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Don Mario Roso de Luna por Pepita Maynadé Artículo aparecido en "El Loto Blanco" de enero 1932, con motivo de la desencarnación del célebre teósofo español, digitalizado por Biblioteca Upasika en Noviembre 2003. A manera de funeral... ¿Para qué evocar en estos momentos, sobre el horizonte de la Teosofía hispánica el oscuro sudario de la muerte cuando aparece ésta como transfiguración y ofrenda, como restitución y cambio y no como noche oscura sino como un alba clara? Nuestra despedida al maestro en este plano, no puede ir revestida de luto y llanto. Él no lo quiso. «No me lloréis, no me guardéis luto" nos dijo sonriendo, antes de expirar . Tómate, pues, elegía de muerte, hosanna de vida; el «adiós» definitivo de la despedida, el «hasta luego» de la ausencia, que es promesa y esperanza. Ultra el rasgueo opaco de la pluma, llegue al alma amada de Don Mario, como una promesa fervorosa y densa, desnuda de lirismos, la esencia de nuestro funeral silente que deje en el alma de todos los consagrados la sensación de una barrera derribada y de una áurea bandera izada: la barrera que separa la ilusión de los planes intercósmicos y la bandera que ondeó, gallarda, sobre la obra del maestro ausente... Nació... En Logrosán, pueblecito minero de la áspera región de Extremadura, en 1872, rollizo y rubio como un ángel de Rubens, Mario Roso de Luna, de singularizada e intelectual prosapia. ¿Qué símbolo de anunciación figuraron los astros sobre aquel pedacito de tierra extremeña, al primer grito del infante rubio? Más tarde, aquel mismo pueblecito de Logrosán que cantara sus cándidos arrullos rurales junto a su cuna predestinada, debía estremecerse de orgullo ante su grandeza. Juan Luis Cordero, el cronista, escribió entonces: «Yo amo en Roso de Luna a mi patria chica y al asociarme a su homenaje quisiera gozar de la suficiente autoridad para convencer a los hombres de ciencia, a los escritores, a la Prensa y a los diputados y senadores extremeños, de que, al honrar a Roso, honramos el espíritu y el símbolo de esta tierra parda y fecunda....." Y Santiago Sanchez Mora: «La raza extremeña, fuerte y sobria, no ha desaparecido. Se ha transformado únicamente. Hoy no conduce victoriosas mesnadas por los imperios indios. Pero sabe, en cambio, iluminar con lumbres de ciencia y de ideal las triunfantes huestes del progreso por medio de este maravilloso "Poeta de las Nebulosas".....» Dió, entre cuidados y mimos, los primeros pasos. Y pronto, la frecuente y temprana visión del cielo abrió a su alma, por las ventanas de las pupilas pasmadas en su maravilla, el panorama interior de lo infinito. La luz de unos ojos escrutadores puede encender, a un tiempo, las dos inmensas antorchas en las tenebrosidades que se llaman la noche del cielo y la noche del alma: la Revelación y el Conocimiento. Y así fué. Cuando después, ya maduro, el cuerpo de las verdades teosóficas llegó a sus manos, poseía ya, por remembranza de su pasado iniciático, la verdad digerida, vivida, sazonada, hecha came y sangre, magnetismo y lumbre, conciencia y vida. La más absoluta ausencia de títulos y pergaminos no hubieran podido hurtar, a este gran teósofo que se llamó Mario Roso de Luna, la estructuración de unos principios vitales y trascendentes que trajo a este mundo para don de todos impreso en las células de su organismo y formulado subconscientemente en su temprana filosofia y = Page 1 = en su fe de niño. Creció... Vivaz y romántico, precoz en el estudio, adelantado en vivir y en comprender. Ansioso de creer y de adorar, vertióse como blanda arcilla en el molde del dogma católico. Tuvo visiones apocalípticas y fervores ascéticos. Atravesó una honda y persistente crisis de pubertad y en 1889, paseando convalesciente con su padre por una senda de la campiña logrosaniega, vió, por vez primera, a un adepto, de imponente y bellísima figura pasar por su lado, con tan leve paso, que parecía no tocar al suelo. El contacto de su aura fué tan intenso que el joven Mario, transfigurado, derramó abundoso llanto. Al cabo de siete días se hallaba completamente curado. «Pocos años después, en 1893 y previa no se qué especie de premonición, cruzando por aquellos mismos lugares, descubrí un astro nuevo, de cuarta magnitud..... ¡Era el cometa que lleva mi nombre!» relata Don Mario. Cruzóse otra vez con un perro hidrófobo y al abrir éste la boca para hincar los dientes emponzoñados en su pantorrilla, quédose milagrosamente parado en esta actitud, sin morderle. No permiten los límites de unas notas biográficas relatar sus asomos de clarividencia, sus previsiones y, sobre todo, el gran poder protector que tantas veces, oportunamente yen determinados períodos de su vida, se manifestara. De ser así la biografía, sin dejar de ser tal y ajustarse a la verdad más estricta, parecería un cuento de "Las Mil y Una Noches". ¡Tan por cima de los corrientes acontecimientos se deslizara su existencia humana! Al escribir pensamos si, para dar más incisión y arrojo a la pluma, precisaría la lente de los años, el marco de gloria y de justicia que únicamente confiere el tiempo. Sus estudios universitarios Trasladóse, ya hombre, a la entonces villa y corte de España y sus asombrosas facultades le aquistaron la amistad y predileción de la intelectualidad madrileña. Logró con poco esfuerzo licenciarse en las facultades de Ciencias Físico-Químicas, Filosofía, Letras y Derecho. Reconociósele pronto como prominente astrónomo en los Observatorios de Europa y por desgracia, menos en el de España que no coadyuvó a su merecida gloria de descubridor. Se sumió en la abstracción de las matemáticas y en la filosofía de los clásicos. Compenetróse, viajando, con la psicología de los pueblos europeos. Fué éste el recio y bien cimentado pronaos de su Templo. Pronto el karma levantaría el velo. Su segundo nacimiento y la noche espiritual Dejemos que él mismo nos relate en «Conferencias Teosóficas en América del Sur» cómo llegó a su conocimiento la Teosofía y cómo desveló sus ocultas latencias : «Helena P. Blavatsky me había revelado un mundo completamente nuevo tras mis dieciocho años de estudios universitarios, allá en 1902. Convencido entonces de mi ignorancia ilustrada, puedo asegurar que desde aquel dia de marzo, una nota secreta, constante como un mantram, dulce y augusta como música pitagórica, avasalladora e indeclinable como kármica voz del Destino, resonaba en lo más profundo de mi ser al modo de aquella otra que al Judío Errante de la leyenda le musitase siempre al oído : "Anda, anda, anda...!" Caminé lo mejor que pude y en los siete primeros años de aprendizaje teosófico, la Noche Espiritual se cernió sobre mi. Una noche verdaderamente hiperbórea, iluminada apenas por las fugaces auroras polares nacidas de mi corazón de impenitente idealista. En lo que podía apreciar, estaba solo, completamente solo. = Page 2 = Bien o mal, cumplí mi deber. Estudié, conviví la vida teosófica. Busqué a mis hermanos. Di conferencias. Escribí cuanto pude en periódicos, revistas y libros para comunicar a los demás el santo fuego que en mi pecho ardía. Mas todo en vano. Como teósofo fracasé en mi pueblo, entre los míos. Fracasé en Extremadura, mi región querida y casi me tenía por fracasado en la propia capital de mi patria donde podía continuar parafraseando al poeta cuando dijo: Mi vida es un erial ; flor que toco, se deshoja, y en mi camino fatal alguien va sembrando el mal para que yo le recoja. Pero cada uno de mis aparentes fracasos era en el fondo un completo triunfo sobre mi mismo pues me impulsaba, a fuer de indómito, a buscar siempre un radio mayor de acción. Así, desde 1907 había trocado mis mayávicas preferencias patrias por un santo amor a nuestra Raza, esta que se alza gigante sobre las dos orillas del Atlántico y se asoma, llena de esperanzas de bendición, a las vastas soledades del Pacífico. Esta raza en fin, mitad protoamericana, mitad ibera, debida al épico esfuerzo de mis viejos paisanos extremeños a quienes la envidia o la frivolidad o la ignorancia no ha hecho todavía justicia.» Aparte de la doctrina teosófica en la que se embebiera sin cesar durante luengos años enteros, sin dejar la asimilación de una sola cita de «La Doctrina Secreta» de Blavatsky, su gran Maestra, el sentimiento teosófico, el desvelo mater de su alma andrógina fue como una lumbre de utopías vividas para muchos. Era un romper con la cáscara egoísta de los convencionalismos, imponiéndose la augusta divisa de dar, de comprender, de tolerar, de achicarse en lo externo para acercarse a la pequefiez, de postrarse, comprensivo, ante toda grandeza. Y así pronto pareció un niño grande, sin malicias, lleno de arrobos y de fulguraciones. Embrujado lo llamaban unos, Mago logrosaniego los más, Quijote los que oteaban sobre alguna cima su obra perdurable y su significación presente. Enediel Shaiah nos dice de él : «Como el gran matemático Wronski, Roso de Luna, profundo conocedor de la ciencia de la cantidad, elévase desde este campo al de las más altas concepciones de la Metafísica del Ocultismo. Como los ilustres Zollner, Gauss, Helmotz, Lobatschewsky, Riemann y Spotiswoode, el estudio del Álgebra y de la Geometría le lleva al de la cuarta dimensión de los cuerpos y otras sucesivas y así Roso de Luna halla una feliz demostración de los diversos planos de la existencia substancial, demostración matemática de un valor definitivo que nunca los teósofos lo podrán agradecer bastante. Como el renombrado Crookes aplica a la Física el estudio de las seriaciones numéricas y halla formada por la naturaleza misma la prodigiosa pauta de fuerzas conocidas y de lugares de la serie que corresponden a las ignoradas, estableciendo una elocuente identidad entre lo que la ciencia ya sabe y entre lo que la doctrina esotérica descubre. Como los ilustres químicos Wendt y Mendeleef, pide al número y a la serie el gran misterio de la unidad de la materia y al hallarle redime a los alquimistas, con elocuentes razonamientos, de un injustificado desdén. Como astrónomo, el autor de «En el Umbral del Misterio» que goza de una reputación bien merecida y es descubridor de un cometa que lleva su nombre, establece las bases de una científica explicación del origen y desarrollo de los mundos donde impera el criterio del Ocultismo y como antropólogo y arqueólogo halla en ciertas piedras de Extremadura muy curiosas revelaciones legadas por una remotísima antigüedad en raros monumentos jeroglíficos y paleográficos donde por el análisis de hábiles cronologias sidéreas, Roso de Luna descubre el testimonio histórico de la Humanidad que pobló el famoso continente de la Atlántida. Si, puedo asegurarlo. Roso de Luna obtuvo esa iniciación en los más altos misterios de la ciencia por esfuerzo propio antes que nadie oyera hablar de la Teosofía ni del Ocultismo. Y cuando supo lo que predicaban tales doctrinas, cuando leyó algunas publicaciones de esta clase, regocijado por la tan, al = Page 3 = parecer, sorprendente coincidencia de opiniones, buscó con ansia a sus desconocidos hermanos en creencias y apresuróse a brindarles su más incondicional adhesión y concurso. Así fué como Roso de Luna vino a llamar a las puertas de la Sociedad Teosófica en España; así fué como se incluyó en las huestes de los teósofos y así fué cómo los teósofos pudieron incluir en sus cuadros un nombre digno de tanto respeto. La labor de Roso de Luna en la Sociedad Teosófica Don Mario Roso de Luna ha sido la más legítima gloria de la Teosofía hispánica. Por él interesáronse en los estudios trascendentes lo más selecto de la intelectualidad española y, merced a su envergadura enciclopédica y poligráfica, la Teosofía ha ocupado honorable lugar en tribunas y en la Prensa, hasta, alguna vez, durante el pasado período oscurantista. Enediel Shaiah pudo decir por él de la Sociedad : «Cuando Roso de Luna llamó a las puertas de la Sociedad Teosófica, ésta pudo sentir la más legítima de las satisfacciones. Demandábale el paso un hombre de ciencia, un sereno y original contemplador de las verdades universaJes, un teósofo iniciado, no por las rapsódicas enseñanzas de cualquier propagador de más o menos teosófico fuste, sino por la iluminación del espíritu, por la luz que en la mente engendra la alta reflexión de los misterios del Universo, cuando asciende a las ignotas regiones de lo infinito, pidiendo fuerza a la inspiración del genio y alas a la lógica y al saber», Y Arturo Soria y Mata, el cultísimo autor de «El Origen Poliédrico de las Especies», estas palabras que ojalá devinieran perpétuamente incisas como divisa, en el dintel de toda Rama Teosófica: «Los teósofos españoles constituyen, entre los heterodoxos, un grupo de gran peso específico e intelectual. Son hombres de gran sabiduría, excesivamente modestos quizá, que en vez de exhibir y pregonar lo muchísimo que saben, tienen a gala ocultarlo. Pero lo cierto es que el que se tenga por más docto en cualquier materia no puede hablar con ellos sin reconocerles una extraordinaria profundidad de pensamiento, una erudición vastísima, en suma, una superioridad intelectual y moral que se insinúa con suavidad imperceptible y subyuga nuestro ánimo con las mieles de una franca y encantadora cortesía. Son pocos, muy sabios y muy buenos. Uno de ellos es Roso de Luna, un niño de cuarenta años (1), criatura adorable con barbas. Yo advierto en él los chispazos del genio pero el genio no es nunca entendido por la multitud...» Roso de Luna, escritor La desconcertante fecundidad de la pluma de Roso, apenas concebible, que ha dado origen, con frecuencia, a peregrinas leyendas, no ha sido en mengua de su profundidad. Pluma en ristre, curbado el cuerpo en forma de interrogante, planeando por los espacios sidéreos, rozando sus pies la leve mole de la Tierra, lo vió simbólicamente Vidal, el caricaturista chileno. Aparte de la pluralidad incompediable e inarchivable de la colaboración periodística de Roso de Luna en ambos continentes, solamente su «Biblioteca de las Maravillas» constituye una especialización bibliográfica única en el mundo. Sus «Conferencias Teosóficas en América del Sur» son su misal, el más puro venero de su ética teosófica. «Hacia la Gnosis» y «En el Umbral del Misterio» develan la arquitectura de su grande edificio oculto y esquematizan maravillosamente su plan teosófico y la senda del iniciado. «El libro que mata a la Muerte» o «El libro de los Jinas» y «De gentes del Otro Mundo» son el mayor panorama entrevisto de los mundos invisibles. «La Esfinge», «Simbología Arcaica», «El simbolismo de las religiones del Mundo y el Problema de la Felicidad» son una glosa interpretativa del simbolismo trascendente del pasado así como «La ciencia hierática de los Mayas» lo es de los oscuros códices mexicanos del Anahuac, que el maestro interpretó como un don de las antiguas civilizaciones a nuestros días. = Page 4 = «Por el reino encantado de Maya», «El Arbol de las Hespérides» y «EI Velo de Isis» (Las Mil y Una Noches Ocultistas) son contribuciones del autor a aquellos descubrimientos de índole folklorística que entrañan la historia secreta de todos los pueblos engalanados con la maravilla y el donaire del gran estilista. «El Tesoro de los Lagos de Somiedo» ha sido llamado con razón por la crítica, «EI Quijote del Ocultismo» y , junto con «De Sevilla al Yucatán» aparece como una psicometrización, amparado en descubrimientos recientes de índole geológica y esotérica, de lo que fué un tiempo Iberia, en el gran continente atlántico, y lo que será, en sus altos destinos, en el futuro, cuando imperen, hechas vida, las verdades teosóficas y que sólo bajo esta pomposa veste imaginativa podría entrever la humanidad de hoy. «La Dama del Ensueño» es un búcaro de psíquicos lirismos, una develación de misterios de trascendentalismo romántico y sentimental. «La Humanidad y los Césares» es una estructuración y crítica de la historia humana bajo principios platónicos. En «Una Mártir del Siglo XIX» se desbasta, esculpe y pule la gran personalidad de Blavatsky, bloque áureo, mojón viviente que el karma alzó entre su vida de erudito y su vida de teósofo. En «Wagner, mitólogo y ocultista» aparece la esencia simbólica del iniciático panteón escandinavo en los mitos wagnerianos. El oculto significado de los Eddas muestra, bajo la interpretativa clave de Roso de Luna, la batuta del genial creador del drama musical como una antorcha para los espíritus, alzada en el paraíso incomparable de sus sinfonías. Y otras obras científicas como el «Kinethórizon», clave del conocimiento de las sidéreas constelaciones y «Evolution solaire et series astro-chimiques», en francés, constituyen en conjunto una biblioteca vastísima, profunda al par que amena, densa en su significación, en su forma y en su contenido. Cada uno de sus libros parece un magno fruto póstumo, la coronación de toda una vida. Y sin embargo, la mente privilegiada y proteica de Roso de Luna nos ofrecía, con una frecuencia inusitada, los enormes frutos de su trabajo, uno tras otro y la muerte le sorprendió sin que pudiera cumplir una promesa que nos hizo un día: la publicación de su «Autobiografía» que hubiera sido la más digna rúbrica del tesoro intelectual cuya grandeza puede sellar tan solo nuestra ignorancia. El proceso íntimo La facundia intelectual de Roso de Luna manifestada al través de su oratoria o de su pluma y que al comienzo de su hombría le Ilevó.al conocimiento de toda ciencia humana que solo el arte endulzaba, a trechos, como un lampo del cielo, cedió el paso, en el sazonado descenso de su madurez, a una suerte de misticismo que en nada se parecía a sus fervores juveniles pero que era, sin embargo fruto dulcísimo de aquel maridaje primero del corazón y de la mente, de la fe atesorada y del conocimiento ganado. Callada aurora de su espíritu que se iba manifestando en un rebosar de amor infinito, en un pleno vivir en la renuncia, en el grato saboreo de la igualdad fraterna, que dió paso a la postrera faceta de su actuación en este plano. El «Ateneo Teosófico de Madrid» Hace un año (la Parca cortó el hilo de su vida física sin que pudiera saborear la celebración de su primer aniversario) alzó el Mago de Logrosán, con su prestigio, una nueva tribuna en la capital española. Cenáculo de los griegos, conventículo de los neoplatónicos, en la tribuna libre, en el hogar de amigos que se llama «Ateneo Teosófico», no apareció nunca la valla del eruditismo egotista sino un eclecticismo que se abría a todo estudio y a toda tendencia espiritualizadora. La ciudad y sus más preclaros talentos corearon la obra de Roso en su Ateneo que actuó y seguirá actuando mientras la benéfica sombra del padre Roso, nuestro Jina en su lenguaje, se alce, viva y resplandeciente, como = Page 5 = un soplo que anime el hogar intelectual que abandonara y la llama de la primitiva ideología con que lo inflamara. En su Nombre ¿Una oración? No es bastante. Una oración en tal caso es un pasajero lirismo sentimental. Un juramento. Pero no un juramento espectacular, alimentado por estos momentos dolidos. Que sea silencioso como silenciosa es la esencia consagratoria de la vida, la aceptación interna de un deber sublime. Los estados supremos del alma no pueden manifestarse más que al través de la voz del silencio. Si se hace en nosotros esta calma, esta elocuencia augusta, invoquemos la presencia del maestro y prometárnonos seguir su senda. Yo veo ya florecer la reciente huella de su paso de esculta. Yo veo, precedida por el buen padre Roso, la futura ruta de nuestros destinos. ¿No nos dijo, en los umbrales del Más Allá con voz que la muerte velaba, «Ningún hombre es indispensable. No me lloréis. De una sola manera honrareis mi memoria: ¡Continuad mi Obra!»?.... NOTAS (1) Soria y Mata escribía estas líneas en 1916, en La ciudad Lineal, de Madrid. | |
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Foto: Casa donde nació de Mario Roso de Luna Por: No Registrado | 19-06-14 21:49 charcolalana | 4 | |
Son 40 años de la llegada del hombre a la Luna Por: No Registrado | 20-07-09 09:30 No Registrado | 1 | |
onocido como "el Mago Rojo de Logrosán", a Roso le gustaba definirse a sí mismo como "teósofo y ateneísta". Fue, en efecto, miembro del Ateneo de Madr Por: No Registrado | 19-05-09 12:46 No Registrado | 0 | |
LOGROSÁN (LEGAJO HISTÓRICO) POR EL DOCTOR MARIO ROSO DE LUNA Por: No Registrado | 20-05-08 22:33 No Registrado | 0 |
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