EN VACACIONES LOS DE LA TERCERA EDAD (Legionarios del Inserso) Al llegar a los sesenta tras continuo laborar, el trabajador intenta cesar ya de trabajar. Unos después y otros antes, van tramitando papeles con entusiasmo, anhelantes, a conquistar sus haberes. Muchos años han pasado trabajando con tesón, más, al final, ha llegado la ansiada jubilación. Las leyes de Previsión les otorgan las pensiones en correcta proporción al de sus cotizaciones. Algunos más previsores, o en mejores situaciones, tienen subsidios mejores de sus Planes de Pensiones. Pero todos han logrado unos ingresos seguros que, mejorando el pasado, sean menores sus apuros. Al fin, a cada persona en sus cuentas a la vista , el Banco o Caja le abona su "paga" de pensionista. Al cobrar el mes primero dicho sea en prosa o verso han pasado, por entero, a depender del Imserso. Con el derecho, además, entre otras muchas cosillas, a disfrutar, sin pagar, de inyecciones y pastillas. Pues ahora, diligentes, y olvidando las rutinas, habrá que vivir pendientes de un sin fin de medicinas. Unas para la tensión la próstata o la vejiga, azúcar, colesterol o algún dolor de barriga. Y no digamos de aquello que nos resultba grrato y tra perder el resuelllo no funciona el aparato. Ya somos socios del Club del Hogar del Pensionista podemos jugar al mus y graduarnos la vista. Un día, duele una muela y marchamos al dentista, y al otro, corre que vuela a algún otro especialista. Ya tenemos vacaciones pues el sistema funciona con bonitas excursiones a Marbella y Estepona. En autocares seguros, en precarias condiciones, que saltan como canguros y machacan los riñones. Y aunque ello nos afectan nos parece ir a la Gloria pues las pelis nos proyectan de Paco Martínez Soria. Al subir al autocar comienzan los desaliños todos queremos montar, los primeros. Como niños. Cada uno en nuestro asiento se organiza un gran follón, pues ha fallado el invento y no hay calefacción. O el aire acondicionado, algo que resulta insano y es causa de un resfriado si el viaje es en Verano. En el hotel, ¡Qué pavor! y vaya unas pataletas, al entrar al ascensor cargados con las maletas. Después en el comedor alrededor del buffet, llenan platos con ardor que no se podrán comer. Por miedo a la hipertensión la gastritis o el ardor, la úlcera o indigestión, cual de ellas sería peor. Vamos todos a la playa sin miedo, con precaución, las mujeres, con su bata, los hombres, en bañador. El agua se halla muy fría, el uno tose, otro fuma, ya que el baño causaría la agravación del reúma. No mojarse los riñones, dice uno en tono crítico, o tendréis complicaciones con el cólico nefrítico. Daremos paseos al sol contemplando a las bañistas que alegran sin arrebol, a los mayores sus vistas. Cuando bikinis portando sin la parte superior, con orgullo van mostrando encantos de su interior. Ellos miran con descaro en Marbella o Costa Brava, sin pudor y sin reparo mientras les cae la baba. Ellas dicen: ¡Qué indecencia! al ver las chicas de marras ¡Qué vergüenza, qué insolencia! son todas unas tías guarras. No hay razón para ofender a éstas bellas señoritas, ya quisierais vos tener dos razones tan bonitas. Mira quien ha ido a hablar dice doña Manolita, y no es capaz de encontrar cuando busca su colita Y se mojan los tobillos en las aguas muy saladas, o se van a hacer ganchillo en una hamaca sentadas. Pero de una u otra forma es agradable ser viejo, y cada cual se conforma si va salvando el pellejo. Pues aunque sea lo mismo y esto es rotunda verdad, nos llaman con eufemismo: "Los de la tercera edad" Y ES QUE EN EL MUNDO TRAIDOR NADA ES VERDAD NI ES MENTIRA TODO ES SEGUN EL COLOR DEL CRISTAL CON QUE SE MIRA. Mcf. |