¿que fue de nuestra infancia...? A mi, mi pueblo me parecía un pueblo único, divertido (no conocía otro) allá en mi infancia,esa época de principio de los 40,a pesar de carecer de las cosas más elementales. Quizá es que a esa edad los juegos infantiles nos absorbían todo el tiempo libre. Aunque los críos a partir de los siete años ya éramos útiles para el trabajo. Espigar trillar o espantar los pájaros con un cencerro,buscar hierba para las gallinas o el cerdo, según la época. Con poco más de ocho años ya sentía cierta atracción por mi vecina, de edad aproximada,rubita ella,que no me tomaba en serio,y con el tiempo se iría con chicos mayores que yo. La escuela, era algo secundario y siempre había algo mas importante que hacer, nadie te pedía cuentas por la no asistencia. El maestro don Emiliano tenía en cuenta la influencia del padre del alumno antes de cogerle un pellizco retorcido en el antebrazo como castigo. Los inviernos eran muy fríos entonces, la ropa no estaba al alcance de cualquiera y la mayoría íbamos descalzos. A sí íbamos por las callee enrolladas. El verano era otra cosa,si hacía calor,con buscar la sombra se mitigaba este. Las siestas eran de un silencio sepulcral, de dos a cinco todo ser viviente se escondía del sol. En casa dormían a esa hora.Mi madre habría las puertas lo justo para que salieran las moscas,obligadas,blandiendo un mandil.Yo no dormía, asi que jugaba junto a la claridad que entraba por la rendija de la puerta,con los carretes de hilo ya vacíos,como si fueran ruedas. Las calles a esa hora quedaban desiertas y silenciosas. El tejado de mi casa,era de jara (teja vana)alguna de estas movida, dejaba entrar un rayo de sol, fino como un cuchillo,abriéndose paso a través de la penumbra. Para mi era un misterio,esas partículas de polvo microscópico que flotaban en ese estrecho haz de luz,a pesar de una atmósfera limpia y transparente. Eran tiempos de familias numerosas.El pueblo se acercaba a los dos mil h. Ya por la tarde cuando el sol se había ido el centro del pueblo bullía de gente joven e inquieta.Era la hora de dar riendas sueltas a los juegos,en el centro del pueblo que era el puente ¡otro recuerdo que la modernidad se nos llevo! A esa edad casi puede decirse que éramos relativamente felices.Después de dejar los juegos y a los amigos, em casa nos esperaban unas sopas,donde se había refrito un pimiento dejando su agradable sabor.A partir de aquí tocaba retirarse a la cama. La oscuridad nos limitaba, el candil había consumido su ración de aceite. |