Santibáñez el Bajo - Caceres

Yo no tengo trabajo. Lo tuve alguna vez, precario, mal pagado y encima, casi agradecido. Me cansé lo dejé y sufrí con la falta de dinero y de recursos la calumnia y el reproche. La sociedad, cuando decía que me querían dar algo, ponía condiciones de tutela a mi vida privada; que si mi derecho estaba condicionado a la familia; que si tenía que ir a un estúpido cursillo, donde me dejaba las fuerzas en los trayectos... un sin fin de cosas que mejor no hablar pues no tienen arreglo.
Empecé a emborracharme y consumir otras cosas para no sentir tanto el dolor de ser tratado con crueldad, igual que para los demás pero siendo además, si no distinto, sí con características diferentes. Una tarde que estaba drogado de pastillas; Torinal se llamaba aquel producto, rendido, recosté mi maltrecho esqueleto en una calle peatonal de Salamanca. Cuando desperté era de noche y tenía a mi lado entre monedas de veinte, cinco y un euro,con algunas otras de céntimos,la cantidad de 6 euros. Con eso cené un bocata de calamares en un bar y me fui dormí al abrigo de la cancela de una iglesia. A la mañana siguiente pagué una ducha en los baños públicos. En mi viaje hasta el centro me compré ropa interior limpia y nueva y creo que serían las 11 cuando regresé a pedir en las calles del Corte Ingles y obtuve 35 euros, con las que cené y me pagué la noche en una pensión que tenía el baño dentro de la habitación, donde me asee, y luego descansé viendo la tele; recuerdo que daban lo del sálvame de lux, hasta que dormí.
Después ya nunca me interesó el trabajo remunerado a no ser para conseguir derechos; desempleo, I.L.T, o cualquier cosa a las que da derecho mi incapacidad. Ahora tengo un 75%. Sé que da lástima ver mi cuerpo lleno de cicatrices y atrofias, pero por exhibirlas regularmente, saco mas dinero en una semana que otros sin mátricula trabajando un mes.
Si comparto esta vivencia de mendigo y hasta por-Diosero si se quiere, no es para molestar a nadie, sino para protestar por el modo pérfido que la relación de la integración social para discapacitados deja mucho que desear en España, pues hasta un desgraciado como yo, obtiene mayor beneficio solo con salir a que le vean.
P.D. Me gustaría no ir solo a pedir, tengo coche y sé de sitios, pero solo me siento si cabe más aislado y desgraciado aún.
Un saludo.

Me estremece la sinceridad de este hombre,será posible que haya que llegar a una situación tan desesperada para que digamos de verdad,lo que sentimos,es posible que sea así.
Por mi parte desearle la salud y mucha suerte.