Santibáñez el Bajo - Caceres

Este articulo de opinión aparecido 28/04/2014,corresponde a FELIX BARROSO GUTIERREZ,que con el nombre de "LA PINGOLLINA"a salido en El Periódico Extremadura.

Aunque uno no se ponga jamás corbata, ello no quiere decir que cambie algo su "look" después de beber en las aguas del río Leteo y sacudirse la ceniza del Miércoles de Cuaresma. Ahora, toca gorra y no sombrero. El pañuelo palestino, que para muchos encierra universales valores, sigue alrededor de mi cuello. Y como novedad notoria aparecen unos prismáticos entre mis manos.

Mucho ha llovido desde que el vienés y óptico Johann Friedrich Voigtländer fabricara, allá por 1815, los primeros prismáticos. Con ellos, podemos contemplar las maravillas o los adefesios de la tierra. Un viaje por un módico precio. Los suelo llevar colgados todas las tardes, cuando irrumpo entre arcabucos y rehoyos, besanas y berruecos. Un paisano, el que rezaba como Ti Emeteri o Expósito Iglesias, que era hospiciano y que fue prisionero de los rojos en una Guerra a la que le obligaron a ir a empujones, me dijo cierto día: "-Ya llévah colgau loh alcagüétih del pehcuezu. ¡A vel si véh a alguna moza corata pol ésuh machiálih!" Cierto es que no llegué a ver dama como dios (o el diablo) la trajo al mundo, pero sí a un zagalón ya entrado en años, que andaba metido en prácticas zoofílicas . Ni taparrabos portaba. Enseguida me vino a la memoria la litografía "Pastor penetrando a una cabra", del pintor francés Paul Abril. Fue por donde corre la Rivera del Bronco y se juntan los granitos con las pizarras. Allá cada cual con sus parafilias, que, como el filósofo utilitarista judío Peter Singer, tal vez podríamos decir que la zoofilia no constituye transgresión alguna, porque los humanos somos animales; pertenecemos a los grandes simios.

De chicos, decíamos aquello de "la pirula de Jorgi, que s,ehtira y s,encogi". Pues eso le ocurre a mi Pingolla, que si, en ocasiones, se estiró hacia lo alto y me permitió otear con nitidez el horizonte, ahora se ha encogido y necesito los prismáticos. Se ha convertido en La Pingollina, que es palabra a la que el sufijo "ina", tan propio de esta tierra de cabras y ovejas que retozan a sus anchas, le otorga un carácter afectivo, emocional, representacional y activo. Y La Pingollina va pareja con lo breve. Ya lo decía Cervantes: "Sé breve en tus razonamientos, que ninguno hay gustoso si es largo". Y el escritor Baltasar Gracián insistía sobre lo mismo: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno". En ello estamos. Ya veremos en qué desemboca el nuevo parto: Si sale con barbas, puede que sea San Antón, y si no, la Purísima Concepción.

Buenas noches.