Santiago del Campo - Caceres

Es algo a lo que no puedo resistirme, al venir a mi pueblo, tomar 'el pulso' a los lugares donde transcurrió mi infancia, y la charla con alguien de la época.
Nada más dejar mi casa, en la calleja, invadida de hierbas secas, un abrojo se atreve
con la fina goma de mi calzado y me hace abrir los ojos, de ahí su nombre,'abreojos'
Mi intención es echar un vistazo desde mi lugar favorito, la Cruz, en este atardecer melancólico del mes de julio con el sol en retirada.
La misma soledad, el mismo silencio, por estos abrasados collados.
Me asomo por estas casas abandonadas. Una de ellas cobija un cerdo y a su cria una
sólo ¡que extraño! No me resisto a seguir. Al menos hasta la que fue casa de tio
"Londra" que después albergó a mis amigos hojalateros. El mastín no está donde
debe, pega demasiado el sol ahí a pesar de la hora. Recreo la vista en el decrépito y abrasado paisaje del mes de julio. Nada que recolectar en lo que fueron las eras.
Al fondo a la derecha la casa chamizo donde vivió el "Boracho" con su madre,otrora
paso obligado hacia las eras que languidecen cual campo estéril. Se divisa una silueta
humana sentada a la sombra de dicha casa, confundida con el entorno de tablones y desechos de obras. Parece la estatua pensante de Rodin, espero algún movimiento y deje de parecer algo inanimado. Ha vuelto ligeramente la cara, me habrá visto.¡ Al fin tengo un interlocutor! El sol, después de abrasar desde el orto la planicie, se retira con el deber cumplido. ¡Hola Lucio...! -Ah eres tú, que te trae por aquí? Un perrillo que debía estar aún con su madre lame un plato con pan mojado en leche,y un gato de
pelo oscuro salta entre tablones y material de desecho, seguido por su retoño.
-He venido a regar los tomates, me dice Lucio. Algo mayor que yo,compañero
de fatigas de un tiempo difícil y precario . Así que tenemos para hablar largo y tendido, aunque la tarde apremia.
Lucio, no abandonó nunca el pueblo. Con una familia numerosa de 8 hijos,salió adelante, ignoro como capeó el temporal.
Pensativo, meditabundo, con la mirada perdida en el horizonte, nada parece perturbar su filosófica manera de vivir, que consiste en acariciar el paso de las horas saboreando esa 'soledad sonora' por lo que deduzco que el estrés no debe afectarle.
. No es de los que se sienten atraídos por lo que acontece fuera y, los libros no son
su fuerte. No obstante ha llegado a los 80 en plenas facultades mentales y físicas.
Hablamos de la familia y de aquellos tiempos remotos, de lo poco que se necesitaba
para salir adelante, de lugares comunes donde coincidimos. Hasta que abandoné el pueblo con 18 años, apareciendo de cuando en cuando por él.
Cierra la puerta del chamizo, los tomates, mañana los cogerá, vive al otro lado del
pueblo. Vamos un trecho juntos, sin prisa. Los comentarios son sobre las casas ruinosas que vamos dejamos atrás, de las que nadie se hace responsable. La última la de los "Lagartos" con la puerta tapiada y apunto de venirse abajo, una herencia envenenada para algún pariente lejano. Tenemos la edad suficiente para recordar la
vida y milagros de los que fueron sus moradores,desde la noche de los tiempos.
Ya en soledad echo mano de uno de mis poetas favoritos. Rodrigo Caro. que viene
a punto para cerrar este comentario. Sólo quedan memorias funerales/Donde erraron ya sombras de alto ejemplo/Este fue llano allí fue templo/
De todo apenas quedan las señales/ emirey

Excelente y magistral narración amigo emerey. Has sabido hacer de lo más simple y sencillo, una historia profunda cargada de sentimiento y humanidad. Me has hecho dar un paseo por el pueblo disfrutando de lo que más me gustaría hacer en estos momentos, revivir aquellos parajes olvidados como tú bien dices de nuestra infancia y tomar contacto con uno de los personajes simbólicos de los que han escrito la historia de nuestro pueblo y que supieron resistirse a las tentaciones de buscar otros modos de vida y prefirieron continuar su filosofía y modo de vivir, y que a la postre dudo de que se hayan perdido mucho.

Te felicito, porque a veces intentamos buscar algo sobre lo que escribir y no encontramos nada, no sabemos qué tema elegir, y has demostrado que una simpleza se puede convertir en una historia enretenida.

Tienes que plantearte escribir algún día antes de que sea tarde, si no lo has hecho todavía, un buen libro en esta línea de narrativa, tendrás el éxito asegurado.
Un abrazo.

Emirey 1.936, bonito relato de simple tipo costumbrista rural te ha salido de una tarde veraniega rodeado con esas casas silenciosas, abandonadas y semiderruidas, pero eso si, con el recuerdo de las personas que un día les dieron vida y para colmo te encuentras con Lucio y puedes comprobar dos estilos de santiagueños con vidas distintas y cada uno con su filosofía.

Te dejo con la sonrisa de un bruto santiagueño: “Se cuenta que un santiagueño presumía entre los amigos de saber volar. Un día decidió demostrárselo y para ello se subió a la Torre del Reloj y se lanzó de ella. Segundos después, yacía tendido y maltrecho en el suelo (el batacazo fue morrocotudo). Uno de los amigos se acerca y le pregunta:
--- ¿No decías que sabías volar?
--- Y volar sé, lo que no sé es “aposarme”, --- le dice con voz trémula y entrecortada”.

Saludos.