Mirabel - Caceres

Cachocarne no es un idealista. No, idealista precisamente no es.
No es que sea ambicioso, es más bien miedoso. Ese miedo suyo le hace militante por interés, pero no es la ambición lo que le mueve.
Aunque sabe poco, sabe que no llegaría lejos, y por eso se conforma con poco. Hace mucho por ese poco. Hace cosas que antes no creía que estuviera bien hacer.

Cachocarne miente por parecida razón que quien usa tacones.
Si estos los usan quienes no están conformes con su altura, cachocarne quiere disimular su tontuna. Pero más que para parecer menos tonto, para no parecer el único. Pobre, le pillan pronto. Recurre tanto a la mentira que se contradice a cada poco. Viendose descubierto, primero disimula, cambia de tema, atemoriza incluso, elevando la voz, por la pregunta incómoda.Para acabar implorando en silencio, sin mediar palabra, como un niño chico que niega la evidencia del cacharro roto en la habitación en la que juega solo.

Cachocarne juega ahora a juegos de mayores, a difamar en grupo nada menos. El estipendio es poco pero la risa mucha. No piensa ya si está mal. Juega con su amigo carapeo. Les dicen: "A por este", y a por este que van.
No están los tiempos para pensar en las consecuencias, y no piensan.
Cachocarne disfraza así cu complejo de inferioridad. Carapeo sacia su impudia solamente.
Carapeo y Cachocarne se llaman el uno al otro "bocachancla". Y es que se delatan el uno al otro, no por hacer daño, pa no ser menos.

Donde dije impudia quise escribir impudicia.