Zarza la Mayor - Caceres

Estos fueron los hechos:
En la plaza, a la sombra que proyectaba el gigantesco álamo hueco, las miradas de cuantos allí se encontraban se centraban en aquel que su instinto le decía que su fin estaba próximo.
Las fuerzas no le acompañaban. Había llegado hasta allí tras haber recorrido un penoso camino desde los Canchales del Castillo, lugar de dónde había sido separado de su errante madre, hasta el lugar en el que ahora se encontraba. A su paso por la Plazuela, algunos mas se unieron a la comitiva y de inmediato formaron coro con el resto para entonar la petición de muerte del apresado.
Su mirada de víctima recorría una a una la de sus verdugos, pero estos, impasibles, continuaban increpándolo a la vez que se animaban para dar fin a lo que habían iniciado.
¡Vamos a colgarlo del álamo! Decía el que al parecer capitaneaba el grupo.
¡ No, a la Conceja con él! Decía otro mal encarado.
¡De acuerdo! Lo llevaremos a la Conceja y allí veremos que hacemos con él.
De inmediato, le pasaron una cuerda por el cuello y a empujones y tirones lo llevaron por la Plaza del Rollo hasta donde al parecer iba a ser su final.
El Jefe del grupo dio instrucciones: Lo vamos a tirar a la Conceja para que se ahogue, así es que coged palos para empujarlo por si quisiera salirse del agua.
Dicho y hecho. En un instante fue arrojado al agua y por un momento las morujas lo cubrieron, pero enseguida salió a flote entre el griterío general. Luchaba con las pocas fuerzas que le quedaban por mantenerse a flote, pero era imposible, su fin se acercaba.

¿Pero que hacéis sinvergüenzas? Les espete nada mas llegar y ver lo que pretendían hacer.
Un par de varazos fueron suficientes para poner en fuga a aquellos valerosos maltratadores.
Con el mayor cuidado que pude, lo saque del agua, lo lave en el pilón para quitarle las morujas que lo cubrian, le quite la cuerda que rodeaba su cuello y me lo lleve a casa.
Cuando mi mujer lo vio se extraño y, antes de que me dijera nada, le dije:
Este me tiene que cobrar buenas piezas.
Lo tuve conmigo nueve años y ha sido uno de los mejores perros de caza que he tenido.
PIPO

Buen relato, PIPO. Breve y directo. No le sobra nada. Y además tiene una sorpresa final, de la que sutilmente se ha dado alguna pista con anterioridad. Felicidades
Luciano Montero

sencillamente genial exviriato,un saludo, luis.

PIPO, también te felicito por el relato y sobretodo por el final feliz que tu perro ha tenido.Mi hija se encontró abandonada una perra que lleva con nosotros diez años. Si vives en el pueblo cuando vamos nos veras pasear con ella, es negra y se llama claudia.Muchos besos PIPO sigue escribiendo.juana