Campo Lugar - Caceres

Me casé por los años 70, tiempos difíciles por lo menos para mí.
Mi mujer se llamaba María, María era excelentemente buena como la mayoría de las mujeres.
Llevábamos ya un año casados y María decidió que celebraríamos nuestro primer aniversario, y que avisaríamos a nuestros padres.
María dijo que para celebrarlo haríamos unos churros, se puso manos a la obra, había poca harina y menos aceite, por lo que churros salieron pocos.
Así que dijo María: para nosotros es algo para todos no es nada, venga quien venga no abrimos a nadie.
No pasó mucho tiempo cuando, llamaron a la puerta, ¿quién es? dijo mi esposa. Son mis padres le respondí, a lo que mi esposa contestó, pues ya sabes en lo que hemos quedado, después de dar varias veces a la puerta se fueron por donde habían venido.
Pronto darían a la puerta de nuevo, ¿quién es pregunté? Es la pobre de mi madre respondió mi esposa, ya que mi suegra era viuda. Ya sabes en lo que quedamos le respondí. No paso un segundo cuando me dijo, eres un sinvergüenza, mal nacido, nunca esperaba esto de ti, decir que no entre la pobre de mi madre, eso no tiene nombre.
Así que terminamos comiendo los tres.
Pronto quedó María en estado, del que nació mi hijo José, me hizo mucha ilusión ser padre, aunque no podía olvidar lo vivido.
De nuevo se quedó embarazada María, yo empecé a trabajar otra vez con otra ilusión.
Pasaron los meses y un buen día María se puso de parto, corrimos al Hospital , se me hizo muy larga la espera pues me fumé casi un paquete de cigarrillos por el nerviosismo. De pronto, salió el doctor y me dijo, su mujer a tenido una niña.
Salí corriendo y cuando llegué a la habitación me quedé mirándola me acerqué a su cama y la abracé diciéndola “nosotros ya tambíen” comeremos churros