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Grazalema - Cadiz

Poblacion:
España > Cadiz > Grazalema
07-03-09 20:28 #1904939
Por:Jopichi.

Dedicado al Señor Lucas...
En la helada noche de Reyes solo se oían palpitar los ladridos de los perros.

Decían los viejos que hacia Años, que el invierno no regalaba madrugadas tan frías, los campos amanecían teñidos de blancas heladas, y no era extraña, la mañana que clareaba con una nevada de las que amputaban las ramas de los árboles y aplastaba las retamas con el frió peso inmaculado.

Y de todas las noches, sin duda alguna, esta era la más fría.
La oscuridad pesada y glacial, derramaba un olor putrefacto por las lúgubres veredas…
Por una de ellas, desde puerto Chico, seis pares de ojos brillantes se clavaban en las luces tintineantes del Pueblo.
Las bestias resoplaban nerviosas y el aliento caliente envolvía sus hocicos amoratados, la mula que cargaba dos grandes fardos parecía por momentos volverse mas tozuda que de costumbre.
Cabalgaban en un silencio sepulcral, únicamente roto por el redoble tranquilo de los cascos de los caballos.
Nadie hablaba; Nadie tenía nada que decir.

Una parte de la partida, pronto llegaría a Grazalema, allí, Manuel el Barbero, les esperaba inquieto, hoy no habría buenas noticias, y aun sin conocerlas, todos las presentían de antemano…
Podía oírse como el viento chivato, tañía en las copas de los pinos campanas de muerte.

Cuatro de los jinetes, desmontaron en la Fuente Abajo, y acercaron sus monturas al pilar, donde ya a estas horas flotaban carámbanos translucidos, solo una de las best1as se dispuso a beber con estruendoso nerviosismo.

Uno de los dos hombres que aun permanecían sobre sus caballos, tiro de la manta que cubría su cara y que solo dejaba ver unos penetrantes ojos verdes azulados, dejando al descubierto un rostro moreno de rasgos perfilados y hermosos, el pelo negro azabache, ensortijado sobre la frente, le daba un aire de niño travieso con cara de bueno, sus manos entumecidas por el frió, asían fuertemente las riendas de un caballo tordo, inquieto e impetuoso.

-El Saborío, se viene conmigo.
Su voz profunda y sus palabras pronunciadas como si resbalasen de su boca, retumbaron en las paredes húmedas del lavadero.
-Vamos en busca de Manuel, que me diga donde esta la Jerónima, y a quien tengo que vaciarle las tripas….
Continúo murmurando en una voz que cada vez bajaba más de tono hasta convertirse casi en un murmullo ininteligible.
De los seis hombres el que más llamaba la atención no solo por su estatura y corpulencia descomunal si no por el color de su pelo, rubio platino casi blanco, preparo el estribo de su caballo y mirando al jefe de la partida objetó:
-José Maria, esto me huele a podrio, yo voy con Ustedes, por si hacen falta trabucos…
-¡ No Nevaó!, ¿de aquí no se mueve ni Dios!, que pa despachá al “lengua” ese me sobro y me basto yo, así que, suelta las riendas y ahí quietecito; Ustedes vais a esperar a que apaguen los Candiles, y luego bordeáis el pueblo por el río arriba, poner cautela, que hasta las lajas tienen ojos, amarráis los bestias y trabáis la mula en el rellano de la Fuente del Chorrito, que el Esteban se quede al cuidao de ellas -suspiro profundamente, mientras recolocaba la manta sobre la lustrosa montura, miro de nuevo a los inquisidores ojos que le rodeaban y continuo hablando pausadamente -Con Ustedes tres nos veremos mas tarde en el muro del huerto de San José, donde los frailes tienen las gallinas, no os acerquéis a las pocilgas de abajo, para que los puercos no hagan ruido, ¡y lo dicho!, ponerme mucho cudiao, mucho cudiaito…

Dicho esto, rozo levemente los tacones de las botas por los bajos de su caballo, que presuroso inició la marcha hacia las foscas sombras de la calleja que llevaba hacia el centro del Pueblo, el Saborío sin dirigir ni una palabra o una mirada al grupo, estribó su pie, monto calmoso al Jamelgo, y se dispuso a seguir a su jefe con la determinación propia de un mercenario.

Las sombras que proyectaban la esquina pronto engulleron a los dos jinetes, mientras el resto del grupo, sumergidos en un silencio sepulcral se encaminó hacia el lado opuesto.



Un podenco al que se le pegaba el pellejo a los costillares, se dirigió ladrando nervioso hacia los dos hombres a caballo, uno de ellos le chistó severamente, y el perro se arrimó a la pared sin cesar de ladrar ruidosamente.
-No ya veras tú, que el asqueros0 chucho este va a despertar a medio Grazalema, como me caliente mucho, me bajo y le meto un cepazo.
-No tenemos tiempo pa perros, Saborío, tenemos cosas más importantes que arreglar, hay esta la Iglesia, y hemos quedado con Manuel, en el Callejón del Cura, junto a la casa del Capellán, hay mismo –Hizo un gesto con la barbilla señalando el lugar del que hablaba.
De pronto entre la penumbra, una sombra salto al centro de la calle, delante de los jinetes, los cuales, entre el sobresalto de los caballos, y la turbación que les produjo la sorpresa, agarraron vertiginosamente las empuñaduras de sus pistolas que ya llevaban amartilladas, por si las moscas.
-¡José María, José Maria, que soy Yo, que soy Yo, que... que soy Manuel…!
El hombre que surgió de las sombras, temblaba estrepitosamente, mientras gritaba a los hombres a caballo que permanecían desconcertados frente a el.
-¡¿Pero tu eres tonto Manuel?!, ¡Ha faltado un pelo!, pa que te descerraje dos tiros a bocajarro, ¿Pero no hemos quedado hay arriba?, ¿Cómo te vienes aquí, y asomas de esa manera?, La primera y la ultima, Manuel, ¡la primera y la ultima!.
Concluyó, su frase mirando fijamente a los ojos del hombre que se sostenía de pie, gracias a la pared, a la que había ido acercándose mientras el hombre del caballo tordo, le recriminaba severamente la necedad de aparecer de improviso, y fuera del sitio acordado.
Sin poder dirigir aun la vista directamente a los ojos de su interlocutor, y con la voz temblorosa Manuel se dispuso a hablar entre respiraciones entrecortadas producidas por el susto y el respeto que le mantenía al hombre que tenia enfrente,y que gracias a Dios, poco a poco, se iba calmando de la sorpresa.
-Buenas noches Don José… y compañía, siento mucho haber aparecido de esta forma, de verdad que no era mi intención sobresaltarles a Ustedes, a lo mejor me tenia que haber dejado ver un poco antes, y no salir de repente, de verdad que lo siento muchísimo.
-Por poco te vuelo el melón de un plomazo, cacho tont0. –Contesto el Saborío con una voz de absoluto desprecio.
José Maria, escrutó serenamente a su compañero, y dijo- Vale ya Saborío, vamos a tranquilizarnos- Dirigió la mirada hacia el hombre que parecía haber empequeñecido, y dijo:
-Venga Manuel, que tampoco pasa ná; vamos a lo que vamos… ¿Dónde esta la Jerónima?, ¿y como está?... y sobre todo quiero saber quien ha sido el que ha cantado, que tenemos que arreglar cuentas con ese pájaro.
-Ella esta bien Don José,
-Sobra el “Don”, Manuel. Ese lo dejas pa el corregidor, los migueletes y los Señoriítos. –Le interrumpió tajante José Maria.
-Bueno… José, ella esta bien, esta en el Cortijo de las Vegetas, con su Madre, ya sabe que su mujer tiene un embrazo muy complicado, y el día 21 salio de cuentas, ya ha pasado más de dos semanas y todavía no ha parido, por lo que la matrona ha dicho que habrá que provocar el parto con paños calientes y masajes, lo van ha hacer esta noche, la matrona hablo con Inés, su suegra, y acordaron que era mejor que se llevara a la Jerónima al cortijo de las Vegetas, donde ellas faenan a diario en el Batan, por que…
-Sigue hablando Manuel, ¿Qué es lo que pasa?, Pregunto nervioso el Bandolero.
-Que la Jerónima está en el Cortijo, y la tienen vigilada pa… trincarlo a Usted José Maria…
-¿Quién ha sido el que ha dado el chivatazo?.-Dijo el Saborio, que no había vuelto a hablar desde que su Jefe le mando a callar.
-Diego, el Cocinero de la Posada, estamos seguros que fue él, lo vieron hablando con Ernesto el Cabo primero de los migueletes, Diego se había enterado por su cuñada, la moza vieja, de el estado de salud de la Jerónima, y donde se la iban a llevar a parir, se les vio charlando a los dos en el banco los flojos y a raíz de la charla con el Cabo, empezaron a movilizarse los migueletes.
-¿Y cual es el plan para trincarme, Manuel?.
-Muy simple José Maria, van a dejar que llegues al Cortijo, por que saben que vas a ir a ver a tu hijo, los que vigilan el Cortijo avisaran a los guardias, y cuando salgas…
-¿Qué?, cuando salga ¿Qué?
Manuel, agachando la vista, pronuncio solemnemente las palabras.
-José Maria, os van a coser a plomazos.
De nuevo el hosco silencio invernal, perfilado por el bisbiseo continuo del viento Norteño, envolvió por unos minutos el crepúsculo.
El Tempanillo, inclino levemente la cabeza en signo de agradecimiento, y Manuel henchido de orgullo, se llevo la mano al pecho, golpeándolo con firmeza y dijo:
-Para lo que quiera José Maria, para lo que necesite, sea lo que sea aquí me tiene, le debo la vida de mi hija no olvidare nunca que Usted se saco el pan de la boca para dárselo a mi mujer cuando me encerraron por robar las dos gallinas, no lo olvidare nunca Don José.
El bandolero dirigió lentamente su mirada de Manuel al Saborio, que mimetizado en las sombras observaba atento la escena, y dijo:
-¡Saborio!, que Manuel te lleve donde esta ese Cabr0n, quiero que lo cosas a navajazos, y lo finiquites cortándole el labio, que los demás sepan que con el Tempranillo no se juega, ten cuidao y llévate amartillado el trabuco y las pistolas, por si acaso, luego te reúnes con los otros y os largáis del pueblo hacia la cueva de Montejaque,, donde esta la partida, yo me voy a buscar a la Jerónima.
El Saborio, con su rostro imperturbable, asintió parsimonioso, mientras ordenaba con un gesto a Manuel que le indicara el camino para ajustar las cuentas pendientes, solo miró atrás una vez, para ver como su Jefe se encaminaba con agallas hacia un destino incierto



Los cascos del caballo se escurrían continuamente por las rocas húmedas de la calzada, una fina cortina de agua rebotaba sobre la anaranjada laja del Tajo, que parecía combarse sobre su vientre calizo para proteger de la lluvia al Bandolero.
A lo lejos se veían los candiles encendidos del Cortijo de las Vegetas.
En su interior, en la cocina, donde hacían la vida después de las peonas los jornaleros, el caprichoso destino había querido cambiar una vida por otra, Maria Jerónima yacía inerte, la entrepierna cubierta de sangre, junto a ella, sentada sobre el colchón de paja ensangrentado, la matrona acunaba a un bebe recién nacido, tan débil que su cabecita bamboleaba al ritmo del contoneo acompasado de los brazos de la comadre, que miraba al crío con el rostro enjuto y apesumbrado.
A escasos metros de la puerta principal del Cortijo, el Bandolero oyó claramente como se alejaban al galope los cascos de un caballo, José Maria pensó que seria un centinela de los que montaban guardia, probablemente estaría formada al menos por dos parejas de migueltes apostadas a cada flanco del Cortijo, un guardia daría el aviso, mientras el otro vigilaba por si ocurrían incidencias, probablemente en cuestión de media hora el cortijo estuviera rodeado por varias patrullas, cargadas de pólvora hasta los dientes.
El Tempranillo, cruzo la verja de hierro que custodiaba la entrada al Cortijo, y que permanecía abierta, y se encamino por el centro cruzando el patio empedrado, hacia la puerta iluminada de la cocina.
Desmonto del caballo y ató las riendas a una argolla mohosa, a la izquierda de una calmosa yegua negra, junto al pilón de piedra que servia de abrevadero para las bestias.
Empujó la puerta y su rostro afilado, se sobrecogió al contemplar la escena.
Mientras se dirigía hacia el lecho de paja, sus pies arrastraban la amargura y la desesperación que reflejaba su mirada, sus ojos desconsolados rebosaban angustia, una angustia afligida, ahogada, por no haber llegado a tiempo y por no poder hacer nada…
Se sentó sobre el jergón, apenas rozando levemente el cuerpo de su mujer cubierto solo por un desgastado camisón blanco teñido de rojo en la parte del vientre, y con el dorso de la mano, acarició despacio, con adoración la mejilla de su idolatrada compañera, cuyo rostro impávido parecía sonreírle por ultima vez.
Apoyo su cabeza sobre el pecho de Maria, y un llanto sereno, broto de sus entrañas, entrecortado a veces por algunos suspiros ahogados.
Inés, con los ojos embotados por el llanto, con una voz henchida de resignación, puso la mano arruga sobre el hombro derecho del Bandolero y dijo:
-José hijo mío, ¡No se pudo hacer nada!, todo vino torcido desde el primer día, y no ha habido remedio, la comadre Luisa, ha hecho lo que ha podido, ha hecho lo imposible, -mientras decía estas palabras tomo de la comadrona el bebe enclenque que esta mecía en sus brazos, y lo acerco hacia el hombre desconsolado, -José, aquí esta tu hijo, ¡es un niño, como queríais!, - exclamo la Suegra intentado imprimir un falso acento de alegría a su voz apesumbrada.
El Bandolero lo tomo en sus brazos, lo alzo sobre su cabeza, y dijo mirando al recién nacido:
-Hoy va a ser la primera, pero te juro por tu Madre que yace ahí muerta, que va a ser la última vez que tengas que salir huyendo de nadie, ¡te lo juro por mi vida!
Dicho esto, saco los alfileres que sujetaban el cinto, y aflojo la faja, envolvió al niño en la pequeña tela que cubría su cuerpecito, y lo coloco cuidadosamente en el hueco de la cintura, mientras que giraba la faja y lo asía fuertemente a su talle.
Dirigió su mirada hacia uno de los braceros que habían contemplado mudos la escena, y le dijo:
-¡Tu!, -el hombre se sobresalto notoriamente asustado- ¡Quítate la camisa! –el hombre obedeció sin rechistar-, Quiero que la rellenes de paja, le metas el cabo de una zoleta, y la ates lo mas recta posible a la montura de mi caballo,- con un movimiento rápido se quito el chaleco, y dirigió su mirada a otro de los peones- ¡Y tu, ayúdale!, luego le ponéis al espantajo mi chaleco y apagáis todos los candiles de la casa, ¡vamos, daos prisa!
El Bandolero, comprobó la pólvora y amartillo sus dos pistolas que introdujo en las polainas, arrastrando los pies se dirigió hacia la pared desconchada, a cada paso la cabecita del bebe penduleaba hacia los lados, tomo uno de los trabucos que colgaban de una percha hecha con los cuernos de un venado, desato del cinto el pequeño saco de pólvora negra, y cargo la recamara mohosa del arma, introdujo el plomo, que sustrajo de un pequeño zurrón de cuero lustrado, y levanto serenamente la mirada hacia el resto de los ocupantes de la cocina que le observaban expectantes.
-Cargar a la Jerónima, en la grupa de la yegua que hay fuera, me llevo a mi mujer y a mi hijo.
Nadie respondió, un silencio como de velatorio inundo la sala, se podía oír el crepitar de la hoguera, y el latir nervioso de los corazones.
La Madre de la difunta se dirigió directamente a su yerno y le dijo apesumbradamente:
-José hijo, ¿Qué pasa?, ¿Por qué has dicho que hagan el muñeco, y lo amarren a tu caballo?, ¿Están vigilando fuera?, ¡José, No, José por favor…!
Los sollozos nerviosos se apoderaron de la anciana, que languideció sobre los brazos de uno de los trabajadores, que intentaba con ternura separararla de la espalda del Bandolero, a la que se había asido con una fuerza inusual mientras repetía mecánicamente -¡No te lo lleves al monte, José, No te lleves a mi nietito, José!, ¡No te lo lleves al monte, a mi nietito no, no, no!
El Tempranillo, poso delicadamente sus manos sobre los hombros de su suegra, y con ternura replico:
-No se preocupe Doña Inés, que su nieto va a crecer seguro en casa de su abuela, pero antes tiene que ser bautizado de los brazos de su Padre, y yo le Juro a Usted, que se va a bautizar en la Encarnación, con las campanas repicando, y con las puertas de par en par, ¡como si fuera el hijo de un Señor, y una gran Señora!
Dicho esto se volvió hacia los dos hombres que esperaban ansiosos las disposiciones del Bandolero.
-¡Vamos al patio!, quiero que cuando de la orden, abráis la cancela y golpeéis la culata de mi caballo para que salga corriendo al galope, poner cautela de que el muñeco que lleva este bien atado, ¡Quiero que esos puerc0s que me esperan descarguen los primeros tiros, contra el espantajo, si tengo suerte, mientras descubren el engaño y recargan los trabucos, me dará tiempo de llegar a las encinas, de ahí a cubierto y al galope por el Monte abajo, me encajo en la Sierra de Ronda… -Poso la mano sobre el rostro de su mujer- si Dios no quiere que esto funcione, te acompaño en el viaje Maria. - Mientras se preparaba para espolear a la yegua negra con el cuerpo a la grupa, miro expectante a los hombres y grito con todas sus fuerzas -…¡AHORA!

Nada mas cruzar la verja oxidada, el caballo con el muñeco de paja, se vio envuelto en un ruido ensordecedor, de los matorrales que rodeaban la casa, enormes nubes de humo blanco contrastaban con las prietas sombras nocturnas, el caballo tordo emitió un agónico relincho, y doblo las manos delanteras dando con su hocico en el suelo, y rodando estrepitosamente por el camino encharcado.
Como un relámpago, una yegua negra cruzo la puerta, cabalgando como una exhalación se encamino hacia el bosquete de encinas, que estaba junto al cortijo, únicamente le acompañaban, el sonido de algún trabucazo que había dado tiempo a recargar y las maldiciones de los migueletes, que luchaban nerviosos por recargar lo antes posible sus armas humeantes… asesinas de espantapájaros..
Puntos:
08-03-09 13:56 #1907346 -> 1904939
Por:Pinsapito

RE: Dedicado al Señor Lucas...
Bueno de verdad Jopichi!
Hay muchos escritos aqui que deberian ir a algun archivo y este es otro de ellos.
Leyendote me parece oler el miedo, sentir la tragedia, el odio.
En aquellos tiempos la vida tenia poco valor y los hombres se la jugaban constantemente, las delaciones (chivatazos), las injusticias, la pobreza y la ignorancia eran sufridas por casi todos, las mujeres morian en los partos muy frecuentemente, una persona era vieja a los cuarenta..........etc.etc.
Creo que expresas todo aquello muy bien en tu escrito Jopichi.
Tienes arte pa dejarselo de sobra.
Enhorabuena.
Un saludo
Puntos:
09-03-09 22:15 #1915796 -> 1907346
Por:Rocafuerte

RE: Dedicado al Señor Lucas...

Una vez más amigo Jopichi me sumo a los que te están expresando el reconocimiento de tus buenos textos. Sobre lo ya dicho, sólo trasmitirte la idea de que algún día deberías pensar en publicar tus trabajos. Hay muchas formas de hacerlo y aunque lo ideal es una editorial, hay otras formas posibles. ¡Algún día hablamos!. Enhorabuena y un abrazo.
Puntos:
08-03-09 21:37 #1909379 -> 1904939
Por:cubilete

RE: Dedicado al Señor Lucas...
jopichi,es que alucino con tus relatos.me ha encantado y a la vez q lo leia,me imaginaba los escenarios,los personajes,gracias por regalarnos estos ratitos.me encanta....
Puntos:
09-03-09 20:55 #1915190 -> 1909379
Por:abies

RE: Dedicado al Señor Lucas...
Sepa vd. Jopichi que tiene en mi una rendida admiradora. Sus líneas claras y sencillas están cargadas de conocimiento y transmiten emoción en su lectura. Ya quisieran muchos escritores para sí la calidad que vd. destila. Un abrazo.
Puntos:
09-03-09 22:22 #1915842 -> 1909379
Por:Rocafuerte

RE: Dedicado al Señor Cubilete

Aprovecho Cubilete para agradecerte también el texto que un día dejastes perdido en cualquier rincón de este foro. El sabor a lenguaje grazalemeño me traslada al pueblo y a la imagen de algunos paisanos que ya hace tiempo que no veo y no oigo expresarse de esta forma. Gracias por tu evocación. Un abrazo.

El texto es este:

este año,esparragos,caracoles,taganinas de la sierra......amigo pinsapito,esta primavera,las cagarrias a enboza,tenemos q ser listos,y cojerlas antes q los zareños y los turcos mahometanos....esta primavera aguita pa mi habas,san isidro,se alegrara y se recortara la barba el dia antes de la romeria...y el chinbiri lo cambiara por manzanilla fresquita.....chorros fresquitos en las tardes de calor en la aguanfria...y los huertos de Amelia la Azalea.....llenitos de cerezas y lechugas.....
Puntos:
09-03-09 23:13 #1916224 -> 1915842
Por:odyson

RE: Dedicado al Señor Cubilete
Sr. Jopichi si este texto es totalmente de su cosecha, es una lástima que se quede aqui, y no lo puede "disfrutar" más gente. Aunque no sé si estás a favor o en contra o ni fu ni fa con el ayuntamiento actual, como me gustaría que estos textos aparecieran en el programa de feria para que lo disfrutaran los grazalemeños (es el único texto que lee todo el mundo, o al men os lo ojea), aunque fuese a través de un seudónimo.
Saludos
Puntos:

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