caminito que el tiempo... CAMINITO QUE EL TIEMPO... Caminito que el tiempo ha borrado que juntos un día nos viste pasar. He venido por última vez he venido a contarte mi mal. Caminito que entonces estabas bordado de trébol y juncos en flor. Una sombra ya pronto serás una sombra lo mismo que yo. Caminito que todas las tardes feliz recorría cantando mi amor. No le digas si vuelve a pasar que mi llanto tu suelo regó. Caminito cubierto de cardos la mano del tiempo tu huella borró, Yo a tu lado quisiera caer y que el tiempo nos mate a los dos. ´ Al poder disponer de canciones como este inolvidable 'Tango', de los años veinte, que nunca cayó en el olvido, pues ya es un clásico. No nos damos cuenta de lo afortunados que llegamos a ser. Estas canciones nos acompañaron a lo largo de nuestra existencia y ahí seguirán para las generaciones venideras. Ahora con sólo pulsar un botón, se nos muestran, tan frescas como hace más de ochenta años. Cuando su autor en un momento de sentimiento y melancolía, acertó con la letra adecuada, lo que sentía en ese momento. Juan de Diós Feliberto, creo fue el afortunado autor. Para la ciudad de Buenos Aires, es algo vivo. Los nombres hoy sigue tan vigentes como en 1925 la época dorada del tango. Gracias a interpretes como Carlos Gardel y otros de igual valía. Está señalizada esa zona como lugar turístico. Y aunque el trayecto de el llamado ´'Caminito' ha sido transformado, (en callejón peatonal)los que visitan la ciudad de Buenos Aires, si les es posible no regresaran sin visitarlo. Situado en el barrio de ' La Boca'. Nunca logramos pisar sus calles y lo que se de él es por mi suegra, nacida en esa ciudad. Familia oriunda de Burgos, que durante la guerra de los Carlistas decidieron emigrar. Hicieron fortuna y tenían una hacienda. A consecuencia de que el banco quebró el bisabuelo se suicidó. Con el tiempo los padres de mi suegra dejarían atrás el “ Buenos Aires querido”de la canción, para retornar a su pueblo, con los hijos pequeños y los ahorros menguantes. En una larga travesía que cuentan duraría 40 días. El abuelo se trajo como recuerdo una medalla sin valor alguno, que aún anda por casa. Con una leyenda sobre los tranviarios, en forma de reconocimiento a los servicios prestados,de la ciudad de Buenos Aires. Donde ejerció ese oficio. Y cinco hijos pequeños y, algunos bienes. Que fueron desapareciendo de casa de la abuela cuando sus hermanos se independizaban. Ya cumplidos los 83 años. El padre de mi suegra terminó sus días en el pueblo de los antepasados Pradoluengo. Trabajó para sacar adelante los 5 hijos. Un pueblo que siempre tuvo una pequeña industria. Fabricando mantas boinas y calcetines. Mientras pudo, conservaría sus costumbres del Buenos Aires de su juventud, en el modo de vestir; el sombrero, su capa – este pueblo es helador- su reloj de oro con su cadena. Un bastón del que se extraía un sable y, un par de pistolas. Siempre guardadas a buen recaudo que cuando llegó la guerra se darían prisa en ocultar. . emirey P. D. mi viejo toshiba” me la juega con su tos, y me expande los renglones a su antojo. O tal vez sea mi inexperiencia?. A ver si hay suerte. |