Santiago del Campo - Caceres

EL ÚLTIMO ARTESANO
Últimamente, me dio por emborronar cuartillas y contar historias relacionadas con mi entorno. Pienso con la posibilidad de que a nadie le interesen tales historias, o lo crea una pérdida de tiempo. Quizá alguien disponga del suficiente y no le
importe derrocharlo en unas lineas, breves y concisas. Porque los preambulos hay que saber argumentarlos – eso lo dejo para los escritores que viven de eso- lo mío va
a'palo seco'. Ya conté alguna vez que esto de escribir me viene de lejos. -No quisiera
parecer inmodesto- esto sucedía allá en mi lejana infancia escribiendo en las pizarras
que me protegía del cierzo. Y ¡que curioso ! Casi siempre había un lector, al coincidir
en sus labores con ese mismo refugio. Pasados los años, si coincidíamos en alguna
parte me lo hacía saber. ¿Será este el motivo que me trae a seguir ensamblado frases?
Eso muchas veces lo hacía por aburrimiento, en un día adverso buscando protección o amparo un día nuboso con un cierzo de arrebata capas. Cuando ya de la 'pitanza'
no quedaba más que la navaja y había que emplearla en algo; en escribir en esos
lugares que me eran conocidos por lo asequible. Son recuerdos que prevalecen de un día con nubes en el horizonte desapacible y hay que esconder el bulto.
Un escenario que se repetía en el tiempo cuando tu cometido era guardar el ganado ajeno, entre los 12 y 16 años.
Pasado el tiempo y dejando atrás la infancia, los escenarios en que me desenvolvía
no tenían nada que ver con la soledad que menciono al principio. La vida evoluciona y no sabes donde puede llevarte. “La vida es dura, la lucidez amarga, así que los libros ayudan como analgésico” Pérez Reverte dixit
Allá por los setenta ya en mi trabajo en los 'Madriles´en las largas noches de guardia
(de hospital) con tiempo suficiente, sentados en un banco de pasillo con mi interlocutor,( ingresado por su patología cardíaca). Hacíamos un recorrido mental imaginando que estábamos sentados en la misma puerta de la iglesia de Santiago y como panorámica el pueblo esparcido por la hondonada al lado mismo de su casa.
Él, carpintero de oficio y, con pocas perspectiva de vida, -que ignorábamos en esas
fechas-. Hablamos de la maleta que me hizo allá por los años cincuenta, en mi primera escapada hacia Barcelona. Siendo aún un adolescente imberbe.
Este era Honorio; artesano, conocido carpintero de nuestro pueblo. Polivalente que
no solo montaba los tablaos en las fiestas, sino que confeccionaba los ataúdes en esa
época, años sesenta. Aunque se le presentaran ciertas dificultades a la hora de las medidas. Recuerdo ya bien entrada la década . Había muerto tío 'Estanquero'
'y las medidas no coincidían. Le costó lo suyo ajustarlas. Tio Julio era un
señor de talla media. Recio, buen estómago y anchas espaldas y, por lo que me contó el ataúd quedaba estrecho aunque como buen carpintero conseguiría salir airoso del
trance. Se notaba la nostalgia que sentía de su barrio, de la incomparable visión panorámica desde la puerta de la iglesia un día despejado y diáfano, refugiado de los rayos solares, de conversación con sus coetáneos.
Y seguro con esa visión de la vida le sorprendió la muerte. Su enfermedad evolucionó y hubo de ser intervenido de urgencias, y no lo superó, Ayudé a bajarle al frigo de madrugada, en el ascensor, envuelto en una sábana como sudario en la camilla. Los recuerdos se agolpaban, en el trayecto y me retrotraían a un escenario distinto, porque Honorio era un artista no solo para clavar una punta -su oficio-
también una sentencia en el momento más oportuno. Por la mañana un día después, con hermanos y conocidos ( Los “Pelaos”desde el Pardo) lo acompañé al cementerio
de la Almudena. Ahí reposa el último artesano del pueblo. Con él moriría
una época de privaciones y carencias que por la edad le tocaría vivir de lleno.
emirey

y las paneras de labar la ropa tanbien las hacia mui bien y el tablao siempre hera el mejor
UN SALUDO

Extraordinaria microbiografía de ese artista artesano que fue Honorio el carpintero. Tendrías que recopilar varias de historias de etos artesanías de nuestro pueblo en los que podíamos incluir a zapateros (como tío Sale y los lagartos) del ramo de la madera (como Honorio y tío Palero) del ramo del metal como ( tío Fragüuín los Natalios y los Charranes)) tío sillero y otros artesanos.

Un abrazo amigo emirey, y no dejes de escribirnos historias de nuestro pueblo y su gente.

Muy bien Emirey por traernos a Honorio (q.e.d.) a este foro. Por cierto en Las Candelas vi a uno de sus hijos, creo que otro es un gran fotógrafo en Madrid.

Me parece una gran idea de resaltar y recordar (pero eso si con cariño) a nuestros viejos paisanos (no deja de ser una pequeña historia local). Yo recuerdo a tío Clavín y solamente porque sus burras comían "yerba" en verano y trillaban en la cuadra y un poco del cantar relacionado con él y su hija Rosa, que siempre he intentado completar y nunca lo he conseguido. Del tío Requeté se solamente algo relacionado con la mecha de los mecheros que eran tan buenas que ardían solas y nada más (pero supongo que habrían tanto del uno como el del otros, muchas más). También se puede recordar las "chicharras de la luz", etc. etc.

Espero que este camino no caiga en saco roto y disfrutemos con esas cosas y paisanos antiguos.

Saludos.

Bonito relato sobre tio Honorio, "El ultimo artesano" carpintero de nuestro pueblo, un gran artista en su trabajo. Yo lo recuerdo muy bien, cuando aun eramos niños y nos pasabamos por su casa "Taller" porque nos gustaba de verlo trabajar, como cepillaba la madera, llenando todo el suelo de serrin y haciendo sus encargos a la perfección, y todo a mano. Era siempre muy cariñoso con nosotros y nunca le molestabamos. Hoy despues de tantos años fuera de mi tierra, aun lo recuerdo con cariño al igual que al resto de la familia, que aprovecho para mandarles un abrazo.

emirey, aunque no se quien eres,quiero darte las gracias por escribir esta bonita historia que, es un poco la historia de todos los santiagueños, y ami personalmente me ha gustado mucho y traido gratos recuerdos.

Desde Alemania te mando un cordial saludo.
Begoña.

P.D. amigo Emirey, se me ha olvidado corregir que nuestro pader Honorio Rocha reposa ahí en Santiago, una lápida lo recuerda junto aun epitafio de Antonio Machado, que de haberle conocido, lo habría escrito para él.Un fuerte abrazo

J.A.R.

Amigo José; es un placer saber de ti,no se si nos lees desde
Madrid o te has dado un boleo por el pueblo estas fiestas de las
Candelas, me hubiese encantado hablar contigo.
Por una parte me alegro que hayais trasladado los restos de tu padre
a su pueblo, a él a habria encantado. y si le añadisteis un poema
de epitafio, mejor que mejor.lo leeré como aficionado a la poesía.
Olvidaste decir que con el tiempo hicisteis el traslado. o me dejas
en mal lugar. José un abrazo de corazón

Hola de nuevo, ayer a primera hora de la mañana contesté en nombre mio y de mis hermanos, dándote las gracias por la semblanza de nuestro padre y haciendo alguna alusión a aquellos puñeteros tiempos, parece que por alguna parte se ha perdido, si no lo publican mañana lo volveré a hacer, que no necesariamente saldrá igual porque no tengo guión y las palabras salen según el momento y la emoción que te producen.
Gracias y efectivamente a los 10 años, como seguramente sabes, los sacan y dan la opción de icinerar los restos y así lo hicimos, perdón por no haberlo mencionado (nada mas lejos que dejar en mal lugar a tan buena persona y ademas acabo de comprobar que insigne pluma).
Estamos en Madrid desde 1966 y aquí seguimos,bien afortunadamente.
Me sigo dedicando a la fotografía publicitaria y no debo quejarme, me acabo de jubilar y la empresa ahora la dirigen mis hijas, si quieres puedes verlo en www.ascolor.com
Gracias otra vez por el recuerdo a nuestro padre y si mi respuesta de ayer no la "cuelgan" volveré mañana a escribirla. Un sincero abrazo

Me alegra (Emirey, Manoño 60 y fuentemingo) ver vuestros relatos de personas y oficios tan nuestros. Yo os recomendaría mi libro “Santiago del Campo: Un pedazo de su historia (S.XX)”, pero lo hago sin ningún ánimo e interés en su compra, pues yo renuncié a los derechos de autor en favor de nuestra Ayuntamiento (poco será, pues el libro no va para Premio Novel, pero algo es mejor que nada).

Os lo hago saber (como diría tío Vela), para recordaros que entre los distintos capítulos hay personas y oficios que dieron vida a nuestro pueblo durante ese siglo y que yo las expuse muy escuetas, bien para no agrandar y hacer más costoso el libro y para que entre todos aportáramos, participemos con algo que no se escribió.

Sé que de algunos de los capítulos se podría sacar otro libro (pues materia si hay).

De los dos hornos tejeros enunciados existieron también, otro de los Mendozas junto a la huerta y por los años 40 hizo tío Lucio uno junto a la Charca de la Era.

Una sonrisa.:
Un Lepero va al cine y la chica de la taquilla le dice:
--- Señor, es 5ª. vez que compra la entrada.
Y le dice el Lepero:
--- Es que el tío de la puerta me la rompe.

El horno de tío Lució al que haces referencia amigo cerro, y que situascerca de la charca de la era, ¿esaba a la derecha de la carretera dirección Hinojal después del cambio de rasante y a la altura de la charca? Te lo preguntó porque a mi me parece de pequeño haber visto por allí las ruinas de un horno antiguo.

Apreciado, J. Antonio; ya me contaron que eras un reputado fotógrafo
y te iba bien. Hace casi 50 años estuve ahí en tu casa. Cerca del M. del Aire.
Me abrumas al decirme que se escribir. Se emborronar cuartillas por hacer
algo, otra cosa es hacerlo bien, siento decepcionarte.
Te pediría un favor. Estas cosas que escribo sobre el pueblo. Las voy a guardar
en un 'pendrive' con la intención de que algún dia se puedan publicar en un libro´.
Es una situación personal que no se como reaccionaran algunos familiares.
La mayoría ya no tienen familias. Te mando mi correo, lo piensas y no se incluirá
en parte alguna sin vuestro permiso. Un abrazo.

emilioreycerro@gmail.com

Ante todo saludos a quienes escriben y a quienes leen en este acertado foro. Soy José Antonio Rocha (Pepe Rocha, para otros) y a tenor de lo escrito por Emilo sobre nuestro padre, queremos darle las gracias.
Querido Emirey, como ayer comentaba escribí el 29/02 (por la mañana) unas líneas que no se “colgaron”, curiosamente si lo hicieron con la P.D. de la tarde, seguramente obra de algún duende, porque a mi padre no le gustaba que le ensalzaran. Mis hermanos Adrian y Fátima y quien escribe te lo agradecemos.
Pues bien, aunque según Cervantes, “nunca segundas partes fueron buenas” lo reescribo de nuevo, con el único fin de recordar su memoria.
Efectivamente fue un artesano que hizo la cuna al que nacía, la alcoba a los que se casaban y “el traje de madera” a quien se iba, pasando por la maleta de madera con asa y esquineras de latón color teja para quienes tenían que salir a Bilbao o Barcelona a buscarse los garbanzos que aquí no encontraban -malditos años - entre los que se fueron él y yo que en el 64 salimos a Baracaldo, aquí teníamos menos porvenir que un espía sordo, a mí me habían quitado la beca (se me olvidó firmar el examen de F.E.N. con ¡Arriba España!, que fallo) y en Santiago no había trabajo para él, como Bilbao no le gustaba lo más mínimo, cuando salió la obra del puente de la carretera se vino, yo me quedé un par de años por allí, aunque tampoco me sirvió de mucho pues trabajé sólo de chico de recados. En el 66 vinimos a Madrid y después vinieron mi madre y hermanos.
Trabajó sin parar, siempre a destajo para cobrar más y su salud empezó a pasarle factura, varias veces visitó el hospital en el que trabajabas, La Concepción: primero cirugía para quitarle cálculos en el riñón, luego el infarto y al final carcinoma en el pulmón, se le complicó con parada intestinal y de nuevo al quirófano. Me despedí de él en aquel siniestro ascensor con un “hasta luego” para quitarle importancia a la intervención, después de la cirugía bajé a la cafetería con el cirujano, me comentó que todo había ido bien (siempre dicen lo mismo) y que a la espera de despertar de la anestesia, me fuera a cenar y luego pasara la noche con él, cuando volví encontré una bolsa con su ropa ......., su cardiopatía no superó la anestesia.
Te cuento estos recuerdos porque los viviste de cerca y sabemos que con cariño, aunque a nosotros nos apuñalan el alma.
Creo que es un deber de los que fuimos “sus niños” hacerles un recuerdo a todos, a sus amigos, a los que se autodenominaban “los artistas” : tío Guiño (el electricista), tío Nica (el sastre), los Tapones (de la fragua), que tanto me han hecho de rabiar y a quien tanto quisimos (el que queda sabe que ese verbo lo seguimos conjugando en presente), a los zapateros, tío Eulogio (de la Hermandad), también a los taberneros que les dieron el vino que sin duda ganaron. Como ya voy para viejo, pido perdón a quien se me olvide ¡ojalá fuera lo justo que merecieron!,
Tengo tantas buenas anécdotas y “sentencias” a las que aludes. Fue un peleón que se dejó la piel por los suyos, sin duda como todos los de aquella época.
Nadie muere mientras quienes tanto le quisieron le recuerdan
Le recordamos continuamente y para mí no pasa un día, ya que cada mañana el espejo me devuelve una mala copia de su imagen. J.A.R.