Valdefuentes - Caceres

El sabor de la fruta fresca

No había amanecido del todo, la luz de la luna penetraba directamente sobre aquel hermoso canastillo convertido en frutero. Este, estaba lleno de las mejores y más variadas frutas, era el rey en aquel rincón de aquella dulce y sencilla morada junto aquella vieja ventana de la cocina.
La dueña de la morada sentada frente a él, le observa lentamente, mientras lo saboreaba con una picaresca mirada. Hacía poco tiempo que las había lavado y eso producía que de él salieran una refrescantes gotitas de agua.
Se levanto de la silla y puso en su mano izquierda una de aquellas apetitosas piezas de fruta. Su tacto le parecía nuevo, era como si nunca hubiese tenido la ocasión de acariciarla. Al final, se decidió a darle un dulce bocado a la rojiza y provocativa fresa. La disfrutaba tanto, que por un momento cerró sus ojos y sin darse cuenta, por su boca corrían unas gotas de aquel néctar que comenzaron a descender suavemente desde los labios hasta tomar el camino del canelillo de sus pechos.
Era tanta la sensación de placer, que por un instante le produjo un extraño y maravilloso sueño erótico. Fueron solo unos segundos, los suficientes segundos para sentirse que se encontraba en el mismísimo centro del paraíso.

Hirojo.

Amigo, me maravillan tus maravillosos poemas, eres.............Maravilloso

Un placer leerte.Rezuma una sensualidad exquisita.

Estimadas amigas jarosa y Flor, aprovechando que la gripe pasa por mi casa, esta tarde que tengo tiempo libre, os doy las gracias por vuestras palabras sobre mi poema.

un abrazo para las dos