finlandia y la ultraderecha en europa La ultraderecha xenófoba, frontalmente opuesta a la inmigración y de marcado sesgo antieuropeo sigue avanzando por el norte de Europa, echando raíces en países que durante décadas habían sido ejemplo de sociedades abiertas, avanzadas y progresistas para el resto del continente. Al crecimiento de estos partidos populistas registrado ya en términos de apoyos electorales en Holanda, Dinamarca, Noruega y Suecia, se suma ahora Finlandia. Con el eslogan primario y aparentemente sin ideología de ´El pueblo sí que sabe´, el partido ultraderechista ´Auténticos Finlandeses´ (una denominación cuyo significado es ya un énfasis disgregador) ha dado un salto espectacular. Del 4,1% de los votos en el 2007 ha pasado al 19%. Con 40 diputados, el partido de Timo Soini ha abandonado la marginalidad política para convertirse en la tercera fuerza del país mientras el Partido del Centro, de la primera ministra Mari Kiviniemi, se desmorona, como le está ocurriendo a todas las fuerzas que han sustentado a los gobiernos en plena crisis. El avance ultra en Europa tiene varios denominadores comunes, a saber: el rechazo a los partidos clásicos y a los de gobierno, y el miedo a la inmigración en una situación de grave crisis económica. Sin embargo, Finlandia, país con excelentes resultados en educación (el informe PISA lo sitúa en los primeros puestos edición tras edición), demuestra que no hace falta que los indicadores se disparen para que sectores importantes de la población se aferren a los discursos ultras. Repárese en que el paro se sitúa en el 8,5%, muy lejos del 20% español, y la inmigración, con el 3,5% de una población total de 5,2 millones de habitantes, es una de las más bajas de Europa. Los ´Auténticos Finlandeses´ han sabido tocar otra tecla que concita adhesiones y al mismo tiempo hace temblar a Bruselas. Es el antieuropeísmo, que han centrado en el discurso fácil de no querer contribuir a pagar ningún rescate por los "países derrochadores" del sur. El partido de Soini se opone radicalmente a los rescates de los países en dificultades y quiere eliminarlos. En esta cuestión, lo cual es una circunstancia inquietante, tienen la compañía de los socialdemócratas, que, sin rechazar por completo los paquetes de ayudas, quieren cambiar su forma. Juntos pueden torpedear el rescate de Portugal, ya que, a diferencia del resto de países, el Parlamento de Helsinki puede vetar la decisión del Gobierno. La formación del nuevo Ejecutivo será complicada y seguramente larga. El pragmatismo finlandés no indica que se vaya a construir un cinturón de seguridad que impida el paso a los ultras. Podrán no formar parte del Ejecutivo, pero, dentro o fuera, su peso se hará sentir y no solo en Finlandia. La onda expansiva llegará hasta Bruselas, y quién sabe si hasta Lisboa. |