UN BANDOLERO EN EL BRONCO

Es conocido que en el vecino pueblo de Santibáñez el Bajo (Cáceres), nacieron y vivieron la mayor parte de los integrantes de una famosa cuadrilla de bandoleros conocidos como 'Los muchachos de Santibáñez', quienes desarrollaron su mayor periodo de actividad delictiva entre los años 1810 a 1816.
La mayoría de estos facinerosos, eran ex-guerrilleros que habían combatido contra los franceses en la Guerra de la Independencia, a los que por ello prometieron darles tierras y otros bienes, que luego quedaron en ofertas incumplidas; hecho que propició que se echaran al monte y mantuvieran en jaque a las autoridades durante varios años.
Los tres cabecillas o capitanes, que en la memoria popular se conocen como 'Los tres Migueles' (Miguel Dosado, Miguel Caletrío y Miguel Gutiérrez), eran hijos de Santibáñez, al igual que el señalado como ideólogo de la partida José Montero, denominado 'el cura moro'.
Diversos y prestigiosos historiadores han estudiado y publicados desde diferentes enfoques, la vida y hechos de estos guerrilleros devenidos en bandoleros, destacando en este sentido la investigación realizada por el ilustre hijo de Santibáñez: Félix Barroso Gutiérrez, cuyos artículos o relatos sobre este tema es de recomendable lectura.
Entre los componentes de la banda, figuraba un tal “Blas el Paleto”, que señalan como oriundo de Ahigal y con residencia en El Bronco. Dicen era el mejor dotado para dirigirlos, pero que al faltarle una pierna y estar tuerto de un ojo, no tenía la necesaria movilidad, por lo que quedaba en la retaguardia con su segundo, Pablo Esteban, también tuerto y mutilado de la pierna izquierda; siendo todas esta secuelas como consecuencia de los combates con los franceses en la referida Guerra de la Independencia.
Por lo tanto en El Bronco, para bien o para mal, tuvimos residiendo un personaje: “Blas el Paleto”, quien inicialmente debió ser apreciado y considerado como un “héroe”, pues resultó gravemente mutilado luchando encarnizadamente contra el extranjero invasor; pero por impensadas circunstancias, la historia terminó colocándole el calificativo de “bandolero”.