuerza e importancia de su acción «política».
La historia del movimiento anarquista de Grazalema está llena de contrariedades.
Por una parte, nos encontramos con un movimiento social bastante
organizado, con una Junta Directiva compuesta por un presidente y
otras posiciones rectoras 19. El movimiento agrupaba a un número de campesinos,
obreros y artesanos, y se proponía cambiar la sociedad burguesa a
través de una serie de estrategias de lucha, como huelgas, boicot, ocupación
de propiedades. Es un movimiento que participa continuamente en los diferentes
congresos y reuniones que organiza la Federación Andaluza, que sigue
las diferentes etapas por las que pasa el anarquismo andaluz, que trata de
ganarse a la clase obrera para formar un grupo de presión «política». En este
sentido, el movimiento anarquista grazalemeño está muy lejos de ser un
grupo de hombres «arcaicos», de «rebeldes primitivos», tal como nos describe
a los anarquistas andaluces Hobsbawm. El programa fracasó, pero no porque
los anarquistas serranos fueran irracionales o primitivos, sino por razones
íntimamente relacionadas con la pésima situación económica del pueblo, con
las diferencias ideológicas y la falta de cohesión regional dentro del movimiento,
con las divisiones existentes dentro de la clase obrera, y, por último,
con la enorme represión militar de que fueron objeto.
que la principal característica del anarquismo andaluz era su ingenuo milenarismo.
Para Brenan, el anarquismo fue un movimiento profundamente idealista y
religioso moral, sin efectividad alguna como fuerza revolucionaria, objeto de
preocupación no del Gobierno sino más bien del gobernador civil y de la policía.
Refiriéndose al anticlericalismo de los anarquistas, dice el autor: "Me atrevería
a decir que la rabia de los anarquistas españoles contra la Iglesia es la rabia de
un pueblo intensamente religioso que se siente abandonado y decepcionado...
Hasta la misma violencia puede ser calificada de religiosa" (1943:149). Véase la
nota número 14, para un comentario sobre la obra de Eric Hobsbawm, acerca del
movimiento ácrata.
19 La Junta Directiva del movimiento cenetista se componía de un presidente,
un vicepresidente, un secretario, un tesorero, que administraba las cuotas mensuales
(cincuenta céntimos); un bibliotecario, que organizaba la prensa diaria (el
diario de la CNT, La Tierra, La Voz del Campesino, El Luchador, Tierra y Libertad
y otros periódicos y libros ácratas), y tres o cuatro vocales. La Asamblea
se reunía dos veces al mes. Pepe Rincón fue presidente de la Junta, y se destacaron
por su labor administrativa dentro de ella, Juan Rosa (tesorero), Juanito
Palma y Rafael Diánez (bibliotecarios), "anarquistas de verdad". Asimismo, se
destacó, Lobato, vicepresidente durante algunos años.
Cuando entró el grupo de Montejaque, de Pedro López, se nombraron dos Comisiones:
una, de Defensa, en la que destacaban Argolla, Sacristán y Capacete;
y, otra, de Abastecimiento, que se encargaba de proveer alimentos a los más necesitados,
así como ropa. El Comité daba unos vales con los cuales el interesado
podía ir a cualquier tienda a pedir la comida que se le asignaba en ellos. Había
también un economato que repartía comida a las familias. En el Comité de Abastecimiento
participaban personas de diferentes partidos y movimientos, incluyendo
al mismo cura. En el Comité destacaba la labor de Juan Diánez Pozo, obrero
constructor, inteligente, enemigo de la violencia.
108
LA FÁBULA DE ALCALÁ Y LA REALIDAD HISTÓRICA EN GRAZALEMA
Por otra parte, a pesar de su organización, muy pocos de los afiliados al
sindicato eran «anarquistas». Como hemos mencionado antes, durante la Dictadura,
había anarquistas que iban a misa los domingos y bautizaban a sus
hijos, que votaban a la derecha porque se veían subyugados por los propietarios
o por la Iglesia; y que, durante la Segunda República, se afiliaban a
la CNT simplemente porque no tenían trabajo y no por razones de1 tipo ideológico;
la Confederación les ofrecía un carnet con el cual tenían una cierta
seguridad y podían trabajar en algunos lugares. Muchos de ellos no sabían
lo que era el anarquismo, ni participaron en la quema de las iglesias, ni en
ciertas actividades organizadas por el sindicato. Hubo republicanos que se
oponían a la destrucción de archivos e iglesias, y anarquistas que recriminaron
actos de violencia cometidos por radicales. Y hubo dirigentes ácratas que
salvaron a personas ricas, y republicanos que protegieron también sus vidas.
No es fácil de captar que, en estos pueblos, por encima de toda doctrina
social y política, había una familiaridad social y cultural, unas relaciones personales
que en muchas ocasiones no eran compatibles con los principios de
un movimiento ideológico.
Me atrevería a decir que, a pesar de la enorme literatura que poseemos
sobre los años treinta, faltan todavía por hacer estudios detallados sobre el
anarquismo y la guerra civil en pueblos españoles; estudios que reflejen las
contrariedades ideológicas y la complejidad de los hechos cuando son analizados
a un nivel local. Hay excelentes «Memorias» y estudios históricos que
abarcan a España en general, así como extensos relatos de hechos acaecidos
en regiones y pueblos, pero quedan por hacer estudios que reflejen las importantes
diferencias y ambigüedades que existían dentro de los partidos y
sistemas ideológicos en función de la cultura local y del sistema económico.
Faltan estudios que analicen la relación existente entre la vida política nacional
y la estructura social local, entre ciertas ideologías sociales y políticas
impuestas desde afuera (i. e., socialismo, fascismo, anarquismo) y las relaciones
sociales e interpersonales del pueblo; entre un cuerpo abstracto de
ideas y la organización social y cultural de la comunidad.
Algunas conclusiones
El desarrollo del movimiento anarquista en Grazalema se vio obstaculizado
por la caída de la industria textil, por las pocas posibilidades económicas
que ofrecía el pueblo. Su auge lo alcanza durante la Segunda República,
debido a que los afiliados al sindicato obrero pasan directamente a formar
parte de la CNT. Pero, aun contando en sus filas con un buen número de
obreros, la CNT no será, durante sus pocos años de apogeo, el único movimiento
representante de toda la clase trabajadora, y ni mucho menos de todo
el pueblo. Y, menos aún, después de la guerra civil. No hubo anarquistas ni
109
CINES SERRAN PAGAN
conflictos producidos o inspirados por ellos en los años en los que Pitt-
Rivers estuvo en Grazalema.
El anarquismo no dejó un halo permanente de reacción contra toda aquello
que representara autoridad, ni fue un movimiento de oposición contra
«la imposición de influencias nuevas sobre la estructura tradicional del pueblo
» (Pitt-Rivers, 1971:221). El movimiento anarquista fue, durante la Segunda
República, un grupo de presión de carácter político que luchaba contra
el paro, para solucionar la situación económica del obrero. Durante el
período franquista no hubo anarquistas, y la comunidad reaccionaba contra
los que representaban al Estado en el pueblo por el abuso de autoridad y
poder de éstos, pero no por otras causas. Así, el conflicto entre el alcalde
y el pueblo no se debía a la «influencia que había dejado el anarquismo», ni
tampoco a que el alcalde «había nacido en otro pueblo», o por representar
éste «otra naturaleza» —la del Estado— (Pitt-Rivers, 1971:209). Todo ello
pudo influir, pero no de la forma decisiva como nos dice Pitt-Rivers. Lo
que quiero decir es que el pueblo reaccionaba contra la injusticia social y
no contra la autoridad per se.
Tampoco el autor puede afirmar que no hubiera habido movimiento anarquista
en Grazalema si no hubiera existido un egalitarianism, un sentido de
igualdad entre los habitantes (Pitt-Rivers, 1979-321); igualdad en el sentido
de «identidad de naturaleza de todos aquellos que han nacido en el mismo
lugar» (Pitt-Rivers, 1971:49). Esta igualdad es más bien una especie de ideal,
de valor moral, natural e inherente, y, tal como nos define el concepto el
autor, parece ser más propio del romanticismo idealista rousseauniano que
de antropología social. Esta supuesta identidad de naturaleza del pueblo se
opone a la «naturaleza» de los agentes del Estado, quienes representan un
mundo urbano, autoritario, diferente. Es decir, Pitt-Rivers no estudia la sociedad
grazalemeña en términos de las desigualdades económicas y políticas
internas20, sino, en vez, en función de categorías morales, pautas culturales,
20 Este egalitarianism o igualdad, tampoco nos explica la pluralidad política
actual de Grazalema. Hoy día (1979), existen en el pueblo tres partidos políticos
importantes: Unión Centro Democrático (UCD), con 24 miembros; Partido Socialista
Obrero Español (PSOE), con 21 miembros, y el Partido Comunista (PC),
con 21 miembros. El resto de la población simpatiza indistintamente con estos
partidos, pero no está afiliado a ellos. Hay, asimismo, un buen número de personas
indiferentes a la política.
Existen tres sindicatos obreros: Mutualidad Agraria, La Unión General de
Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CC.OO.). La Mutualidad Agraria
agrupa a la mayoría de los obreros autónomos y eventuales, independientemente
de cualquier ideología. La UGT tiene 160 miembros y respalda al PSOE. CC.OO.,
por su parte, tiene 40 miembros y está identificada con el PC. A excepción de la
Mutualidad Agraria, ninguno de los sindicatos o grupos mencionados existían en
el pueblo durante la época franquista.
Antonio Lara Sánchez, secretario general de la UGT, me decía: "El obrero
busca sobre todo un apoyo laboral. En el sindicato tiene un abogado, una cierta
seguridad. De aquí que los obreros, la mayoría de ellos, se asocian al sindicato
por el provecho que pueden sacar de él. Afiliarse a un partido, sin embargo, es
110
LA FÁBULA DE ALCALÁ Y LA REALIDAD HISTÓRICA EN GRAZALEMA
costumbres y world views divergentes. Categorías que no nos explican la
complejidad interna de Grazalema, la pluralidad política, las diferencias de
clases sociales, las divisiones dentro del mundo obrero, las rivalidades entre
las hermandades, las disensiones en el mundo simbólico y religioso de los dos
barrios del pueblo.
A pesar de creer que el anarquismo era la clave para interpretar las
nuevas ideas y valores, y comprender el conflicto entre la comunidad y la
nación, el autor no estudió las causas que motivaron dicho movimiento, ni su
desarrollo en Grazalema, ni su relación con la religión21:
Juzgué prematuro publicar mis materiales sobre la religión y el
anarquismo en aquel tiempo y decidí reservarlos para un libro posterior,
el cual aún pienso escribir... El anarquismo, por tanto, como una
fe anticlerical, una división en la estructura de la creencia, pertenece a
este otro volumen (Pitt-Rivers, 1971 Riendoteiv).
Han pasado veinticinco años y el autor no ha vuelto a Grazalema, no
mantiene ningún lazo con el pueblo, ni ha escrito el libro que prometió. Pitt-
Rivers usó al pueblo como «ejemplo etnográfico» para aplicar las ideas de
Simmel, y sobrevalorizó la importancia del movimiento anarquista simplemente
para demostrar una teoría del conflicto. Con ello, el autor no hizo más
cuestión ideológica y les interesa menos". E incluso, con respecto a la actitud
de los afiliados a los partidos, los dirigentes Miguel de la' Oca (UCD), Antonio
Ruiz (PSOE) y Vicente López (PC), coinciden al decir que los afiliados tienen
muchas ilusiones en trabajar por solucionar los problemas más importantes del
pueblo (i. e., industrialización, turismo, agua, vivienda), pero tienen poca conciencia
ideológica de la política de sus respectivos partidos.
Las diferencias en las ocupaciones sociales corresponden de cierta forma a la
afiliación a los partidos. Así tenemos que, a la UCD pertenecen mayormente
comerciantes, profesionales y pequeños propietarios. Los miembros del PSOE
son principalmente obreros que trabajan en la construcción o en ICÓN A —-empresa
estatal que se encarga del cuido forestal, cuya misión es realmente rellenar
puestos de trabajo para evitar el paro—. Los afiliados al PC trabajan en
la construcción y en el campo.
Esta "pluralidad política" es más bien una "pluralidad social", más relacionada
con la situación laboral de los afiliados que con la conciencia ideológica del partido.
El partido se supedita en gran parte a la idiosincrasia del pueblo, y se convierte
en una especie de agrupación social y cultural que reúne a personas con
similares estatus sociales y condiciones económicas de vida.
Esta heterogeneidad social contradice tanto al egalitarianism como a la homogeneidad
del "pueblo" que pregoniza Pitt-Rivers.
21 El autor, al creer que el anticlericalismo que predicaron los anarquistas influyó
de forma determinante al pueblo no estudia el rol social de la religión.
Pitt-Rivers nos dice que los anarquistas quemaron "una iglesia", y generaliza este
hecho como si el anticlericarismo de los anarquistas hubiera sido la característica
general del pueblo: "...el pueblo tiende a mostrar hostilidad hacia el orden temporal
de la Iglesia..." (Pitt-Rivers, 1971:221). Pero no aprendemos el cómo o
porqué de esta hostilidad, tan sólo se limita el autor a decirnos que el movimiento
anarquista produjo tal actitud (1971Riendoteiv, xxi). El hecho es que le da más
importancia en su libro a las dos Sabias (ancianas que se les atribuía "gracia"),
111
GINES SERRAN PAGAN
que crear la fábula de Alcalá de la Sierra, y alejarse de la realidad histórica
y social de Grazalema.
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pueblo, que a la función de la Iglesia en la sociedad y cultura local. A las dos
Sabias el autor les dedica un capítulo, cuando tan sólo una minoría se dirigían
a ellas, la mayoría se burlaba de sus prácticas. En Grazalema, las Sabias no
tenían la importancia social que les concedió Pitt-Rivers, pero el autor se valió
de ellas para realzar, de cierto modo, el supuesto "anticlericalismo" del pueblo.
Para Pitt-Rivers —pero no para el pueblo—, magia y brujería aparecen como
algo natural a la cultura local de la comunidad, mientras que la religión representa
un elemento externo, impuesto desde afuera. El autor no tiene en cuenta
que los pueblos andaluces son anticlericales antes de que Bakunin hubiera nacido.
Pero la religión juega un papel importante en sus cosmologías. Centrarse,
como hace Pitt-Rivers, en el estudio del "anticlericalismo", en una sociedad como
la andaluza, donde la religión está en gran parte inmersa en su historia y cultura,
es pasar por alto un aspecto importante de la vida social de Grazalema.
No sólo hemos de considerar a la religión como un fenómeno social, sino que
debemos de relacionarla a la organización social y al proceso psicológico. El
autor no hace ni una cosa ni la otra, de aquí que no aprendamos de su trabajo
cómo relacionar el sistema ideológico con las relaciones sociales, o cómo explicar
las importantes diferencias que existen dentro de estas relaciones. No hay interdependencia
entre la ideología y las normas sociales en el libro de Pitt-Rivers.
112
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NOTAS

Puntos:
08-09-09 20:45 #3172479 -> 3171376
Por:No Registrado
RE: Grazalema 2
Gracias por la aportación. Pero lo podías haber colocado en "documentos", que es donde van todo este tip de informes, documentos historicos, antropoógicos...Ademas, hubieras comprobado que algunos de los textos expuestos están ya colgados. De todas formas siempre es bueno recordar un poco la historia de este pueblo, pero un poco de orden no viene mal.
Puntos:
09-09-09 00:11 #3174528 -> 3172479
Por:No Registrado
RE: Grazalema 2
killo ke pesao kien va leeer eso no tengo tienpo un saludo chao
Puntos:

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