Villa del Campo - Caceres

Seguro que alguna mujer siendo madre, se ha sentido alguna vez poco recompensada, sin vida y sin objetivos propios, como si los hubiera perdido a favor de un nuevo ser. Seguro que, alguna vez, habrán pensado en el poder de absorción que tienen los hijos, que quitan horas de sueño, ocio, momentos para estar con una misma, ropa, dinero y tranquilidad. Seguro que alguna vez, se han sentido sólo madres, como si ser mujer, persona, trabajadora… hubiera pasado a un segundo plano. Y seguro también, que, a pesar de querer a los hijos más que a ninguna otra cosa, quizás, en algún momento donde el sacrificio se hace latente, habréis sentido, por un instante, la poca recompensa que se recibe a tanto amor. Si alguna vez, alguna mujer con hijos se ha sentido así, debe saber que las madres tienen magia, sí, sí, magia de la buena, no de la que sale en la tele llena de trucos visuales que engañan a la mente con sus enredados dilemas. Las madres detectan con sólo el sonido de la voz, si sus hijos están tristes o contentos. Las madres saben, por alguna extraña razón que no llego a comprender, cuándo te has saltado una clase, o cuándo has cometido alguna gamberrada. Las madres descubren en sus hijos, cuándo están enamorados. Las madres saben si su hijo está enfermo, sin necesidad de termómetros. Las madres pueden pasar varias noches sin dormir sin resentirse, pendientes de sus hijos, y al día siguiente, vencen el cansancio volviendo como si nada, a su jornada maratoniana. Las madres saben lo que nos gusta, cómo hacer la tortilla mejor que nadie, y de alguna manera extraña, también, lo que nos apetece. Las madres saben también, el tipo de ropa que te gusta, tu olor preferido, tus manías, virtudes, defectos, puntos débiles, y te quieren, te quieren mucho, por encima de todo , siendo cómo eres, te quieren. Justifican tus errores, aunque te exhortan a mejorar. Alardean de tus virtudes, aunque te dicen dónde te equivocas. Te apoyan en todo, aunque no estén de acuerdo, y te ceden todas sus posesiones, sin un atisbo de egoísmo, porque el amor más altruista es el de las madres. ¿No pensáis que es mágico que alguien tenga el poder de querernos, a nosotros los hijos, de esta manera? Mi madre para mí es una maga, supongo que como las vuestras, pero, claro, la madre de uno, es la madre de uno, y no hay otra igual. En fin, como decía, mi madre es mágica. Siempre adivina cómo me siento e intenta hacerme sentir mejor. Cuando era pequeña, me hacía dormir acunándome entre sus brazos, o acostándome con ella en su cama para que no pasara miedo. Eligió al padre perfecto, y supo guiarme por la vida haciéndome buena persona, alimentando mis deseos y mis inquietudes, dejándome decidir qué era lo más justo para mí, sin mediar en mis decisiones pero dándome su sabio consejo. Mi madre supo cuándo me enamoré de verdad, cuándo no lo estuve tanto, y aguantó conmigo el desengaño y las lágrimas del amor. Mi madre sabe, sin que yo le diga nada, cuándo le guardo un secreto, cuándo tiene que estar conmigo, y cuándo necesito libertad. Mi madre, también las vuestras, son mágicas, porque en este mundo de caos, donde todos vamos a lo nuestro, donde es muy fácil sentir la soledad, ahí están siempre las madres, para decirnos que no estamos solos, que siempre, siempre, nos querrán por encima de todo lo que somos y de todo lo que hacemos. Si pudiera expresar todo lo que mi madre es y significa para mí, no tendría hojas suficientes ni palabras adecuadas para poder expresarlo, porque hay sentimientos que no se expresan con palabras, a veces, sólo hace falta el más tierno y cálido de los besos, como los que ella me da, que lo dicen todo, sin utilizar ninguna sílaba. Y si tuviera que agradecer todo lo que ella hace por mí, igual no tendría palabras suficientes… todo el sacrificio, horas de sueño, comidas deliciosas, besos, abrazos, palabras de ánimo, bienes materiales, risas, lágrimas, algún tortazo, tartas… en fin, debería agradecerle toda y cada una de las cosas que ha hecho y sigue haciendo cada día por mí; las palabras no serían suficiente para agradecer tanto amor recibido, como para ella no es suficiente nunca el amor que siente por mí. Por eso hoy, hago este pequeño homenaje a todas las magas que tenemos por madres. Gracias por hacernos reír y sentirnos especiales con vuestra única y divina magia, gracias por recordarnos cada día, que el amor es un alimento necesario y fundamental en la vida. Gracias, por ser nuestras madres, porque eso ya es decir mucho.
Mamá, te quiero con todo mi corazón.
Para mis padres, porque siempre que estoy con ellos soy más yo y más feliz que en ningún sitio.