Aquellos faroles. En la densa oscuridad con que mi Pueblo dormia, para recorrer sus calles con un farol que salias. Su forma era cuadrada con cristales a los lados, y una mecha de aceite que de un trapo se sacaba. Sostenidos por la mano al mismo tiempo que andabas, con su luz tan mortecina el camino iluminaba. Era frecuente encontrarse con algún otro farol, que a distancia lo veias sin saber su portador. A donde quiera que fueras por la noche a visitar, no te quedaba otra cosa que con el mismo cargar. Hoy yá no quedan faroles, sólo queda que el recuerdo de tantos que lo portaron aquellas noches de invierno. Yá no se usan faroles y vemos mejor el Pueblo, desde que llegó la luz a las calles de mi Pueblo. jacintoP. |