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Villanueva de la Sierra - Caceres

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España > Caceres > Villanueva de la Sierra
24-09-09 15:19 #3336068
Por:izquierdo

Los sinsabores e infortunios del amor.

Aquel largo invierno, fue extremadamente monótono, triste y sombrío.

Las espesas y bajas nubes, preñadas de lluvia y humedad, permanecieron posadas y quietas, durante las interminables horas del día, placidamente aletargadas y dormidas sobre la escarpada cima y pronunciadas laderas de la sierra de Dios Padre, envolviendo el paraje y su entorno en una gris, aburrida y lúgubre mañana.

En algún momento de la tarde, se desperezaban y somnolientas, abrían ligeramente las hojas de sus negras puertas, permitiendo el paso de los débiles y sutiles rayos de sol, iluminando tenuemente, durante escaso tiempo, las húmedas paredes de las encaladas casas y los rojizos tejados del lugar.

***

Elisa es una mujer madura, de mediana edad, dispuesta y trabajadora, la menor de cinco hermanos, un varón y cuatro hembras, que por avatares de la vida y sino del destino, permanece soltera igual que sus otras tres hermanas.

Sólo el hermano Lino casó, y los tres hijos varones de éste, constituyen para ellas el único consuelo y alegría en su monótona y apacible existencia.

Mujer guapa, hermosa, pretenciosa, soberbia y llamativa, de temperamento fuerte y arrogante, buenos partidos y acomodados pretendientes nunca le faltaron, pero el impetuoso frenesí del amor, ¿Qúe vamos a decir del amor?, es en ocasiones caprichoso e inquieto, antojadizo, esquivo, huraño, y cuando se es joven, los instintos, anhelos e impulsos vehemente y repentinos de un ardiente corazón, mandan más que la propia razón y cordura, y ya lo dice el antiguo y conocido refrán,” lo que no quiero lo tengo y lo que quiero no me lo dan”.

Leonor, mujer débil de espíritu y corta de ánimos, piadosa endeble, apagada y sin chispa, a quién la vida privó de tener hijos, intentó encontrar el amparo y consuelo a su desgracia y a la irremediable aridez de su seco e infecundo vientre y a la congoja y amargura espesa de su alma en los rezos, novenas, misas y rosarios.

Nunca fue una mujer decidida, efusiva o cariñosa, ni ardiente y fogosa en la cama, capaz de satisfacer los instintos básicos más primitivos y necesidades carnales del marido, hombre aunque más bien quedo, apocado y reservado, en cuestiones de alcoba era de bragueta abierta, ardorosa y caliente con el fusil siempre presto.

Y claro está, si en casa no te dan, ni encuentras lo que buscas, tienes posibilidades y medios y encima un montón de gente que agradecerte favores, acabas encontrando acomodo y cariño fácil en cualquier otra parte y siempre habrá un alma cándida o caritativa que por interés, agradecimiento o egoísmo hará más llevaderas tus soledades y penas.

***

Elisa y Leonor eran dos almas gemelas, vecinas en la misma calle, que habían crecido una al compás y lado de la otra, respirado el mismo aire, compartido juegos…

Tenían metas e ideales distintos, diferentes maneras de pensar y ver las cosas, algo que en teoría las hacía incompatibles, pero nada más lejos de la realidad, personalidades tan dispares eran similares, coincidentes, complementarios, compatibles y partícipes a la vez, debido al carácter acomodables de ambas..

Juntas, habían descubierto el despertar a la vida, la primera regla, los primeros amores, compartidos secretos y desengaños…,¡ Todo!

Eran el norte y el sur, el bien y el mal, la osadía y la prudencia.

La difícil edad de dieciséis, enturbió la idílica y sincera relación que mantenían hasta entonces, al sentirse y verse enamoradas del mismo hombre a la vez.

Los años pasaron, y en tan encarnizada y sutil guerra, la cómoda y asentada posición económica de los padres de Leonor, “ el miserable y vil dinero”, jugó a su favor, a pesar del verdadero, sincero aprecio, cariño y devoción que el indeciso hombre sentía por su humilde y adorada Elisa.

Su falta de personalidad y firmeza, los apaños y alianzas, la estricta y egoísta imposición familiar, llevaron y obligaron a tan inoportuna y lamentable boda.
Aún antes de casar, no hizo falta ser adivino para prevenir el futuro nada halagüeño que se esperaba.

Desde los primeros días, todo fue una estrepitosa farsa y un profundo fracaso; de puertas afuera, buenas caras y sonrisas; de puertas adentro, continuas peleas, discusiones, riñas, silencios afilados e hirientes reproches; no existía el menor atisbo de respeto, afecto o cariño.

Las escasas, fingidas y rutinarias relaciones matrimoniales se fueron espaciando, hasta el punto de ni siquiera rozarse en la cama.

Los escarceos y encuentros a escondidas de los dos enamorados, platónicos y castos, al principio, espaciados, subrepticios y con miedo, “ comidilla del lugar”, se esparcieron como la espuma, dando pie a escuchar y oír diversos comentarios y chismes en los corrillos de la plaza, esquinas, comercios y pilares.

¡Vaya poca vergüenza que tiene!
¡ No siente el menor respeto por nada!
¡ Vaya lumia!¡ Vaya Lagartona!
¡Y parecía una mosquita muerta!
¡Véte tu a saber que estarán haciendo!

A pesar de la retahíla de reproches, requilorios y monsergas que escuchaba, Elisa hacía oídos sordos y caminaba altanera y orgullosa por la calle, como si la cosa no fuera con ella.

Con el tiempo las cosas cambiaron y los encuentros dejaron de ser castos y puros, aprovechando cualquier ocasión para verse a escondidas en el rincón algún pajar, huerto o alguna casa prestada, donde dar rienda suelta a su desbocada pasión.

A pesar de las precauciones y medios empleados, a los pocos meses, el malestar y los vómitos aparecieron, la regla desapareció y descubrió que estaba embarazada.

Él, se desentendió del asunto y no quiso saber nada.

¿Qué hacer ante tan desgraciada y adversa situación, se preguntó, la afligida mujer?

Al no encontrar respuesta, dejó correr el tiempo.

Su vientre, antes terso, suave, liso y blanco, empezó a hincharse y ya no era posible ocultar la incómoda situación, a pesar de lo fajado, envuelto y prieto que iba, ceñido por fuertes y anchas tiras de sábanas de algodón.

Este día de nublado e incierto invierno, mientras la lluvia no deja de caer y golpea con fuerza e insistencia los tejados, envuelta la cabeza y cuerpo en ropas y sayones negros, una mujer de edad e identidad desconocida, camina calle abajo cabizbaja, nerviosa y vacilante, a grades pasos, pegada a la pared, intentando pasar desapercibida y no ser vista, oculta entre las sombras de la fantasmal noche de perros que hace.

Antes de meterse en la boca de lobo del estrecho callejón, frena en seco y mira con sigilo enredador, mientras los espesos y copiosos canales de agua caen y golpean con fuerza sobre el bulto y amasijo que es su cuerpo, empapando todo su ropaje.

Unos recalcitrantes, agudos y lastimeros quejidos salen de los oxidados y desengrasados goznes al abrir la puerta, quitar la tranca y empujar, rompiendo la quietud y silencio del lugar.

Con decisión y tristeza, deposita con cuidado sobre el húmedo suelo de la lúgubre y fría bodega el destartalado y deshilachado cenacho,y mientras por los surcos de su demacrado rostro se desborda y resbala un incontenible río de lágrimas, sus manos frágiles y temblorosas se afanan en cavar un pequeño y profundo hoyo, al lado de una tinaja de barro y el viejo carretón.

A la débil y mortecina luz del farol, coge entre sus manos temblorosas el inerte rebujón, en el que va envuelto lo que pudo ser su hijo y lo deposita con ternura en la improvisada sepultura, tapándolo con tierra.

Un aparatoso y ensordecedor trueno, presagio y testigo del maldito e infame acto que acaba de ocurrir, rompe el cortante silencio de la tenebrosa noche,e inunda el lugar, haciendo rechinar y temblar las viejas tejas y carcomidos cabrios de tan insólito y lúgubre cementerio, ocultando entre su estrepitoso y trepidante fragor los lastimeros alaridos y desgarradoras lágrimas de la infortunada madre.

( Con mi más sincero afecto para Noa,Roy,Bray y Pili.)
Puntos:
25-09-09 10:50 #3344669 -> 3336068
Por:Maricanda

RE: Los sinsabores e infortunios del amor.
Muchísimas gracias Nemesio por tu dedicatoria y tu poema, que acabas de poner y he leído, casi en el mismo instante en que lo colgabas. Gracias también de parte de mis hijos.
No puedo decirte mucho en este momento, me has arrancado unas lágrimas que se resistían a caer desde hace días, empeñadas quizá en demostrarme que es mejor ahuyentar la tristeza, en vano empeño de convencerme de que la nostalgia no es buena compañera.La experiencia me dice que los sentimientos que nos ocultamos salen por algún otro lado cuando menos lo esperamos, casi siempre en forma de ira, como muy bien se demuestra, incluso en este medio.
Este desgarrador relato, nos hace pensar y sentir profundo, como todos los tuyos.
Los que tenemos la suerte de tener hijos sabemos lo que es, la grandeza de amarles y transcender en ellos. Y los que hemos disfrutado del verdadero amor en pareja también. Hemos de sentirnos agradecidos a la vida, por haber nacido en una época mejor a la de los prtagonistas de tu relato. Aunque por desgracia en muchas partes del mundo, estas cosas, aún siguen sucediendo. Un abrazo. Pili
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