Santibáñez el Bajo - Caceres

Este articulo de opinión es de FELIX BARROSO GUTIERREZ,que en el día de hoy 27/1/2017,a salido publicado en EXTREMADURA PROGRESISTA.



https://igitalextremadura.com/not/83027/-la-quinta

PINCHANDO EN EL ENLACE DE ARRIBA, SE PODRÁ LEER ÍNTEGRAMENTE LA COLUMNA.

VOLVEMOS CON OTRA COLUMNA DE "RECORDATORIOS", HACIENDO MENCIÓN A AQUELLOS AÑOS EN QUE LOS QUINTOS DESEMPEÑABAN TODO UN PAPEL DENTRO DE LA COMUNIDAD DE VECINOS. LUEGO, CON LA ENTRADA DE UNA MODERNIDAD SIN SUSTANCIA Y SIN CIMIENTOS, LA TRIBU COMENZÓ A IR A LA DERIVA Y COMENZÓ EL DERRUMBE DE LAS SOCIEDADES RURALES. TODO ELLO, JUNTO CON EL ANÁLISIS DEL EMPUTECIDO PATIO DE LA NACIÓN Y ALGUNAS GUINDAS ROMÁNTICAS, SE PUEDE LEER PINCHANDO EN EL ENLACE DE MÁS ARRIBA. ¡Salud!

La tribu, desde los años anteriores en que homenajearon al que asó la manteca, siempre entendió (la experiencia acumulada marcaba el camino a seguir) que un mozo ya estaba hecho y derecho cuando pasaba a ser quinto, nunca antes de haber cumplido las veinte primaveras. Eso fue así incluso cuando no había venido al mundo Juan II de Castilla (siglo XV), el que se sacaría de la manga aquella maldita “contribución de sangre”, mediante la cual uno de cada cinco varones debería por narices (por no decir otra cosa) servir en el ejército. Felipe V, el primer rey Borbón y al que le decían “El Animoso” (uno de los tataranietos de Juan Carlos I “El Campechano”), no tuvo otra ocurrencia que reafirmar lo que dejó sentenciado aquel Juan que murió de fiebres cuartanas el 22 de julio 1454 y que, en su agonía, exclamó: “Naciera yo hijo de un labrador e fuera fraile del Abrojo, que no rey de Castilla”.

Siempre se dijo que “no hay quinto malo”. Pero cuando la tribu comenzó a perder fuelle y dio en ser devorada por la sociedad de consumo (de esto no hace tantas lunas), gente extraña al entramado social y solidario de nuestros medios rurales rebajó la entrada en quinta a los 18 años. La voz de los mayores se debilitó y el quinto dejó de ser quinto, aunque se siga celebrando una descafeinada entrada en quinta por nuestras villas y lugares. Aquel mozo con las veinte primaveras recién cumplidas que prestaba honestos servicios a la comunidad, pasó a la historia. Dejó de ser la viga madre de la aldea y ya no volvió a tocar la pandereta que él mismo se fabricaba con piel de viejos perros. Ni las castañuelas revestidas con cintas y madroños de lana. Se acabó el recorrer los domingos las tabernas en compañía del tamborilero. Se dio la puntilla al paseo del macho cabrío, bellamente engalanado, por calles y plazuelas. Dejaron de sacar los pasos en la Semana Santa y en otras festividades. No picaban los lotes de madera de encina de la dehesa boyal y los transportaban al corral de las personas desvalidas y necesitadas y ya no fueron los primeros en acudir cuando la tribu sufría alguna calamidad. Se acabaron, igualmente, las contraprestaciones de la comunidad hacia ellos (colectas de chorizos, huevos y dinero). La quinta degeneró en un alocado botellón y en cortar las carreteras, a fin de exigir a los conductores un impuesto monetario para sufragarse sus francachelas.

La tribu perdió su capacidad de control y la modernidad penetró en nuestros pueblos con sus hedonismos y egoísmos. Dinero sonante en los bolsillos, alcohol a raudales y consumo de tabaco y otras sustancias a edades cada vez más tempranas, sin esperar a que el cuerpo estuviese perfectamente formado, a aquella edad fijada por la tribu: los veinte años bien cumplidos. Muchos derechos para el muchacho, pero muy pocos deberes. De aquellos polvos ya estamos probando algunos lodos. Bien me lo decía mi paisana Juana Pescador Martín, a la que todos conocíamos por Ti Juana “La Canchala”: “La mocedá de hoy ehtá perdía; ya no se rehpetan ni a pádrih, ni a mádrih, ni a agüéluh ni agüelah. La vida ha veníu pa peol. Ahora hay máh pérrah peru tamién ménuh vergüenza, y la culpa de tó la tienin la tilivisión y lah módah que moh train de ajuera”.

Si las tribus de la antigua Iberia dejaron de controlar a sus cachorros, ¿cómo anda el patio a nivel general en este país que una noche se acostó monárquico y amaneció republicano, allá por aquel año en que un violento terremoto destruyó la ciudad de Managua y se inauguró la plaza de toros de Las Ventas? Pues el patio anda a la deriva, desarbolado en esa nao que lleva como remeros a la derecha pura y dura del Partido Popular, Ciudadanos y a aquellos que todos los días se levantan diciéndose a sí mismo que son socialistas y, al poco rato, se vuelven tan de derechas como sus otros dos compadres. ¡Menudo trío! Ahí los tenéis, prietas las filas, apoyando a esos bancos que rapiñaron los humildes ahorros de nuestros padres y abuelos con sus malditas preferentes, obligaciones subordinadas y otros paquetes de vertiginoso riesgo que nunca solicitaron. El trío es por activa y por pasiva canallescamente responsable, igualmente, de que miles de nuestros jóvenes quedan atados a hipotecas que durarán más de cuarenta años, mediante todo un criminal montaje en la valoración de sus hogares, que les convierten en indefensos vasallos ante contratos feudales. Mientras tanto, el ministro de Economía, Luis de Guindos Jurado, un tecnócrata que huele a derecha rancia a mil leguas a la redonda, continúa sin caerse del guindo y paseando su resplandeciente calva por salones y parroquias. Gana la Banca, con la ayuda de ese trío que nada tiene que envidiar al de las Azores. ¿A qué extrañar, por lo tanto, que luego esos bancos le condonen las deudas a sus peones de brega?

Seguro que el señor Guindos y otros miles de su cuerda nunca oyeron cantar a los quintos aquella canción de ronda que les enseñó la tribu: “El día en que yo entré en quinta/ puse un ramo en tu ventana./ Bien atado lo dejé/ antes de venir las claras./ Un ramo en la tu ventana/ de rosas y de claveles,/ y ahora que vengo cumplío/ te lo pongo de laureles”. No, el señor Guindos y los suyos, los amigos de los bancos, no tienen nada de románticos y no se puede pedir a un guindo que dé peras. Ya lo decía el escritor y humorista Mark Twain: “Un banquero es alguien que os presta un paraguas cuando el sol brilla y os lo reclama al caer la primera gota”. Gracias a que el personal de a pie anda a ciegas y no sabe de la misa la media. Ya lo advertía Henry Ford: “Es bueno que la gente no conozca el sistema bancario y monetario, porque si esto ocurriera habría una revolución mañana por la mañana.

Pobre España, estrangulada por la mano ensortijada de los Henry Graver de turno, con sus chisteras, sus áureos relojes con la patente de Patek Philippe, sus puros habanos y sus orondas panzas. Siempre manejando a sus títeres políticos. ¿No sentirán rubor los honrados socialistas viendo como sus diputados en las Cortes rinden pleitesía al más atroz y desalmado capitalismo? Más de 350.000 millones de euros ha sacado el Gobierno de este país en los últimos ocho años de las arcas públicas para salvar a la Banca. Las inyecciones a bancos y cajas, junto con la creación del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) y de la Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria (SAREB), así como la emisión de avales, es equivalente a un tercio de nuestro Producto Interior Bruto. Ni que una diabólica corneja, siempre con su mal augurio a cuestas, estuviera planeando a todas horas sobre esta tierra donde jamás triunfó una revolución social que hiciera posible lo que Thomas Jefferson, tercer presidente de los Estados Unidos, expresó en uno de sus discursos: “El poder de emitir moneda tendría que ser quitado a los bancos y devuelto al pueblo, a quien propiamente pertenece”.

Con esta cuadrilla de quintos que nada tienen que ver con los quintos que educó la tribu y que más parecen infantes de las huestes de Donald John Trump que adalides dispuestos a levantar una España tricolor más libre, más igualitaria y más fraterna, no vamos a parte alguna. Funestos pájaros de mal agüero, que también abundan por estos campos donde ya la montanera toca a su fin y que siguen en la cola de las comunidades autónomas, totalmente empobrecidos y envejecidos. Cornejas de robustos picos y enlutadas plumas que solo nos deparan sustos y temerosos presagios, tal que a don Rodrigo Díaz de Vivar en su destierro:

“Ya cabalgan, ya aflojan las riendas.
Al salir de Vivar, tuvieron la corneja diestra,
y entrando en Burgos,tuviéronla siniestra.
El Cid se encogió de hombros y meneó la cabeza:
¡Albricias!, Álvar Fáñez, que si ahora nos destierran
con muy gran honor tornaremos a Castiella!’

En la oscura eternidad de la Nada se hundió Ti Juana “La Canchala” un 5 de mayo de 2016. También caía ese día el celebrado periodista y caricaturista francés Maurice Sinet. Se celebraba el Día Internacional de la Partera y la Iglesia cantaba las virtudes de San Eutimio y San Niceto. Ti Juana renegaba de la mocedad y añoraba la juventud que fue aleccionada por la tribu. Tal vez una juventud como la que soñara el bueno de Antonio Machado en su poema “A una España joven”: clara y pura como el diamante, despierta y transparente. Nosotros añadimos más: transversal y transgresora, resuelta y revolucionaria, épica y poética, alerta siempre y en debate permanente. Quintos que vuelvan a colocar ramos en las rejas de sus musas, como aquel que asomó entre los versos que rimara nuestro bohemio, apasionado, auténtico y sincero juglar, el que surgió de entre la niebla un mes de diciembre en el que -¡maldita sea!- también tuvo que asomar la corneja del averno.

“Quinto era y yo te soñé despierto.
Despierto, amor mío, como sol de agosto.
o luna de enero: halo de hielo y mosto.
Era quinto y corté flores del huerto.

Por ti, traspasé escabroso puerto.
Vi el roquedal. Atrás dejé el congosto.
Senda, sudor y sed. El paso, angosto.
De rosa y de clavel hice un injerto.

De injerto tal brotó flor del edén,
que con fiebre y pasión até en tu reja.
Abriste ventanal muy ten con ten.

Sonreías. Todo era azul bajo tu ceja.
¡Qué guapa con aquel blanco satén!
Mala hora en que volara una corneja”.

Buenas tardes.

Como se nota que la cabra sigue tirando al monte " LO DIGO POR LO DE PRIETO LAS FILAS", aún sigue retumbando en su cabeza las miles y miles de veces que las REBUZNO.

No ofende quien quiere, sino quien puede. Y para poder, hay que quitarse la máscara del anonimato, señor JARA SECA, pues, como todos los foreros saben, usted acostumbra a insultar a los demás escudándose en su anonimato, lo cual es propio de cobardes. ¡Salud!