Santibáñez el Bajo - Caceres

Este articulo de opinión de FELIX BARROSO GUTIERREZ,que en el día de hoy 11/10/2015,a salido publicado en EXTREMADURA PROGRESISTA o DIGITAL EXTREMADURA

En aquel entonces había lobos por el término. Nosotros, los de mi generación, no tuvimos la suerte de verlos subidos en un risco, lanzando aullidos a la luna. Pero quien sí los vio muchas veces fue Pedro Paniagua Blasco, el que vino al mundo un 13 de mayo de 1885. Se celebra ese día a San Pedro Regalado y a San Pedro Nolasco. Razón de más para que a él le pusieran Pedro en la pila del bautismo. También se conmemora a Santa Gliceria de Trajanópolis y, desde el año 1917, a la Virgen de Fátima, que antes de esta fecha no habían asomado sus resplandores por tierras lusitanas.

Al hijo de Ti Juan Paniagua Domínguez y de Ti Josefa Blasco Jiménez, con el tiempo, le dieron en llamar en el lugar Ti Pedru “El Lobu”. Refieren que, en cierta ocasión, uno de los ganaderos más fuertes de la población echaba pestes por las “lobáh” (razzias lobunas) que le preparaba un lobo viejo y cano en su pastoría de ovejas. Ti Pedro Paniagua, oyéndole lamentarse, dicen que le espetó: “-,L,apuéhtu lo que quiera que yo m,encargu de qu,esi lobu no güelva a lah andáh”.

El ganadero, midiendo con la vista a su paisano, le respondió: “¡¿Andi vah tú, que solu érih un mochileru y, en cuánti véah al lobu, de siguru que t,empiezan a rejilal lah pátah y t,entra un cerullu que se te va tó lo que háigah comíu pol el buracu del culu?!” Dieron en porfiar y el ganadero, harto de tanto tira y afloja, le dijo: “-Cumu te pónih tan porfión y no déjah de remachal, pongu pol tehtíguh a tóh loh que ehtán preséntih que si me dah güena cuenta d,esi lobu, pa ti eh el borregu que le tenía ofrecíu a San Antoniu”. Sellaron las manos y el ganadero añadió en alta voz: “Y güelvu a ponel pol tehtíguh a tóh loh preséntih que si le pégah un tehtarazu al lobu y ya no güelvi a dicil ni píu y yo no cumplu lo prometíu, que le entri una mala morrina a la mi pahtoría y no quéi ni una oveja viva”.

Pedro Paniagua vigiló durante un tiempo los pasos del lobo y, cuando supo de sus mañas y querencias, dio aviso al que todo el mundo conocía en la zona como “El Loberu de Muéa”. El nieto paterno de Ti Andrés Paniagua Jiménez y de Ti Antonia Domínguez Caletrío tenía bastante amistad con el afamado lobero de Mohedas de Granadilla. A los cuatro días, el lobo viejo y cano era engatillado por el lobero.

Lo abrió en canal, le sacó carnes, tripas y huesos. Luego, rellenó la piel de paja, la cosió y, montando al lobo, convertido ya en un pelele, en un burro, se dispuso a recorrer los pueblos del contorno, a fin de limosnear entre la gente, por haberles librado de un “bichu malu”. Al llegar al lugar, Pedro Paniagua salió a limosnear con el lobero. Recorrieron varias calles y llegaron a la casa del ganadero. Apareció al poco rato. “-Vengu a pol lo prometíu, a pol el borregu –le dijo Ti Pedro”. El ganadero, haciéndose el desentendido, le contestó: “-Tó s,andará, cá cosa a su tiempo”. Entró para casa y salió con un queso y una morcilla: “-Jala, con éhtu va que sobra; de l,otru ya se andará, no tantu pidil, que loh mochiléruh no voh jartáih con ná”.

Pasaron varias lunas y lo prometido se iba volviendo agua en una cesta. Pero he aquí que dieron en morirse algunas ovejas de la pastoría, sin saber a qué era debido. El ganadero, alarmado, acudió presto adonde Ti Pedro: “-Mañana méhmu vaiti a la majá, que no te vah a lleval un borregu sino doh, de loh máh górduh que haiga”. Pedro Paniagua, el nieto materno de Ti Alonso Blasco Martín y de Ti Miguela Jiménez Montero, se frotó las manos y cuentan que exclamó: “¡San Antoniu Benditu, cúmu t,acuérdah de loh próbih mochiléruh anque no vaigámuh nunca a misa!” Y, desde entonces, Ti Pedro llevó el apodo de “El Lobo” encima, que han heredado sus descendientes.

Cierto es que Ti Pedro Paniagua era un mochilero, entendiendo como tal lo que siempre se entendió en el pueblo: persona que tiene poco más que lo que lleva en la vieja mochila que cuelga de sus espaldas. Pero mucho es lo que se puede llevar dentro de una mochila, hasta objetos onerosos, pesarosos o peligrosos. Tal vez por ello el mochilero de Pablo Iglesias Turrión no ha querido cargar con la mochila de Alberto Garzón Espinosa, donde se alberga la casposa y rocosa cúpula del PCE, que cada vez se parece más a un antediluviano triceratops del Cretáceo. Pesada y atormentada carga la de la mochila de Alberto, que pide a gritos su urgente ingreso en la UCI (¡ay de las deudas financieras!) y Pablo y sus podemitas se niegan a actuar de enfermeros.

Patético papel el de Alberto, abocado a ser el enterrador de IU, al que se resiste con uñas y con dientes. Pero los nuevos tiempos no dan cobijo bajo sus banderas (nunca fueron más patrias de naylon -Benedetti dixit- que ahora) a quienes no asuman que ha pasado el tiempo de las etiquetas y que la dicotomía izquierda-derecha hace aguas a babor y a estribor. Pregúntele usted a la mayoría de los militantes de base del PSOE y le dirán que se sienten de izquierdas, pero el modus operandi de los que llevan las riendas de su partido giran continuamente su timón a la derecha y mantienen, sin rubor alguno, a algunos tiranosaurios rex que son peores que los triceratops. Si nos vamos a la otra orilla e inquirimos a la gente del PP que se definan, nos afirmarán que son de centro, y a nada que se les rasca a más de dos concejales de tal partido de cualquier pueblo de nuestra geografía nos salen unos franquistas de tomo y lomo.

Y para mayor abundancia, ahí está la “Ley Mordaza”, propia de dictadorzuelos de extrema derecha. O esa asignatura evaluable de Religión impuesta en nuestras escuelas, institutos y universidades, cuando debería ser impartida en los salones parroquiales y costeada por sus feligreses. Y si el emergente Ciudadanos pretende autoproclamarse de centro-izquierda, traigamos las palabras de Manuel Alcántara, maestro entre los maestros del columnismo periodístico: “Clasificar a Ciudadanos como un partido de centro izquierda no solo es política ficción sino una nueva variante del surrealismo”.

Nosotros, los heterodoxos que también llevamos mochilas a las espaldas, palestinas enroscadas a nuestros cuellos en vez de corbatas, algún arete colgando de nuestras orejas o anillos semejantes a los fabricados durante la Segunda Edad del Sol por los Altos Herreros Álficos antes de su corrupción y no a los que se engarzan en el dedo anular en las ceremonias nupciales, también nos enorgullecemos de ser mochileros, como lo era Ti Pedro “El Lobo”. Mochileros más parecidos a José Antonio Labordeta que a ese jefe del gabinete de Mariano Rajoy, llamado Jorge Moragas, al que algunos han tildado de ser el Joshua Lyman español, de trajes de rimbombantes modistos y que firma el blog “la mochila de Moragas”.

Queremos llenar nosotros, dignos mochileros indignados, nuestras mochilas de promesas que cristalicen en proyectos que nos lleven a la Europa de los pueblos, no a la de los mercaderes, como la que ahora padecemos. De promesas que hagan posible una nueva sociedad donde las personas estén por encima del sistema financiero y de los medios de producción. Hay que demoler esta Europa de los lobbies, donde, con nocturnidad y alevosía, se negocia a espaldas del pueblo con los EEUU de Norteamérica, a fin de implantar el TTIP, el CETA, el TISA y otras barahúndas repugnantemente neoliberales.

Hay que buscar la solidaridad internacional de los pueblos, pero sin devaneos ni absurdas abstracciones, que en el recuerdo está el estrepitoso fracaso del internacionalismo proletario al iniciarse la I Guerra Mundial. Y queremos llenar nuestras mochilas de pan-pan y de vino-vino, no de sucedáneos, contemporizaciones y discursos centrados.

Promesas que no sean papel mojado, como la que le hizo el ovejero a Ti Pedro “El Lobo”, que si no se cumplen nos veremos obligados, descreídos como somos, a rezar el responso a San Antonio. Ti Pedro, por lo que cuentan, lo sabía recitar con gran devoción, pero se lo llevó a su tumba cuando una cirrosis hepática vino a por él el mismo día que el dictador Franco inauguraba, en Extremadura, Pueblonuevo del Guadiana, uno de aquellos poblados de colonización del Plan Badajoz. Y sepan los que no cumplen las promesas que San Antonio de Padua no es como San Francisco de Asís y su lobo de Gubbio. Pero de esto ya daremos cuenta en otras crónicas.

Buenas noches.