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San Martín de Trevejo - Caceres

Poblacion:
España > Caceres > San Martín de Trevejo
19-03-11 10:54 #7317497
Por:Fonti Nova

Mulheris Singularis Espanholas
-Bos días a tos!! Por cambial un poicu de tema.

CATALINA DE ERAUSO.Tamén,se la cunhucía comu "LA MONJA ALFÉREZ"

Nació Catalina de Erauso en Donostia - San Sebastián (Guipúzcoa), en
1592. A la corta edad de 4 años fue internada en el convento dominico de San Sebastián el Antiguo, -tal como sucedió con sus tres hermanas, quienes permanecieron en él hasta su muerte-; una reyerta que sostuvo con una monja profesa la llevo a huir del convento, siendo aún novicia y faltándole poco tiempo para profesar.

En los meses siguientes estuvo en las poblaciones de Vitoria, Valladolid, Bilbao y Estella, ciudad esta última desde donde volvió a San Sebastián a los tres años de haberse fugado; en todo este tiempo desempeñó diversos oficios varoniles, oculta bajo el nombre de Francisco de Loyola (según parece su físico no era muy femenino lo que le ayudaba en su engaño); poco después salió para Sanlúcar de Barrameda, en donde se alistó como grumete en un barco que partía para América, del que era capitán su tío Esteban Eguiño.

Un aspecto poco femenino permitió que Catalina mantuviese su engaño durante años.
Su primer destino en el Nuevo Mundo fue Araya, en Venezuela, de donde se dirige a Cartagena de Indias, ciudad en la que permanece por ocho días, al servicio del mencionado capitán Eguiño; de allí pasa a Nombre de Dios, en Panamá. Cuando la armada está ya cargada con la plata de las minas americanas, y a una hora escasa de volver a España, Catalina le roba 500 pesos a su tío Eguiño y baja a tierra; permanece en Panamá algunos meses, mientras gasta el dinero, luego de lo cual se emplea con un mercader de Trujillo, en el Perú; en esta ciudad mata en duelo a un hombre, por lo que se ve obligada a radicarse en Lima; meses después se enrola como soldado en una compañía que parte para Concepción, en Chile.

Por una circunstancia extraordinaria fue separada del resto de los hombres apenas llegar a Chile: su hermano Miguel, se encontraba de secretario del Gobernador; al enterarse del lugar de procedencia de Catalina -la cual, jamás reveló ni su sexo ni su verdadera identidad al hermano-, intercedió para que fuera asignada a su propia compañía, en la que estuvo durante casi tres años. En sucesivos encuentros con los indios araucanos dio muestras de su valor temerario, al punto de alcanzar con honores el grado de Alférez, por el que es más conocida; pero en una pendencia de juego -al que fue muy aficionada- mató a otros dos hombres; como en varias ocasiones similares pasadas y futuras, también pudo evadir la acción de la justicia en tal oportunidad al acogerse al resguardo sagrado de un templo. Meses después, en una incursión nocturna, se enfrenta en duelo con un desconocido a quien mata, el cual resultó ser nada menos que su propio hermano Miguel. Dolida, parte errante hacia Tucumán, Potosí, la Plata, Charcas, Piscobamba, nuevamente la Plata, Cochabamba, La Paz, Cuzco, Lima, El Callao, Guamanga y Huancavélica. En este vagabundaje utilizó los nombres de Pedro de Orive y Alonso Díaz Ramírez de Guzmán.

Sus continuas fechorías y su carácter pendenciero facilitaron el cerco de las autoridades. Vuelta a Guamanga y ya a punto de ser apresada, encuentra el amparo del Obispo fray Agustín de Carvajal, quien logra de la Monja Alférez la más completa confesión de sus secretos; admirado de tan increíble historia. Procede entonces el Obispo a instalarla en el Convento de Santa Clara de Guamanga, con el hábito correspondiente; entre tanto, la noticia se propagó por la ciudad, cuyos habitantes no tardaron en llenar las calles adyacentes al convento, con la esperanza de conocer a tan extraordinario personaje. Cinco meses después, luego de haber socorrido y aconsejado de muchas maneras a Catalina, murió el Obispo Carvajal. Conocido el suceso en Lima, el Arzobispo de la ciudad, Bartolomé Lobo Guerrero, ordenó el traslado hacia allí de la Monja Alférez, donde fue recibida y agasajada también por el Virrey Francisco de Borja; durante casi los dos años y medio siguientes vivió en el Convento de la Santísima Trinidad de la capital peruana, hasta cuando llegó prohibición de España para continuar en él, por no ser Catalina monja profesa. Decidido su retorno a la Península, se embarca -otra vez en traje de civil- en la armada del General Tomás de Larraspuru, que la lleva a Cádiz en 1624; durante el trayecto participó en otro lance de cuchillo, por rivalidades originadas en el juego.

A petición de la interesada, el Rey de España, Felipe IV, le concedió una pensión de ochocientos escudos de renta; partió para Roma, donde la recibió en audiencia el Papa Urbano VIII, y le concedió licencia para proseguir su vida en hábito de hombre; príncipes y cardenales italianos la agasajaron durante el mes y medio que permaneció allí. En julio de 1626 se dirigió hacia Nápoles; las informaciones posteriores sobre su vida son escasas: en julio de 1630 se encuentra en Sevilla, partiendo poco después a Méjico, en donde transcurren los restantes veinte años de su vida y donde regentó un negocio de transporte de mercancías. Muere en 1650 transportando una carga en un bote, después de haber usado durante mucho tiempo el nombre de Antonio de Erauso.

Catalina escribió o dictó un libro con sus memorias, que fueron publicadas bastante tiempo después (1829) en París. A continuación se tradujeron a varios idiomas y se hicieron varias versiones del tema como la famosa escrita por Thomas de Quincey.
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carrunchela
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