(A D. José Mª. Gabriel y Galan) TE HABLAN LOS NIETOS DE "EL AMA" Tú, poeta de Castilla. que cantaste la sencilla poesía de nuestro afán en la brega larga y dura, y sabes de la amargura que cuesta ganarse el pan, escucha desde el Oriente de tu breve noche ardiente, la rota voz que te llama; la voz de los campesinos extremeños, salmantinos; voz de los nietos de "El Ama". Fue tu musa portentosa, vida fugaz de una rosa, cortada en su lozanía por ese Dios justiciero, convertido en jardinero, que para sí la quería. Pero nos queda su aroma flotando en la parda loma; y en los campos de rastrojos; y en las mieses enceradas; y en las dulces otoñadas; y en los punzantes abrojos. Jamás el ingrato olvido podrá fabricar su nido en esos morenos pechos que el trabajo dignifica, y la vida mortifica, y el sol tuesta en los barbechos. Se ha perdido la pureza, y la serena belleza de los floridos jarales; y de los castos amores; y de los viejos pastores de costumbres patriarcales. Ya no cantan las chicharras tan alegres, ni las parras tienen sombras de frescor; ya no roban las hormigas el oro de las espigas bajo el cielo abrasador. Ni la luna enamorada pone en la frente tostada por el sol de Extremadura del avispado zagal, dulce beso maternal en la tibia noche pura. Ni la alondra trinadora pone música a la aurora con gorjeos armoniosos en las plácidas mañanas, mientras rompen las besanas lentos bueyes vigorosos. Ya no cantan las mozuelas, ni tocan las castañuelas los mozos en el ejido; ya no hay bailes de badil ni nos brinda el tamboril su monótono sonido. Ni la galana parida ofrece su teta henchida a la niña del cabrero; ni un horizonte lejano nos dibuja al "tío Mariano" soportando el aguacero. Tirano mata el progreso al seráfico embeleso de los pardos eriales, de las grises lontananzas, de las dulces remenbranzas, de los muertos pizarrales. Queda la fe palpitante en el cristo agonizante que existe en la ermita aquélla del Guijo, adonde tu fuiste, y con amor le pediste la cosa más pura y bella. Beber en los manantiales de tus versos magistrales, es calmar la sed ardiente que los poetas sentimos; pues todos los que bebimos, volveremos a tu fuente. Padre y maestro ejemplar, que llenaste el dulce hogar de realidades cristianas; acepta el cálido abrazo, fundido en un solo lazo de dos regiones hermanas. GAUDENCIO-BALBINO MANZANO (Poesía recitada por su autor en el Aula de la Cultura de la Caja de Ahorros de Plasencia en la conmemoración del I Centenario del nacimien- to del poeta D. José María Gabriel y Galán y ante las representaciones de Salamanca y Extremadura.) |