Nuesrtros prqueños vecinos L O S G O R R I O N E S Son las seis de la mañana y con muy variados sones se mete por la ventana y me llega hasta la cama el chillar de los gorriones. Saliendo de los aleros, en lo alto de las tejas, con sus trinos altaneros riñen con sus compañeros y les transmiten sus quejas. Tras una hora pasada, marchan todos en unión a una zona no alejada, donde ya está la cebada en su punto de sazón. Allí sin mostrar fatiga juntos con otras bandadas mondan, sin miedo a la liga una a una cada espiga hasta dejarlas peladas. Dentro de muy pocos días el trigo ya habrá granado y allí todos a porfía volverán con alegría a visitar el sembrado. Azote de agricultores por sus apetitos ciegos no temen a los calores ni rayos abrasadores de los meses veraniegos. Sin hacer caso de perros que ladran en el lindero ni del ruido de cencerros que resuenan por los cerros; comer bien, es lo primero. En nutrida algarabía se van para las higueras y con toda la osadía al filo del mediodía van devorando las brevas. Después llegarán los higos, las cerezas y las moras; y nuestros buenos amigos les darán serios castigos volando allí a todas horas. Al fin y con osadía, vagarán por los cultivos y para cebar sus crías, devorarán cada día miles de insectos nocivos. Por ello estas avecillas gorriatos por otro nombre, son una gente sencilla viven al lado del hombre en la aldea o en la villa. Y aun siendo muy comedores de frutos y de semillas, son también depredadores de gorgojos y polillas e insectos devastadores.. Con lo que por tanto pagan los granos del cereal que roban al vecindario, a las aves del corral o en la jaula del canario. mcf. |