Valencia de Alcántara - Caceres

No puedes evitar sobrecogerte al verlo, y en momentos, no puedes contener las lágrimas. Un recopilatorio excelente de Tomás Berrocal que nos acerca a la angustia que se vivió en esos días de hace 10 años, unas imágenes escalofriantes, un acercamiento al desastre como nunca lo hemos visto y que no nos deja indiferentes. Menos mal que no perdimos más que cosas materiales, y la pena fueron los animales, pobrecitos!! y el entorno, que se está recuperando poco a poco.
Muchos dramas personales, mucho exfuerzo, mucho trabajo, mucho perdido.

Estas imágenes reflejan la valentía y el coraje de todo un pueblo, los que lo vivísteis podeis sentiros orgullosos porque dentro del caos dísteis todo lo que pudisteis. Esperemos que JAMÁS se vuelva a repetir, y si alguna vez volvemos a tener tan mala suerte, ojalá sepamos reaccionar mejor.

Y es que el Infierno estuvo ese fin de semana a nuestro alrrededor, y nos enseñó que nuestro Paraíso personal es extremadamente frágil.



https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=CjGzwxUw8n4#at=1594

Solo cabe tu palabra Rakel Sakura:


¡¡¡ ESTREMECEDOR DOCUMENTO !!!


Quiero dar las gracias al creador de estos 40 minutos que me han dejado clavada en el asiento.
Sois magnífica gente. Ver ese fuego y esos brazos desnudos.... no se pueden evitar las lágrimas...

Rakel nada más que añadir a tus palabras... estremecedor y emotivo documento... yo tampoco puedo reprimir las lágrimas.
Mis hijos estaban con mis padres la noche que, de madrugada, evacuaron La Aceña... Este año ha sido la primera vez que han contado algo de aquella noche... dicen que jamás olvidarán la cara y la reacción de su abuelo cuando tres Guardias Civiles se lo llevaban por la fuerza de su casa...

A veces nos gustaría encontrar una expresión que definiera nuestra experiencia personal sin caer en la retórica general. Esa vivencia terrible o angustiosa de aquellas horas tan desesperadas. Lo tuyo, la impotencia por la distancia, difícil de olvidar; me imagino el reencuentro.

Wannabe, pienso que nuestros recuerdos son las emociones vividas -buenas o malas-... recuerdo cada momento de aquel día y casi todos los del día siguiente... pero como dices, por no caer en la retórica no lo cuento, y porque no quisiera que nadie se "ofendiera" si pareciese que comparo la angustia de la impotencia y la distancia, con el sufrimiento de vivirlo in situ.
En aquel momento mis hijos tenían 10 y 8 años y como ya he dicho, no han querido nunca hablar de lo que pasaron y vieron, este año ha sido la primera vez que han hecho algún comentario, pero sin querer remover mucho sus recuerdos... las emociones debieron ser tan fuertes que decidieron confinarlas en su memoria.

Un saludo.

No tengo puntos para daros, pero os envio un 10 a cada uno, aunque sea virtual.
Maria_Jara, los niños silencian los dramas, cuando creemos que se han olvidado de un triste hecho, solo lo dejan adormecer hasta que se sienten seguros de sí mismos y entonces una vez bien reciclado, lo hablan. Es la forma que tiene la infancia para reciclar el mal vivido, no lo ven como nosotros,los adultos; y no sabemos si será para bien o para mal, pero los niños tienen una capacidad distintas para vivir los recuerdos a nosotros.
Lo bueno seria tener en esos momentos mucho cariño y amor, para que se sientan seguros, y eso, seguro que lo encontró en los abuelos, ¿Qué no harían ellos por los nietos?

Saludos.

Cierto es amiga Regatito. Lo niños sufren las cosas de forma distinta, quizás por no conocer la profundidad del suceso y sólo basan la situación en la respuesta que perciben de los adultos, ya sea triste o preocupante. No nos damos cuenta, pero cuando hay niños delante tenemos y debemos ser cautelosos en nuestros comportamientos para no derivarlos a percepciones que no son y, consecuentemente, producirles traumas innecesarios y difíciles de tratar o averiguar con el tiempo.

Buenas tardes forera.

El documento, como bien dices, Rakel, estremecedor, como la realidad de lo que fue aquello.

Buenas noches Dulco, ya era hora que aparecieras por aqui. Me alegro, de verdad.