Santibáñez el Bajo - Caceres

El esperpéntico amago de crear gobierno por parte de Pedro Sánchez ha dejado al descubierto algo de lo que hacía tiempo se sospechaba, pero pruebas, de los que se dice pruebas, poco o nada había. La rumorología apuntaba a que el partido del Sr. Sánchez, el PSOE, había comenzado a escorarse hace ya un tiempo hacia el centro, intentando sobrevivir a la corriente neoliberal que asola Europa y mantener su estatus político en España.

El acercamiento inesperado del PSOE a Ciudadanos deja en evidencia esa deriva ideológica del partido y que comienza a esclarecer las sospechas que se cernían sobre él. Aun así, no deja de ser una maniobra un tanto torpe que les puede acarrear más disgustos que otra cosa.

Esa expresión tan española “Quién te ha visto y quién te ve” encaja a la perfección con la situación que está viviendo la formación. Cualquiera que haya vivido los tiempos más duros del socialismo no encajaría de buena gana esta locura en la que se ha metido el partido fundado por Don Pablo Iglesias Posse. Tras haberse visto perseguido, exiliado y masacrado por el enemigo político, va ahora y se alía con él por una simple cuestión de celo político.

Dejando de lado los logros sociales conseguidos por el PSOE, durante los gobiernos de la democracia, no deberíamos ser tan condescendientes con las actuaciones llevadas a cabo en los últimos ocho años, que han dejado una herida difícil de curar y que cada vez se hace más profunda.

La sumisión del último gobierno del Sr. Zapatero a los caprichos de Bruselas y su falta de visión a la hora de detectar la crisis que venía, es posible que fueran los primeros signos de que algo no funcionaba como debería ser en el seno del PSOE. Sumemos a ello la firma de la modificación del artículo 135 de la Constitución de la mano del PP, junto con el desprecio que se mostró al movimiento 15M. Esto conformó una corriente que llevó a entender la dimensión de connivencia del socialismo como los poderes establecidos, acabando con la desbandada de muchos simpatizantes hacia otras formaciones políticas y el cabreo monumental de parte de los que se han quedado.

La llegada de Podemos y su crecimiento exponencial provocó una oleada de pánico entre los barones del partido, que se lanzaron como posesos a la misma guerra que había comenzado la derecha española. No falta tertulia o micrófono en donde un miembro destacado del partido no suelte algún que otro dardo envenenado contra la formación morada utilizando los mismos argumentos que esgrimen sus homónimos neoliberales, espoleados por periodistas necesitados de notoriedad y de escasa catadura moral.

Pero lo que le faltaba al socialismo para rematar la faena era la aparición en escena de sus dinosaurios, hasta este momento viviendo el retiro dorado después de sus servicios prestados a los poderes financieros y económicos de este país. Posiblemente el que más ha hecho por ponerse en evidencia haya sido el expresidente, Felipe González. Un personaje un tanto siniestro que no ha cejado de atacar abiertamente a Podemos y de incitar al actual líder de su partido para que apoyara, en caso necesario, un gobierno de la derecha. Ver y oír para creer.

A la vista de todos estos antecedentes no nos queda duda de esa deriva ideológica del partido que, por intentar sobrevivir a la profunda crisis del bipartidismo en este país, rompe todos sus preceptos para aliarse con un peligroso compañero de viaje como es Ciudadanos y por ende el Sr. Rivera.

Es aquí donde nos preguntamos si de forma intencionada o no, el PSOE se ha desnortado y con ello ha dejado de pertenecer al ala izquierda de la política, por mucho que sus líderes insistan una y otra vez que eso es totalmente falso.

Queda meridianamente claro que el líder socialista, Pedro Sánchez, ha demostrado una torpeza política sin parangón a la par que sumisa a los caprichos un tanto extraños de sus barones y pesos pesados del partido. Por mucho que se jacte del resultado obtenido en la consulta interna, sobre su alianza con Ciudadanos, no deja de ser engañosa si nos atenemos a los guarismos que aquella arrojó. La militancia no está de acuerdo con lo que ha hecho, más allá de esa cuadrilla de afiliados de clara ideología socialdemócrata de corte neoliberal que ha infectado el partido de unos años a esta parte, si es que no ha sido antes.

Sin duda alguna, por mucho que se intente negar, el PSOE ha cogido la senda del centro político, arrastrado por la presión ejercida desde los que realmente mandan en el seno del partido y por un ávido Albert Rivera que ha visto la fragilidad del cabeza de partido. La izquierda ideológica queda cada vez más lejos sin remisión alguna ante el beneplácito de las oligarquías financieras y económicas gracias a la inestimable ayuda de su pupilo más avezado.

Habrá que esperar acontecimientos, pero mucho nos tememos que puede ser probable una desbandada de los militantes más de izquierdas, que no entiendan esta traición a los principios fundacionales del partido.

Sería catastrófico para el socialismo de este país que su partido bandera perdiera la identidad por jugar con fuego al lado de un más que evidente oportunista de la política como es el Sr. Albert Rivera.
Se antoja difícil en este momento que el PSOE pueda volver por sus propios fueros, al menos mientras todo ese grupo de líderes de la vieja guardia, junto con sus lacayos, sigan gobernando el partido desde la sombra.