Herguijuela - Caceres

POR ROMPER BOMBILLAS……..
A principios de los años sesenta, como una de tantas noches, ya no teníamos ganas de ir a matar gatos o a apedrear puertas, ¡siempre y cuando estábamos seguros de que nuestras victimas dormían, menudos elementos estábamos hechos!, pero bueno ésta es otra historia. En esa noche a alguno de la cuadrilla se le debió de encender alguna luz, de ahí que la cosa vaya de bombillas. Recuerdo que la noche estaba oscura, sin luna, era una de aquellas noches que te incitan a hacer travesuras favoreciendo el divertimiento de unos muchachos que buscaban emociones fuertes. Tenéis que pensar que por aquel entonces, aún, no sabíamos nada sobre “la roja”, creo que no había ni un solo balón en todo el pueblo. Ante tal situación entramos en acción, siendo nuestra consigna: no dejar una sola bombilla en todo el barrio viva. Comenzamos por el barrio arriba, unos lanzaban piedras con tirachinas, otros con las manos. ¡No había bombilla que se nos resistiera! Entre risas y carreras, y para ser justos y no dejar una parte del barrio con luz y la otra sin, fuimos barrio abajo para continuar con nuestra tarea. La operación tuvo éxito, de veinte bombillas que habría en el pueblo sólo dejamos, si no recuerdo mal, dos o como mucho tres sin romper. Pero como todos los delitos éste tuvo su merecido castigo, el cual fue ejemplar no solo por insólito sino por inconcebible. Ya que estamos hablando de luces al que se le ocurrió debió de ser un lumbrera, primero se les informó a nuestros padres y después se nos llamó al ayuntamiento, donde nos presentamos con más miedo que vergüenza. Allí nos colgaron unos carteles, uno por delante y otro por detrás en los que se podía leer: “por romper bombillas se ven así”. Se podría decir que a partir de ese momento se inventó el hombre anunció, algo que podríamos reivindicar para Herguijuela. Se nos puso en fila uno detrás de otro comenzando así el pasacalle. Al principio estábamos un poco asustados, pero al poco tiempo y viendo el choteo que tenía la gente cuando el Sr. alguacil hacía la parada para pregonar tal evento que nosotros mismos nos dábamos la vuelta para que la concurrencia pudiera leer lo que ponía en nuestros carteles colgados y a la vez escuchar la reprimenda de alguna vieja: “Jodios muchachos, mira ese es un nieto de la tía Nicanora “. Después del vía crucis llegamos de nuevo al ayuntamiento y tras la decepción por parte de nuestros jueces ante el castigo aplicado, algún otro lumbreras pensó que aquello no había tenido el resultado esperado por lo que tenían que darnos otro escarmiento. ¡Ahí sí que me cagué!, nos metieron en el calabozo o algo que se le parecía, para ser sincero creo que era una habitación que la dejaron a oscuras y que la puerta no se llegó a cerrar, pero para unos críos de nueve o diez años viendo las caras, risas y comentarios de nuestros centinelas todo hacía pensar que la misión, ahora sí, estaba cumplida. Eso sí por si acaso nos dijeron: “iros para casa, pero no se os ocurra romper una bombilla más, porque entonces sí que no saléis del calabozo”. P.D. Esto no es una película de Berlanga.