La Pingolla de FELIX BARROSO "TRONOS Y TRONADAS" Este articulo de opinión de FELIX BARROSO GUTIERREZ,que en el día de hoy 18/1/2015,a salido publicado en EXTREMADURA PROGRESISTA o DIGITAL EXTREMADURA. Por la cuenta, aquel año iba por el mismo camino que va éste: no había caído una gota en diciembre. Enero marcaba el mismo rumbo. Muchas y encarambanadas escarchas, pero ni una nube en el firmamento. Las aceitunas se amontonaban en los “chiquéruh” del lagar, esperando que vinieran las lluvias, pudieran correr los arroyos y aprovechar la fuerza motriz del agua para la molienda. Valerio Miguel García, el que había heredado el apodo de “El Chorru” de generaciones anteriores, era lagarero y se desesperaba por ver amanecer un día y otro con un sol hecho un fanfarrón y un cielo anegado de azules. Al amanecer, asomaba la cabeza por la puerta y, viendo el panorama, exclamaba: “Otru día güenu, Ginia. ¡Hala, a siguil sentáuh en el tronu y a vélah venil! ¡Ya podía llegal una troná y que jueran loh arróyus de maramonti! ¡Ay, San Blá benditu, qu,ehti año no untámuh loh jocícuh!” Había nacido Ti Valerio “El Chorru” el mismo día que moría el renombrado abogado y político argentino Miguel Ángel Juárez Celman, el 14 de abril de 1909. Era hijo de Ti Manuel Miguel Hernández y de Ti Juana García Jiménez, y matrimonió con Higinia Paniagua Barroso, a la que le decían Ti Ginia “La Loba”. Cuando los cielos y las tierras de España se ensangrentaron por culpa de unos espadones, curas trabucaires, caciques y terratenientes, a Ti Valerio lo embarcaron en una guerra en la que no sabía ni por dónde le venían los tiros. Dada su pertenencia a la clase jornalera, debería haber estado en las trincheras de en frente; pero la vida juega malas pasadas y le tocó defender a los que eran partidarios de que los braceros siguieran siendo braceros y nunca alcanzaran la redención. En diciembre de 1937, el batallón en el que estaba encuadrado había chaqueteado en el frente de Teruel. Corrieron como conejos ante la acometida de los republicanos. Como sanción, les tocó bailar con la más fea en la batalla del Ebro, en el tórrido verano de 1938. En torno a la localidad de Gandesa y en la ofensiva para tomar las alturas de la sierra de Pandols, Valerio Miguel vivió todo un infierno. Su compañía quedó diezmada. “Había que jarreal pa,lantri -me contaba-, c,había órdinih de que, si arreculábamuh, loh própiuh nuéhtruh moh aburacaran a tíruh. No sé cúmu salí d,aquella, que vi cael a múchuh compañéruh reventáuh por lah bómbah de l,aviación, o por loh obúsih de l,artillería, o jéchuh un colaol por lah ráfagah de la ametrallaórah. A vécih me sueñu con aquellu y me dihpiertu sobresaltau”. Las pasó muy p..tas el nieto paterno de Ti Francisco Marceliano Miguel Caletrío y de Ti Ramona Hernández Montero. Miedo en la guerra y miedo, después, a perder un jornal, tan necesario para alimentar a la familia. Por eso se desesperaba al ver que no llegaban las lluvias tan necesarias para molturar las olivas. Tenía que pasar las horas muertas del enero sentado, como él decía, “en su tronu”. Menudo sarcasmo, que su trono era un simple tajo de corcha o una vieja silla desvencijada. Para tronos, los que ocupan quienes nacieron entre sábanas de holanda y vistieron de hopalanda. Aquellos que dicen que llevan sangre azul en sus venas y pasan la Nochevieja en la población de Beverly Hills (condado de Los Ángeles, California, EEUU) son los que tienen las posaderas como hogaza de tanto sentarse en alambicados tronos. Porque sabido es que el ciudadano Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón, que sigue siendo aforado e inviolable frente a todas las furias de la tierra, cenó el último día del año en el archifamoso y carísimo restaurante “The Ivy”, tan de moda y tan frecuentado por las “celebrities” de Hollywood. Todas estas correrías gastronómicas y otras muchas de las que hablan las malas lenguas con cargo al erario público, pese a la abultada fortuna (oscura, opaca y con legalidad más que discutible, según numerosos medios) que ha amasado el mentado ciudadano en los años que ha ceñido una corona sobre su cabeza. François Marie Arouet Voltaire, escritor y filósofo francés, decía que “el primer rey fue un soldado afortunado; quien sirve bien a su patria no necesita antepasados”. Cierto es que Ti Valerio “El Chorro” fue un soldado con suerte: ni una bala le rozó la camisa. Además, sirvió fielmente a una patria: a aquella que jamás rompió sus cadenas y que tan en boca estaba de aquellos (derecha política y económica) que, parafraseando a José Antonio Primo de Rivera, siempre estaban manoseándola y se olvidaban del hambre del pueblo. Pero Ti Valerio nunca fue rey, aunque, posiblemente, cantara, de mozo, aquella vieja copla que corría por la comarca: “Me llaman a mí el rey Roque/y en la puerta Berrozana/mis ojos se fueron solos/tras una republicana”. Los tronos donde se asientan los reyes y en los que nunca se sentó el nieto materno de Ti Santiago García Floriano y de Ti María Jiménez Esteban, aparte de ser una anacronía y un insulto a la inteligencia democrática para muchos ciudadanos pensantes, les suena cada vez más a nuestros jóvenes como a aquellos cuentos que narraban las abuelas junto al fuego. Ya casi ni los narran, que también están a punto de periclitar aquellas ancianas que atesoraban un gran arcón de cultura oral. El periodista y filósofo español, tan poco sospechoso de exabruptos y respingadas, José Ortega y Gasset, afirmaba que “empezando por la Monarquía y siguiendo por la Iglesia, ningún poder nacional ha pensado más que en sí mismo”. La historia lo demuestra de sobra a la vuelta de cada esquina. Por algo ironizaba el conocido cantante Joaquín Sabina que “la monarquía es un déficit democrático que sufrimos por herencia”. Por culpa de los tronos se han revuelto tempestuosas tronadas. Muchos militantes de base del PSOE, o con cargos menores por nuestras perdidas villas y lugares, se hacen fotografiar en las redes sociales y en otras partes con símbolos claramente republicanos, de modo especial con la bandera tricolor. Pero muchos de sus dirigentes les ponen una vela a la República y otra a la Monarquía, descartando a aquellos que, habiendo tenido voz de ordeno y mando durante la polémica Transición, hoy son unos conversos de tomo y lomo y, aparte de estar aburguesados y cobrar suculentas nóminas de las multinacionales, siguen militando en el PSOE y haciendo, a su vez, perrunas reverencias a la Corona. He ahí a Pedro Sánchez, paseándose por la pasarela y negándose a pedir que la infanta Cristina renuncie a sus derechos dinásticos, alegando que “no hay que dañar la honorabilidad de la Monarquía”. Y, luego, él, muy ufano, exclama muy alto que sus valores son netamente republicanos. ¿Con qué se come tan tamaña contradicción: con cuchara o tenedor? Y las bases, calladas, amordazadas, aguantando marea y viendo cómo tanta incongruencia se lleva miles de votos por el tobogán abajo. Mientras tanto, los defensores a ultranza de los tronos andan, en sus laboratorios, amasando otras tronadas. Preparan una artillería millones de veces más ruidosa que la que atronaba los oídos de Ti Valerio allá en el frente del Ebro. Ahora, nos sale a la arena (nunca mejor dicho) el señor Miguel Ángel Arenas, afamado productor y fabricante de estrellas, y no galácticas. Al parecer, la madre de Pablo Iglesias, el de la coleta, le dio latín en el bachillerato y, dándoselas de que actualmente sabe más latín que entonces, no tiene empacho en decir que Pablo es “un pijo metido a profeta” y que forma parte de “la nueva casta”. No aguantan que los movimientos ciudadanos, asamblearios y con carga de profundidad de izquierdas, quieran cepillarse a lo que en las tabernas, en el tajo y en las resolanas se vitupera como la cáustica Casta y que el pueblo sabe muy bien quiénes forman parte de ella, entre los que se encuentran los palaciegos que creen que, en verdad, corre sangre azul por sus acequias venosas. Pretenden los de ese clan, que nunca fue ni será castizo, rebotar la pelota y se permiten, malhadados, hablar de “nueva casta”, al igual que se chulean, en estos días, con un autobombo que raya en el esperpento. Recientemente, salía a la pizarra Susana Camarero, secretaria de Estado de Servicios Social y de Igualdad, y, como si estuviera en el planeta Plutón, no se sonrojaba al decir que “ésta ha sido la legislatura más social porque hemos mantenido el Estado de Bienestar”. ¿Pero en qué país vive esta señora y los de su onda? Vociferan con tronadas capaces de reventar los más resistentes canales auriculares. Y he ahí al que va en vanguardia de la derecha, don Mariano Rajoy, el caradura que pone entre la prensa y él una pantalla de plasma, desfilando en París como un paladín de las libertades, cuando, hace cuatro lunas, daba luz verde a una ley que puede acuchillar a cualquier españolito con 30.000 euros por una simple sentada. O se frota las manos porque la Audiencia Nacional imputa a Facu Díaz, director y presentador del programa “Tuerka News”, por un “sketch” donde se ironizaba por ciertas actitudes y aptitudes del PP. Ti Valerio “El Chorru” no conoció, en la mayor parte de su vida, otro trono que el de los tajos, las banquetas y las sillas desvencijadas. Pero la gente de ricas cunas y los moscardones que revolotean en su alrededor se agarran a otros tronos con tal de no perder sus regalías, sus nepotismos, sus simonías y otro sinfín de prebendas y privilegios. El día de Santa Nona de Nacianzo, en un estío que ya oía las trompetas de una democracia pactada y vigilada, se derrengó el cuerpo de Ti Valerio, el lagarero que siempre estaba pendiente del cielo. Un desvanecimiento lo arrojó sobre una acequia en una finca del término de Valdeobispo y se le nublaron los ojos para siempre. Pero los tronos no se han desvanecido y se pronostican fuertes tronadas en el año que ahora pateamos. Ojalá llueva en cantidad, corran los arroyos y se puedan moler las aceitunas. Buenas noches. |