Valencia de Alcántara - Caceres

En las Naves de Jola hace un montón de años vivió una hermosa muchacha llamada Maria. Era la menor de siete hermanos , huérfanos de un padre que murió en la guerra, todos ellos varones, que la cuidaban y protegían con celo, sin descuidar ni un momento su vigilancia para que ningún rapaz la importunara.
Cuando ellos salían a trabajar, faenando en el campo, cazando, pescando en la hermosa rivera, o llevando y trayendo artículos de un lado a otro de la frontera, insistían a su madre para que cumpliera bien su misión de cuidar y proteger a Maria.
Pero Maria iba haciéndose mujer y dentro de su inocencia ignoraba la expectación que su belleza causaba en todos los muchachos que tenían la fortuna de cruzarse con ella. Bajaba con su madre y algún hermano una vez al mes al pueblo grande, Valencia, subida en su mulita y hacían las compras de productos que no podían encontrar en la tierra. La obligaban a ponerse un pañuelo que cubriera su cabeza y sus ropas tapaban cualquier resquicio de carne que pudiera incitar al pecado. Pero sus ojos verdes, inmensos, húmedos y su mirada de tierna adolescente empezaron a levantar pasiones entre los hombres, y en todos los corrillos se hablaba de su hermosa belleza.
Una mañana de otoño Maria salió de casa con una cestita de mimbre con la intención de traer unas setas que florecían cerca del caserío. Su madre no pudo acompañarla, pues ya llevaba algún tiempo sintiendo fuertes dolores en el estómago y se sintió incapaz.
No hables con ningún muchacho María. Y no digas nada a tus hermanos cuando regresen.
Así lo haré, madre.
La niña se fue alejando , alejando, sintiéndose atraída por el paisaje, queriendo acercarse a las peñas que siempre vio a lo lejos desde su ventana. Cruzó un camino y cogió otro que, subiendo y subiendo la llevó a un cruce en el que tuvo que elegir. Siguió por la izquierda, queriendo llegar lo más arriba posible y contemplar desde allí todo lo que la naturaleza generosa de aquellos parajes pudiera ofrecerle. Todo lo que vio al llegar le pareció maravilloso: sierras y valles al otro lado de la frontera, montañas y regatos, animalillos corriendo asustados , pájaros que volaban curiosos a su paso, pinos, alcornoques, arbustos con flores de muchos colores, y todos los verdes del mundo estaban a sus pies.
Pensando que se hacía tarde, bajó presurosa la cuesta empinada de la otra falda de la sierra. Desde allí contempló un pueblecito portugués, al que una vez había ido con uno de sus hermanos a por café: Marvao, como etéreo entre nubes, sacado de un cuento de hadas.
Al llegar al valle oyó al acercarse el ruido de chapoteo de agua y escondiéndose contempló atónita la figura de un muchacho que desnudo se bañaba en uno de los charcos del arroyo . Quiso dar la vuelta pero sus piernas no respondieron y de repente sus miradas se cruzaron y sin decir nada en un segundo que pareció un siglo, se dijeron todo, ella miró embobada sus músculos de muchacho curtido por el sol, el contempló sus ojos y se juró a si mismo que nunca querría mirarse ni amar a nadie que no fuera ella.
A partir de ese día, cada tarde se amaron en este valle, con toda la naturaleza como testigo de que eran dos almas en una sola y así sería hasta la muerte.
La madre de María yacía postrada en su cama y la enfermedad que de cebaba con ella iba minando a pasos gigantescos su vida y su esperanza. La abuela y las vecinas nunca la dejaron sola y ayudaron a sentir que siempre habría una mano dispuesta a darle cariño. Sus hijos pasaban cada vez más tiempo fuera de casa, sin poder soportar como la que tanto querían se iba yendo irremediablemente hacia la muerte.
Joaquin era hijo de un terrateniente portugués, se dedicaba a la caza, a la pesca a montar a caballo y administrar las fincas que algún día heredaría de su padre. Vivía en Porto da Espada y contaba las horas y minutos que faltaban para mirarse otra vez en los ojos de María, acariciarla, mimarla, sentirla cerca y emocionarse triste al verla marchar cada tarde de vuelta.
Se armó de valor y un día le habló a su padre de Maria, este entró en cólera y le prohibió terminantemente volver a verla. Indignado, salió jurando que jamás se casaría con esa prima de Lisboa que desde niño estaba destinada para él.
La madre de María murio y ella durante mucho tiempo no pudo acudir a la cita de su rincón en el Valle. Joaquin desesperado se acercó dispuesto a hablar con sus hermanos y contarles toda la verdad. Sus hermanos al escucharle se enfurecieron: “Ningún señorito se reiría de su hermana …. JAMÁS”., lo echaron, pues sabían que una persona de su status social nunca podría casarse con una humilde campesina con el consentimiento de sus padres.
La vigilancia sobre su hermana se intensificó y durante meses no pudieron volver a verse. En Primavera Maria consiguió escapar una tarde, corrió y corrió desesperada en busca de los brazos de su amor y se acerco al valle donde tarde tras tarde seguía esperando Joaquin.
Lloraron, se amaron, rieron, jugaron, chapotearon, contemplaron abrazados la maravilla del paisaje a sus pies, al horizonte, las sierras y valles, y maldijeron su suerte malvada que no les dejaba vivir su amor en este mundo injusto y cruel.
Sintieron el ruido de unos cascos de caballo a su espalda, gritos, e intentaron ocultar su desnudez, pero era tarde: una bala maldita se clavó en el pecho de Joaquin y rodó por la pendiente, ladera abajo hasta llegar a unas peñas que acunaron su cuerpo inerte. María miró hacia arriba y contempló a sus hermanos queridos con una pena infinita y sus preciosos ojos verdes se iluminaron como nunca de felicidad y se dibujó en sus labios una sonrisa de agradecimiento, pues supo en ese instante que gracias a una de sus balas nada ni nadie podría separarle jamás de su amado.
Solo dijo unas palabras: “ Os quiero y no lloreis mi muerte, seré feliz”, y en ese mismo instante saltó hacia el vacío, ante la rabia y tristeza infinita de sus hermanos que tanto la amaron y que no supieron entenderla , y su cuerpo cayó al lado del de Joaquin, llegando incluso sus manos a tocarse.

La noticia corrió como la pólvora y todos los paisanos de los pueblos de los alrededores sintieron una pena muy grande con tan triste final para una historia de amor tan bonita. Muchos quisieron ir a ver aquellos paisajes que habían albergado sus besos y sus caricias ….
Una mañana, un pastor de la aldea de Jola se acercó con sus ovejas hasta allí y vio admirado como las peñas que cobijaban a los amantes lloraban de pena por su ausencia. El Valle se llenó de lágrimas que corrían y corrían por las peñas y las laderas hasta llegar al regato que las acogía jubiloso lo mismo en invierno que en verano, nunca, jamás faltaron lágrimas en aquel valle para seguir llorando por los siglos de los siglos por tan triste historia.
Desde entonces, todos los vecinos de los alrededores, españoles y portugueses, acuden al lugar en busca de sensaciones nunca sentidas, respirando paz, sosiego, aliento para seguir cuando nada bueno tienes ante ti, esperanza, vida........... y mucho, mucho AMOR............ Todos los que tenemos la dicha de contemplarlo, podemos jurar que esto es así y siempre será recordado y conocido este lugar como : EL VALLE DE LAS LÁGRIMAS.

Muy bonita historia, No la conocía. Gracias Goyi por compartirla.

Hermosa historia de amor sin fronteras.....en la raya hubo muchas
que acabaron bien.Gracias.

Qué bien lo cuentas Goyi. Deberias dedicarte a contar historias, rutas cucedidos, poesias, que viviendo de ti, adquieren adhesión a tu sensibilidad.

La abuela Maria a la que no conociste, por parte de quien era?.
Un abrazo y recuerdos.

era madre de mi padre. Me pierdo un poco en cual es nuestro parentesco, pero creo que es por ahí.

Nos lo has mostrado tal como si nos hubiésemos trasladado a esa época.

Gracias Goyi, por tan hermoso relato.

Goyi, te contesto en privado.

Impresionante,ponte de una puñetera vez a escribir ese librillo de historias imaginarias del que siempre estamos hablando.Se venderían bien ¿no crees

Goyi, acabo de abrir de nuevo el foro y estoy..., bueno, no sé cómo describirte lo que siento, lo que percibo.

¿Y tú alabas mis trabajos paisana? Por el amor de Dios, no sé si eres consciente de la narrativa que tienes, la historia en sí es hermosísima, pero descrita como lo has hecho, es digna de una película bien llevada y sabes cuan sensible es este tema para mí, lo sabes, Goyi.

Ufffff, si yo hubiera tenido esta historia en mis manos hace unos años, la habría sacado a la luz, Dios sabe que sí, no con tanta belleza como tú lo has descrito, pero desde luego no me la habría guardado.

María y Joaquín, Joaquín y María. Paisana, perdona por lo que voy a pegar ahora, Dios sabe que no es con afán de protagonismo, pero sí es una prolongación de lo que traduces en tu historia. Sabes cuanto mi padre apreciaba a tu padre (q.p.d. los dos), sé que tuvieron conversaciones muy del lado de cada uno y cuánto José apreciaba a Juan Antonio y cuanto se entendían en la situación de cada uno. Sé cómo me hablaba mi padre del tuyo y qué me decía el tuyo del mío y no preciso decirte más, Goyi, nos estamos entendiendo.

Esta prosa poética, sencilla y escrita en otra época de María y Joaquín, era una prolongación de lo que en tu escrito y en la prosa se traduce. Un beso, paisana, gracias por conmoverme. Nívea.

A LAS FRONTERAS

Me pregunté un día.
¿Por qué son ríes con tristeza, di, Nívea, ¿qué piensas?

Me contesté:

Pienso en el amor,
sonrío porque lo toco,
recuerdo cuándo empezó
y en las ilusiones de dos locos.

Porque locos debemos estar
para creer lo que nos dicen:
que ya no existen fronteras
que te dejan cicatrices

Y es que pensaban que eran
simples líneas entre países,
que puedes saltar sin peligro
de que el corazón te pisen.

Pero hay fronteras del alma
que como ellas, invisibles,
te rompen las ilusiones,
y dejan el amor inservible.

(A una renuncia)

Nívea León.

Sin comentarios, Goyi. Un abrazo, Marce para tí.

Muchas gracias a TI.

Goyi, precioso relato y magníficamente narrado... enhorabuena!!!
Me encanta!!!

Me has llevado a lugares de la infancia... gracias.

Goyi que bonito relato que historia tan bonita cuando lo leia parecia que lo estba viendo muchas gracias por tu relato

Me alegro mucho que os haya gustado y gracias por los comentarios. También a los que me habéis mandado privados.
Mi abuela Maria nació en las Naves de Jola y allí vivió hasta que muy jovencita se casó con mi abuelo Antonio. Fueron a vivir a Las Lanchuelas, a una finquita suya que se llama "la Calderita", aunque duró poquito su felicidad ya que la abuela murió cuando iba a hacer 30 años y ya tenía cinco niños, el mayor mi padre y la menor con tres meses.
Mi abuelo siempre me dijo que era la mujer más guapa de la Campiña y yo siempre quise creerlo, y además decía que ninguna de sus hijas ni de sus nietas había salido tan guapa como la abuela Maria.... qué le vamos a hacer!!!!!.
Pensando en ella y en su triste historia, por la que tanto sufrieron todos los que la amaron y por todas las lágrimas quederramaron en esos parajes, escribí: El valle de las lágrimas.

Goyigar, pensando que dabas por terminado el post, no te había hecho saber mi duda.

Por tu relato, interpreté que tu abuela María y Joaquín, el portugués, habían muerto a la par, uno asesinado, otra lanzada al vacío ¿Interpreto entonces que el relato es mitad realidad, mitad ficción, y por tanto tu abuela sobrevivió a su intento de suicidio? Porque de no ser así, no me cuadra, salvo que no te haya interpretado bien

De tanto en tanto nárranos algo, aunque sea fruto de tu imaginación, porque es un placer leerte.

Por otra parte, habrás visto, paisana que hay quien no soporta la forma de hacer, ser, pensar...etc de Nívea y le da al dedín con los puntitos rojos, pero a mí plin, me importan tres pitos, sé de dónde viene el tema. Hay algunas que otras envidiosas participativas y otras ocultas, porque es cosa de mujeres y un hombre, seguro. Que les den, no pasarán nunca de ser medianías como seres humanos- Aunque la mona se vista de seda...

Ay, esa frontera, Goyi, esa frontera, cuantas historias encierra. Un abrazote y espero pronto otro relato. Nívea.

Me uno a los halagos. Me parece un relato muy imaginativo y excelentemente escrito. Y te animo también a que recopiles tus historias y las publiques, goyigar. Seguro que te satisface el resultado.

Puntuar con negativos es el único recurso que les queda a los mediocres, Nívea. No tienen otra manera de llamar la atención ni forma alguna de expresar su desacuerdo y demuestran su inquina apretando el botoncito. Curiosamente suelen ir de rojos cuando en el fondo lo que quieren es ser cuanto más azules mejor...

En este caso el relato es producto de mi imaginación y además lo hago sin pensarlo y va saliendo lo que sale sobre la marcha. Siempre pienso en alguien y en esas personas me inspiro, también en los lugares que recorremos y en los sentimientos que compartimos en nuestras rutas.

Los negativos y positivos no me afectan nada. Es más, no tengo ni idea de lo que significan. Tienen algo que ver con los puntos que aparecen en la reputación???.. y que te puede pasar si tienes muchos negativos? te de foro,o te multan o qué???.. no entiendo la importancia del asunto.

¡¡¡Que bonito!!!

Gracias por el relato, Goyi.

Goyi, que Dios bendiga tu bonita imaginación. Yo llegué a creerme todo el relato, quizás porque también soy un poco Antoñita la Fantástica, muy imaginativa, aunque de un tiempo para aca, que ya me parece demasiado largo, no consigo hacer nada.

Imagina, paisana, estaba ya en la cama y dándole vueltas a tu abuela María y Joaquín, quizás porque estoy un poquito inluenciada, ya sabes, lo cierto es que me levanté, encendí de nuevo el ordenador para ver cómo me casaba que hablaras de tu abuela madre de tu padre, no entendía nada, mi imaginación corrió hasta pensar que tu abuela quedó embarazada de Joaquín y lo habías obviado pero... había siete hermanos, , hay, Dios, me dije, Nívea, que esta bella historia de amor y dolor es mezcla de verdad y mentira, por ello, cuando vi que se alargaba el hilo, me atreví a preguntarte cuidando de no molestarte.

Bueno, Goyi, fuere como fuere, me enterneció, me hizo vibrar y de eso se trata paisana, de escribir de forma que quien lee le llegue lo que se intenta transmitir.

Anda, Goyi, atrévete con lo que yo no pude hacer, mira de escribir la historia de EL ELEGANTE, igual él aún está en situación de narrarte sus numerosas vivencias, no sabes cuanto he sentido dejar eso en un rincón, me habría encantado, pero se me echaron encima situaciones difíciles y todo tiene su tiempo.

Un besote, Goyi y que te Dios bendiga por lo bondadosa que eres. Nívea.

Pd.- De los puntitos rojos, ya lo he dicho mil veces, me importan tres pitos, sé que lo hacen con saña, no objetivamente y con "INRRITACIONES"