Hablar por hablar Roberto, miraba de soslayo. La mirada de Marta, en lugar de hacerle sentir culpable, le excitaba y en su interior sentía crecer los nervios. Estaban solos, durante mucho tiempo habían esperado este instante, y por fin había llegado. Roberto miraba enrededor, todo era bello en la noche clara de luna llena, la piscina parecía un enorme espejo donde multitud de estrellas se reflejaban. Se miraron, Marta sentía como el corazón golpeaba con fuerza su pecho, temía que él lo escuchara. El tiempo se hacía interminable, los nervios aumentaban, Marta sintió en su hombro la mano de Roberto, tembló, la atrajo dulcemente hacia si, delicadamnete, ella tomó su cintura, y así entrelazados emprendieron el corto camino que les separaba del punto escogido. Roberto pensaba las veces que había deseado aquel momento y ahora se iba a hacer realidad, aunque jamás pensó que ello se cumpliera tan rapidamente. Todavía les faltaban unos metros, se miraron, sonrieron, sus manos sudorosas se apretaban y los corazones desbocados parecían escucharse en el silencio de la noche. Roberto cargaba una enorme bolsa deportiva, al llegar la dejo caer, Marta se asustó, ¿podría hacerlo? pensó, no era la primera vez por supuesto, pero con él estaba segura sería diferente sería especial, lo miró, y en un acto reflejo cerró sus ojos, Roberto ajeno a su mirada, parsimoniosamente desabrochaba su pantalón, sus musculosas y bien formadas piernas cubiertas de un vello negro y espeso quedaron a su vista, apartó la mirada avergonzada o quizás tímida. Marta con manos temblorosas hizo lo mismo, sus bellas piernas aparecieron en aquella hermosa noche ante los ojos de Roberto que la miraba con una sonrisa pícara. Se cogieron las manos, avanzaron unos pasos, el momento de la verdad había llegado, se abrazaron tiernamente, se dieron un cálido beso en la mejilla, se desearon suerte al tiempo que la luz se hacía en la pista central, cada uno se coloco en su puesto: EL PARTIDO TAN DESEADO IBA A COMENZAR. |