Algeciras - Cadiz

Latrocinio, S.L.: del archiduque Chaves al vizconde de Griñán

En Andalucía un régimen se desmorona al tiempo que emergen los números que convalidan un robo masivo y un fraude histórico que no quedará impune, ni penal ni políticamente.

Nada menos que el primer ciudadano de Atenas, Pericles, ya estableció que la democracia es ese sistema político en el que no se gobierna en interés de unos pocos sino de una mayoría, en el que la igualdad conforme a las leyes alcanza a todo ciudadano, y en el que la elección de cargos públicos no antepone las razones de clase al mérito personal.

Mientras se derrumba el poder que ha crecido a las faldas de la Junta de Andalucía durante las tres últimas décadas, empieza a observarse, con mayor claridad que hace un par de meses o un par de años, que primero Chaves y a continuación Griñán han sentado y fijado las bases para que en esa Comunidad Autónoma no rija, sensu stricto, la democracia.

Se ha gobernado en interés de socialistas y sindicalistas, no se ha tratado a todos los andaluces por igual, y la elección de cargos públicos y sus derivados ha recaído sobre quienes, por afecto ideológico o puro interés espurio, han llevado en su corazón el puño y la rosa o algún sucedáneo.

Pero no sólo eso. Los escándalos mayúsculos derivados del maloliente "caso Mercasevilla" y de las multimillonarias ayudas europeas para el empleo revelan que ha cuajado en ese socialismo sureño una mentalidad de cortijo, de rancho; una forma de proceder cateta y ladrona que ha llevado a esquilmar al contribuyente sin pudor, siempre en beneficio de la famiglia. La desmesura ha sido formidable. El desfalco no ha obedecido a la acción de cuatro golfos o de un grupo reducido de canallas sino que ha contado con cobertura institucional.

Pero, con resultar repugnante, no es esto lo más grave. Volviendo a los clásicos, uno de los grandes sofistas, Protágoras, ya estableció que el vigor de la democracia ateniense residía en que cuando estaban en juego los intereses generales de la ciudad, se levantaban indistintamente para tomar la palabra arquitectos, herreros, zapateros, curtidores, comerciantes y marinos, ricos y pobres, nobles y gentes del vulgo.

¡¿Dónde está o ha estado en los últimos años el vigor de esa sociedad civil en Andalucía?! ¡¿Quién se ha levantado con eficacia para tomar la palabra contra el archiduque Manuel Chaves y el vizconde José Antonio Griñán?! ¡Pero por los clavos de Cristo, si la mayor movilización que se recuerda en décadas se llevó a cabo para denunciar hace ya más de quince años el descenso administrativo del Sevilla FC a Segunda División B…!

En aquella ocasión ya lo creo que se sublevaron arquitectos, herreros, zapateros, curtidores, comerciantes y marinos. Hubo programaciones especiales en radio y televisión para seguir las marchas masivas. ¡Hubo apoyo de la práctica totalidad de las autoridades locales! Hubo riadas de ciudadanos que dejaban su lugar de vacaciones en la playa para regresar a Sevilla a manifestarse (¡en el asfalto y en pleno mes de agosto, a más de 40º!)

Se decía entonces, temporada 95, que se estaba cometiendo un atropello que pasaría a la historia de la infamia. Y ahora, ¿qué? ¿No es histórico el latrocinio? ¿No es infame? ¿No hay movilizaciones? ¿Dónde está Canal Sur?

Quizá el día que lo dejemos casi todo para echarnos a la calle no por los colores de nuestros equipos (como aficionados) sino por la defensa de nuestros derechos y libertades y haciendas (como españoles) empecemos a fijar los verdaderos pilares de una democracia que merezca tal nombre. Y de paso honraremos a aquellos viejos de Atenas. Tan sabios y tan íntegros.

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