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Villanueva de la Sierra - Caceres

Poblacion:
España > Caceres > Villanueva de la Sierra
03-11-10 14:07 #6451673
Por:izquierdo

Martin y el pan candeal.
Eran las primeras horas de una luminosa y alegre mañana de primavera, preñada de vida y buenos presagios. Ni una sola nube osaba teñir el horizonte del inmenso mar azul del cielo y romper el encanto especial de la mañana.

Un alegre y sonoro tintineo de campanillos y balidos de cabras llenan poco a poco las calles del lugar.

El zagal Martín , moreno, pelo negro ensortijado y risueño de apenas siete años, baja contento y dichoso desde el Pósito arreando las cabras camino del Lejio, para dejarlas en manos del pastor, tío Eugenio. Un pequeño carea, de pelo largo y enredado, color canela, sale a recibirlo con suaves y sentidos ladridos mientras corre hacia él dando saltos de alegría, con la cabeza alta y moviendo nerviosamente la cola.
Martín chasquea sus infantiles dedos en un vaivén continuado de abajo- arriba en repetidas veces, mientras sostiene algo oculto, escondidos entre sus manos.
El pequeño y animoso can no para de saltar y ladrar una y otra vez, hasta que el pequeño zagal sonriente se agacha, lo acaricia y deja entre sus fauces un suculento, sabroso y dulce higo paso.
De inmediato, el fiel carea, corre hasta su amigo el amo, llega hasta sus pies y postrándose sumiso, suplicante mira hacia su cara esperando el beneplácito de éste, para poder saborear en caso afirmativo, el premio recibido.

El tío Eugenio, hombre experimentado, ya mayor, sombrero de fieltro al viento, arrugado y raido, curtido en mil batallas y aguaceros, pitillo en labios, bandola al hombro, mirada inexpresiva, ausente y comprensiva, cuelga la cachera en unos de sus brazos alargando y extendiendo la otra hacia el suelo hasta que los dedos huesudos y lacios de su mano, logran rozar y acariciar con sutileza las orejas y cabeza del agradecido cánido. Éste, raudo y veloz corre hacia el rincón más recogido y cercano, y desconfiado y huraño, tumbado en el suelo empieza a oler y mordisquear el precioso regalo recibido:” un higo paso”.

El despreocupado Martín, da media vuelta y arrastrando a propósito sus pies, observa con satisfecho y regocijo dos sinuosos surcos, casi paralelos ( el piensa en su interior que son dos carreteras con curvas) y la grande y seca polvareda que levanta.

Antes del cruzar el regato, para volver a casa, gira su cabeza y echa una mirada hacia la plácida laguna, donde a estas horas tempranas se escucha el croar cadencioso de alguna rana desvelada y donde permanecen, un par de burros y un mulo que han pasado la noche a las estrellas, con las “jerrapeas “puestas, aún atados a la estaca.
De repente, una alarma salta en su interior y le recuerda la prisa y el encargo urgente de su madre: “ comprar el pan”.

Trastabilleando hasta caer, da de bruces en las aguas frescas del arroyo. Se levanta y con las manos, piernas y caras salpicadas de barro y sin tiempo, corre hasta la próxima y cercana panadería de tía Teodora, sumergiéndose raudo en la noche del largo, estrecho y oscuro pasillo que lleva al mostrador.

Con voz nerviosa e infantil llama una y otra vez.
¡Tía Teodora! ¡Tía Teodora!

Hasta el delicado y despierto olfato de Martín llegan por el aire los efluvios y aromas embriagadores del lugar. El olor a pan caliente,crujiente y tierno.

Una mujer mayor, de pelo cano recogido en moño, delantal gris salpicado de harina, semblante amable y cariñoso sale de la trastienda.
¡ Vengo a por el pan !

Sin mediar palabras, la delicada mujer da media vuelta y con sus suaves y blancas manos coge de la cercana estantería, una reluciente y templada hogaza del nutriente y candeal pan recién sacado del horno.

En su precipitada salida, Martín al no mirar choca con las cortinas y el dueño de la casa, tío Florencio que se dispone a entrar, después de haber reparado la avería del improvisado y rudimentario surtidor de gasolina ( un bidón de gasolina y una bomba manual de extracción) que está enfrente de la casa y que regenta.

Hete aquí un pequeño inciso. A pesar de intentarlo, nunca he logrado recordar, si a parte de la empresa “La Rubia”, de su propiedad, que nos llevaba por el Bronco y el Cerezo camino de Plasencia, existía algún otro vehículo.

Quizás tú, querido paisano y amable lector puedas ayudarme.

¡ Eh tú, muchacho que prisas tienes ¡
¡ Mira por dónde vas!

Antes de llegar al concurrido pilar del Llano, la impaciencia y el ansia habían conseguido que al menos dos de las cortezas del calentito manjar del pan, ya habian sido mordisqueadas.

Embriagado y absorto en su empeño, a punto estuvo de pisar a uno de los pequeños y amarillos patitos de tía Petra, que en ese momento, chapoteando en el agua por mitad de calle, acompañados por otros congéneres de su misma clase y gallinas, se dirigían como todos los días con parsimonia y lentitud hasta las aguas tranquilas y verde pradera llena de juncos y “antolana de perros” de la laguna.

Al pasar por las traseras de la huerta de Durán, y a pesar del retraso, la curiosidad no le impidió acercarse hasta las rejas de la casa de tío Pepe y a través de los cristales intentar ver y observar la sorprendente y misteriosa centralita de teléfonos, con sus paneles llenos de interruptores, cables, clavijas y agujeros .

Continuó el camino calle arriba, absorto y embaucado en sus sueños , mientras seguía mordisqueando una y otra vez las cada vez más raídas cortezas . Y más aún, según subía calle arriba, ya cerca de casa, tía Valeriana y tía Felisa le apremiaron, pero esto duró no más de treinta pasos.

Un ruido agudo y cadencioso llegó hasta sus oídos. Era el golpeteo acompasado y continuo del martillo de tío Marcelino contra el candente y maleable hierro apoyado para darle forma sobre el yunque de la fragua y qué decir tiene, hacía allí se fue.

El embeleso y el tiempo se apoderó de él, al mirar y contemplar el chisporretear constante de la llameante y hechicera lumbre de ardiente carbón vegetal donde se amontonaba una buena cantidad de trozos de hierros retorcidos, para después ser convertidos en objetos de adorno (candiles, braseros, rejas…), y otros de labranza (rejas, arados, herraduras…), realizados de forma tan artesanal por las manos prodigiosas de tan artístico herrero.

¿El final de la historia? ¡ Ya podéis imaginar cuál fue!
¿Una buena tunda y unos cuantos soplamocos?

¡No, aquí no acabó la historia!

Su madre al ver el pan como estaba y como era de corteza muy blanca y no le gustaba al padre, le obligó a que fuera a cambiarlo por otro más tostado.

¿Quién iba a cambiar el pan en semejante estado y situación todo mordisqueado?

¡ Héte aquí al pobre Martín, lloriqueando calle abajo, sucio, lleno de barro …¡

¿Alguien piensa que los milagros no existen? Pues se equivoca. ¡ Existen!

Compungido y lloroso, lleno de miedo y temor, Martín recorre por segunda vez tan angosto e irrespirable pasillo y con voz queda llama a tía Teodora.

¡ Tía Teodora! ¡ Tía Teodora!

Una voz le responde desde la trastienda.
¡Dime, hijo!
¡Qué mi madre quiere un pan más tostado!

Para su sorpresa, la voz le responde:
¡ Cámbialo y cógelo tú mismo! Estoy muy atareada y no puedo salir.

El cielo se abrió de repente para él, y en un pis-pas, más rápido que una centella, arreó con el nuevo pan y no paro de correr cuesta hasta llegar sin resuello y aliento hasta la puerta de su humilde casa.

( A mi nieto Sergio y a VETON 3, que al leer su historia, me ha traido a la memoria esta otra).

Un cordial saludo a todos.
Puntos:
03-11-10 15:33 #6452180 -> 6451673
Por:DELCAFETERO

RE: Martin y el pan candeal.
MAESTRO IZQUIERDO, SENTIDA SU NARRACIÓN Y BIEN ELABORADA.TODO UN REGALO PARA ESTE FORO. GRACIAS Y SALUDOS CORDIALES DEL CAFETERO.
Puntos:
03-11-10 19:13 #6453673 -> 6451673
Por:VETON3

RE: Martin y el pan candeal.
Te aseguro amigo Izquierdo que al leer lo que nos has regalado,dedicado a alguien muy cercano de tu familia y a mi,no he podido por menos que sentirme sumsmente agradecido.
Gracias.

El ultimo de los transportadores de pasajeros de tio Florencio,encerrado en un corral casi enfrente de la Guardia Civil,hizo las veces luego de camion de bomberos,recorriendo miles de kilometros allende la Sierra de Gatunos.
Muy cerca del kilometraje de los patitos de tia Petra,jugandose la vida,bien es cierto que en un porcentaje muy pequeño,al tener que cruzar la carretera camino de la laguna y de aqui pa aculla todo el dia.
Pobres patitos en este mundo globalizado,no duraban ni dos.

Me alegro amigo Izquierdo,que todo terminase felizmente en aquella ocasion tras la serie de tribulaciones,avatares y catastroficas desdichas vividas.


Saludos


Veton
Puntos:
11-11-10 23:52 #6516227 -> 6451673
Por:Vicente46

RE: Martin y el pan candeal.
Pues si amigo Izquierdo además de la rubia que conducía tío Florencio casi en exclusiva y en plan de taxi puesto que la dedicaba a viajes cortos como llevar a la gente al curandero y otros desplazamientos, tenía un pequeño autobus de color azul que hacía la ruta desde la Torre a Plasencia y regreso por la tarde. Este pequeño autobús cuando se cambió por un autobús pegaso que sólo lo conducía su hijo Felipe quedó aparcado enfrente de la cochera que tenía junto a la fábrica de aceitunas de tío Florencio el Barquillero. Yo creo que todos los chavales del pueblo estuvimos subidos en dicho vetusto autobús y por unos minutos nos sentíamos expertos conductores sentados al volante y cambiando las marchas como avezados pilotos de carreras. Por nuestra pequeña mente pasaban aquellos sueños estando seguros que algún día se podrían realizar.

Gracias amigo por recordar estas vivencias.

Saludos.

Vicente.
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