
Cuanta belleza da la naturaleza a esta tierra, piedras y pizarra, verde manto sobre amapolas rojas, jaras en blanca flor y romero perfumado de lila intenso, sobre un atardecer casi nublado, reflejando sobre el agua de la ribera al agreste castillo de Peñafiel, que sobre su torre del homenaje, contempla como a su alrededor, con pasión las aguas de la ribera acarician con tanto mimo las florecillas silvestres, que hasta la blanca flor de la jara, le saca los colores a la roja amapola, para embriagarse con la fragancia de ese romero en flor que inunda el camino, y al caminar obliga al caminante, a que su vista contemple toda esta maravilla, a que su olfato se embriague de nuevas fragancias, a escuchar en silencio el transcurrir del agua, a corta flores de romero para que el tacto se impregne de su fragancia y cuando poco a poco te acerques a las limpias y cristalinas aguas de la ribera, con tus manos como cuencos llenos de tan precioso liquido, mojas tus labios, refrescas tu cara y al volver a tocar el agua a lo mejor un pececillo gracioso cosquillas te haga, son sensaciones de un día de primavera en Zarza la Mayor