Foro- Ciudad.com

Logrosán - Caceres

Poblacion:
España > Caceres > Logrosán
16-05-09 18:17 #2271485
Por:No Registrado
Durante el reinado de Carlos I, Madrid estaba integrado por dos núcleos principales: el recinto comprendido dentro de la muralla cristiana, de origen
Durante el reinado de Carlos I, Madrid estaba integrado por dos núcleos principales: el recinto comprendido dentro de la muralla cristiana, de origen medieval, y los arrabales. El casco urbano se extendía, de oeste a este, desde el Palacio Real hasta la Puerta del Sol; y, de norte a sur, desde la plaza de santo Domingo hasta la plaza de la Cebada.

A partir de 1561, con la capitalidad, la ciudad creció de forma vertiginosa, expandiéndose principalmente hacia el este. El plano de Madrid realizado por Pedro Teixeira en el año 1656, casi un siglo después del establecimiento de la Corte, da una idea precisa de las dimensiones del casco urbano, en tiempos de Felipe IV (r. 1621-1665).[1]

La villa estaba rodeada por una cerca, mandada construir por el citado monarca en el año 1625, levantada, hacia el norte, sobre las actuales calles de Génova, Sagasta, Carranza y Alberto Aguilera (conocidas popularmente como los bulevares); hacia el sur, sobre las rondas de Toledo, Valencia y Embajadores; hacia el este, sobre los paseos del Prado y Recoletos; y hacia el oeste, sobre los terraplenes del valle del río Manzanares.[2]

Extramuros,[3] se situaban los jardines, parajes agrestes y recintos palaciegos del Buen Retiro, en la parte oriental de la ciudad; de la Casa de Campo, en la occidental; y del El Pardo, en la noroccidental.

La Cerca de Felipe IV sustituyó a una anterior, promovida por Felipe II (r. 1556-159Chulillo y que enseguida quedó obsoleta. Fue erigida para detener el crecimiento desordenado que estaba experimentando la ciudad y actuó como una auténtica barrera urbanística, que limitó la expansión de la urbe hasta el siglo XIX. Fue derribada en 1868.[4]

A grandes rasgos, el espacio comprendido dentro de la Cerca de Felipe IV se corresponde en la actualidad con el distrito Centro. Su superficie es de 523,73 hectáreas y comprende los barrios administrativos de Cortes, Embajadores, Justicia, Palacio, Sol y Universidad.


Límites turísticos [editar]A diferencia de los límites históricos, perfectamente establecidos a través de la cerca de Felipe IV, la zona promocionada turísticamente como Madrid de los Austrias carece de una delimitación precisa. Se circunscribe a un ámbito sensiblemente menor, que comprende parcialmente los barrios administrativos de Sol y Palacio, pertenecientes al distrito Centro de la capital.

Se estaría hablando de las áreas de influencia de las calles Mayor, Arenal, Segovia, carrera de san Francisco, Bailén y Toledo y de las plazas de la Cebada, de la Paja, Mayor, Puerta del Sol y de Oriente, donde se hallan barrios y áreas sin entidad administrativa, como La Latina, Ópera o Las Vistillas.

Aquí se encuentran conjuntos monumentales construidos tanto en los siglos XVI y XVII, cuando reinó en España la dinastía Habsburgo, como en épocas anteriores y posteriores. Por lo general, todos ellos quedan incluidos en los itinerarios turísticos que utilizan la expresión Madrid de los Austrias. Es el caso de las iglesias medievales de san Nicolás de los Servitas y san Pedro el Viejo, de los siglos XII y XIV, respectivamente, y del Palacio Real, erigido en el siglo XVIII.

En orden inverso, existen monumentos promovidos por los Austrias no integrados en las citadas rutas, al situarse fuera de los barrios de Sol y Palacio. Algunos ejemplos son el Salón de Reinos y el Casón del Buen Retiro, que formaron parte del desaparecido Palacio del Buen Retiro, y los jardines homónimos.

También quedan excluidas de esta clasificación turística zonas de menor valor monumental, pero con un gran significado histórico en la época de los Austrias. Es el caso del barrio de las Letras, articulado alrededor de la calle de las Huertas, donde coincidieron algunos de los literatos más destacados del Siglo de Oro español, tales como Félix Lope de Vega, Miguel de Cervantes o Francisco de Quevedo; o de la Casa de Campo, concebida por Felipe II como una finca de recreo y reserva de caza.


Evolución histórica [editar]En la primera mitad del siglo XVI, antes de su designación como capital, Madrid era una villa de tamaño medio entre la urbes castellanas, con cierta relevancia social e influencia política. Tenía entre 10.000 y 20.000 habitantes y formaba parte del grupo de dieciocho ciudades que disfrutaban del privilegio de tener voz y voto en las Cortes de Castilla.[5]

Había acogido en numerosas ocasiones las Cortes del Reino y, desde la época de los Trastámara, era frecuentada por la monarquía, atraída por su riqueza cinegética. Además, uno de sus templos religiosos, San Jerónimo el Real, fue elegido por la monarquía como escenario oficial del acto de jura de los príncipes de Asturias como herederos de la Corona.[6] El primero en hacerlo fue Felipe II (18 de abril de 152Chulillo, que 33 años después fijaría la Corte en Madrid, y la última Isabel II (20 de junio de 1883).


Reinado de Carlos I [editar]
Patio de los Austrias del Palacio Real de El Pardo, fruto de las obras impulsadas por Carlos I en el primitivo castillo de El Pardo. Es de estilo renacentista.
Pintura del siglo XVII del Real Alcázar de Madrid, que el emperador Carlos I ordenó ampliar hasta duplicar su supeficie original.
Fachada septentrional, de estilo renacentista, de la Capilla del Obispo. Está situada en la Plaza de la Paja.
Fachada septentrional de la Casa de Cisneros (1537), orientada a la plaza de la Villa.
La Casa de la Panadería, en la Plaza Mayor, empezó a construirse en tiempos de Felipe II y se concluyó durante el reinado de Felipe III, cuya estatua ecuestre, obra de Juan de Bolonia y Pietro Tacca, aparece a la izquierda.
Aspecto de la Casa de Campo hacia 1634, en una pintura de Félix Castelló. El palacete, jardines y paraje agreste fueron utilizados por Felipe II como lugar de recreo y caza.
Interior del Monasterio de las Descalzas Reales, fundado en 1559 por Juana de Austria, hermana de Felipe II.
Patio renacentista del Palacio de los condes de Paredes de Nava, sede del Museo de los Orígenes, edificado en la primera mitad del siglo XVI.
Exterior de la Casa de las Siete Chimeneas, actual sede del Ministerio de Cultura, uno de los escasos edificios civiles del siglo XVI que se conservan en Madrid.
Fachada del Palacio de los Vargas, en la Plaza de la Paja.
Fachada principal del Real Monasterio de la Encarnación, diseñada por el arquitecto Juan Gómez de Mora.
Vista de la Plaza Mayor, con la Casa de la Carnicería a la izquierda. El recinto fue concluido por Felipe III, quien transformó el proyecto inicial de Felipe II.
Placa instalada en el Convento de san Ildefonso de las Trinitarias Descalzas, en la que se recuerda que en este lugar fue enterrado Miguel de Cervantes.
Portada del Monasterio del Corpus Christi o de las Carboneras, fundado en 1611. Se encuentra en la plaza del conde de Miranda.
Estatua ecuestre de Felipe III, obra de Juan de Bolonia y Pietro Tacca, finalizada en 1616.Carlos I (r. 1516-1556), el primer monarca de la Casa de Austria, mostró un interés especial por la villa, tal vez con la intención de establecer de forma definitiva la Corte en Madrid. Así sostiene el cronista Luis Cabrera de Córdoba (1559-1623), en un escrito referido a Felipe II:

El Rey Católico [por Felipe II], juzgando incapaz la habitación de la ciudad de Toledo, ejecutando el deseo que tuvo el emperador su padre [por Carlos I] de poner su Corte en la Villa de Madrid, determinó poner en Madrid su real asiento y gobierno de su monarquía.
El emperador impulsó diferentes obras arquitectónicas y urbanísticas en Madrid. A él se debe la conversión del primitivo castillo de El Pardo en palacio, situado en las afueras del casco urbano. Las obras, dirigidas por el arquitecto Luis de la Vega, se iniciaron en 1547 y concluyeron en 1558, durante el reinado de Felipe II. De este proyecto sólo se conservan algunos elementos que, como el Patio de los Austrias, quedaron integrados en la estructura definitiva del Palacio Real de El Pardo, fruto de la reconstrucción llevada a cabo en el siglo XVIII, tras el incendio de 1604.

Otro de los edificios que el monarca ordenó reformar fue el Real Alcázar de Madrid, un castillo de origen medieval, que fue pasto de las llamas en 1734 y en cuyo solar se levanta en la actualidad el Palacio Real. Duplicó su superficie con diferentes añadidos, entre los que destacan el Patio y las Salas de la Reina y la llamada Torre de Carlos I, a partir de un diseño de Luis de la Vega y Alonso de Covarrubias.

Entre los proyectos urbanísticos promovidos por Carlos I, figura la demolición de la Puerta de Guadalaxara, el acceso principal de la antigua muralla cristiana de Madrid, y su sustitución por una más monumental, con tres arcos. Fue levantada hacia 1535 en el número 49 de la actual calle Mayor y el 2 de septiembre de 1582 desapareció en un incendio.[7]

Durante su reinado, se inauguraron algunos templos religiosos, entre ellos el santuario de Nuestra Señora de Atocha, que data de 1523. Fue derribado en 1888, ante su mal estado, y reconstruido como basílica en el siglo XX.

En 1541, se dispuso la ampliación de la Iglesia de san Ginés, situada en la calle del Arenal, mediante un anejo parroquial en la calle de la Montera, que recibió el nombre de san Luis Obispo. Abrió sus puertas en 1689, en tiempos de Carlos II, y fue incendiado en 1935. Sólo se conserva su fachada principal, que fue trasladada e integrada en la estructura de la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en la calle del Carmen.

El Convento de san Felipe el Real, de 1547, fue uno de los puntos de encuentro más importantes del Madrid de los Austrias. Su lonja recibió el sobrenombre de mentidero de la villa, por los rumores que allí se fraguaban.[8] El edificio, destruido en 1838, poseía un relevante claustro renacentista, compuesto por 28 arcos en cada una de sus dos galerías.

Otro templo de la época es la Iglesia de san Sebastián (1554-1575), que tuvo que ser reconstruida tras ser alcanzada por una bomba durante la Guerra Civil.

La Capilla del Obispo es, sin duda, la construcción religiosa de mayor interés arquitectónico llevada a cabo en Madrid, en tiempos de Carlos I.[9] [10] Fue levantada entre 1520 y 1535, como un anejo de la iglesia medieval de san Andrés. Responde a una iniciativa de la familia de los Vargas, una de las más poderosas del Madrid medieval y renacentista. Debe su nombre a Gutierre de Vargas y Carvajal, obispo de Plasencia (Cáceres), su principal impulsor.

En el terreno social, el religioso Antón Martín creó en 1552 el Hospital de Nuestra Señora del Amor de Dios, que estuvo en la calle de Atocha, cerca de la plaza que lleva el nombre de su fundador.

En 1529, Carlos I ordenó que el Real Hospital de la Corte, de carácter itinerante ya que acompañaba a la Corte en sus desplazamientos, quedara establecido de forma fija en Madrid. Su edificio, conocido como Hospital del Buen Suceso, estaba integrado por un recinto hospitalario y una iglesia, que fueron concluidos en 1607. A mediados del siglo XIX, se procedió a su derribo dentro de las obras de ampliación de la Puerta del Sol, donde se encontraba.

En cuanto a las residencias palaciegas, cabe mencionar la de Alonso Gutiérrez de Madrid, tesorero del emperador, cuya estructura fue aprovechada, durante el reinado de Felipe II, para la fundación del Monasterio de las Descalzas Reales. Recientes intervenciones en este edificio han puesto al descubierto elementos originales del patio principal del citado palacio.[11]

El Palacio de los condes de Paredes de Nava o Casa de san Isidro, donde tiene sus instalaciones el Museo de los Orígenes, se encuentra en la plaza de san Andrés. Fue construido en el solar de un antiguo edificio donde, según la tradición, vivió Iván de Vargas, quien, en el siglo XI, dio alojamiento y trabajo a san Isidro. Data de la primera mitad del siglo XVI.

Por su parte, la Casa de Cisneros data del año 1537 y está construida en estilo plateresco. Situada entre la calle del Sacramento y la plaza de la Villa, su primer propietario fue Benito Jiménez de Cisneros, sobrino del cardenal Cisneros (1436-1517), de quien toma su nombre.


Reinado de Felipe II [editar]En el año 1561, Felipe II (r. 1556-159Chulillo estableció la Corte en Madrid. Tal designación provocó un aumento de la población vertiginoso: de los 10.000-20.000 habitantes que podía haber en la villa antes de la capitalidad se pasó a 35.000-45.000 en el año 1575 y a más de 100.000 a finales del siglo XVI.[12]

Para hacer frente a este crecimiento demográfico, el Concejo de Madrid, respaldado por la Corona, elaboró un proyecto de ordenación urbanística, consistente en la alineación y ensanchamiento de calles, el derribo de la antigua muralla medieval, la adecuación de la plaza del Arrabal (antecedente de la actual Plaza Mayor) y la construcción de edificios públicos como hospitales, hospicios, orfanatos, instalaciones de abastos y templos religiosos.

Felipe II puso al frente de este plan al arquitecto Juan Bautista de Toledo. Sin embargo, la falta de medios y lentitud burocrática del consistorio y el desinterés mostrado por la Corona en la aportación de recursos ralentizaron su desarrollo. La consecuencia fue un crecimiento urbano rápido y desordenado, que se realizó preferentemente hacia el este del centro histórico, dada la accidentada orografía de la parte occidental, orientada a los barrancos y terraplenes del valle del río Manzanares.

Los nuevos edificios se construyeron siguiendo la dirección de los caminos que partían de la villa y, a su alrededor, surgió un entramado de calles estrechas, aunque dispuestas hipodámicamente. El que conducía hasta Alcalá de Henares (hoy calle de Alcalá) vertebró el crecimiento urbano hacia el este, al igual que el camino que llevaba a San Jerónimo el Real, sobre el que se originó la carrera de san Jerónimo. Por el sudeste, la expansión tomó como eje principal el camino del santuario de Nuestra Señora de Atocha (actual calle de Atocha).

Hacia el sur, las nuevas casas se alinearon alrededor del camino de Toledo (calle de Toledo) y, por el norte, la referencia urbanística estuvo marcada por los caminos de Hortaleza y de Fuencarral (con sus respectivas calles homónimas), si bien hay que tener en cuenta que, en estos dos lados de la ciudad, el crecimiento fue más moderado.

Antes de la capitalidad, en 1535, la superficie de Madrid era de 72 hectáreas, cifra que aumentó hasta 134 en 1565, sólo cuatro años después de establecerse la Corte en la villa. A finales del reinado de Felipe II, el casco urbano ocupaba 282 hectáreas y tenía unos 7.590 inmuebles, tres veces más que en 1563 (2.250), al poco tiempo de la designación de Madrid como capital.

La intensa actividad inmobiliaria de este periodo no fue suficiente para satisfacer la demanda de viviendas, por parte de cortesanos y sirvientes de la Corona. Tal situación llevó al monarca a promulgar el edicto conocido como Regalía de Aposento, mediante el cual los propietarios de inmuebles de más de una planta estaban obligados a ceder una de ellas a una familia cortesana.[13]

Este decreto favoreció el desarrollo de las llamadas casas a la malicia, un tipo de vivienda con el que sus propietarios intentaban evitar el cumplimiento de la norma, mediante diferentes soluciones (una única planta, compartimentación excesiva de los interiores, ocultación a la vía pública del piso superior...).

En 1590, la Corona y el Concejo crearon la Junta de Policía y Ornato, organismo presidido por el arquitecto Francisco de Mora, con el que se intentó poner fin a los desarreglos urbanísticos provocados por la rápida expansión de la ciudad. La correcta alineación de las calles, mediante la supresión de los recovecos existentes entre los inmuebles, fue uno de sus objetivos.

Felipe II promovió la realización de diferentes infraestructuras urbanas, caso del Puente de Segovia, la calle Real Nueva (actual calle de Segovia) y la Plaza Mayor. Los proyectos inicialmente previstos para estas tres obras no pudieron llevarse a cabo plenamente, adoptándose soluciones menos ambiciosas, ante las limitaciones presupuestarias.

Las dos primeras se enmarcaban dentro del mismo plan, consistente en la creación de una gran avenida, de aire monumental, que, salvando el río Manzanares por el oeste, conectase el antiguo camino de Segovia con el Real Alcázar. Finalmente, sólo pudo ejecutarse el puente (1582-1584), atribuido a Juan de Herrera, mientras que la avenida quedó reducida a unas nivelaciones del terreno sobre el barranco del arroyo de san Pedro y al derribo de varios edificios, que dieron origen a la calle de Segovia, terminada en 1577.

Con respecto a la Plaza Mayor, levantada sobre la antigua plaza del Arrabal, el centro comercial de la villa en aquel entonces, el monarca encargó su diseño a Juan de Herrera en el año 1580. Durante su reinado, se demolieron los edificios primitivos y dieron comienzo las obras de la Casa de la Panadería (1590), proyectada por Diego Sillero. Fue su sucesor, Felipe III, quien dio el impulso definitivo al recinto.

Felipe II continuó con las reformas y ampliaciones del Real Alcázar, iniciadas por su padre, con la edificación de la Torre Dorada, obra de Juan Bautista de Toledo, y la decoración de las distintas dependencias. También ordenó la construcción, en las inmediaciones del palacio, de la Casa del Tesoro, las Caballerizas Reales y la Armería Real. Todos estos conjuntos han desaparecido.

Pero tal vez su proyecto más personal fuese la Casa de Campo, paraje que convirtió en un recinto palaciego y ajardinado para su recreo. Se debe a un diseño de Juan Bautista de Toledo, que siguió el modelo de naturaleza urbanizada, acorde con el gusto renacentista de la época, a modo de conexión con el Monte de El Pardo.[14] De este proyecto sólo se conservan partes del trazado de los jardines y algunos restos del palacete.

Asimismo, fueron levantados distintos edificios religiosos y civiles. El Monasterio de las Descalzas Reales fue fundado en 1559 por Juana de Austria, hermana del monarca, y en 1561 comenzaron las obras del Convento de la Victoria, que, como aquel, también estuvo muy vinculado con la Corona.

En 1583 abrió su puertas el corral de comedias del Teatro del Príncipe (en cuyo solar se levanta ahora el Teatro Español), institución clave en el Siglo de Oro español.[15] En 1590, fue inaugurado el Colegio de María de Córdoba y Aragón (actual Palacio del Senado), que toma su nombre de una dama de la reina Ana de Austria, principal impulsora del proyecto.

Entre los palacios nobiliarios, hay que destacar la Casa de las Siete Chimeneas (1574-1577), actual sede del Ministerio de Cultura, situada en la plaza del Rey. Su primer propietario fue Pedro de Ledesma, secretario de Antonio Pérez.

En la calle de Atocha se encontraban las casas de Antonio Pérez y en la plaza de la Paja se halla el Palacio de los Vargas, cuya fachada fue transformada en el siglo XX, adoptándose una solución historicista, a modo de continuación de la contigua Capilla del Obispo.


Reinado de Felipe III [editar]En 1601, pocos años después de subir al trono Felipe III (r. 1598-1621), Madrid perdió la capitalidad a favor de Valladolid. Consiguió recuperarla cinco años después, tras el pago a la Corona de 250.000 ducados y el compromiso por parte del Concejo de abastecer de agua potable al Real Alcázar, entre otras infraestructuras.

Con tal fin, el consistorio realizó los denominados viajes de agua (conducciones desde manantiales cercanos a la villa), entre los cuales cabe destacar el de Amaniel (1614-1616). De ellos también se beneficiaron algunos conventos y palacios, además de los propios vecinos, a través de las fuentes públicas.[16] En 1617 fue creada la llamada Junta de Fuentes, organismo encargado de su mantenimiento y conservación.

Bajo el reinado de Felipe III, se proyectaron numerosos edificios religiosos y civiles, algunos de los cuales fueron inaugurados en la época de Felipe IV. Es el caso de la Colegiata de san Isidro; de la nueva fachada del Real Alcázar (1610-1636), obra de Juan Gómez de Mora, que perduró hasta el incendio del palacio en 1734;[17] y del Convento de los Padres Capuchinos, en El Pardo, fundado por el rey en 1612, cuyo edificio definitivo no pudo comenzarse hasta 1638.

Las nuevas edificaciones se construyeron con mayor calidad arquitectónica que en los periodos anteriores, al tiempo que se impuso un estilo propio, típicamente madrileño, de aire clasicista y de clara influencia herreriana,[18] aunque también se observan rasgos prebarrocos.

Además, se establecieron arquetipos arquitectónicos, que, en relación con las casas palaciegas, quedaron definidos en un trazado de planta rectangular, dos o más alturas de órdenes, portadas manieristas, cubiertas abuhardilladas de pizarra y torres cuadrangulares, por lo general dos, con chapiteles rematados en punta, en la línea escurialense.

Este esquema, uno de los que mejor definen la arquitectura madrileña de los Austrias y de periodos posteriores, empezó a gestarse en tiempos de Felipe III, con ejemplos tan notables como las Casas de la Panadería y de la Carnicería, en la Plaza Mayor; el Palacio del marqués de Camarasa, ubicado en la calle Mayor y sede actual de diferentes dependencias municipales; el proyecto de reconstrucción del Palacio Real de El Pardo, incendiado el 13 de marzo de 1604; y la ya citada fachada del Real Alcázar. No obstante, fue con Felipe IV cuando alcanzó su máxima expresión.

Por su parte, el Palacio de los Consejos (también llamado del duque de Uceda) puede ser considerado un precedente en lo que respecta a la organización del espacio y fachadas, si bien carece de las torres de inspiración herreriana. Fue diseñado por Francisco de Mora, quien contó con la colaboración de Alonso de Trujillo, al frente las obras entre 1608 y 1613.

En cuanto a los templos religiosos, la mayoría de las construcciones utilizó como referencia el modelo jesuítico, de planta de cruz latina, que tiene su origen en la Iglesia del Gesú (Roma, Italia). La Colegiata de san Isidro, que, como se ha referido, fue diseñada en tiempos de Felipe III y terminada con Felipe IV, responde a esta pauta.

Mención especial merece el Real Monasterio de la Encarnación (1611-1616), fundado por Margarita de Austria, esposa del rey. Su fachada, obra de Juan Gómez de Mora (aunque posiblemente proyectada por su tío, Francisco de Mora), fue una de las más imitadas en la arquitectura castellana del siglo XVII y buena parte del XVIII.[19] [20]

Un ejemplo es el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Loeches (Madrid), que, como aquel, presenta fachada rectangular con pórtico, pilastras a ambos lados y frontón en la parte superior.

La lista de edificios religiosos levantados durante el reinado de Felipe III es amplia. El Convento de san Ildefonso de las Trinitarias Descalzas (o, sencillamente, de las Trinitarias), del año 1609, se encuentra en el Barrio de las Letras y en él fue enterrado Miguel de Cervantes. Del Convento del Santísimo Sacramento, fundado en 1615 por Cristóbal Gómez de Sandoval y de la Cerda, valido del rey, sólo se conserva su iglesia (actual Catedral Arzobispal Castrense), levantada en tiempos de Carlos II.

El Monasterio del Corpus Christi o de las Carboneras y la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen fueron empezados en 1607 y 1611, respectivamente, y ambos se deben a Miguel de Soria. La Iglesia de san Antonio de los Alemanes, de 1606, es una de las más singulares del primer tercio del siglo XVII, por su planta oval.[21] Su interior está decorado al fresco por Lucas Jordán, Francisco Carreño y Francisco Ricci.

Las iglesias de san Ildefonso (1619) y de san Justo y Pastor (hacia 1620) se encuentran entre las últimas fundaciones religiosas llevadas a cabo antes de la muerte del monarca en 1621. La primera, destruida completamente durante la Guerra Civil española, fue reconstruida en los años cincuenta del siglo XX,

Pero, sin duda, el proyecto urbanístico más importante llevado a cabo por el monarca fue la Plaza Mayor. En 1619, Felipe III finalizó las obras, que había iniciado su antecesor, con un nuevo diseño, firmado y desarrollado por Juan Gómez de Mora. Este arquitecto fue también responsable de la Casa de la Panadería, que preside el conjunto, si bien su aspecto actual corresponde a la reconstrucción realizada por Tomás Román, tras el incendio acaecido en 1672.

Además de este recinto, se procedió a adecuar otras plazas, como la de la Cebada y la desaparecida de Valnadú, esta última resultado de la demolición en el año 1567 de la puerta homónima, en la época de Felipe II. Otro de sus logros urbanísticos fue la reorganización del territorio en las riberas del río Manzanares y en el Real Camino de Valladolid, mediante la eliminación de las compartimentaciones internas y la estructuración de los plantíos.[22]

En el terreno de la escultura, destaca la estatua ecuestre del propio rey, traída desde Italia como obsequio del Gran Duque de Florencia. Realizada en bronce, fue comenzada por Juan de Bolonia y terminada por su discípulo, Pietro Tacca, en 1616.

Estuvo emplazada en la Casa de Campo, recinto que fue objeto de una especial atención por parte del monarca con la construcción de nuevas salas en el palacete (del Mosaico y de las Burlas) y la instalación de diferentes fuentes y adornos en los jardines. En 1848, la escultura fue trasladada al centro de la Plaza Mayor, donde actualmente se exhibe, por orden de Isabel II.


Reinado de Felipe IV [editar]
Aspecto del desaparecido Palacio del Buen Retiro en 1637, en una pintura atribuida a Jusepe Leonardo.
Vista del Salón de Reinos, una de las dependencias del Palacio del Buen Retiro. Su decoración interior fue obra de Velázquez.
Fachada del Casón del Buen Retiro (o Salón de Baile), desde el Parterre del Parque de El Retiro, levantado, este último, en tiempos de Felipe V.
Aspecto de la Ría Chica, uno de los elementos de la época de los Austrias que aún se conservan en el Parque de El Retiro.
Fachada principal del Palacio de santa Cruz, obra de Juan Gómez de Mora.
La Casa de la Villa, sede del Pleno Municipal del Ayuntamiento de Madrid, fue diseñada en 1629 e inaugurada a finales del siglo XVII.
Vista de la Torre de la Parada, en una pintura de Félix Castelló, realizada hacia 1640.
Fachada principal de la Colegiata de san Isidro. A la derecha se sitúa el edificio del antiguo Colegio Imperial de la Compañía de Jesús.
Detalle del plano de Madrid de Pedro Teixeira (1656), donde se observa la Ermita de san Antonio de los Portugueses.
Capilla de san Isidro, dentro del complejo parroquial de san Andrés. A la derecha, se aprecia parcialmente la fachada del Palacio de los condes de Paredes de Nava, actual Museo de los Orígenes.
Estatua ecuestre de Felipe IV, obra de Pietro Tacca, en su actual ubicación de la Plaza de Oriente.
Iglesia de Nuestra Señora de Montserrat, en la calle de san Bernardo.Felipe IV (r. 1621-1665) accedió al trono a la edad de dieciséis años, tras la inesperada muerte de su padre. Tradicionalmente ha sido considerado como un mecenas de las letras y de las artes, principalmente de la pintura.[23] Durante su reinado, Madrid se convirtió en uno de los principales focos culturales de Europa y en el escenario donde se fraguaron muchas de las grandes creaciones del Siglo de Oro español. Además, la ciudad albergó la mayor parte de la colección pictórica del monarca, una de las más importantes de la historia del coleccionismo español.[24]

En el ámbito de la arquitectura, se levantaron numerosos edificios civiles y religiosos, al tiempo que se construyó una nueva residencia regia en el entorno del Prado de los Jerónimos, en el lado oriental del casco urbano. El Palacio del Buen Retiro desplazó hacia el este buena parte de la actividad política, social y cultural de la villa, que hasta entonces gravitaba únicamente sobre el Real Alcázar, situado en el extremo occidental.


Pintura [editar]Felipe IV fue el mayor coleccionista de arte de su época, afición que, por influencia e imitación, se hizo extensiva a muchas familias nobiliarias instaladas en la Corte.[25] Su interés por la pintura atrajo hacia Madrid a artistas que, como Zurbarán, Rubens o Velázquez, trabajaron en la decoración de los palacios reales. Mención especial merece la figura de Velázquez, que estuvo bajo el mecenazgo del monarca a lo largo de casi cuarenta años.[26]

Los regalos, compras y encargos realizados por el rey incrementaron los fondos de la Corona en más de 800 cuadros, entre los que figuraban varias obras maestras de la pintura europea de los siglos XV, XVI y XVII. La mayoría de ellos se encuentran en la actualidad en el Museo del Prado.

El epicentro de la colección de Felipe IV fue el Real Alcázar, edificio al que también se hicieron llegar los cuadros adquiridos por Felipe III, que estaban reunidos, en su mayoría, en el Palacio Real de El Pardo. El traslado se realizó entre 1622 y 1625.[27]

Los proyectos arquitectónicos surgidos a iniciativa del monarca también contaron con relevantes pinacotecas. Es el caso de la Torre de la Parada, donde se exhibían lienzos de Vicente Carducho, Rubens y Velázquez,[28] del Palacio de la Zarzuela y del Palacio del Buen Retiro.

La decoración del Salón del Reino, una de las dependencias más suntuosas de este último conjunto, fue ideada por Velázquez, quien combinó trabajos de su propia autoría (entre ellos La rendición de Breda y El príncipe Baltasar Carlos a caballo) con obras de otros artistas, como Zurbarán, Jusepe Leonardo y Juan Bautista Maíno, entre otros.

A lo largo del siglo XVII, se fue desarrollando la llamada escuela madrileña de pintura, que aglutinó a varias generaciones de artistas, entre los que destacan, ya dentro del reinado de Carlos II, Juan Carreño de Miranda y Claudio Coello.


Arquitectura civil [editar]En líneas generales, la arquitectura palaciega del reinado de Felipe IV siguió el modelo post-escurialense, de rasgos barrocos contenidos, que comenzó a forjarse con Felipe III. Este estándar aparecía en estado puro en el desaparecido Palacio del Buen Retiro, cuyo origen fue el llamado Cuarto Real, un anexo del Monasterio de los Jerónimos, que, desde tiempos de los Reyes Católicos, era frecuentado por la realeza para su descanso y retiro.

Siguiendo una iniciativa del Conde-Duque de Olivares,[29] en 1632 Felipe IV ordenó al arquitecto Alonso de Carbonell la ampliación del recinto y su conversión en residencia veraniega. El palacio fue concebido como un lugar de recreo, función que quedó remarcada mediante una configuración articulada alrededor de dos grandes patios, diseñados a modo de plazas urbanas.[30] La Plaza Principal estaba reservada a la Familia Real, mientras que la Plaza Grande, de mayores dimensiones, era utilizada para la celebración de fiestas, actos lúdico-culturales y eventos taurinos.[31]

La primera fase, correspondiente al núcleo central (Plaza Principal), se concluyó en 1633, sólo un año después de realizarse el encargo. Por su parte, las obras de la Plaza Grande, el Picadero, el Salón de Baile, el Coliseo y los jardines se prolongaron, a lo largo de diferentes etapas, hasta 1640.

El recinto palaciego sufrió graves desperfectos durante la Guerra de la Independencia y, finalmente, fue demolido en la época de Isabel II, ante la imposibilidad de recuperación. Sólo se conservan el Salón de Reinos y el Salón de Baile (o Casón del Buen Retiro), si bien con importantes transformaciones en relación con el diseño original.

En lo que respecta a los jardines, el Parque de El Retiro es heredero del trazado llevado a cabo en la época de Felipe IV, aunque su fisonomía actual responde a múltiples remodelaciones ejecutadas en periodos posteriores, principalmente en los siglos XVIII y XIX. Entre los elementos primitivos que aún se mantienen, cabe citar algunos complejos hidráulicos, como el Estanque Grande y la Ría Chica.

Además del Buen Retiro, el monarca mostró una especial predilección por el Real Sitio de El Pardo, donde mandó construir el Palacio de la Zarzuela, actual residencia de la Familia Real, y ampliar la Torre de la Parada, a partir de un diseño de Juan Gómez de Mora. Este último edificio fue erigido como pabellón de caza por Felipe II y resultó completamente destruido en el siglo XVIII.[32]

La arquitectura civil tiene en el Palacio de santa Cruz y en la Casa de la Villa, ambos proyectados por Juan Gómez de Mora en el año 1629, dos notables exponentes.

El primero albergó la Sala de Alcaldes de Casa y Corte y la Cárcel de Corte y, en la actualidad, acoge al Ministerio de Asuntos Exteriores. Se estructura alrededor de dos patios cuadrangulares simétricos, unidos mediante un eje central que sirve de distribuidor y acceso al edificio. La horizontalidad de su fachada principal, que da a la Plaza de la Provincia, queda rota por los torreones laterales de inspiración herreriana y la portada con dos niveles de triple vano. Fue terminado en 1636 y ha sido objeto de numerosas reformas en siglos posteriores.

Por su parte, la Casa de la Villa fue diseñada como sede del gobierno municipal y Cárcel de Villa. Sus obras comenzaron en 1644, quince años después de realizarse el proyecto, y finalizaron en 1696. Junto a Gómez de Mora, colaboraron José de Villarreal, a quien se debe el patio central, Teodoro Ardemans y José del Olmo.

Entre las residencias nobiliarias, figuran el Palacio del duque de Abrantes, construido por Juan Maza entre 1653 y 1655 y transformado sustancialmente en el siglo XIX, y el Palacio de la Moncloa. Este último fue erigido en el año 1642, a iniciativa de Melchor Antonio Portocarrero y Lasso de la Vega, conde de Monclova y virrey del Perú, su primer propietario. La estructura actual corresponde a la reconstrucción y ampliación llevadas a cabo en el siglo XX, tras los daños sufridos durante la Guerra Civil.


Arquitectura religiosa [editar]La arquitectura religiosa del reinado de Felipe IV presenta dos fases, coincidentes con los procesos evolutivos que se dieron en el arte barroco español a lo largo del siglo XVII.

En la primera mitad, se mantuvo la austeridad geométrica y espacial, arrastrada del estilo herreriano, con escasos y calculados motivos ornamentales, salvo en los interiores, que, en clara contraposición, aparecían profusamente decorados. En la segunda mitad del siglo, el gusto por las formas favoreció un progresivo alejamiento del clasicismo y la incorporación de motivos naturalistas en las fachadas.

Dentro de la primera corriente, que puede ser denominada como barroco clasicista, se encuentran la Colegiata de san Isidro, la Ermita de san Antonio de los Portugueses y el Convento de san Plácido.

La Colegiata de san Isidro (1622-1664) fue fundada como la iglesia del antiguo Colegio Imperial,[33] situado dentro del mismo complejo. El templo se debe a un proyecto de Pedro Sánchez del año 1620, desarrollado, a partir de 1633, por Francisco Bautista y Melchor de Bueras. Es de planta de cruz latina y destaca por su fachada monumental, realizada en piedra de granito y flanqueada por dos torres en los lados. Fue la catedral provisional de Madrid desde 1885 hasta 1993.

La Ermita de san Antonio de los Portugueses estuvo ubicada en una isla artifical, en medio de un estanque lobulado, dentro de los Jardines del Buen Retiro. Fue edificada entre 1635 y 1637 por Alonso de Carbonell y derribada en 1761, para levantar, sobre su solar, la Real Fábrica de Porcelana de la China, igualmente desaparecida. Su torre cuadrangular, rematada con chapitel herreriano, y su suntuosa portada, configurada por cuatro grandes columnas de mármol blanco y capiteles de mármol negro, eran sus elementos más notables.

El edificio actual del Convento de san Plácido, obra de Lorenzo de San Nicolás, data de 1641. La decoración interior es la parte más sobresaliente y en él se conserva un Cristo yacente de Gregorio Fernández.

Conforme fue avanzando el siglo XVII, los exteriores sobrios fueron perdiendo vigencia y se impuso un estilo plenamente barroco, sin apenas concesiones al clasicismo. Esta evolución puede apreciarse en la ya citada Casa de la Villa, que, dado su prolongado proceso de construcción (el diseño se hizo en 1629 y el edificio se terminó en 1696), fue incorporando diferentes elementos ornamentales en su fachada clasicista, acordes con las nuevas tendencias.

La Capilla de san Isidro ejemplifica el apogeo del barroco. Fue construida como un anejo de la iglesia de origen medieval de san Andrés para albergar los restos mortales de san Isidro. La primera piedra se puso en 1642, a partir de un proyecto de Pedro de la Torre. En 1657, José de Villarreal realizó un segundo proyecto, cuyas obras fueron inauguradas por Felipe IV y su esposa Mariana de Austria en un acto institucional. Fue terminada en 1699.

Junto a la basílica neoclásica de San Francisco el Grande (siglo XVIII), se halla la Capilla del santo Cristo de los Dolores para la Venerable Orden Tercera de san Francisco (1662-166Chulillo, realizada por el arquitecto Francisco Bautista. En su interior sobresale la decoración barroca, con especial mención al baldaquino, hecho en maderas, jaspes y mármoles, donde se guarda la talla del Cristo de los Dolores.

El Convento de Nuestra Señora de la Concepción o de las Góngoras es otro ejemplo del barroco madrileño. Debe su nombre a Juan Jiménez de Góngora, ministro del Consejo de Castilla, quien procedió a su creación, por encargo directo del rey, como ofrenda por el nacimiento de su hijo Carlos (a la postre Carlos II). Fue inaugurado en 1665 y ampliado en 1669, según un proyecto de Manuel del Olmo.

Dentro del capítulo de arquitectura religiosa, también hay que destacar la reconstrucción de la iglesia medieval de san Ginés, llevada a cabo, a partir de 1645, por el arquitecto Juan Ruiz. Es de planta de cruz latina, de tres naves, con crucero y cúpula.


Escultura [editar]Las numerosas fundaciones religiosas llevadas a cabo con Felipe IV generaron una importante actividad escultórica, destinada a la realización de tallas y retablos. Hacia 1646 se estableció en la Corte Manuel Pereira, a quien se debe el retablo de la Iglesia de San Andrés, desaparecido durante la Guerra Civil, y la estatua de San Bruno, considerada una de sus obras maestras, que se conserva en la Real Academia de Bellas Artes de san Fernando.

Fuera del ámbito religioso, la producción escultórica se desarrolló a través de dos vías: la ornamentación de calles y plazas, mediante la construcción de fuentes artísticas (es el caso de la Fuente de Orfeo, diseñada por Juan Gómez de Mora y terminada en 1629), y los encargos reales, entre los que sobresale la estatua ecuestre de Felipe IV (1634-1640).

Se trata de las primera escultura a caballo del mundo en la que éste se sostiene únicamente sobre sus patas traseras.[34] Es obra de Pietro Tacca, quien trabajó sobre unos bocetos hechos por Velázquez y, según la tradición, contó con el asesoramiento científico de Galileo Galilei. Conocida como el caballo de bronce, estuvo inialmente en el Palacio del Buen Retiro y, en tiempos de Isabel II, fue trasladada a la Plaza de Oriente, su actual ubicación.[35]


Urbanismo [editar]En el terreno urbanístico, Felipe IV ordenó la construcción de una cerca alrededor del casco urbano, mediante la cual quedaron establecidos los nuevos límites de la villa, tras los procesos expansivos de los periodos anteriores. Desde la fundación de Madrid en el siglo IX, había sido costumbre cercar el caserío, bien con una finalidad defensiva (murallas musulmana y cristiana), bien para el control fiscal de los abastos e inmigración (cerca medieval de los arrabales y Cerca de Felipe II).

La Cerca de Felipe IV provocó varios efectos en el desarrollo urbano: por un lado, impidió la expansión horizontal de Madrid hasta bien entrado el siglo XIX, cuando fue demolida y pudieron acometerse los primeros ensanches; y, por otro, favoreció un cierto crecimiento vertical, dando lugar a las corralas, viviendas dispuestas en varias alturas y organizadas en corredera, alrededor de un gran patio común.

De la citada cerca, realizada en ladrillo y mampostería, aún se mantienen en pie algunos restos, como los situados en la Ronda de Segovia, en los alrededores de la Puerta de Toledo.

El Puente de Toledo es otro de los proyectos urbanísticos impulsados por el rey. Su función era enlazar directamente el casco urbano con el camino de Toledo, salvando el río Manzanares por la parte suroccidental de la ciudad. Fue construido por José de Villarreal entre 1649 y 1660, a partir de un proyecto de Juan Gómez de Mora.
Puntos:

Tema (Autor) Ultimo Mensaje Resp
Concierto ac dc vicente calderon madrid 31/05/2015 integro Por: No Registrado 12-11-15 01:16
No Registrado
0
60 incendios en Logrosan queman 909.53 Ha durante el decenio 2001-2010 Por: Foro-Ciudad.com 27-09-12 00:51
Foro-Ciudad.com
0
Subject: FW: ESCRITO DE UN SOCIALISTA DE PRO Ángel Gimeno Marín Miembro del Comité Regional del Partido Socialista de Madrid, PSM-PSOE. Prof Por: nasorgol 27-11-10 22:08
pumuky65
10
El aire de Barcelona y de Madrid contiene varias drogas en suspensión, y entre ellas destaca la cocaína. Por: No Registrado 15-05-09 09:11
No Registrado
0
Simulador Plusvalia Municipal - Impuesto de Circulacion (IVTM) - Calculo Valor Venal
Foro-Ciudad.com - Ultima actualizacion:07/08/2020
Clausulas de responsabilidad y condiciones de uso de Foro-Ciudad.com