Cádiz - Cadiz

La Junta está orgullosa de generar programas públicos de alimentación infantil, cuando eso debería causar oprobio.

SIENDO montañés, como lo soy, una vaca nunca es vista en términos de la carne que genera sino de la leche que produce. Cuando el conde de Motrico fue candidato al Congreso por Santander en las elecciones generales de 1982, hubo un rival local, de cuyo nombre prefiero no acordarme, que no encontró mejor forma de descalificar al veterano hombre de Estado que preguntarle si sabía ordeñar una vaca. Así nos fue a todos.

Ahora nos hemos encontrado a un «engendrador» de riqueza –desde un lugar tan impropio como un sindicato– que acumuló tanta y la repartió tan generosamente entre su círculo íntimo, que su santa madre ha tenido a bien declarar que «en esta casa hay mucho dinero, como para asar una vaca, pero no lo vais a encontrar». Los términos en los que la señora se dirigía a la Policía se prestan a confusión. ¿Es que en su finca la combustión de la lumbre en la que se asaban las vacas había que hacerla con billetes por falta de leña?

Lo que sí sabemos es que el caso de los ERE andaluces, el mayor escándalo de nuestra democracia –que ya es decir– y que ha revelado ABC a lo largo del último año, se ha producido en paralelo con una situación que se ha revelado esta misma semana: desde el pasado lunes la Junta de Andalucía ha empezado a repartir desayunos y meriendas a los niños que se beneficiarán de un decreto de medidas extraordinarias y urgentes para la lucha contra la exclusión social, que comienza por las denominadas «Zonas de Transformación Social» y prevé llegar a 50.000 niños cuando esté totalmente implantado. Es decir, después de 31 años gobernando Andalucía y de haberla saqueado beneficiando con ERE falsos hasta a un diputado vasco –socialista, claro– por no hablar del uso de indigentes mogrebíes como testaferros o de la decena de imputados que se enriquecieron con 75 millones de euros, después de toda esa estulticia, resulta que el Estado debe complementar las comidas de 50.000 niños –según declaración oficial– para que no pasen hambre.

Andalucía parece marchar con ritmo rumboso por la senda del chavismo venezolano. Están orgullosos de generar programas públicos de alimentación infantil, cuando eso debería ser causa de oprobio. A ver si lo entienden con un ejemplo: la madre Teresa de Calcuta era una santa, pero lo que la rodeaba era una miseria de la que había que avergonzarse. Ella sólo podía luchar contra la miseria con la caridad. Pero Griñán –y Chaves y demás compañeros mártires– no son la madre Teresa. Ellos son los que han generado la miseria y tienen la capacidad –al menos teórica– para sacar a Andalucía del hoyo. Su misión no es ejercer la caridad, cual madre Teresa. Ellos deben crear las condiciones para generar riqueza. Pero lo que ocurre es que durante 31 años han cavado cada día un poco más en el hoyo. Y entre paletada y paletada de tierra, se han llevado la riqueza de los andaluces.

Y todavia hay gente que los vota