El Bronco - Caceres

POESÍA A LA CRUZ BENDITA

Era un pastor muy humilde
De los tiempos que corrían
En una tosca madera
La sagrada Cruz hacía


En unos ratos de ocio
Cuando pastaba el ganado
Por los parajes preciosos
Cerca del puerto de Gamo


Aquellos tiempos de antaño
En las épocas lejanas
La Cruz Bendita de ahora
Entonces fue apedreada


En mil cuatrocientos ochenta y ocho
El día de viernes santo
A esta nuestra Cruz Bendita
Los judíos apedrearon


Tuvieron que echar a suerte
Por ver a quien le tocaba
Madrugar el viernes santo
Y apedrear a la cruz
Puesta en el puerto de gamo


Un militar del ejercito
De Isabel y de Fernando
Se encontraba en estos dias
En su casa descansando


Vecino del Bronco era
Y cumpliendo el cometido
Que su viaje encerraba
A Casar de Palomero
Ese día se acercaba


Para reclutar a gente
Jóvenes y buenos mozos
Y expulsar ya de una vez
De nuestra España a los moros
Hernán Bravo se llamaba
El militar referido
Y defendiendo a la Cruz
Hizo honor a su apellido

La estaban apedreando
Cuatro violentos judíos
Él les llamó la atención
Al ver tanto desatino.


Esquivando como pudo
Aquellos cuatro judíos
Por rechazar lo que hacían
Se declaran enemigos


Llego al pueblo de Casar
Y se introdujo en el templo
Interrumpió los oficios
Para contar el suceso


A los judíos apresaron
Los llevan a Granadilla
Donde fueron sentenciados
Por un consejo compuesto
Por cuatro jueces letrados.


Los sentenciaron a muerte
Quemados en una hoguera
Y a Zaguito el más pequeño
Le cortan la mano derecha.


Tubo presente el recuerdo
Aunque de viejo murió
La herida reverdecía
Y nunca se le curó.


Y comprendiendo el poder
Que la Reliquia tenía
Abrazan el cristianismo
Él y toda su familia.


El poder lo tiene siempre
Esta divina Reliquia
Ha curado enfermedades
Y reconciliado a familias.


Por eso con devoción
Con humildad y alegría
Grita el pueblo del Casar
¡Viva nuestra CRUZ BENDITA.!

Buenaventura Jiménez