Santibáñez el Bajo - Caceres

Este articulo de opinión es de FELIX BARROSO GUTIERREZ,que en el día de hoy 21/6/2016,a salido publicado en EXTREMADURA PROGRESISTA o DIGITAL EXTREMADURA

Venía de familia a la que le tiraba el cante. Por ello, nada tenía de extraño que heredara el apodo de “Cantares”. Las comadres parteras le ayudaron a salir al mundo a la par que lo hacía el celebrado matemático estadounidense Claude E. Shannon, que sería recordado como “el padre de la teoría de la información”. Era el penúltimo día de un mayo florido de 1916 y los católicos conmemoraban a San Sico, San Críspulo y San Palatino. Hijo era de Ti José García García y de Ti Teresa Martín Hernández. En la pila bautismal de la iglesia, el cura le nombró como Basilio García Martín. Un hijo más del pueblo, destinado a subsistir con los cuatro huertos y arrendando, de vez en vez, su fuerza muscular a otros que habían heredado tantas tierras que se perdían por luengos horizontes.

La Extremadura de los terratenientes absentistas (aún no desapareció) mantenía a la región en el régimen feudal de la Edad Media.Hablé más de una vez con él en el banco de hierro que había detrás del cabecero del templo parroquial, mirando hacia la población de Ahigal. “Yo soy de la familia de `Loh Cantárih`, que loh mih agüéluh ya tatareaban aquellu de `A cantal me ganaráh,/peru no a sabel cantárih,/que tengu yo un arca llena/y encima sieti cohtálih`” -me decía muy ufano el nieto paterno de Ti Miguel García Dosado y de Ti Francisca García Caletrío.

Sus cantos y alegrías se truncaron al poco tiempo de celebrar su entrada en quinta en la noche del Sábado de Resurrección de 1937, cuando los quintos inundaban el lugar con todo un polvorín de cohetes y, acompañados por el tamborilero, recorrían calles, plazuelas y tabernas, haciendo sonar las panderetas que se habían fabricado con piel de perro. En agosto de aquel mismo año fue movilizado y destinado al frente de la Serena, en la provincia de Badajoz. Ardía la guerra civil española. “Aquel frenti era bahtanti tranquilu -me comentaba Ti Basilio-, que hubu en aquel añu pócuh tantarantánih. Lo únicu que jadíamuh era tirálnuh púllah cantandu entri loh rójuh y nusótruh, por lah nóchih, pa ehparigílnuh el sueñu. Nusótruh, por loh altavócih, leh cantábamuh: `Si érih del puñu cerrau,/ehcucha ehti fandanguillu:/-Me cagu en lo colorau,/en la joci y el martillu`. Y élluh moh rehpondían: “Cagandu un republicanu/que no tenía papel,/cogió a Queipu de Llanu/y se limpió el culu con él`”.

Pero de aquel frente tan tranquilo le llevaron al Ebro y aquello ya fue otro cantar más trágico y donde la muerte le rondó media docena de veces. Se escapó de la Enlutada y su guadaña como pudo y, ¡hala!, de vuelta a las trincheras de la Serena, a caballo entre las provincias de Córdoba y Badajoz. Y aquí se armó gorda cuando quedaban menos de tres meses para finalizar la guerra. En enero de 1939, el general republicano Vicente Rojo puso en marcha el “Plan P” y se incendiaron los campos en la que pasó a llamarse la batalla de Peñarroya o Valsequillo. “Habíamuh ehtau tranquíluh -relataba el nieto materno de Ti Vicente Martín Sánchez y de Ti María Antonia Hernández Clemente-, que na,más jadíamuh que ehcuchal lah chárlah que moh daban loh requetéh: tó el día con la patria pa,rriba y con la patria pa,baju, que hahta moh jidierun aprendel aquellu de ´Por Dióh, por la patria y el rey/lucharun nuéhtruh pádrih;/por Dióh, por la patria y el rey/lucharémuh nusótruh tamién…` Loh rójuh moh rehpondían por loh altavócih: `Por Francu y la pata de un buey/lucharun vuéhtruh pádrih;/por Francu y la pata de un buey,/lucharéih vusótruh tamién`”.



Basilio García Martín proseguía contándome cómo el día 6 de enero de 1939, los Reyes Magos le echaron encima tal cantidad de metralla que tuvieron que desalojar la sierra Trapera y salir con lo puesto hacia Monterrubio de la Serena. Un batallón entero chaqueteó y varios de sus suboficiales y un montón de soldados fueron ejecutados de inmediato entre aquellos olvidados cerros. “Recuerdu - refería el paisano- que una buena piara de requetéh, que se dehtinguían a la legua por lah suh boinah coloráh, se acobijarun en un olival, peru loh guipó la aviación roja y loh puso a caldu. Quearun dehtripaúh y, dihpués, cargarun doh o treh camiónih con loh réhtuh d,élluh. ¡Mira tú qué prontu dejarun de hablal de la patria y venga patria…!”

¡Ay de la patria de los apátridas! Y es que, en el fondo, Ti Basilio era un apátrida dentro de aquella patria de la que le hablaban los requetés y de cuyo concepto él no entendía ni jota. Su única patria había sido trabajar de sol a sol, subsistir sobre una tierra dura y, para remate de feria, ser movilizado por una panda de militares y señoritos que le llevaron a una guerra que él sabía muy bien que no era la suya. Aquella patria (con minúsculas) que ya le tenía aburrido era la misma que hoy defienden los que se frotan las manos ante una coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos. Una patria entendida al modo del que siempre la entendieron las derechas, donde el pensamiento liberal (centralismo, constitucionalismo y uniformismo) se mezcla con las filosofías conservadoras, propias del Antiguo Régimen (tradicionalismo medievalizante, regionalismo y catolicismo). Ya ironizó y se burló de ello un personaje tan controvertido pero claramente revolucionario y escorado hacia la izquierda en los años de 1935 y 36, como José Antonio Primo de Rivera: “las derechas se entusiasman con el apóstol Santiago asestando mandobles a los moros y no quieren saber nada del hambre del pueblo”.

Dirigentes de esa coalición tripartita han elevado el grito hasta más allá de los cielos cuando Pablo Iglesias Turrión u otros allegados ideológicos han tenido la osadía de mentar la palabra Patria (con mayúsculas), de hablar de patriotismo crítico y democrático. Un criticismo serio y profundo sobre la realidad de España, el que arranca en Francisco de Quevedo, continúa con Mariano José de Larra, prende fuego en la Generación del 98, se impregna del dolor de Miguel de Unamuno y vibra de ilusión ante el 14 de abril de 1931. Criticismo revolucionario que pretende desarticular el capitalismo en sus tres vertientes más explotadoras: la financiera, la agraria y la industrial, para que el pueblo, la gente, tenga verdadera Patria. “¿Cómo se puede decir a un hombre que tiene una Patria cuando no tiene derecho a una pulgada de sus suelo?”, se pregunta el economista estadounidense Henry George, el inspirador de aquel movimiento progresista denominado el “georgismo”? “¡Patria o Muerte!”, gritó Ernesto Che Guevara y el grito fue acuñado por los movimientos de liberación del Tercer Mundo.

Quieren seguir monopolizando el concepto de patria los sempiternos vendepatrias. ¿A qué extrañar que un periódico como “El País”, siempre tan “cebrianesco” y tan defensor del gatopardismo, califique las “apelaciones a la patria” de la izquierda emergente como “súbito interés por un concepto caduco”, al que tacha de una “noción de reminiscencias preconstitucionales y asociada al más rancio nacionalismo”? ¡Cuánta hipocresía derramada en las tipografías con tal de defender bastardos privilegios! Cuadrilla de vendepatrias, donde la gran Banca mueve los hilos tras bastidores. He ahí al Banco de Santander, lleno de más sombras que luces, defendiendo sin disimulo alguno esa coalición tripartita. Ellos, los bancos, son los que financian las campañas electorales de esa posible confederación política que tanto miedo cerval tiene a que le remuevan los sillones y levanten sus alfombras. Ellos financian y exigen los intereses: nada de promover políticas socialmente avanzadas. Poderes fácticos, no elegidos por el pueblo, dirigiendo la orquesta y escachurrando sus instrumentos desafinados sobre las cabezas de la gente. Vendepatrias mentirosos, que hablaron de ahorrar gastos en la campaña del 26-J y nos están llenando de sobres propagandísticos y electorales nuestros domicilios. Otros, fieles a la palabra dada, se limitan a un sobrio sobre por casa, sin sepias papeletas para el Senado y sin vender recetas que ya caducaron y de las que el noble pueblo español quedó más que saciado.

Vendepatrias que aquí, en esta tierra nuestra donde los caciques (que cambiaron de pelo, como las zorr-s, pero no de mañas) siguen amedrentando con los mismos infiernos con que atemorizaba la represora dictadura franquista, también se lanzan con sus calumnias y difamaciones contra quienes quieren construir una Patria con letras de molde. El “bellotari” Guillermo Fernández Vara, sacando pecho ante el secretario de Organización del PSOE, César Luena, exclamaba: “Podemos no es de fiar, porque pidió el voto para el cambio y lo usó para que éste no se produjera”. ¡Cuánta mentira saliendo por la lengua del antiguo militante de Alianza Popular! Y le siguen el juego otros políticos de medio pelo y columnistas cavernarios que escriben vomitivas estrofas en cierta prensa regional, ya sean declarados franco-falangistas o individuos que aporrean su “tambor” para anunciar que fueron tanques “podemitas” los que abortaron la Primavera de Praga.

Ti Basilio García Martín estaba hasta los mismos testículos de tantas prédicas sobre una patria que él identificaba con los señoritos, las sotanas, los servilismos, las sevicias, las sinecuras y las siniestras y sombrías soflamas. Ese tipo tan partitocrático, reaccionario y sectario de patria se lo dejamos a los perjuros y traidores con las clases trabajadoras. La coalición Unidos Podemos ya ha puesto los puntos en su sitio: “Decimos que somos patriotas y que nuestra candidatura es patriótica y a un tiempo plurinacional. Intentamos recuperar nuestra soberanía económica y política. Tenemos una noción democrática, no nacionalista, de Patria, que identifica la Patria con la gente”. Nosotros, incluso, vamos más adelante y afirmamos con nuestro amigo y tocayo el pensador e historiador Félix Rodrigo Mora que “la revolución es un proyecto integral de mejora, emancipación, moralidad, hermandad y rehumanización, y entre sus metas no está el consumir más de lo necesario, sino vivir con lo menos posible. Pero vivir, no malvivir, sin esperanzas ni horizontes, como acontece ahora con cientos de miles de adolescentes y de jóvenes”.

Criticismo revolucionario que seguro que lo entendería a la perfección aquel paisano, chico de cuerpo pero grande de espíritu, curtido en mil batallas y que dejó de cantar por los siglos de los siglos cuando también lo hacía el actor británico de cine, teatro y televisión Sir Alec Guinnes. La Enlutada le segó la cerviz a los siete meses y cinco días de iniciarse el siglo XXI. El sol alanceaba con fuerza la tierra y no sabemos dónde conmemoraban a Santa Afra y Santa Nona. Ya que él no pudo, es muy posible, y más pronto que tarde, que sus descendientes vean y sigan a esa “Libertad guiando al pueblo”, como se plasma en el lienzo con el que nos hemos permitido ilustrar esta columna. El gran artista cacereño Juan Muro retocó el cuadro del famoso pintor Eugéne Delacroix y, ahora, la “Marianne” de gorro frigio y pechos al aire ha sido sustituida por esa hija de los berrocales trujillanos, hermosa y de cabello como el fuego, una Rosario “Dinamitera” de nuestros días (¡oh, inolvidable Miguel Hernández!), auténtica revolucionaria, que marcha a dar batalla a los vendepatrias enquistados en sus sillones.

La Francia de 1830, la de aquel rey Borbón llamado Carlos X (ultracatólico, ultraconservador y ultramontano) ha pasado a ser la España del momento (el único país de la UE que, según los datos de Eurostat, es más pobre que antes de la crisis) y el pueblo, la gente, avanza a pecho descubierto detrás de Trinidad Grande Pardo, la heroína de Santa Cruz de la Sierra. Se acerca el solsticio de verano y los felones y conspiradores se baten en retirada. Resuenan con gran eco las gloriosas estrofas de “A las barricadas”.

Buenas tardes.

Lo mejor la última frase "A las barricadas".

Coged el pico y la pala y empezad a construir esas barricadas, mientras "el COLETA" a costa vuestrA se pega opíparas " MARISCADAS "