Versos de un aficionado a la poesía EL VELERO DE LA VIDA Surcaba el amplio mar en lontananza el barco que es la esencia de la vida soplado por un viento de esperanza buscando una ilusión nunca perdida. En esta indefinida singladura cuyo fin nuestra mente nunca alcanza avanzábamos con suerte y donosura fijando en un buen puerto la esperanza. Pero el tiempo que a todos nos desborda inexorable al transcurso de los días con rabia nos arroja por la borda tornando en penas lo que eran alegrías. Llegó la enfermedad y el infortunio dejando al triste imperio de la suerte en las noches de claro plenilunio el funesto presagio de la muerte. Así se torció el rumbo de la nave, sin causa ni motivo que lo explique, y en ese remolino turbio y grave el barco, sin remedio, se fue a pique. La brisa que al zarpar nos prestó ayuda sobre un mar en la más completa calma después se transformó en furia sañuda que acabó con su cuerpo y con su alma. El naufragio de forma inusitada se produjo en mitad del mar profundo y no pudo rescatarse casi nada que no partiera de éste al otro mundo. Reposa allá en el fondo y ya varado el velero que surcaba el mar ufano para siempre y de todos olvidado como recuerdo de algo ya lejano. Es así nuestra vida en los momentos en que rema por aguas procelosas sin pensar en futuros sufrimientos si se cambia el rumbo de las cosas. Pues la vida es en fin, como un navío que navega feliz con viento en popa y se torna en desgracia y desvarío cuando es otro el aire que nos sopla. M.Ciudad.
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