Santibáñez el Bajo - Caceres

Este articulo de opinión de FELIX BARROSO GUTIERREZ,que en el día de hoy 20/12/2015,a salido publicado en EXTREMADURA PROGRESISTA o DIGITAL EXTREMADURA

La moda de bautizar con nombres compuestos, como remedo de las capas aristocráticas y nacidas en buenas cunas, también caló entre los más desheredados de la sociedad en las postrimerías del siglo XIX. Por ello, Ti Casimiro Martín Martín y Ti Andrea Domínguez Calvo acristianaron a aquel niño que trajeron al mundo el 10 de diciembre de 1880, viernes, con el nombre de Roque Nicolás. En aquella misma jornada también resbalaba por los muslos de su madre Pedro León Maximiliano María Subercaseaux Errázuriz, que llegaría a ser celebrado pintor e historietista chileno. Controvertido personaje éste, pues al poco de casarse con la artista y literata Elvira Lyon Otaegui, decidieron ambos emprender otros caminos: Pedro se hizo monje benedictino y Elvira se enclaustró en un convento de Toledo.

El caso es que Roque Nicolás, nieto paterno de Ti Pedro Martín Hernández y de Ti Teresa Martín Alfonso, pasó a ser conocido en la población, según referían algunos vecinos, como Ti Roqui “El del palitroqui”. Al parecer, tenía un físico parecido a una vieja talla que existía en la iglesia parroquial, que apuñaba un bordón de peregrino y que los lugareños la adscribían a San Roque, aunque en realidad representaba a Santiago Apóstol.

Sobre Ti Roque me contó muchas andanzas su hijo Hermenegildo Martín González, al que le llamaban Ti Menegildu “El Mancu”, por faltarle medio brazo de nacimiento, lo cual no quitaba para que fuese un hombre de despierto ingenio y de fabulosa memoria. “Mi padri, qu,en gloria ehté -me comentaba-, se puedi dicil que se murió treh vécih y en doh d,éllah resucitó. La primera jué cuandu le dio cumu un jarrapíu y se queó trahpuehtu, con loh ójuh en blancu, sin pulsu y sin ná. Le dierun pol defuntu y, cuandu ya le iban a amortajal, dihpertó y loh que l,ehtaban amortajandu salierun a chapehcu, que perdían el culu”. Y Ti Menegildu nos seguía relatando que su padre le contó que aquella vez, en el tiempo que estuvo “muerto”, había bajado a los infiernos y había visto las ardientes calderas de Pedro Botero.

En la segunda ocasión, fruto de una caída y de un golpe muy mal dado en la cabeza al saltar de una enorme roca granítica a otra al sitio del “Canchal el Rayu”, también lo recogieron sin que latiesen sus constantes vitales. “Cumu tardaba en venil en sí -me relataba Ti Menegildu-, llamarun al cura pa que viniera a dali el viáticu. Era de nochi y, cumu antóncih no había lú ni bombíllah, el cura entró en el cuartu con loh monaguílluh, que llevaban una vela ancendía. Cogió el cura la vela y l,arrimó a la cabecera de la cama, pa vel-li mejol la cara al mi padri y, antóncih, se conoci que daleó la vela sin querel y le cayerun únah gótah de cera ardiendu y derritía en loh jocícuh y, na,máh cael-li encima, el mi padri pegó un rehpingu y, cagándusi en tó lo d,Arriba, se pusu de pinoti encima la cama. No queó naidi en el cuartu, c,hahta el cura ehmechó que se lah pelaba”. Aquella vez, por lo que narró el nieto materno de Ti Francisco Domínguez Caletrío y de Ti Florentina Calvo Floriano, había estado en el cielo y estuvo sentado a la diestra de Dios Padre, rodeado de ángeles y arcángeles con las alas plateadas y muy relucientes.

Años aquellos de nacional-catolicismo aplicado a machamartillo. Borbones y dictadura franquista, con el único paréntesis de luz y de libertad de la II República, tan tempranamente ahogada en sangre por las hordas fascistas. Nada de extrañar que Ti Roque viera el infierno y el cielo en su estado comatoso y cataléptico. Pesaban mucho sobre las neuronas cerebrales el dramatismo de la muerte y la vida de ultratumba. Ahora, cuando escribo estas líneas, siendo la jornada de reflexión antes del 20-D, me permito cavilar sobre la figurada muerte que se cebará sobre ciertos líderes políticos en la noche del domingo al lunes, cuando estén bajo sus sábanas de holanda y sus mantas palentinas. Aunque les ronde el insomnio por la incertidumbre que acecha, seguro que podrá más el sueño, después de tanto ajetreo y tanta fatiga de campaña, y será en ese momento, estando la fase REM en su apogeo, cuando llegará La Enlutada con su guadaña.

Seguro que, en sus catalepsias, don Mariano Rajoy Brey, barbado registrador de la propiedad y actual Presidente del Gobierno, bajará a los infiernos y allí verá arder a todos aquellos amigos y conocidos de la trama Gürtel, del Caso Bárcenas, de los Sobresueldos, de la Operación Pokemon, de las Tarjetas Blacks, de la Operación Púnica, del Caso Naseiro o del Caso Brugal (la lista sería interminable). Y sudará el gallego la gota gorda al ver que él también se ve arrastrado a aquellas hogueras, pese a que su ministro del Interior, el opusdeísta Jorge Fernández Díaz invoca a todas las vírgenes y varones del Santoral y pide a Marcelo, su ángel de la guarda, que fulmine a los demonios con su espada flamígera. Pero no sirve de nada, ni toda la artillería dispuesta por Pedro de Morenés Álvarez de Eulate, ministro de Defensa y al que más de dos han catalogado como un “comerciante de armas”.

Tampoco baja la virgen del Rocío en su ayuda, por más voces que le da María de Fátima Báñez García, ministra de Empleo y Seguridad Social, mientras arrea garrotazos con el brazo incorrupto de Santa Teresa a los malditos diablos. Un sudor frío le recorre el espinazo a Mariano y, quitándole la botella de güisqui al que fuera portavoz derechista del Gobierno de España, Miguel Ángel Rodríguez Bajón, le pega un trago de padre y muy señor mío. Detrás camina José María Aznar López con paso marcial y cantando “Montañas nevadas”, como en los buenos tiempos en que manchó y ensució la camisa azul. Va derecho a expiar los contubernios urdidos con Bush, Tony Blair y Durao Barroso en Las Azores. La hilera es interminable. Al fondo, se ve a Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, condesa de Bornos y de Murillo, riéndose maquievélicamente de oreja a oreja.

Ti Roque Martín Domínguez, en su bajada a los infiernos, vería a otros politicastros, pero no a los que ojeará en la mentada noche Pedro Sánchez Pérez-Castejón, secretario general del PSOE, cuando se suma en un falso y letal arrobamiento. Entre las llamas, verá retorcerse a Ricardo García Damborenea, a José Barrionuevo Peña, a Rafael Vera Fernández-Huidobro o a Enrique Rodríguez Galindo, todos ellos cubiertos de cal viva y renegando del GAL y de los Batallones Vasco-españoles. En caldera aparte, que un satánico personaje aviva a cada instante, observará aterrado a Felipe González Márquez, al que muchos dedos índices señalan como el oscuro señor “X”.

Por allí también remarán lastimosamente entre las lenguas de fuego otros sujetos como Luis Roldán Ibáñez o Juan Guerra González, o aquellos implicados en los casos Flick, Kío, Fondos Reservados, Filesa, Urbanor, Ciempozuelos, Sueca, ERES y otro largo etcétera. Y ambos políticos bipartidistas igualmente tiritarán de pavor cuando se percaten de aquella otra legión de compañeros amarrados a las puertas giratorias del averno, a los que acompañan otros colegas de CDC, PNV, de la antigua UCD y también el que fuera militante de IU, José Antonio Moral Santín. Todos ellos condenados a dar vueltas sin parar por toda la eternidad. Tiritarán ambos pero no menos que Artur Mas i Gabarró, que se tapará los ojos por no ver a Jordi Pujol i Soley, tan querido y tan íntimo, y a todo su clan abrasándose al noreste del erebo.

Mis cavilaciones me transportan, del mismo modo, a la vida y hechos de atildados individuos, ensombrecidos últimamente por ciertas alfombras levantadas, que, al igual que Ti Roqui “El del palitroqui”, serán atrapados por ese ensimismamiento que no será el último y definitivo. No sabemos cómo será el despertar, en la madrugada, de todos ellos. Tal vez amargo como la hiel. Tampoco sabemos cómo será el nuestro, los que apostamos por arrimar las mimbres para construir una sociedad auténticamente nueva y libre, cimentada en el autogobierno y la autogestión. Los que no quisimos abstenernos porque no podemos estar eternamente en las plazas donde se celebran los concejos abiertos mientras otros se comen el pan y le cagan en el morral a los de abajo. Nosotros, siempre con éstos, que han de ser quienes, asambleariamente, recriminen y descabalguen, si llega el caso, a los que siendo algo así como unos “primus inter pares”, dotados de un virtuoso republicanismo, sin privilegios de tipo alguno (jamás delegados o depositarios), no ejerzan el mandato salido de la asamblea.

No nos importa que nuestro despertar sea brusco, sintiendo una quemazón en los labios, tal que le ocurriera a Ti Roque Nicolás Martín Domínguez con la cera derretida de la vela. Si hemos asaltado los cielos, que nos aburen toda la cara. Todo sea por la democracia real con la que soñamos. El caso es que nos despertemos y podamos decir aquello de “amanece, que no es poco”. Ti Roque no lo pudo decir en la madrugada del segundo día de un abril de aguas mil, jueves, cuando los soviéticos lanzaban la sonda espacial “Zond 1” con destino a Venus y algunos pueblos festejaban a San Eustasio y San Nicecio. La Demacrada acertó a la tercera con la guadaña y ya no pudo seguir haciendo cavilaciones con sus traslaciones al orco y al paraíso.

Buenas noches