PARA TOÑI-CO Hola, paisana, qué cara te vendes, te comento que mirando tu blog, me he encontrado con una grata sorpresa y es ver la casa de mis abuelos paternos en una foto que tienes insertada. Es la calle que sube de la de El Pocito hacia Rocamador, la casa de mis juegos de infancia, de mis travesuras, en ella tenía espacio para esconderme durante horas y sentir a la abuela decirme: ¿dónde estás gandalla? Es la clásica casa de labradores dotada de huerto, caballerizas, compartimentos para almacenar el trigo, cebada, etc, una habitación enorme donde el abuelo tenía tres cubas para el vino y en la que se hacían las matanzas, me recuerdo de una de las matanceras, la señora Sebastiana, con la que me iba al rio a lavar las tripas y después me daba una nueva con un embudo para que me hiciera yo misma mis choricitos, que la abuela colgaba amorosamente y me sirvieron de merienda en más de una ocasión. Ay, Señor, Señor, tantas veces que he amasado el pan con Cipri, tantos poemas de Gabriel y Galán que leí con el abuelo Andrés bajo el parral (le tengo hecha una prosa poética), tantas, tantas cosas, Toñi. No puedo evitar estar emocionándome y mis ojos, Toñi, ¡ay!, mis ojos me están traicionando. Visualizo mis años de infante en esa casa, cuando la vida aún no había podido mostrarme sus garras. De pequeña siempre me llamaba la atención el balcón anulado con una pared y sin rejas (se ve en la foto). Cuando fui más mayorcita pregunté a la abuela Dolores Bohorques el porqué lo habían tapado, me contestó: para que culos inquietos como tú (era muy traviesa) no se cayera de él de pequeña. Mi tía Adriana que estaba presente y me adoraba (mutuamente), me dice: Dí que no, querida, eso ya lo conocí así de pequeñita, debieron taparlo los padres de la abuela y no sabían lo que hacían. Esa preciosidad de casa pertenece actualmente por herencia a mi primo hermano Julián Morujo que, con buen criterio, sigue conservándola. Y yo, de tanto en tanto, cuando voy al pueblo, entro en ella para llenarme todas las buenas energías que conserva. Ahora, Toñi, estoy visualizando a la abuela y a tía Adriana sacando junto a la ventanita pequeña que también se ve en la foto, cualquier cosilla que se le hubiere entrado en el ojo. Ay, paisana, qué rato más bueno y más emocionante me has hecho pasar y con las emociones, al menos yo,he de tener cuidado, son muy traicioneras. JACHA, JIGO, JIGUERA Sentados bajo del parral observaba curiosa el libro que interesado leías. Abuelo, ¿que lee? Me respondiste amoroso: poesía, querida, poesía. ¿Poesía abuelo?, ¿de quien? De Gabriel y Galán. ¿Quieres que te lea una? Provocaste mi risa juvenil, al sentirte cómo pronunciabas las haches cambiándolas por jotas. Toma, Nívea, apréndete este poema, si me lo recitas de memoria te regalare sus obras completas. Un día, volví contigo al parral y te dije: Abuelo, escuche: … ¡Me jiedin lo hombres que son medio hembras! Cien vecis te ije que no se lo dieras, que al chiquin lo jacian marica las gentis aquellas…..... Me abrazaste y respondiste: querida, qué alegría me diste, tengo una deuda contigo. Abuelo, aún conservo su libro, aún leo sus poemas, y continuo diciendo JACHA, JIGO Y JIGUERA. Nívea León abril de 2.005 Disculpa por la extensión. Ya me explicarás cómo fué que se te ocurrió sacar esa foto. Un besote.Nívea. |